“Ateísmo especulativo” “Ateo especulativo”
1648 «An omnes homines propter naturæ suæ corruptionem dici possint Athei, quamdiu non convertuntur. Resp. voce Atheismi latè fumptâ pro Atheismo speculativo indirecto aff. de Gentilibus & extraneis faltem ex Ephes. 2. Coll. cum 1. Thessal. 4. quia verum Deum non agnoscunt.» «De fœderatis, quod ad Atheismum indirectum itidem conceditur; & docet Augustini exemplum qui non tantum electus & interna gratia ac semine sanctitatis fœderalis præditus, sed insuper actualiter rudimentis fidei ac pietatis initiatus in Manicheismum incidit; qui merito ad Atheismum indirectum reducitur. Quamvis nolim dicere Manicheismum ut habitum Augustino infediste: suffecerit dicere ut dispositionem quandam. Sed de supremo gradu hujus mali, hoc est, de Atheismo speculativo directo, crudum forte videbitur hoc affirmare.» (Gisbertus Voetius [1589-1676], Selectarum disputationum theologicarum, pars prima, Ultrajecti, Anno cIɔ Iɔ c XLVIII [Utrech 1648]: “De atheismo. Pars quarta. Resp. Gualtero de Bruyn Amisfurt, Ad diem 13. Iulii 1639”, págs. 167 y 168.)
1680 «XVII. Et hæc quidem præcipua sunt noftræ fententiæ firmamenta; quibuscum conferendum minimè censemus quicquid à quibusdam pro Atheismo speculativo movetur. Objiciunt ex Psalmo Stultum, qui in corde dicat, non esse Deum: verum de practico potius Atheo istic sermonem esse, ex textus totius compagine, eiusque cum parallelis collatione, jam dudum monstrarunt Theologi, qui curatius eum expenderunt. Levius est, quod testimonio Plutarchi ac Ciceronis referunt de Diagora, Theodoro Cyrenensi, Evemero Tegeate, Euripide Tragico, pluribusque, qui Deos esse negaverint. Etenim quis est qui ignorat, apud Gentiles Atheos passim vocatos fuisse, non qui nullum Deum credebant, sed non eadem quæ illi admittebant Numina. Socratem ipsum, virum certè sapientiddimum, & omni vitæ instituto etiam à suspicione criminis istiusmodi remotissimum, ejusdem quoque impietatis narrant accusatum à quadruplatoribus Atheniensibus, tantum quod non eosdem, quos concives, coleret Deos. Quicquid sit, istos enumeratos Atheos fuisse speculativos, quales antè descripsimus, nondum ullâ rationis specie demonstratum vidi. Gravius urget, quem adserunt in medium, Atheismi Apostolus & pro eo Martyr Julius Cesar Vaninus, qui prefractè Deum negans, postquam per pestilentissimos libros, Æternæ providentiæ Divinæ theatrum, item Dialogos, virus nefarii dogmatis in animos hominum rectè insinuare conatus fuisset, tandem convictus debitum pertinaci impietati supplicium Tholosæ igne exsolvit, ad extremum usque nihil à blasphemia remittens. Non vacat disquirere, quibus modis & artibus in casses suos tam profundè trahere potuerit hominem diabolus?» (Gerardo de Vries [1648-1705], Exercitationis pneumaticæ pars quarta, quæ est de Atheismo, Ultrajecti, Anno cIɔ Iɔc Lxxx [Utrech 1680], pág. [vii].)
1737 «Première dissertation. De l’existence de l’Athéisme. Y a-t’il des Athées? I. On définit l’Athéisme pris en général, la non-croyance de l’existence d’un Etre suprême, créateur du monde & auteur de tout ce qui y arrive. 1°. On distingue deux sortes d’Athéisme; l’Athéisme pratique & l’Athéisme spéculatif. L’ Athéisme pratique est la noncroïance de l’existence d’un Etre suprême, qui a pour principe le dessein de ne sentir aucun remords en s’abandonnant à toutes ses passions. L’Athéisme spéculatif est la noncroïance de l’existence d’un Etre suprême, modérateur & auteur de toutes choses, sans que la malice & la corruption du coeur y entrent pour rien. 2°. On divise l’Athéisme spéculatif, en Athéisme négatif & en Athéisme positif. L’Athéisme spéculatif négatif est la non-croïance de l’existence d’un Etre suprême, dans laquelle on est, ou par stupidité, ou par défaut d’attention; soit parce qu’on n’en a jamais entendu parler, soit parce qu’on n’y a jamais refléchi. L’Athéisme spéculatif positif est la négation formelle de l’existence d’un Etre suprême appuyée sur le raisonnement & sur la reflexion; parce qu’on juge que ce point, bien loin d’être prouvé, est solidement combattu par des argumens clairs & évidens.» ([François Ilharat de la Chambre, 1698-1752] Traité de la veritable Religion, contre les Athées, les Déistes, les Païens, les Juifs, les Mahometans & toutes les fausses Religions, tome premier, A Paris, Chez Hippolyte-Louis Guerin, MDCCXXXVII, pp. 5-6.)
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1797 «Los Platónicos; los Estóicos, los académicos mas convencidos de la falsedad de la pluralidad de sus Dioses, respetaban con todo la Religion de sus Padres, y tenían por perniciosísima a la sociedad de impiedad de algunos que disputaban contra ella. Los mas ilustres filósofos de este siglo a pesar de sus contradicciones y de sus mutuas oposiciones convienen en que el ateismo no puede formar constantemente sociedad alguna: y no dudo que no hay ateo por convencido que esté de su dogma que quiera tener criados materialistas. Aunque el ateismo práctico haya cundido mucho, porque para este no se necesita más que tener un corazón corrompido, el ateismo especulativo y metódico se halla en poquísimos; porque para él se necesita una cabeza bestial y estúpida, o una cabeza trastornada con falsos principios.» (Apuntes para una reforma de España, sin trastorno del Gobierno monárquico, ni la Religión [Libro segundo, capítulo I: De la necesidad de la Religión], por el Sr. Dr. D. Victoriano de Villava [Zaragoza ≈1750-Chuquisuca 1802], del Consejo de S. M. y su Fiscal en la Real Audiencia y Chancillería de la Plata, año de 1797; lo da a luz D. Pedro Ignacio de Castro Barros, Imprenta de Álvarez, Buenos Aires 1822; lo reproduce la Revista de la Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba de Argentina, septiembre-octubre de 1943, año 30, nº 7-8, págs. 1081-1082.)
1816 «4. P. Siendo, como es, el entendimiento humano capaz de todos los errores, y no habiendo extravagancia que no haya sido dicha por algun filósofo, ¿porqué no podemos pensar y creer que entre ellos tenga también partidarios hasta el Ateísmo? […]. R. Eso cuando mas podrá hacer creer que hay momentos en que el Ateo de tal manera se hace sordo a las impresiones de esta verdad, y cierra los ojos a las luces de la razón, que se atiene a las deducciones de sus sofismas, y viene a persuadirse que no cree, o por mejor decir, a venderse como ateo de profesion, o especulativo; pero como este estado es violento, no puede subsistir en él: pasados aquellos instantes, renacen a pesar suyo los remordimientos, se disipa su aparente quietud, y vuelve de nuevo a oir la imperiosa voz interior de la razón por más que procura sofocarla y extinguirla.» (Francisco Javier Feller S. I. [1735-1802], Catecismo filosófico, libro I: “De la existencia de Dios”, capítulo I: “¿El Ateísmo especulativo es posible?”, en Biblioteca de Religión, o sea Colección de obras contra la incredulidad y errores de estos últimos tiempos, tomo III, Librería de A. Bouret y Morel, París 1816, págs. 9-10.)
1827 «4. P. Siendo, como es, el entendimiento humano capaz de todos los errores, y no habiendo extravagancia que no haya sido dicha por algun filósofo, ¿por qué no podemos pensar y creer que entre ellos tenga también partidarios hasta el Ateísmo? […]. R. Eso cuando mas podrá hacer creer que hay momentos en que el Ateo de tal manera se hace sordo a las impresiones de esta verdad, y cierra los ojos a las luces de la razón, que se atiene a las deducciones de sus sofismas, y viene a persuadirse que no cree, o por mejor decir, a venderse como ateo de profesion, o especulativo; pero como este estado es violento, no puede subsistir en él: pasados aquellos instantes, renacen a pesar suyo los remordimientos, se disipa su aparente quietud, y vuelve de nuevo a oir la imperiosa voz interior de la razón por más que procura sofocarla y extinguirla.» (Francisco Javier Feller S. I., Catecismo filosófico, libro I: “De la existencia de Dios”, capítulo I: “¿El Ateísmo especulativo es posible?”, en Biblioteca de Religión, o sea Colección de obras contra la incredulidad y errores de estos últimos tiempos, tomo III, Imprenta de D. E. Aguado, Madrid 1827, págs. 9-11.)
1837 «Hay muchos ateos prácticos, es decir, hombres que conocen aunque niegan la existencia de Dios, para entregarse con más libertad a la satisfacción de sus pasiones; pero no hay ningún ateo especulativo, o ningún hombre que esté convencido de que no hay Dios: los que lo afirman dicen lo contrario de lo que sienten, porque las pruebas de la existencia de Dios tienen tanta fuerza, que no pueden menos de convencer al entendimiento, y son tan obvias, que están al alcance de cualquiera, si no todas, a lo menos las suficientes.» «Para los ateos prácticos es indudable que hay moralidad […] También la habría para los ateos especulativos, si los hubiera: porque una vez que Dios existe, aunque ellos lo ignorasen, existirían también para ellos las reglas de las costumbres; las conocerían, y les obligarían lo mismo que a los demás, sin que de esta obligación les eximiese la ignorancia en que estuviesen de la existencia de Dios, por ser voluntaria, y fácilmente vencible.» «Luego tendrían una verdadera y perfecta obligación aun los ateos especulativos, si los hubiera, porque aunque ellos desconociesen a Dios, Dios existe, sin que su ignorancia, como voluntaria y libre, les eximiese de la obligación.» (Juan Díaz de Baeza [1784-1858], Elementos de Filosofía Moral, Madrid 1837, págs. 30, 31 y 51.)
1839 «“No debe creerse que la sana política sea indiferente a la gran cuestion de la unidad religiosa. No hay un solo hombre de estado, si es digno de este nombre, que no piense que la unidad de las diversas comuniones cristianas es el mayor beneficio que la Europa puede esperar de los jefes que la gobiernan, porque es el único medio de salvar la Religion cristiana en Europa, y con ella la civilizacion у la sociedad. El enemigo más peligroso de esta, el ateismo especulativo o práctico, está a las puertas del Cristianismo; y ya la profesion pública de esta doctrina monstruosa, o mas bien de esta abstraccion de toda doctrina, no es mas que una chanza. El materialismo, consecuencia inevitable del ateismo, se enseña bajo los auspicios de hermosos nombres y de sistemas especiosos.”» (“Unidad religiosa en Europa - La Religión tomo 2.°”, en Fruto de la prensa periódica: Colección de Religión, Política y Literatura, sacada de los mejores periódicos de España, Imprenta y librería de Estevan Trias, Palma 1839, tomo II, pág. 65.)
1846 «P. Qué es ateismo R La no creencia de la existencia de Dios y por consiguiente del culto P. De cuántas maneras es el ateísmo? R. Especulativo y práctico. P. Qué es ateismo especulativo. R. El convencimiento de la no existencia del Supremo Hacedor. P. Cuál es el práctico? R. El que consiste en reconocer la existencia divina, pero que niega la de la necesidad del culto y adoracion que se le debe.» (José Somoza y Llanos, Filosofía. Curso completo, Imprenta de Don José Repullés, Madrid 1846, tomo 3.°, parte segunda, sección primera, capítulo I, pág. 134.)
1847 «Ya que con ejemplos se nos arguye, también nosotros contestamos con ellos. Un ateo especulativo o que con sus palabras dice que no hay Dios, niega a Dios; y un ateo práctico o que no cree que hay Dios ni le adora como debe ser adorado, también niega a Dios. Pues he aquí un caso igual; uno que dice que hay una ley y la quebranta, la niega, puesto que no cumple con ella. Nos pone el Católico el ejemplo de que en cuaresma no se puede legítimamente comer carne, y no obstante esto, por el privilegio hacemos legítima esta comida.» (“Al Católico”, Eco del Comercio, Madrid, domingo 7 de marzo de 1847, pág. 3.)
1849 «4. P. Siendo, como es, el entendimiento humano capaz de todos los errores, y no habiendo extravagancia que no haya sido dicha por algun filósofo, ¿porqué no podemos pensar y creer que entre ellos hasta el ateísmo tenga también partidarios? […]. R. Eso cuando mas podrá hacer creer que hay momentos en que el ateo de tal manera se hace sordo a las impresiones de esta verdad, y cierra los ojos a las luces de la razón, que se atiene a las deducciones de sus sofismas, y viene a persuadirse que no cree, o por mejor decir, a venderse como ateo de profesion, o especulativo; pero como este estado es violento, no puede subsistir en él: pasados aquellos instantes, renacen a pesar suyo los remordimientos, se disipa su aparente quietud, y vuelve de nuevo a oir la imperiosa voz interior de la razón por más que procura sofocarla y extinguirla.» (Francisco Javier Feller S. I., Catecismo filosófico, o sean observaciones en defensa de la Religión católica contra sus enemigos, libro I: “De la existencia de Dios”, capítulo I: “¿El ateísmo especulativo es posible?”, Imprenta de los Herederos de la V. Pla, Barcelona 1849, págs. 1-4.)
1850 «No hay ningún ateo especulativo: aunque el salvaje sin educación forme un concepto falso de la naturaleza y atributo de la Divinidad, no niega sin embargo su existencia. La niegan, es verdad, algunos que viviendo en sociedad, blasonan de entendidos y eruditos, y pretenden ser superiores en penetración y conocimientos al resto de los hombres; pero la niegan solamente con los labios; su entendimiento les persuade lo contrario; solo su corazón, es decir, sus pasiones les hacen prorrumpir en una blasfemia que repele su razón. Dixit insipiens in corde suo non est Deus. Ninguna impresión les causa el silencio elocuente de los cielos, porque los tienen aturdidos los desaforados gritos de las pasiones. ¿Y pudiera ser feliz, ni siquiera subsistir una sociedad compuesta de ateos especulativos, o aun de ateos prácticos, esto es, de hombres que se condujesen como si no hubiera Dios? De ninguna manera. Si se supone que no hay un Dios, no hay freno ninguno que pueda contener las inclinaciones desarregladas de la naturaleza corrompida del hombre: faltando el temor del castigo después de esta vida mortal, nada sería capaz de refrenar sus apetitos.» (Juan Díaz de Baeza, Programa de Religión y Moral, Madrid 1850, Lección XXIX, págs. 420-421.)
1851 No se menciona especulativo en la entrada “Ateísmo” de la Enciclopedia Moderna de Mellado, Madrid 1851.
1856 «No hay ningún ateo especulativo: aunque el salvaje sin educación forme un concepto falso de la naturaleza y atributo de la Divinidad, no niega sin embargo su existencia. La niegan, es verdad, algunos que viviendo en sociedad, blasonan de entendidos y eruditos, y pretenden ser superiores en penetración y conocimientos al resto de los hombres; pero la niegan solamente con los labios; su entendimiento les persuade lo contrario; solo su corazón, es decir, sus pasiones les hacen prorrumpir en una blasfemia que repele su razón. Dixit insipiens in corde suo non est Deus. Ninguna impresión les causa el silencio elocuente de los cielos, porque los tienen aturdidos los desaforados gritos de las pasiones. ¿Y pudiera ser feliz, ni siquiera subsistir una sociedad compuesta de ateos especulativos, o aun de ateos prácticos, esto es, de hombres que se condujesen como si no hubiera Dios? De ninguna manera. Si se supone que no hay un Dios, no hay freno ninguno que pueda contener las inclinaciones desarregladas de la naturaleza corrompida del hombre: faltando el temor del castigo después de esta vida mortal, nada sería capaz de refrenar sus apetitos.» (Juan Díaz de Baeza, Programa de Religión y Moral, Madrid 1856, tercera edición, Lección XXIX, págs. 394-395.)
1863 «Poseído un periódico vicalvarista de una indignación santa, exclama en un artículo, cuyo epígrafe es Desvergüenza, como van a ver nuestros lectores, a propósito de la fracción moderada San Luis-Collantes: “La desvergüenza constituye la base del polaquismo, y el polaquismo la base de este ministerio. Es inútil que algunos periódicos traten de rebajar y empequeñecer el polaquismo haciendo de él un partido, o una fracción, o un grupo, y repartiéndole a domicilio. El polaquismo no es esto: el polaquismo es una palabra popular, histórica, verdaderamente grande, con la que se designa un gran vicio político, y los grandes vicios, como las grandes virtudes políticas, se han encarnado siempre en una gran personalidad: pero no se han amayorazgado, no se han vinculado en una familia, o en una tribu, o en un partido. […] El polaco no es creyente ni observante; el polaco es un ateo especulativo y práctico; el polaquismo es en estos tiempos, y entre nosotros, una verdadera enciclopedia; una cátedra siempre abierta a la inmoralidad; la cábala, y el negocio, y la subasta pública de todas las ideas, de todos los dogmas, de todos los sentimientos honrados; la desvergüenza, en suma, erigida en sistema de Gobierno; la desvergüenza, que lo mismo invoca el derecho divino de los Reyes que el que se funda en la soberanía del pueblo, que lo mismo invade la autoridad que la libertad, que se vale de Dios o del diablo, según sopla el viento de la popularidad y de la fortuna. La desvergüenza es su forma y su sustancia.”» (“Sección política”, El Clamor Público, periódico del partido liberal, Madrid, martes 10 de Noviembre de 1863, pág. 1.)
1870 «Ateo teórico no se conoce, no existe, ni es posible que exista ninguno, a menos que sea un insensato que tenga cerrados los ojos de la inteligencia a la antorcha de la verdad, del axioma, de la evidencia. Ateos prácticos, orgullosos Cíclopes, soberbios titanes, necios escépticos, ilusos en fin, es posible que se vean y de hecho existen y pululan por doquier. […] Porque en sus obras se retrata frecuentemente el autor como en una cámara oscura, como en un aparato de Daguerre. Y siendo esta una inconcusa verdad, ¿no lo será igualmente, que el gran fotógrafo, el inimitable pintor, el Creador se dibuje y estereotipe en el macrocosmo, en esa grandiosa máquina reproductora que se llama universo o en sus fotográficas obras, las criaturas? Indudablemente que sí. Véase, pues, si es posible, ni admisible el ateísmo especulativo, ni el práctico siquiera, a los ojos del buen sentido.» (Nicolás Miranda, “La idiosincrasia y la simpatía”, El Genio Médico-Quirúrgico, Madrid, 15 de enero de 1870, año XVI, nº 792, pág. 24.)
1872 «El mal de España no está en la herejía, que se rechaza, sino, como dice y muy bien Pío IX, en el olvido de la mortificación, que trae consigo el apego a las cosas de la tierra y el aumento del amor propio. Un pueblo, que desconoce o no quiere la mortificación, sin ser ateo especulativo, puede parecer ateo práctico, esto es, no dejar de creer y vivir cual si fuese completamente materialista.» (“La bendición de Pío IX”, El Consultor de los párrocos, Revista de Ciencias Eclesiásticas, Madrid 2 de Mayo de 1872, año I, nº 1, pág. 3.)
1876 «3ª Entre los adversarios más o menos directos de la posibilidad de demostrar la existencia de Dios, pueden enumerarse. a) Los ateos especulativos o dogmáticos, que consideran la existencia de Dios como un error o hipótesis gratuita de los teístas. b) Los ateos negativos, que coinciden con los positivistas contemporáneos, los cuales hacen profesión de ignorar si existe o no existe Dios, o mejor dicho, consideran esta investigación como inaccesible a la razón humana. c) Los ateos prácticos, que admitiendo la existencia y realidad de Dios, la rechazan prácticamente, en cuanto que viven y obran como si no existiera realmente.» «Corolarios […] 2º Con mayor razón es, o imposible, o sumamente difícil que existan ateos especulativos o dogmáticos. Porque es imposible moralmente que un hombre en posesión de cierto grado de desarrollo de la razón y de la ciencia, cuales son los que hacen profesión de ateísmo, no reconozca el valor científico que encierran las demostraciones y pruebas sobre la existencia de Dios, o que por lo menos no abrigue dudas sobre esto. No carece de fundamento, por lo tanto, la opinión de los que niegan que hayan existido y puedan existir verdaderos ateos teóricos o dogmáticos.» (Zeferino González [1831-1894], Filosofía elemental, libro sexto: “Teodicea”, capítulo primero: “La existencia de Dios”, artículo primero: “Posibilidad y necesidad de demostrar la existencia de Dios”, segunda edición, Madrid 1876, tomo 2, págs. 299-315.)
1879 «Tal es la sustancia de la filosofía de Kant, que conmovió a todo el mundo, y motivó un grito de alarma, semejante al de los dioses se van, grito entrañable y verídico, porque el kantismo no es en esencia más que el ateísmo especulativo.» (Nicomedes Martín Mateos [1806-1890], “Las corrientes filosóficas del siglo. Filosofía de Kant”, Revista de España, Madrid 1879, tomo LXVI, enero y febrero, pág. 316.)
1882 «A partir de este concepto, y tratando el asunto bajo un punto de vista más concreto, añade el Sr. Pérez de la Mata: […] “En el orden religioso, algunos quisieran el Estado ateo; sin advertir que, así como en el individuo el ateísmo especulativo es imposible, así en la sociedad la constitución del Estado ateo implica la irreparable pérdida de la fuerza moral de las naciones, y en último resultado la muerte del Estado mismo. No: el Estado no puede ser ateo, como no puede serlo el individuo. Antes por el contrario, en aquellas naciones en que generalmente se profesa la religión verdadera, el Estado debe establecer la unidad religiosa, suprema aspiración de la razón humana, que nunca ni bajo ningún concepto puede conceder derechos al error.”» (H. [Boletín Bibliográfico], “Antonio Pérez de la Mata, La Soberanía Racional, un folleto de 36 páginas, Imprenta de Fortanet, Madrid”, Revista Contemporánea, Madrid, enero-febrero 1882, tomo XXXVII, pág. 367.)
«El cielo y la tierra, con todas las maravillas que en los artículos anteriores hemos admirado, cantan las glorias de su Hacedor, y con sus armónicas concordancias nos lo predican omnipotente o infinitamente sabio. Pero este Dios, que, existiendo de toda la eternidad, quiso comunicarse a criaturas que produjo con su omnipotente palabra, ¿se habrá encerrado en su gloria antigua y abandonado las obras de la creación? Así piensa, o así dice el deísta e indiferentista. No niegan estos la existencia de Dios, creador de todas las cosas; pero afirman que de nada se ocupa, y, por una extraña contradicción, vienen a caer en un ateísmo práctico, tan fecundo en funestos resultados como el ateísmo especulativo o de opinión.» (Por la redacción, “Estudios apologéticos. Dios. IV. Su providencia”, La Raza Latina, Madrid, 30 de Junio de 1882, año IX, nº 178, pág. 5.)
1883 «Llámanse ateos aquellos que niegan la existencia de Dios, o tal vez la ignoran, si es que puede darse tal ignorancia. Los ateos pueden ser positivos, que niegan a Dios, y negativos, que ignoran su existencia. Los primeros se subdividen en especulativos y prácticos; aquellos llamados también dogmáticos o teoréticos, son los que impugnan con razones la existencia de Dios, y dicen que están persuadidos que no existe; los segundos son los que creyendo en Dios, le niegan con sus obras, viviendo como si no existiese. Esta negación se llama más acertadamente impiedad. Los ateos positivos se subdividen también en sistemáticos o filosóficos, que impugnan científicamente la existencia de Dios, siguiendo un sistema determinado, y no sistemáticos o vulgares, que niegan la existencia de Dios de un modo ciego y obstinado, no presentando argumentos filosóficos contra ella, sino solo declamaciones y vaciedades. Por último, se distinguen ateos escépticos, que dudan de Dios; indirectos, que aunque no le niegan directamente, defienden sistemas que conducen a su negación, o rechazan como insuficientes todos los argumentos con que se demuestra su existencia; y en fin, ateos directos, que son los mismos que los sistemáticos. Los ateos de todo género fueron anatematizados en el concilio Vaticano en el siguiente canon: Si quis unum verum Deum visibilium et invisibilium Creatorum et Dominum negaverit; anathema sit.» (“Ateísmo. Ateos”, Diccionario de ciencias eclesiásticas, Imprenta Domenech, Editor, Valencia 1883, tomo primero, pág. 788.)
1885 «Hemos dicho que el Estado es ateo, sí; ateo es el que admite cultos contrarios, porque la verdad no puede ser sino una; y debiéndose a Dios un culto único, tanto externo como interno, todo aquel que admita otros cultos manifiesta no creer en Dios. Pero no hay que confundir las especies, pues la no creencia en Dios es práctica, no especulativa, porque el ateo especulativo es imposible. No hay nación, por bárbara que sea, decía el orador romano, con ser gentil, que no admita algún Dios; y el filósofo Séneca…» (“Pastoral del Obispo de Osma. Nos el Dr. D. Pedro María Lagüera y Menezo… Burgo de Osma a 31 de Marzo de 1885”, La Ciencia Cristiana, revista quincenal, Madrid 1885, serie segunda, tomo V, pág. 500.)
1890 No se menciona especulativo en la entrada “Ateísmo” del Diccionario apologético de la fe católica, Madrid 1890.
1894 «“Entre nosotros, –añade elocuentemente el Sr. Fernández Valbuena,– no se ha llegado todavía al Estado sin Dios; pero el liberalismo va preparando el camino, descristianizando al pueblo y apartándole insensiblemente de la verdad católica, sin sustituir otra alguna que llene el vacío en el corazón del hombre naturalmente cristiano, según la frase de un apologista de los primeros siglos. Abandonada la fe católica, no queda al pueblo español más que el ateísmo especulativo o práctico; y así vemos que, a pesar de los esfuerzos de las sectas protestantes para establecerse en nuestro suelo, nadie se hace luterano, ni evangélico, ni anglicano, ni metodista, ni mucho menos abrazará el pueblo español el judaísmo ni el mahometismo, ni ninguna otra de las llamadas religiones positivas, quedándole el único recurso de la indiferencia religiosa, miserable estado que no puede llenar las aspiraciones del hombre a lo infinito, y que se traduce en el orden práctico y social por el predominio absoluto de la fuerza y de la astucia, sin reposo ni consideración de ningún género al orden moral.”» (“Bibliografía: La herejía liberal, por D. Ramiro Fernández y Valbuena, Toledo 1893”, La Controversia, Madrid, 29 de enero de 1894, vol. VIII, nº 255, pág. 50.)
1895 «Aunque el escrito no lleva epígrafe, resalta de tal manera la idea capital, que no creemos que se tome a atrevimiento el que nosotros la pongamos por epígrafe. Dice así: “Los Estados ateos en las naciones católicas. La escuela doctrinaria, como liberal, antiteológica, es en la esencia atea. La Teología influye de tal manera en la política, que ella explica cómo no hay más que cuatro maneras de ser los Estados, que se reducen a dos. El Estado es católico cuando se declara súbdito de la Iglesia y escudo de sus derechos sacrosantos. El Estado es cristiano, a la manera deficiente y contradictoria de las sectas protestantes, cuando garantiza en las leyes la divinidad de Jesucristo, haciendo de ella barrera que no traspase la blasfemia de los impíos. El Estado es teísta cuando reconoce la existencia de un Dios providente y de una vida futura, colocando en la ley estas dos afirmaciones soberanas por encima de las disputas de los hombres. El Estado, finalmente, es ateo cuando, atento sólo a su poder y endiosado y orgulloso como el rey bíblico, desprecia a un tiempo mismo con soberano desprecio los derechos de la Iglesia, la divinidad de Cristo y la existencia de Dios para adorarse a sí mismo y rendirse culto a sí propio. […] Resultando por un lado que los Estados son ateos, y por otro que las naciones latinas son católicas, se ocurre preguntar: ¿Qué son los jefes de los Estados ateos en las naciones católicas? Y la contestación es tan clara y terminante, que todas las cualidades personales no sirven más que para hacer resaltar con caracteres más enérgicos lo terrible de la respuesta. Son ateos prácticos, único género de ateísmo que Dios ha tolerado a los hombres, ya que el ateísmo especulativo resulta, a poco que se le examine, una teodicea al revés, y el ateo un teólogo invertido, que prueba con los absurdos de su entendimiento la verdad que espanta a su corazón.”» (“La voz de Donoso Cortés (un escrito inédito)”, El Correo Español. Diario tradicionalista, Madrid, lunes 19 de Agosto de 1895, nº 2.085, pág. 1.)
1917 «Hay quien desconoce todas estas bellezas; hay quien llega a abominar de ello, pero contra tal estado de idiotez se subleva toda mi alma y toda mi conciencia; yo no concibo un hombre sin sentimiento religioso, como no concebiría un cielo sin sol, si no luciera el astro del día en los cerúleos espacios; yo no creo, incrédulo impenitente, en el ateo especulativo, porque no alcanzo en lo limitado de mi pobre inteligencia, error tan inmenso, locura tan grande, aberración tan profunda. Para mí, el sentimiento religioso no puede faltar en la humanidad, como no puede faltar a un pez su órgano respiratorio en el agua, ambas dos cosas indispensables. Yo creo que si llegara a tal estado de descreimiento y ateísmo especulativo, retrocederíamos, no a los tiempos salvajes ni a la vida primitiva, sino al horror inmenso que supone la inteligencia y que representa el caos.» (Manuel Corvera, “Viernes Santo”, Cádiz-San Fernando, revista ilustrada, Cádiz, 31 de marzo de 1917, nº 93, pág. 66.)
1934 «El ateo puede ser práctico y especulativo, subdividiéndose este último en negativo y positivo. El ateo práctico es el que rechaza prácticamente a Dios, si bien teóricamente puede admitir su existencia; el que vive y obra como si Dios no existiese realmente. El ateo especulativo negativo es el que dice ignorar si existe o no existe Dios. Un hombre adulto y de mente sana no es posible que profese esta clase de ateísmo, aun en el supuesto de que dicho individuo lo consideremos como solitario en la selva virgen. […] El ateo especulativo positivo es el que considera la existencia de Dios como una hipótesis gratuita o un error de los deístas. Como quiera que nunca jamás ha podido ni podrá demostrarse la no existencia de Dios, ni la gratuidad o error de la afirmación deísta (demostrada hasta la saciedad con las tres clases de argumentos arriba citados), de ahí que el ateo especulativo positivo, más que dogmático ha de calificarse, a lo más, de escéptico. […] Pero si algún ateo especulativo positivo dogmático puede existir, ha de explicarse el fenómeno teniendo en cuenta esta consideración psicológica: La razón, en cuanto al ejercicio, depende de la voluntad…» (Carlos Salicrú, Pbro. [1884-1972], “El ateísmo y la sociedad”, La Hormiga de Oro. Ilustración Católica, Barcelona, 11 de enero de 1934, año LI, nº 2, pág. 18.)
1950 «Si analizamos, verbigracia, el ateísmo llamado “práctico”, nos hallamos con que es el seguido por aquel que actúa como si Dios no existiese, que conforma su moral a los intereses materiales y considera la existencia de Dios como una negación de la libertad humana. Separa de sus sentimientos y de su conciencia toda idea de divinidad, aun sin razonar, como si no existiera, y, por lo tanto, excluye al alma de toda finalidad espiritual, para conformarla al destino de la materia. No se escuda en el razonamiento especulativo de la negación de Dios, sino que excluye simplemente a éste, pretendiendo librarse de las sanciones y del premio, que son precisamente la justificación del bien y del mal. De ahí la indiferencia religiosa, el librepensamiento y la libertad confesional, procurando, en consecuencia, crear un nuevo estado moral.» (“Ateísmo”, Enciclopedia de la Religión Católica, Dalmau y Jover, S. A., Barcelona 1950, tomo 1, columnas 1082-1085.)
1965 «Se encuentran importantes elementos ateístas en Tales, Anaxímenes, Heráclito, Demócrito, Epicuro y Jenófanes. Era característico del ateísmo de estos pensadores el explicar todos los fenómenos por causas naturales, el tener un carácter ingenuo y especulativo, el combinar contradictoriamente la negación de la fe religiosa con el reconocimiento de los dioses.» (Diccionario filosófico, Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo 1965, pág. 28 → “Ateísmo”.)
1965 «Considerables elementos de ateísmo figuran en las doctrinas de Tales, Anaxímenes, Heráclito, Demócrito, Epicuro, Jenófanes y Lucrecio Caro, que trataban de explicar todos los fenómenos por causas naturales. Su ateísmo reviste un carácter ingenuo, especulativo e inconsecuente.» (Diccionario de filosofía, Editorial Progreso, Moscú 1984, págs. 27-28 → “Ateísmo”.)