José Manuel Rodríguez Pardo | El alma de los brutos en el entorno del Padre Feijoo |
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El alma de los brutos en el entorno del Padre Feijoo. Capítulo 14
Biblioteca Filosofía en español, Fundación Gustavo Bueno
Pentalfa Ediciones, Oviedo 2008, páginas 445-475
«Es cierto, señor mío, que mi genio en la propriedad de compasivo es cual a Vmd. se le han pintado. De modo, que no veo padecer alguna bestia de aquellas, que en vez de incomodarnos, nos producen varias utilidades, cuales son casi todas las domésticas, que no me conduela en algún modo de su dolor; pero mucho más, cuando sin motivo alguno justo, sólo por antojo, o capricho las hacen padecer. [...] Siempre que veo un muchacho herir sin qué, ni por qué a un perro con una piedra, quisiera estar cerca de él para castigar con dos bofetadas su travesura.» Benito Jerónimo Feijoo
1. La distinción entre hombres y animales.
En el anterior capítulo hemos presentado una serie de argumentos que parecen no distinguir con claridad entre los hombres y los animales. De hecho, el análisis presentado al respecto de los referentes positivos de la Idea de Alma de los Brutos, aunque deja al descubierto numerosas lagunas en las concepciones de Feijoo y su entorno –destacando sobremanera en el portugués Miguel Pereira de Castro Padrao–, prácticamente equiparaba a hombres y a brutos, aunque el fijismo de sus concepciones no les lleve a considerarlos como máquinas inanimadas. De hecho, el famoso caso de los hombres de Borneo parece plantear la indistinción entre hombres y animales, como señala Gregorio Marañón:
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