“Historia de la filosofía”
La obra clásica del doxógrafo griego de principios del siglo tercero Diógenes Laercio, Βίοι και γνώμαι των εν φιλοσοφία ευδοκιμησάντων, vertida milenio y medio después al español: Los diez libros de Diógenes Laercio sobre las vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres, traducidos de la lengua griega e ilustrados con algunas notas por D. Josef Ortiz y Sanz (Imprenta Real, Madrid 1792), fue manantial inagotable para recopilaciones ulteriores de las hazañas de los filósofos, desde La vida y las costumbres de los viejos filósofos del medieval Gualterio Burley hasta la adaptación inglesa moderna de Tomás Stanley, el primero que acuño el rótulo «History of Philosophy», mediado el siglo xvii, abriendo el camino para que, en el siglo xix, pudiera quedar institucionalizado académicamente un nuevo gremio y una nueva disciplina, la «Historia de la Filosofía», así, en singular. (Algún historiador de la filosofía mostrará tanto ardor gremial retrospectivo al reconstruir el curso de su especialidad que incluso rozará el ridículo al elevar, por ejemplo, las vidas de Burley a la condición de “la única historia de la filosofía escrita por un escolástico… y la primera historia de la filosofía impresa”.)
De la misma manera que no se deben confundir rapsodias de vidas y opiniones de filósofos con la Historia de la Filosofía, se hace imprescindible distinguir en todo momento entre una Historia filosófica y una Historia filológica de la Filosofía: «Damos a esta distinción un alcance dialéctico porque suponemos que estamos ante dos perspectivas que se necesitan mutuamente, al propio tiempo que se enfrentan, a veces de un modo destemplado. La conexión entre ambas metodologías es –podríamos decir– “dioscúrica”. En efecto: el filósofo que expone la Historia de la Filosofía adopta deliberadamente unas coordenadas sistemáticas desde las cuales intenta interpretar aquello que los textos nos dicen –y cuando polemiza con otros historiadores, seguramente no les objeta su sistematismo (si se quiere, su sectarismo) sino el contenido del mismo. Pero el filólogo que aplica sus métodos al material histórico-filosófico, propende a desconfiar, no ya de determinadas coordenadas sistemáticas (en beneficio de otras) sino de cualquier barrunto de coordinación sistemática, para atenerse “neutralmente” a lo que los propios textos puedan ofrecemos.» (Gustavo Bueno, Introducción a La metafísica presocrática, Pentalfa, Oviedo 1974, págs. 7-43: §1. Historia de la Filosofía filológica y filosófica, §2. El campo gnoseológico de la Historia de la Filosofía, §3. Teoría de la Historia de la Filosofía, &c.)
Feijoo menciona la Historia de la Filosofía de Tomás Stanley en 1730, y durante los treinta años siguientes sólo encontramos otros pocos usos en español del rótulo «Historia de la filosofía», siempre referido a la adaptación de Diógenes Laercio realizada por quien acuñó en inglés el rótulo «History of Philosophy»:
1730 «Véase Thomás Stanleyo en las partes cuarta, y quinta de su Historia de la Philosofía.» (Feijoo en «Mérito, y fortuna de Aristóteles y de sus Escritos», punto 24 del discurso séptimo del tomo cuarto del Teatro Crítico Universal (1730) –pág. 141 en la segunda impresión de 1733–.
1737 «Zoroastro [...] el cual con otros libros estaba en la librería del insigne Juan Pico de la Mirandula, que se perdieron, con su muerte, y solo parecieron unos traslados, tan mal hechos, y depravados, que no los entendería el mismo Juan Pico, como refiriendo a Marsilio Ficino, dice Heurnio en su Filosofía de los Bárbaros, al principio del Libro 2, índico, fol. 123, de quien lo trasladó Stanleo, en el Proemio de el Libro 4. de la Historia de la Filosofía.» (Marques de Torre-Nueva, Epítome de la Bibliotheca oriental y occidental, nautica y geográfica, de don Antonio de Leon Pinelo, tomo primero, Madrid 1737, pág. 199.)
1753 «Para la Historia de la Filosofía hay en los dos Tomos, que escribió el Inglés Thomas Stanley, debajo de este mismo título, cuanto se puede desear de la Filosofía antigua.» (Feijoo en «Respondiendo a una consulta sobre el Proyecto de una Historia General de Ciencias, y Artes», punto 9 de la carta décima del tomo cuarto de Cartas eruditas y curiosas (Madrid 1753).
«Vossio, de Philosophis. De Launai, Dissertación sobre las sectas de los Filósofos. Memorias del tiempo. Stanley, hist. Philosoph.» («Filósofos», Moreri, El gran diccionario histórico, París & León de Francia, 1753, tomo 7, pág. 302.)
1759 «Estas son las cuatro estaciones, o edades de esta ciencia, y cuatro periodos, en que dividiré su historia, tratando de su Primavera, en su origen; de su Estío, en sus rápidos y fogosos adelantamientos; de su Otoño, en la prodigiosa abundancia de sus frutos; y de su Invierno, en la templanza, y admirables vidas de sus sectarios.» («Prólogo, o Introducción a la Historia de la Amable Maestra, y Directora del Hombre, Philosophia», Diario noticioso universal, Madrid, 21 marzo 1759, LXIV:127.) «Omito el hablar del origen de la philosophia, antes del Diluvio; pues aunque no faltan Autores, que patrocinen esta opinión, haciéndola venir, cuando menos, desde el primer hombre del Mundo Adán; y que hay también Críticos modernos, que afirman nació la philosophia con el Mundo…» («Breve relación histórica del origen de la philosophia», Diario noticioso…, 22 marzo 1759, LXV:129.)
El rótulo «filosofía en España» ya se había incorporado a la lengua en 1738, y en 1760 el jesuita Andrés Marcos Burriel (1719-1762) se sirve del rótulo «historia de la Filosofía en España» cuando responde a lo que Gregorio Mayans le había escrito el 5 de abril: «Hámelo escrito el Sr. D. Carlos Christoval Pluer, apasionadíssimo suyo, añadiéndome que V. Rma. quería escrivir la Historia Filosófica de España desde el rei D. Fernando Quinto hasta ahora i añadiendo que yo podía escrivir la del tiempo anterior como si yo tuviera en Oliva librería para tal empressa.» No deja de tener interés esa cercanía entre una Historia Filosófica de España y una historia de la Filosofía en España:
1760 «Es así que en Alcalá recogí algunos materiales para la historia de la Philosophía en España que después he añadido, pero conociendo siempre que no tiene la nación estómago para digerir las noticias y crítica, que en tal obra se le deben presentar.» (carta de Andrés Marcos Burriel a Gregorio Mayans, desde Madrid, el 26 de abril de 1760, nº 354 del tomo II del Epistolario de Gregorio Mayans Siscar, Ayuntamiento de Oliva, Valencia 1972.)
«Thomás Stanley, en el lib. 8 de la Historia de la Filosofía, nombra lo que he expresado, y cita dos Autores, que añaden otras tres estancias sucesivas entre el cuerpo del Pescador de Delos, y el del Filósofo, un hombre y dos mujeres: una de ellas llamada Alee, famosa Ramera.» (Feijoo en «Establécese la máxima Filosófica...», punto 68 de la carta segunda del tomo quinto de Cartas eruditas y curiosas (Madrid 1760).
«Con no más que una leve tintura de erudición que tengan los médicos, ya sabrán que la Filosofía de Pitágoras daba grande fuerza a los números, como se puede ver en Laercio, y con mucha extensión en la Historia de la Filosofía de Stanley. (q) Stanley Hist. Philosoph. part. 8. d. doctr. Pythag. sect. 1. cap. 1 & sequent).» (Andrés Piquer, Tratado de las calenturas, Madrid 1760, pág. 152.)
Tras cuarenta años donde la única historia de la filosofía presente es la de Stanley, un presbítero católico, muerto joven al año siguiente, antecede sus Elementos de Lógica y de Ética con un brevísimo –tres mil palabras, cuatro folios en nuestra edición– aunque pionero, en español, Compendio de la Historia de la Filosofía:
1770 Remigio Asensio, Elementos de Lógica, y de Ethica, precedidos de un Compendio de la Historia de la Filosofía: escritos por Don Remigio Asensio, Presbytero, para instrucción de la Juventud, Por D. Joachin Ibarra, Impresor de Cámara de S. M., Madrid MDCCLXX, 171 págs.
El religioso Teodoro de Almeida (1722-1803), el Feijoo portugués, publicó el primer tomo de su Recreação Filozófica en 1751 (la segunda edición de este primer tomo en 1753, al año siguiente de publicado el tomo tercero). La tercera edición del tomo primero de la Recreação Filozófica apareció en 1758, ampliada con un Discurso Preliminar sobre a Istoria da Filozofia, que también abre la quarta impresaõ muito mais correcta que as precedentes (Lisboa 1778), en la que el Discurso Preliminar sobre a Istoria da Filosofia ocupa las páginas i-lix. Antes de que se editase en portugués la quinta edición del primer tomo (en 1786) ya había comenzado la Recreación filosófica su andadura en español, al publicarse en 1785 en Madrid la traducción del primer tomo, que se abre por supuesto con el Discurso preliminar sobre la Historia de la Filosofía:
1785 Teodoro de Almeida, «Discurso preliminar sobre la Historia de la Filosofía», Recreación filosófica, Madrid 1785, tomo 1, páginas i-lviii.
1787 «Compendio de la Historia de la Filosofía, compuesto en Portugues por el P. D. Teodoro Almeida. Traducido al Castellano por D. J. H. Vol. en 8.º de 114 pag. Madrid: por D. Pedro Marín, 1787, en la librería de Esparza. Este compendio, que se ha escrito principalmente para los que no tienen proporcion de instruirse a fondo en la historia de la Filosofía, trata con bastante concisión, claridad, y crítica de su origen, vicisitudes, y progresos desde la más remota antiguedad hasta estos tiempos, con expresion de Autores, Sectas, Escuelas &c.» «Recreación Filosófica, o Diálogo sobre la Filosofía Natural, para instrucción de personas que no frecuentaron las Aulas. Por el P. Teodoro de Almeida. Traducido del Portugués por D. Luis Antonio Figueroa. 6. tom. en 8.º de 2476 pag. Madrid: por la viuda de Ibarra, 1785, 86 y 87, en la librería de Esparza, a 100 rs. en media pasta y pergamino y 114 en pasta. Esta excelente obra, que por su buen método, selecta doctrina, y grande claridad merece ser leída de toda clase de personas, trata de las materias y artículos siguientes: primeramente de la historia de la Filosofía, cuyo Discurso se ha impreso tambien separado, y cuyo extracto y título acabamos de anunciar.» («Argumento de los libros y papeles publicados en este mes», Memorial Literario, Madrid, junio de 1787, número XLII, páginas 210-211.)
1788 «Atribuir, como lo hace Gibbon, la invención del dogma de la inmortalidad a los sabios más modernos de la Grecia, es trastornar enteramente la historia de la filosofía. ¿Quién ignora que las escuelas antiguas lo defendieron? ¿A quién se le oculta que Epicuro fue el primero que lo impugnó?» («Diario eclesiástico. Pisa», Espíritu de los mejores diarios literarios que se publican en Europa, de hoy lunes 28 de abril de 1788, dedicado a los Literatos y Curiosos de España, número 126, pág. 25.)
«Bibliografía de Europa. Leisig. Abrisse, &c. Plan de una historia de la Filosofía por M. J. Gurlit, profesor, en 8º de 280 pág. Esta obra es un manual dispuesto por el Autor para sus discípulos a quienes se había propuesto presentar el enlace de los conocimientos unidos íntimamente con los progresos de la filosofía a fin de que supiesen de que modo se han aumentado hasta nuestros días. Este cuaderno se hallaba bajo la prensa cuando vió la luz la obra de Meiner sobre el mismo asunto, por lo que confiesa M. Gurlitt, que si la segunda hubiera existido, antes de componer la suya, no la hubiera publicado. Este modo de pensar manifiesta mucha modestia, carácter distintivo de los verdaderamente sabios. El trabajo de M. Gurlitt es diferente del de Meiner, y un compendio conciso, puede muchas veces equivaler a una grande obra, cuando el modo de ver y de conbinar son diferentes, y más en puntos filosóficos. Esto es lo que sucede en la historia de M. Gurlitt la que quizás es tan recomendable como la de Meine (Goett. Anneig.).» (Espíritu de los mejores diarios literarios que se publican en Europa, de hoy lunes 10 de noviembre de 1788, número 154, pág. 569.)
1789 «Reunamos antes los principales hechos de la historia de la filosofía, de sus progresos y abusos por los monumentos más incontrastables.» («Revoluciones, progresos y atrasos que han padecido las ciencias», Correo de Madrid del sábado 10 de octubre de 1789, número 301, pág. 2422.)
1790 «Aunque los modernos han trabajado sobre manera en descubrir los misterios de la naturaleza, aunque aclararon infinitas cosas ocultadas a la Filosofía antigua, y aunque dieron a esta ciencia un nuevo esplendor con el auxilio de las Matemáticas, es de suma importancia saber la historia de la Filosofía de todos tiempos, para su más cabal conocimiento de sus variaciones y progresos, y del mérito de los Filósofos modernos. Por tanto el Autor ha sacado los siguientes capítulos de Laercio, Launoy, Vernei, y otros ilustres Filósofos de nuestros tiempos; y da una ojeada por la historia de la Filosofía.» («Proposiciones sacadas de la Filosofía del P. Jacquier, con otras de otros modernos», Memorial Literario, Madrid, febrero de 1790, parte segunda, número CIV, pág. 298.)
«Si se reflexiona que los hombres grandes sirven regularmente en el mundo para ejemplo de los otros, será fácil advertir la utilidad que resulta de escribir sus vidas. Así es que los autores más excelentes han considerado como una ocupación de las más útiles, el dar a conocer esta clase de hombres a los que no les han visto, y transmitir su memoria a los siglos venideros. El libro que nos dejó Diógenes Laercio de las vidas de los filósofos antiguos, es uno de los más agradables y útiles que pueden leerse. La historia de la filosofía de Bruckero, que refiere con las vidas de los filósofos antiguos y modernos un compendio de sus opiniones, es igualmente una obra para la cual viene escaso cualquier elogio. La colección de vidas de los filósofos franceses, escritas con tanta elegancia por Fontenelle, más para instrucción de los vivos que para elogio de los muertos, hubiera debido libertarnos para siempre de las pesadas oraciones fúnebres, en donde el muerto no da de si otra cosa que títulos y genealogías, ni el autor pone mas de su parte que voces y algún tanto de ingenio.» («Literatura. Berlín. Discurso sobre el modo de escribir y leer las vidas de los hombres grandes. Por Mr. de Maupertuis», Espíritu de los mejores diarios literarios que se publican en Europa, de hoy lunes 4 de octubre de 1790, número 253, pág. 97.)
1795 «Si Mr. de Bruyn hubiere asido mejor el encadenamiento, se hubiese guardado mucho de interpretar tan favorablemente la doctrina de los Estoicos, y de echar en cara a Mr. Brucker el no haberlo representado fielmente en su historia de la Filosofía.» («Filosofía moral. Extracto de un discurso del Señor Bruyn sobre los progresos de la Filosofía Moral entre los Paganos», Continuación del Memorial literario, instructivo y curioso de la corte de Madrid, enero 1795, parte I, págs. 67-68.)
1798 «(2) De todos los escritores de la Historia filosófica da cumplida noticia Fabricio en su bibliot. grieg. y lat. y de la latin. de la media edad. Nombraré aquí algunos de los principales. Diógenes Laercio de vitis Philosoph. Plutarco de placit. Philos. Esteuco Eugubino de perenni phil. Gerard. Juan Vosio de Phil. & Philosoph. sectis. Estanleyo Histor. phil. Brukero histor. Crit. phil. Deslandes hist. critiq. de la phil. Buonafede Storia d'ogni phil. é restaur. d'ogni phil. Formey introd. à l'hist. abreg. de la phil. Se hallan también muchas cosas y de las mas exquisitas pertenecientes a la historia filosófica tratadas con grande erudicion y cuidado en Cudworth en su sist. intell. y en su comentador Moshemio, en Launoy de varia Aristot. fortuna; en el Polhistor de Morhof, en Dutens recherch. sur l'origine des decouvert. atrib. aux modern. Y finalmente otras en los historiadores de una u otra parte de la filosofía, por ex. Montucla histoir. des mathematiq. Baylly histoir. de l'astronom. ancien. Saverien histoir. des scienc. exact. hist. de phil. modern. Targioni degli accresciment. delle scienz. phisich. in Toscana nel corso di 60 anni del secolo XVI.» (Arte de dirigir el entendimiento en la investigación de la verdad, o Lógica, escrita en latín por Cesar Baldinoti, y traducida en castellano por don Santos Díez González, y don Manuel de Valbuena, para el uso de los Reales Estudios de Madrid, En la imprenta de don Benito Cano, Madrid 1798, pág. 104, nota 2.)
1800 «Pero las perfectas obligaciones del hombre no se pueden llenar con virtudes morales solas; y la igualdad que forma la armonía, y causa el bien de la sociedad, necesita otro resorte para su subsistencia y perfección. El Evangelio de Jesucristo se nos ha dado como una colección de leyes, con las que los hombres se hacen verdaderamente perfectos aun en sociedad, con las que se coordina aquella igualdad que nos ha de hacer perfectos en el curso de estos días mortales, y más felices en la eternidad que esperamos. La historia de la filosofía nos demuestra que no se realizó jamás tal proyecto; la historia del Evangelio nos hace ver su ejecución y cumplimiento.» («Conclúyese la Homilía comenzada en el número anterior» [«Homilía de nuestro santísimo padre Pío Papa VII, Gregorio Bernabe Chiaramonti, dirigida siendo cardenal obispo de Imola al Pueblo de su Diócesis en el día de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo del año de 1797. Traducida del italiano»], Semanario de Zaragoza del jueves 23 de octubre de 1800, número 221, páginas 662-663.)
1801 «Literatura alemana. Continuan las noticias sacadas de la Gazeta universal de Literatura (Allgemeine Literatur-Zeitung.) filosofia. Sophophone oder Darstellung der Verfolgungen merkwürdiger Philosophen aus den altern und neuern Zeiten, die das Opfer ihrer Lehre und Grundsätze wurden. Sophophonia o exposición de las persecuciones de los célebres filósofos antiguos y modernos, que fueron víctimas de sus doctrinas y opiniones, dedicado a los amigos de la verdad y humanidad por un anónimo. Se hallará en Gera y Leipzig en la librería de Heinsius, su precio un escudo o 16 reales de vellón, 1ª parte. El autor se propuso escribir esta obra para aquellas personas que no tuviesen tiempo ni ocasión de emplearse en la historia de la filosofía, y deseasen instruirse en la vida y hechos de unos hombres que tuvieron espíritu para dejarse perseguir por el amor de la verdad. Esta primera parte contiene la historia de Pitágoras, Zenón de Elea, Anaxágoras, Diógenes de Apolonia, Sócrates, Aristóteles, Séneca, Boecio, Scoto, Erigena Jordán, Bruno, y Tomás Campanella. Contra esta colección nada hay que decir: estos hombres son bastante célebres para llamar la atención del público, aunque bien pudiera el autor haber excluido de este número a Zenón y Diógenes: lo que nos cuenta la historia de la muerte del primero es muy fabuloso, y su conducta no fue siempre digna de un filósofo; y la vida del segundo no tiene nada de memorable, ni menos se puede asegurar por qué y cómo ha sido perseguido. Las vidas de Sócrates y Boecio son las mas bien escritas: el autor ha traducido con suma elegancia dos piezas largas, pero interesantes de la apología de Platón y Phaedon, y entretejido algunos pasajes de Boecio sacados de su obra titulada: Consolatio philosophiae, que serán bien recibidos de los lectotes, &c.» (Memorial literario, 1801, nº VIII, págs. 305-306.)
1805 «La historia de la filosofía, o una ligera reflexión sobre la naturaleza de los sistemas, y sobre si es lo mismo impugnar y contradecir que dudar y preguntar, podrán ayudarlos también en su juicio.» («Fin de las Reflexiones de D. Gil Cano Moya, en vista de la respuesta apologética de D. Pablo Pedro Astarloa sobre la imposibilidad del sistema de la significación de las letras, sílabas y voces», Mercurio de España del 15 de mayo de 1805, págs. 187-188.)
1806 «… y ahora sin ocuparnos en exordios, o en otras distracciones entramos a examinar la historia de los progresos de la filosofía.» (Juan Andrés, Origen, progresos y estado actual de toda la literatura, obra escrita en italiano… y traducida al castellano por don Carlos Andrés, Sancha, Madrid 1806, tomo X, pág. 2. Historia de las ciencias. Libro III: De la Filosofía.) [«…ed ora, senza occuparci in esordi, o in altri divagamenti, entriamo ad esaminare la storia de' progressi della filosofia» (Giovanni Andrés, Dell' origene, de' progressi e dello stato attuale d'ogni letteratura, Parma 1794, tomo 5, pág. 413.)]
Tomás Lapeña, Ensayo sobre la historia de la filosofía desde el principio del mundo hasta nuestros días, Burgos 1806-1807, 3 tomos.
→ detalles, anuncios y menciones de esta obra en la entrada dedicada a Tomás Lapeña.
1812 «Nosotros lo afirmamos con tanta mayor seguridad, cuanto nos apoyamos en la autoridad, no sospechosa para los filósofos, del autor de la obra titulada: Historia del establecimiento de los europeos en las Indias. La edad, dice, de la Filosofía anuncia la vejez de los imperios, a los que en vano quiere sostener. Ella es la que ha formado el último siglo de las repúblicas hermanas de Grecia y Roma: Atenas no tuvo filósofos sino la víspera de su ruina, que anunciaron al parecer. Cicerón y Lucrecio no escribieron sobre la naturaleza de los Dioses y el mundo, sino en medio del ruido de las guerras civiles, que formaron el sepulcro de la libertad. Exacta, aunque triste historia de la filosofía, que hace ver que sus luces no son sino antorchas fúnebres destinadas a alumbrar los funerales del patriotismo y de la virtud.» (Censor general del viernes 15 de Mayo de 1812, Cádiz, nº 36, pág. 333.)
1814 «Artículo comunicado. Sr. Procurador General del Rey y de la Nación: muy señor mió: sírvase vmd. insertar en su periódico las anécdotas siguientes que tengo formadas desde el año de 11, y que no han podido imprimirse en tiempo de nuestros ilustrados jacobinos. Si agradasen al público, como lo creo, las continuaré para su ilustración en una materia tan interesante. = Dios guarde &c. = B. O. prólogo. Nada interesa mas a un hombre de estado que el conocimiento de todo aquello que conspira a su ruina, como que sin este conocimiento quedarían paralizadas las grandes medidas adoptadas para poner en movimiento saludable toda la máquina. Pues para adquirir estas nociones nada contribuye tanto como la historia de la filosofía en aquella parte que es el meollo de sus dogmas, y el resorte principal de su sistema. Hablo de su plan de ataque contra el sacerdocio y el trono, y de sus inicuas tramas para lograr la destrucción de uno y otro; tramas que el tiempo ha descubierto, y que se tendrían por una cabilosidad, si la experiencia no las hiciese demostrables.» (El Procurador general del Rey y de la Nación, miércoles 19 de octubre de 1814, viva fernando, nº 141, pág. 1147.)
1817 «bibliografía extranjera. Historia de la filosofía moderna, desde el renacimiento de las letras hasta Kant: por Juan Gotlieb Buble, profesor de Gottinga, y traducida al francés por Jourdan. París 1817. Después de todo lo que se ha hablado en el siglo 18 contra la fraseología atribuida a Aristóteles, hemos venido a parar en otra mucho mas oscura e infinitamente menos ingeniosa. Nada se lee en los gruesos tratados de metafísica producidos por el Peripato que se pueda comparar con esta frase de la obra que anunciamos. “La síntesis de las apercepciones debe someterse a las condiciones necesarias de la unidad de la percepción a priori, porque entonces los objetos están sometidos a las condiciones necesarias de la unidad sintética, mas el múltiple de la intuición en una experiencia posible.” Por mas que se rían nuestros lectores al oír esta sarta de desatinos, no es menos cierto que hay en el norte de Europa infinidad de gentes que viven en sus casas y no en la de los locos, que usan de este lenguaje, hallando en él significaciones sublimes; y que encadenando todas sus ideas, como les sucede a los dementes, hallan en este batiburrillo, que llaman filosofía, las reglas del gusto, la teoría de las artes, los cánones de la política y el secreto de la creación. Tal es la ambición de esta nueva especie de insensatos, que uno de ellos llamado Fichte, comentador de Kant, se ha atrevido a estampar el pasaje siguiente: “la filosofía es la ciencia de la ciencia; el resultado es que la ciencia de la ciencia es absolutamente posible y válida en sí misma, y que es ciencia de la ciencia porque es ciencia de la ciencia, aunque es posible concebir lógicamente una condición superior a lo infinito; pero que jamás puede realizarse.” Tal es el extravío de la razón humana cuando quiere salir fuera de los límites que le prescribe la religión.» (Crónica científica y literaria, Madrid, viernes 25 abril 1817, nº 8, págs. 7-8.)
1819 «Una rápida ojeada sobre la historia de la filosofía de la época que nos ocupa, es suficiente para convencernos que el camino que ha dirigido en sus investigaciones a Lock, Condillac, Buffier, Desttut, Laromiguiere &c. ha sido la experiencia o la observación de los hechos. Veamos ahora si esta es capaz de fundar las bases de una sólida filosofía.» («Continuación del discurso sobre la filosofía de Kant», Crónica científica y literaria, Madrid, martes 1 junio 1819, nº 227, pág. 3.)
En la Argentina la historia de la filosofía en lengua española se estrena en 1834, al iniciarse la traducción del Curso de Victor Cousin, del que llegaron a editarse dos entregas, dispuestas por el militar y político José Tomás Guido (1788-1866) y por el francés Alfredo Gustavo de Bellemare (quien al poco se convierte en agente del empresario Samuel Fisher Lafone [1805-1871], inglés radicado en Buenos Aires, en la captación desde Bayona de colonos franceses –vascos y bearneses– y españoles –vascos y navarros– para Montevideo):
1834 Curso de la historia de la filosofía, por Víctor Cousin. Primer año. Traducido al castellano y publicado por J. T. G. [José Tomás Guido] y A. G. B. [Alfredo Gustavo Bellemare], Imprenta de Hallet y Ca., Cangallo 75, Buenos Aires 1834, 57 págs. Publicación por entregas mensuales, de la que sólo aparecieron las dos primeras, que ofrecen las lecciones de 17 y 24 de abril de 1828). [Texto reeditado en 1987 por Diego F. Pró, con un estudio introductorio, en edición del Instituto de Filosofía Argentina y Americana, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo.]
1840 «Porque las perfectas obligaciones del hombre no se pueden llenar con solas virtudes morales, y la igualdad y libertad que forma la armonía y causa el bien de la sociedad necesita otro resorte para su subsistencia y perfección. El Evangelio de Jesucristo se nos ha dado como una colección de leyes, con las que los hombres se hacen verdaderamente perfectos aun en sociedad, con las que se coordina aquella libertad y aquella igualdad capaces de hacer a los hombres felices en el curso de estos días mortales. La historia de la filosofía nos demuestra que no se realizó jamás tal proyecto: la historia del Evangelio nos hace ver su ejecución y cumplimiento.» (M. de C., «Males que imposibilitan la paz de nuestra patria», El Católico, Madrid, miércoles 18 marzo 1840, nº 18, pág. 140.)
El mismo año de 1834 en el que podían leerse en español de Buenos Aires unas páginas de Víctor Cousin, habría muerto víctima del cólera Sebastián Quintana, «oscurecido en un rincón de una provincia» española, legando a un pariente el manuscrito de una Historia de la filosofía universal, que habría adquirido Francisco de Paula Mellado, su editor, si damos bondadosa e ingenuamente crédito a la nota que fecha en Madrid el 26 de noviembre de 1840, al iniciar en diciembre de ese año su publicación en catorce entregas semanales:
«Advertencia del autor. Para escribir esta obra he tenido presentes a Brukero, Launoi, Formei, la historia literaria de Francia, la de Italia, las antigüedades italianas de Muratori, Masdeu, Hervás, el abate Andrés y otros que han tratado la materia con sumo acierto y posterioridad. Algunas veces los he copiado en los datos y luces que venían a mi propósito; porque mi objeto ha sido formar un todo selecto de diversas partes esparcidas: presentando así en una tabla reducida un conjunto de noticias y conocimientos, que no podrían haberse, sino registrando muchos volúmenes. Me creo obligado a hacer esta advertencia por un doble motivo: primero para que acudan a estas fuentes aquellas personas que deseen dar mayor dilatación a su estudio: segundo para que informadas de la indole y condición de la obra, tomen su lectura con conocimiento de causa.» (Sebastián Quintana, Historia de la filosofía universal, Madrid 1840, tomo 1, pág. 1.)
Sebastián Quintana, Historia de la filosofía universal, En el Gabinete Literario, Calle del Príncipe 25, Madrid 1840, tomo I: 3h+238 págs; Madrid 1841, tomo II: 383 págs. [Establecimiento tipográfico, Calle del Sordo, núm. 11.]
→ detalles, anuncios y menciones de esta obra en la entrada dedicada a Sebastián Quintana.
→ sobre el carácter plagiario de esta publicación: Sebastián Quintana copia de Juan Andrés.
1841 «Ideología. La historia de la filosofía nos enseña que los filósofos de todos tiempos, para explicar el origen, generación y progresos de las ideas, verdaderos y únicos elementos de nuestros conocimientos, no han sabido adoptar sino uno u otro de los cuatro sistemas mencionados en la lección anterior. Entre estos cada cual ha tenido su época, todos han caído y no ha habido uno que no se haya vuelto a levantar. Si bien no todos cuatro han sido igualmente aplaudidos ni han tenido un mismo número de partidarios. Nosotros nos contentaremos por hoy con explicar llanamente la doctrina fundamental de cada uno de estos sistemas, reservándonos para las lecciones siguientes, el desarrollar sus principios y emitir nuestro juicio sobre este particular. Y principiando por los sensualistas o sensacionistas, que son los primeros que figuran en la historia de la filosofía, parécenos haberlo dicho todo, con decir que la facultad de sentir, es a su modo de ver, la primera y casi principal entre todas las facultades del alma, y que casi únicamente en virtud de las sensaciones es como puede el entendimiento adquirir conocimientos. Puede decirse que este sistema ha prevalecido durante el siglo XVIII, y de la exageración de sus principios han resultado indudablemente los monstruosos errores del materialismo y del ateísmo.» (El amigo de la niñez. Curso de estudios, sábado 20 febrero 1841, nº 8, págs. 117-118. [Establecimiento tipográfico, calle del Sordo nº 11.])
«Historia de las creencias y ceremonias religiosas de todos los pueblos. Obra escrita con extraordinaria aceptación por M. Viollet y Daniel, precedida de la historia de la filosofía y continuada con la de la mitología. Esta obra consta de 2 tomos, siendo su precio 16 reales y pasta 18. Se hallará en Madrid calle del Arenal número 22: en Sevilla calle de la Sierpe, frente a la del Azofaife; y en Valencia Calle de Libreros, almacén matritense.» (Eco del Comercio, Madrid, lunes 3 mayo 1841.)
«Así [Guizot] era bastante conocido en 1812 para que Mr. de Fontanes lo agregase a la universidad de Francia, nombrándolo sustituto en una cátedra de historia. Poco después se le confirió la propiedad de la misma, en la que ha dejado tan ilustres recuerdos. Allí se formó su amistad tan íntima con Mr. Royer-Colard, que explicaba entonces la historia de la filosofía, amistad que tuvo después tanta importancia en el orden político.» («Mr. Guizot», Diario Constitucional de Palma, 9 diciembre 1841.)
1842 «Manual de la Historia de la Filosofía, traducida del Manual de Filosofía Experimental de Mr. Amice, con notas, y aumentado con un apéndice de la Filosofía en España y con la parte bibliográfica, por Don Ramón Martí de Eixala, profesor de Ideología en la Academia de ciencias naturales y artes y en el Instituto Barcelonés. La Historia de la Filosofía, se dice en la advertencia que precede al Manual que ofrecemos al público, ha de ser uno de los principales agentes de la reforma en la enseñanza de esta ciencia haciendo palpable la nulidad de los resultados de mil sistemas absurdos, y manifestando hasta que punto los han producido felices aquellos sistemas que han seguido una dirección mas o menos acertada. A mas de que, el conocimiento de los esfuerzos ejecutados en los diferentes siglos por el hombre, con el objeto de descubrir, primero la formación del universo, y después las leyes que rigen en la inteligencia, puede ser parte para fecundar mil talentos aventajados de los que se encuentran en nuestra juventud, y que solo aguardan que en ellos se deposite la semilla. Afortunadamente no faltan profesores ilustrados que conocen la importancia del estudio de la Historia de la Filosofía y que desean vivamente sea objeto de una clase especial en las universidades de España; persuadidos de que la reforma en las ciencias y en su enseñanza ha principiado generalmente por su historia, esto es, por el conocimiento de la marcha que habían seguido, de los medios que se habían adoptado y de los resultados buenos o malos de los mismos. Entre nosotros la necesidad de propagar el conocimiento de los diferentes sistemas filosóficos es imperiosa, a fin de que el sensualismo y el eclecticismo, estas dos escuelas que se disputan el imperio en España, pierdan un tanto de esa autoridad que tiraniza, y la perderán indudablemente asi que la juventud no vea sola una de estas dos sectas, y sí formando en una misma linea con las elevadas teorías de los antiguos y de los modernos. Verdad es que el Manual no expone detalladamente los sistemas, pero presenta su fisonomía, las relaciones que los unen y de esta suerte servirá como de introducción a los estudios profundos que el mismo no dejará de promover. Para que como Manual produjese todo el fruto posible se ha completado con un Apéndice de la historia de la filosofía en España, cuyo trabajo además el primero en su clase abre el camino para que se cultive ese ramo de la historia de nuestro país, descuidado enteramente por los que se han ocupado de ella. Se vende en los dos citados puntos a 6 rs. a los suscritores al Constitucional y a 12 rs. a los no suscritos.» (El Constitucional, Barcelona, 14 mayo 1842.)
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1843 «Art. 7º. En los estudios superiores se enseñará en dos cursos académicos lo siguiente: Octavo año. Mecánica racional, metafísica. Noveno año. Historia de la filosofía, astronomía.» (Espartero crea en Madrid una facultad completa de filosofía. Decreto dado en Madrid a 8 de Junio de 1843, Gaceta de Madrid, viernes 9 de junio de 1843.)
«34º Curso noveno. = Sección primera, un catedrático. = Historia de la filosofía. En este importante estudio se tendrá presente el giro y extensión científica que modernamente se ha dado a la filosofía, procurando no solo seguir a los hombres que en ella floreciesen y las naciones en que lo hicieron, sino que estudiarán las principales escuelas, sus distintos sistemas, sus reformas y variaciones sucesivas, sus ventajas, sus inconvenientes e influencia que han ejercido en la ciencia. Esta extensión es tanto más necesaria, cuanto que no es posible por ahora establecer cátedras en que con separación se enseñe la filosofía según las principales escuelas. Tres lecciones por semana.» (Resoluciones para llevar a efecto la creación de la facultad de filosofía, del ministro Pedro Gómez de La Serna, Madrid 9 de junio de 1843.)
«A D. Julián Sanz del Río, doctor en jurisprudencia, de la universidad de esta corte, para catedrático de la primera sección del noveno curso, o sea historia de la filosofía, con el sueldo anual de 20.000 rs. correspondiente a la misma, quien tendrá obligación de pasar a Alemania para perfeccionar en sus principales escuelas sus conocimientos en esta ciencia, donde deberá permanecer por espacio de dos años.» (Espartero nombra los catedráticos de la facultad de filosofía, Madrid 14 de junio de 1843.)
[ → Depuesto Espartero y huído a Inglaterra a finales de julio el Gobierno provisional anuló el 30 de agosto de 1843 cuanto se había legislado en junio respecto de esa Facultad de Filosofía… ]
«Reformas en la instrucción pública. En medio de la preocupación general que domina los ánimos en la situación presente, preocupación funesta que ha llevado a los partidos hasta renegar de sus principios mismos a trueque de prepararse un camino al poder, no podemos menos de levantar nuestra voz para elogiar sinceramente la conducta que en la dirección de los negocios de su ramo observa el señor ministro de la Gobernación. […] La creación de una facultad de filosofía en Madrid era una deuda que el gobierno tenía contraida con el espíritu del siglo. La filosofía es la primera de las ciencias, la ciencia fundamental; sin ella las demás ciencias no solo no progresan, sino que retroceden y no se elevan sobre las nociones de sentido común de una parte, y sobre las necesidades prácticas y del momento de otra: en suma, se rebajan a ser artes ordenados a un fin práctico; no ciencias deducidas de un principio. Era pues justo, era necesario que la filosofía fuese una facultad independiente, completa, no meramente una enseñanza secundaria. Algunos puntos creemos que pudieran retocarse en la organización de esta carrera; pero ni es ese por ahora nuestro objeto, ni confiamos tanto en nuestra opinión que no tengamos por mejor dejar a la experiencia el juzgar las reformas que mas adelante deban introducirse en esta materia. Pudieran algunos creer que no hay en este pensamiento del gobierno un fin de inmediata necesidad o utilidad, únicos que consiente por ahora nuestra situación política y el estado de nuestros fondos; pero siempre es de inmediata necesidad la perfección de la enseñanza de filosofía aun en el grado de enseñanza secundaria; fuera de que en el grado superior no se ha hecho mas que agregar las enseñanzas completas de ciencias naturales y exactas, de las que no se dirá por cierto que no son necesarias y de inmediata aplicación; quedando solo nuevas las enseñanzas de la metafísica y de historia de la filosofía, las cuales aunque fueran de mero lujo, lo que jamás concederemos, son muy poco gravosas a los fondos públicos: no nos detendremos mas en estos puntos cuya conveniencia en general es incontestable. […] Al mismo objeto de formar hombres especiales en la ciencia tal como se comprende hoy en las universidades mas célebres de Europa, principalmente las de Alemania y Bélgica, conduce el pensamiento de enviar por cierto número de años a estas universidades algunos jóvenes que en la comunicación continua y directa con los profesores, y colocados en la situación mas acomodada para penetrarse del espíritu filosófico moderno, tanto en la filosofía general como en su aplicación a las ciencias morales y políticas, vuelvan, concluida su misión, a comunicarlo y propagarlo en nuestro país y a nuestra juventud. Todos convienen en que esta parte de la vida científica, que consiste en el método filosófico, en la profundidad y elevación de las ideas fundamentales de una parte, y de otra en el amor puro y sincero de la verdad general en el espíritu ardiente y severo de examen puramente racional de las ideas y de los hechos relativos al hombre individual y a las leyes permanentes de la vida social y humanitaria, faltan completamente en nuestro país. Estudiamos la ciencia porque la ciencia nos es necesaria para un fin de utilidad actual; pero no por amor puro, sincero de la verdad, no para un fin del porvenir. Esta falta se manifiesta de una manera sensible en nuestra enseñanza universitaria, en nuestras producciones literarias y en todas las aplicaciones que se han hecho durante este siglo de la esfera de las ideas a las instituciones de la vida práctica. En filosofía nuestra enseñanza no es todavía sincera y decididamente espiritualista: el sistema de Locke y Condillac en las escuelas, y el de Helvecio en las costumbres, han echado raíces muy hondas, que no bastan a arrancar las doctrinas de la escuela escocesa que profesan muchos hombres ilustrados, ni el escaso conocimiento que tienen algunos de la filosofía de Kant. Después de éste, los filósofos que han reformado o completado su doctrina, Fichte, Hegel, Krug, Schlegel, y especialmente Schelling y Krause, nos son enteramente desconocidos. Nuestros estudios de moral y de derecho se resienten sensiblemente de esta falta de filosofía. Han mejorado sin duda porque este es el impulso inevitable del siglo; pero carecen de elevación, de método, de trascendentalidad: no tienen vida propia, sino la que reciben de la situación. […] S. de R.» (El Espectador, Madrid, miércoles 14 de junio de 1843, nº 679.)
Antonio Gil de Zárate (1793-1861) –«nombrado en 1843 oficial de secretaría de Gobernación, ascendió a Jefe de sección en 1844, y sucesivamente a Director general de Instrucción pública [13 mayo 1846], y a subsecretario del ministerio [1856] de la Gobernación»– fue uno de los ideólogos liberales del plan Pidal de 1845 y su redactor principal. Así reconstruía, diez años después, las razones que aconsejaban entonces «el conocimiento de todos los sistemas filosóficos que han existido en el mundo»:
«No podían las ciencias propiamente filosóficas dejar de llamar muy particularmente la atención de los autores de la reforma. Habían tenido estos estudios, y conservan todavía, demasiada importancia para no pensar seriamente en su buena organización. En esto se adoptó un sistema diametralmente opuesto al que en lo antiguo se había seguido. Sin considerar entonces que los alumnos no están bastante preparados con solo un escaso conocimiento del latín para dedicarse a las materias abstractas, se les engolfaba desde luego en lo más intrincado de la dialéctica, en lo más obscuro de la metafísica, volviéndolos locos con mil sutilezas y cavilosidades que no comprendían; y en tan errado método, hubo al fin que acudir al auxilio de breves cuadernos reducidos a meras definiciones y a nombres exóticos que se encomendaban a la memoria, no ganando nada en ello el entendimiento. Ahora se ha creído que tales materias son muy arduas para niños de corta edad, y se ha retardado todo lo posible su enseñanza, esperándose a que tengan más años y la instrucción suficiente. Resérvase, pues, para el último curso de instituto, la explicación de los principios elementales de la psicología y de la lógica; y se deja para la facultad la ampliación de estos mismos principios, con la ética y la historia de la filosofía. Dicho se está que han sido abandonadas todas las cuestiones escolásticas: y que la enseñanza se funda en las doctrinas hoy más generalmente recibidas, siendo la última parte, esto es, la histórica, además de enteramente nueva, la más conveniente para el complemento de estos estudios, puesto que nada enseña tanto en materia tan variable y sujeta a mudanzas, como el conocimiento de todos los sistemas filosóficos que han existido en el mundo, y de las diferentes revoluciones por donde ha pasado el entendimiento humano en su laboriosa carrera. Como corona de todas las asignaturas establecidas en los institutos y facultades, y para que los aficionados a estas ciencias puedan llegar hasta lo más sublime, se han establecido también dos cátedras superiores en la universidad de Madrid: una de filosofía general y otra de su historia; en las cuales, supuestos los conocimientos que en las demás se adquieren, pueden los maestros internarse en lo más profundo y abstracto de esta importante enseñanza.» (Antonio Gil de Zárate, De la Instrucción pública en España, Madrid 1855, tomo III, págs. 120-121.)
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1844 «Lo que más caracteriza al siglo XVII es el arte y la literatura; y el arte y la literatura son para la historia de la filosofía lo que los huesos fósiles para la historia natural. Desencadenada la razón del yugo de la tradición, era natural que usase de una libertad de examen infinita.» («Reflexiones filosóficas», El Clamor Público, Madrid, 20 junio 1844.)
«El siglo XVIII, dice Mr. V. de Cousin en su primera lección de la Historia de la Filosofía, no es el siglo de las artes.» (José Amador de los Ríos, «D. José Álvarez, célebre escultor contemporáneo», El Laberinto, 16 agosto 1844.)
«El concurso de las clases de filosofía, se abrió en París el 22 de agosto por M. Cousin, acompañándole Garnier, Simón, Franck y Jacques. Entre diez y nueve candidatos, solo catorce se sostuvieron hasta la conclusión del concurso. M. Cousin había acogido, después de consultar el voto de la comisión, los dos puntos siguientes para los discursos: Cuestión de filosofía: Análisis y demostración de la libertad. Cuestión de historia de la filosofía: Discutir las pruebas de la existencia de Dios, según han sido presentadas por las diferentes escuelas. “Entre todos los concurrentes, dice M. Cousin en su informe al gobierno, solo ha habido uno que apareciese con una extensión de conocimientos casi igual en los tres ensayos; y este ha sido M. Janet, alumno saliente de la escuela normal.» («Crónica extranjera», El Clamor Público, Madrid, domingo 8 de septiembre de 1844.)
1845 «Art. 32. Por ahora se establecerán las siguientes asignaturas, sin perjuicio de aumentarlas cuando convenga y lo permitan los fondos de Instrucción Pública. Letras […] Aplicación de la filosofía. Historia de la filosofía. […]» (Plan General de Estudios, 17 septiembre 1845 [Pedro José Pidal.])
1846 «Art. 6º Los estudios del año preparatorio para la carrera de teología, lo mismo que para la de jurisprudencia, serán: Perfección del latín. Literatura general y española. Filosofía y su historia.» (R.O. arreglando las asignaturas de cursos académicos en la Facultad de Filosofía, 24 julio 1846.)
«En atención a lo dispuesto en el art. 4.º de la Real orden de 1.º de Setiembre próximo pasado, y no existiendo libro alguno que pueda servir de texto para las lecciones de Historia de la filosofía, la Reina (Q. D. G.) se ha servido aprobar y mandar se tenga por incluida en las listas publicadas con dicha Real orden la obra escrita por Monseñor Bouvier, obispo de Mans, y traducida por D. Antolín Monescillo, con el título de Historia elemental de la filosofía.» (R. O. 27 octubre 1846, Gaceta, 4 noviembre 1846.)
1853 «La cátedra destinada al análisis del entendimiento humano, que en aquel tiempo constituía toda la filosofía, se encomendó a Garat, ministro de justicia y encargado que había sido de leer su sentencia al desgraciado Luis XVI. Este filósofo, conocido ya en la Convención por su elocuencia, fijó las miradas de toda la juventud; y para convencerse a qué delirio se llevaban entonces las ideas condillaristas, referiré ligeramente el cuadro de la filosofía que presentó en su primera lección. Traza brevemente la historia de la filosofía, y la hace comenzar en Bacon de Verulamio, sin hacer ni un simple recuerdo del Oriente, de Platón, de Aristóteles, de Descartes, a quienes trata de ídolos, y a sus escuelas de templos, y cuyas estatuas y altares destruyó Bacon; y después de disminuir el mérito del mismo Bacon, se fija en Locke, y le proclama fundador de la filosofía moderna; y no satisfecho, pasa a Condillac. […] Condillac, a los ojos de Garat, es un genio, y su pensamiento es el límite a que puede llegar el espíritu humano. […] Este fue el punto más subido a que llegó la escuela ideológica.»
«Sin embargo, Dugald Stewart, en su Historia de la filosofía, supone que han sido malamente interpretadas las intenciones de Locke en esta cuestión sobre la percepción moral.»
«Si los filósofos, al consagrarse al estudio de los grandes objetos de la filosofía, Dios, el hombre, la naturaleza, se mantuvieran en esta posición central, aplicando la razón para conocer a Dios, aplicando la conciencia para estudiar al hombre, aplicando la sensación para estudiar la naturaleza, estarían en lo justo, y este equilibrio les mantendría entre los dos mundos sin inclinarse más a un lado que a otro: se reconocerían ángeles y se reconocerían bestias, y llenarían su destino. Pero la historia de la filosofía nos dice que no es así: unos filósofos se inclinan más al mundo de las ideas, y otros se inclinan más al mundo de las sensaciones. Los primeros se llaman idealistas, los segundos sensualistas.» (Patricio de Azcárate, Veladas sobre la filosofía moderna, Madrid 1853, páginas 102, 189 y 452.)
1854 «Teniendo en consideración la Reina (q. D. g.) el mérito y circunstancias de D. Julián Sanz del Río, y más particularmente el derecho adquirido para obtener una cátedra en la facultad de filosofía de esa Universidad Central, en virtud de haber pasado a Alemania pensionado por el Gobierno con el objeto de estudiar fundamentalmente el estado de la filosofía en aquel país, que de haber sido nombrado por Real orden de 22 de Septiembre de 1845, Catedrático en propiedad de ampliación de la filosofía; y considerando finalmente la conveniencia de completar los estudios superiores de Filosofía en la sección de literatura, S. M. ha tenido a bien mandar, oído el Real Consejo de Instrucción Pública que se restablezca la Cátedra de Historia de la Filosofía, correspondiente a los estudios superiores para el Doctorado en la Sección de literatura, conforme a lo que se hallaba dispuesto en el artículo 13 capítulo 11º, del plan de estudios vigente; y nombrando para desempeñarla en propiedad al mencionado D. Julián Sanz del Río, con el sueldo señalado por Reglamento.» (Orden de 26 de enero de 1854, apud Rafael Orden, «Los orígenes de la Cátedra de Historia de la Filosofía», El Basilisco, nº 28, 2000.)
1857 «Art. 33. Los estudios propios de la facultad de Filosofía y Letras son: (…) Filosofía. Historia de la Filosofía.» «[disposición transitoria] 32. Los estudios de la Facultad de Filosofía y Letras se harán en seis años de esta manera: (…) Cuarto año. Historia de la Filosofía, lección diaria.» «[disposición transitoria] 33. Los que ingresen en el cuarto estudiarán: Filosofía, lección diaria. Historia de la Filosofía, lección diaria. […] Los que pasen a quinto se matricularán con protesta (…) estudiarán en el curso presente son: Lengua hebrea o árabe, lección diaria. Filosofía, lección diaria. Historia de la Filosofía, lección diaria. […] Los que sean Licenciados en la antigua sección o tengan ya derecho a serlo, aspirarán al Doctorado con los estudios siguientes: Historia de la Filosofía, lección alterna.» (Ley de Instrucción pública, 9 setiembre 1857 [Claudio Moyano.])
1858 «Art. 4º Los Licenciados en Filosofía y Letras que aspiren al Doctorado en esta facultad, estudiarán: Estética. Historia de la Filosofía.» (Real decreto aprobando los programas, 11 septiembre 1858.)
1863 «El ánimo se contrista ante las aberraciones y delirios de la razón humana siempre que entregada a sí sola, ha tratado de abrirse nuevas sendas en el anchuroso camino del saber. La historia de la filosofía, cuya enseñanza estuvo algunos años a mi cargo, demuestra que el término de los progresos de la sola razón entre los caldeos, persas y fenicios, fue el politeísmo, las astrolatría, los dos principios del bien y del mal con otros absurdos; y entre los griegos y los romanos, la erección de templos a toda clase de vicios, y el culto a los héroes y a los genios que divinizaron la codicia, el deleite carnal y otras bajas pasiones. El estudio de la historia de la filosofía demuestra también que el ateísmo, el gnosticismo, el panteísmo, el eclecticismo, el racionalismo, el protestantismo y otros sistemas erróneos fueron el término a que vinieron a parar los extravíos de los enemigos de la teología revelada, sostenedores de los exagerados derechos de la razón.» (Ramón Armesto, «Influencia que la facultad de Filosofía y Letras ejerce en las de Derecho y Sagrada Teología», Discurso inaugural, Universidad de Oviedo, 1º octubre 1863, pág. 21.)
1866 «Un periódico político, La Esperanza, ha publicado en el año de 1864 una serie de artículos firmados por D. Antonio Álvarez Chocano, que llevan por título: Espíritu de las escuelas filosóficas. Vienen a formar estos artículos una verdadera historia de la filosofía, muy curiosa e instructiva por sus largas exposiciones doctrinales, y no escasa de ingeniosas apreciaciones sobre algunos puntos que son objeto de gran controversia entre los críticos contemporáneos.» (Luis Vidart Schuch, La filosofía española, IX. Historiadores de la filosofía, Madrid 1866, pág. 226.)
«Art. 2º (…) Probados estos dos años, los alumnos podrán aspirar al grado de Licenciado. Sexto año. Literatura extranjera, Lección alterna. Historia de la Filosofía, Lección alterna.» (Dando nueva organización a la Facultad de Filosofía y Letras. Real Decreto 9 octubre 1866.)
1868 «Art. 11. Los Licenciados en Filosofía y Letras que aspiren al Doctorado en esta Facultad estudiarán: Estética, un curso de tres lecciones semanales. Historia de la Filosofía, un curso de tres lecciones semanales.» (Dando nueva organización… a las Facultades de Filosofía y Letras, 25 octubre 1868.)
1873 «Art. 2º Los estudios de la Facultad de Filosofía serán: Introducción a la Filosofía, que comprenderá el concepto, plan, método y relaciones de esta ciencia y la preparación para su estudio. Lógica, incluyendo la doctrina de la ciencia como elemento de Enciclopedia. Sistema de Filosofía. Filosofía de la naturaleza. Antropología psíquica y física. Biología y Filosofía de la Historia. Etica. Cosmología y Teodicea. Estética y Filosofía del Arte. Economía. Filosofía del Derecho. Historia de la Filosofía.» «Art. 4º Los estudios de la Facultad de Letras serán: (…) Estética y Filosofía del Arte (que se estudiará en la Facultad de Filosofía). Biología y Filosofía de la Historia (idem id.) Historia de la Filosofía (idem id.)» (Reorganizando la enseñanza… Facultades de Filosofía y Letras. 2 junio 1873.)
1876 «…siempre sería ligereza indisculpable (por no darle otro nombre) llamar mito a la filosofía española, y que así como fuera absurdo suprimir el escolasticismo en la historia de la filosofía, absurdo sería y mayor omitir en el capítulo a tal materia dedicado los nombres y obras de los doctores peninsulares, por más que el Sr. Revilla afirme (con admirable patriotismo), que en la historia de la filosofía puede suprimirse sin gran menoscabo la parte relativa a España.» (Marcelino Menéndez Pelayo, «Mr. Masson redivido», Revista Europea, Madrid, 30 julio 1876.)
1878 Zeferino González, Historia de la Filosofía, Madrid 1879-1789, 3 tomos.
1886 Zeferino González, Historia de la Filosofía, Madrid 1886, 4 tomos.
1891 «Diversas en verdad son las escuelas en las épocas de la Historia de la filosofía. Se registran apareciendo o sucesiva o simultáneamente, y todas, o han exagerado, en cuyo caso se han ido a uno de los sistemas indicados, o no habiendo exagerado, han seguido una serie de puntos medios que las ha mantenido a mayor o menor distancia de los cuatro sistemas subjetivo-objetivos posibles; de suerte que de todos modos, más allá de las cuatro aristas del paralepípedo filosófico, no ha salido el pensamiento humano, ni por otra parte es posible que salga, dada la naturaleza de la facultad cognoscitiva, intelectual y la esencia del ser racional; más no siendo nuestro ánimo hacer aquí una Historia de la Filosofía, nos contentamos con apuntar las ideas que son necesarias a nuestro objeto, cual es, desarrollar a grandes rasgos el método y plan seguidos al confeccionar el adjunto programa, dejando la demostración de su exactitud para el momento de la oposición, si así fuera necesario.» (Pedro María López Martínez, Programa de Metafísica, 1891.)
1903 «La historia de la filosofía no ofrece drama alguno más atractivo ni de mayor interés que la lucha incesante, el duelo a muerte, entre el materialismo y el idealismo con su perdurable alternativa de éxitos y descalabros y la impotencia de uno y otro adversario para alcanzar la victoria.» (Federico Alberto Lange, Historia del materialismo, Madrid 1903, tomo 1, pág. 3: Introducción de Mr. Nolen [1877].)
1904 «Quien haya recorrido, aunque sea someramente, la historia de la Filosofía, habrá notado la más absoluta divergencia de escuelas, y aún de autores que militan bajo una misma bandera, al determinar y definir el objeto adecuado de dicha ciencia.» (Emeterio Valverde Téllez, Crítica Filosófica o Estudio Bibliográfico y Crítico de las obras de Filosofía escritas, traducidas o publicadas en México desde el siglo XVI hasta nuestros días, México 1904, pág. 12: Capítulo I. La Filosofía Escolástica.)
1908 Anselmo Herranz Establés, Compendio de Historia de la Filosofía, Luis Gili, Barcelona 1908, 1915, 1921 y 1933.
1929 Mario Méndez Bejarano, Historia de la Filosofía en España, Renacimiento, Madrid [1929], XVI+563 págs.
1938 «Consecuentemente, la formación clásica y humanística ha de ser acompañada por un contenido eminentemente católico y patriótico. El Catolicismo es la médula de la Historia de España. Por eso es imprescindible una sólida instrucción religiosa que comprenda desde el Catecismo, el Evangelio y la Moral, hasta la Liturgia, la Historia de la Iglesia y una adecuada Apologética, completándose esta formación espiritual con nociones de Filosofía e Historia de la Filosofía. La revalorización de lo español, la definitiva extirpación del pesimismo antihispánico y extranjerizante, hijo de la apostasía y de la odiosa y mendaz leyenda negra, se ha de conseguir mediante la enseñanza de la Historia Universal (acompañada de la Geografía), principalmente en sus relaciones con la de España. Se trata así de poner de manifiesto la pureza moral de la nacionalidad española; la categoría superior, universalista, de nuestro espíritu imperial, de la Hispanidad, según concepto felicísimo de Ramiro de Maeztu, defensora y misionera de la verdadera civilización, que es la Cristiandad.» (Sobre reforma de la Enseñanza Media. Ley de la Jefatura del Estado español de 20 septiembre de 1938.)