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En sus comienzos, en el instante en que Carranza y José Antonio aparecían en el escenario, unos pistoleros descargaron sus armas dentro del local y causaron cinco bajas: un muerto y cuatro heridosb. A los pocos momentos, y como medida salvadora, el delegado de la autoridad suspendió el acto. José Antonio, entonces, comenzó un discurso diciendo que nunca cumpliría las órdenes de una autoridad que no la poseía para impedir la libre circulación de los asesinos, y siguió en duros términos de censurac.
Transcurrido un rato Carranza le pidió que terminase y entonces José Antonio acabó con estas palabras: «La respetable, y aquí única, autoridad de don Ramón Carranza me ruega que termine: sólo ahora se da por terminado el acto.»d