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«Os agradezco vuestro fervor y adhesión a mi doctrina y mi persona, y esta comida familiar con la que, haciendo excepción a la austeridad de nuestro caminar por España, nos agasajáis. He visto que tenéis bríos hasta para comer, que también el comer bien es cosa difícil y debe ser exacta, que lleváis fama los del Norte de gustar de buena mesa.
Aunque esto no debía decirlo yo, porque a lo mejor descubro con ello un nuevo signo «racial»c.
No os ocultaré cuánto me agrada veros con tanta vocación de entrega a la dura tarea que nos aguarda, por la fortaleza y templanza interior que ello supone, sin desvíos de abuso, pues también entre la tarea diaria hay que buscar la alegría sobria de un rato agradable»; y agregó que prefería la fortaleza juvenil del «pastor del Busto», Justo Ollabarend, a los desmayos histéricos de cierta juventud de empalago.
Terminó así: «Espero mucho de vuestro afán y de vuestra disciplina».