Filosofía en español 
Filosofía en español

Institución Hamiltoniana 1836-1838
Colegio Español Hamiltoniano 1838-1839

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“Un funcionario superior, y catedrático de la universidad de París, individuo de la sociedad filológica de Londres, y de las academias nacionales española y de historia &c. &c.” anuncia en la prensa de Madrid, a finales de agosto de 1836, que “detenido en esta capital por asuntos que probablemente le obligarán a residir en ella mucho tiempo, se ha resuelto a abrir en su habitación en beneficio de unos pocos jóvenes, desde el primer día del próximo setiembre” clases de latín, griego, francés, literatura comparada, retórica, poética, declamación, filología, comparación de idiomas modernos con los antiguos, geología, geografía, uso de los globos, lengua inglesa y astronomía, “con arreglo al método de la anterioridad, que es el más importante de los descubrimientos que se han hecho en filología: método no conocido en España por no haber pasado todavía los Pirineos su descubrimiento, y no estar publicado aún a no ser en el Norte de Alemania…” Además, “el catedrático admitirá en su casa hasta cinco pupilos, encargándose de su completa educación; con inclusión de matemáticas, fortificación, historia, lengua italiana y portuguesa, lecciones de canto, guitarra, piano, música y composición, con arreglo al método geneufónico. En una palabra, la educación de los jóvenes pupilos, confiados al expresado catedrático, será de todo igual a la que recibirían en París. Se entenderá con los padres acerca del precio.”

El 5 de octubre de 1836 incorpora el rótulo “sistema hamiltoniano” en sus anuncios, combinado con el método de la anterioridad, exaltado hasta ese momento en solitario, y al día siguiente otro aviso, en inglés, ratifica al público madrileño que tal “professional gentleman, F. of the Spanish R. S., of the London Philological Society, author of several classical Works” sigue el Hamiltonian System. (En diciembre de 1837 cuaja esta fórmula: “El sistema de la anterioridad, unido al de una rigurosa investigación etimológica y al método de enseñanza hamiltoniano tan conocido con el nombre de Jacotot, forma una triple combinación irresistible para cualquier alumno”.)

El 28 de noviembre de 1836 sus anuncios incorporan el rótulo Institución Hamiltoniana. En esos cuatro meses tal personaje va cambiando su domicilio, donde imparte esas clases y conviviría hasta con cinco pupilos (si es que llegó a captarlos): las clases se habrían iniciado el primero de septiembre en “la calle de los Jardines, número 32, cuarto segundo”, mudado en octubre a “la calle de Preciados, número 1, quinta puerta de la izquierda, entrando por la puerta del Sol, cuarto tercero de la derecha”; la Institución Hamiltoniana se traslada el 10 de diciembre a “la calle de San Miguel, número 11, cuarto segundo”; en enero de 1837 a “la calle de la Montera, núm. 10, cuarto principal, cerca de la puerta del Sol”; en junio de 1837 a la Carrera de San Jerónimo, 20…

Este nódulo hamiltoniano sigue madurando otro año más hasta cristalizar en la ceremonia inaugural del Colegio Español Hamiltoniano, el domingo 5 de agosto de 1838, en “la calle del Prado, número 26, casa que fuera del Excmo. Sr. Duque de la Roca”. Faltaban tres meses para que la reina Isabel II cumpliera ocho añitos y tres semanas para que la Gaceta de Madrid publicase el “Plan de instrucción primaria” del Marqués de Someruelos, Ministro de la Gobernación de la Península, que las Cortes habían discutido durante semanas y habían ya decretado, e Isabel II, y en su nombre Doña María Cristina de Borbón, Reina Regente y Gobernadora del Reino, sancionado precisamente el 21 de Julio de 1838, quince días antes de la inauguración de ese Colegio Español Hamiltoniano, bien arropado entonces por núcleos poderosos, con pretensiones tan ambiciosas en lo privado como las que otros buscaban entonces para la pública y renaciente Universidad de Madrid… otrora Universidad Central en 1822.

En la solemne inauguración del Colegio Español Hamiltoniano intervinieron el presbítero Alberto Lista, presidente de su Junta Directiva, y Jacinto de Salas Quiroga, catedrático de filosofía, en presencia del barón de Beaulieu, impulsor y director tanto de la Institución como del Colegio; de Joaquín de Lumbreras, vice-presidente; de Joaquín de Meave, censor de los estudios; y de Ignacio Gómez de Salazar, “vocal más antiguo”.


«Hamiltoniano, na. adj.
Mat. De Hamilton.
Fr. Gerundio 11.9.1838, 3: “Tiene más títulos que el director del colegio hamiltoniano”.
Gazeta de Madrid 3.2.1839, 4: “Día vendrá en que el método hamiltoniano será adoptado en todos los colegios y universidades de España”.
ETIM. E HIST. Palabra formada a partir del apellido del matemático y físico irlandés William R. Hamilton, 1805-1865, persona que destacó por sus importantes contribuciones al desarrollo de la óptica, la dinámica y el álgebra. En 1839 se fundó en Madrid el Instituto hamiltoniano

Encontramos esta entrada de glosario en el Repertorio de voces llegadas del imperio británico a lo largo del siglo XIX. Guía para conocer la influencia británica a través de sus palabras (Glosarios VI, Instituto de Historia de la Lengua, Cilengua, San Millán de la Cogolla 2024, página 299), cuyo primer firmante es el profesor de francés Recaredo Agulló Albuixech [1947]. Ignoramos si para elaborar glosario que fija tales asociaciones se sirven de Necedad Natural™ o de Inteligencia Artificial™, pero el resultado muestra la decadencia que van alcanzando academia e instituciones. ¿Cómo es posible que una edición oficial del Instituto de Historia de la Lengua, una de las partes que conforman el Centro Internacional de Investigación de la Lengua Española, avalada para su Colección de Glosarios por Comité Asesor de profesores de cinco universidades españolas, pontifique en 2024 que hamiltoniano es término matemático aplicable a los dos ejemplos de 1838 y 1839 que ahí ofrecen, décadas antes de que el mismo adjetivo derivado del físico irlandés nacido en 1805 comenzara a ser utilizado? Por otra parte, no era necesario amañar una cita, con la cantidad de ejemplos que podían haber ofrecido en ese glosario, pues en la Gaceta de Madrid –¿por qué le dicen Gazeta?– del domingo 3 de febrero de 1839 no aparece la frase “Día vendrá en que el método hamiltoniano será adoptado en todos los colegios y universidades de España”, sino: “Día vendrá en que el método de Hamilton, los principios de Jacotot y el sistema de la anterioridad serán adoptados en todos los colegios y universidades de España…».

“Hamiltoniano”, en contextos relacionados con lenguas, enseñanza de idiomas y educación, se debe a Santiago Hamilton (1769-1829), un católico irlandés formado en colegio jesuita de Dublín, que en 1815 circula por Nueva York y en 1816 presenta en Filadelfia su “Sistema Hamiltoniano”: muy pronto se multiplicaron las escuelas que asumían tal método, no poco discutido e impugnado por la competencia. Desde 1823 impulsa Hamilton su industria desde Londres: pueden encontrarse más detalles en librito tan entretenido como The History, Principles, Practice, and Results of the Hamiltonian System, for the last twelve years; with answers to the Edinburgh and Westminster Reviews; and his public lectures in Liverpool, on the 18th of March, 1829; with instructions for the use of the books published on this system; by James Hamilton, author of the Hamiltonian System; del que su viuda llegó a publicar segunda edición en 1831 (Londres, 93+2 páginas). → “Método de HAMILTON”, en Carderera, Diccionario, 1854.

Entre la numerosas ediciones dispuestas por Santiago Hamilton, publicadas en vida o reeditadas poco después de su muerte, una tuvo que llamar especialmente la atención de los hispanohablantes: The Gospel of St. John, in spanish, adapted to The Hamiltonian System by an analytical an interlineal translation, by James Hamilton, Author or the Hamiltonian System, Londres 1830 (dos opúsculos de xii+67 y 183 páginas). El primer opúsculo, además de una introducción de Hamilton (páginas iii-xi), ofrece el texto de los 21 capítulos, fragmentados en versículos numerados, del Evangelio de San Juan en español, versión Reina-Valera. El segundo opúsculo añade versión en inglés interlineada:

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
In the beginning was the Word, an the Word was with God, an the Word was God.

Un precoz Mariano Cubí Soler (1801-1875) publica en Londres en 1826 –en vida de Santiago Hamilton– un libro titulado El traductor español or A new and practical system for translating the Spanish language (Boosey & Sons, Londres 1826, xix+226 páginas), en el que no hemos visto citado a Hamilton, pero, sin embargo, en una noticia que de esta obra brinda una de las publicaciones de los españoles emigrados en Londres cuando la ominosa década, quedan señaladas las ventajas que el método o sistema de Cubí ofrece respecto del sistema Hamiltoniano:

«Bajo este punto de vista el Traductor Español es un manual utilísimo y un auxiliar de los más propios para proporcionar al aficionado una y otra ventaja, de adquirir voces y de aprender a coordinarlas y a usarlas en sus diversas acepciones y modificaciones. Para esto último, no basta el auxilio de la traduccion literal interlineal; así, por ejemplo, uno que traduzca corrientemente del español al inglés el evangelio de San Juan por el llamado Sistema Hamiltoniano, se verá muy embarazado todavía para traducir un trozo compuesto de las mismas palabras tomadas de aquel mismo texto, pero que estén de otro modo colocadas y usadas en diferentes acepciones, o destinadas a expresar otro género de ideas. El autor de la obrita que nos ocupa sigue un método más completo. Ofrece 109 páginas de trozos, no todos, pero sí la mayor parte, tomados de escritores clásicos, como Granada, Mariana, Cervantes, Saavedra, Feijoo, colocándolos en tal orden, que los géneros de estilo a que pertenecen vayan presentando gradualmente las dificultades de la versión desde el sentido natural hasta el figurado en los giros más atrevidos.» (Ocios de españoles emigrados. Periódico mensual, Londres, agosto 1826, tomo VI, nº 29, pág. 184.)

Alfonso Chalumeau de Verneuil, quien sería director de la Institución y del Colegio Hamiltoniano, era coetáneo de Francisco de Paula de Borbón (1794), el hermano más joven de Fernando VII (1784), y fue precisamente el canónigo Juan Escóiquiz (1747-1820), tutor de esos hijos de Carlos IV, cuando, en el forzado exilio real en Francia, también atendió al joven Chalumeau, hijo de española, y le inculcó su amor por la lengua española. De manera que Chalumeau, sin haber cumplido los veinticinco años, en su calidad de “Inspecteur des études aux colléges Liautard, Chevalier de l'Ordre Royal-Hospitalier-Militaire du Saint Sépulcre de Jérusalem”, publica en 1821 en París, en dos tomos que suman mil páginas, su Grammaire Espagnole composée par l'Académie Royale Espagnole…, traducción anotada y ampliamente glosada de la Gramática de la lengua castellana publicada en 1796 por la Real Academia, que dedica a “S. A. R. Monsieur Frére du Roi” (hermano de Luis XVIII que, en 1824, sería Carlos X):

Monseigneur,

Fils d'un de vos anciens et d'un de vos plus zélés serviteurs, et héritier de ses sentiments comme de ceux de toute ma famille pour Votre Altesse Royale, à qui puis-je mieux faire hommage de celui de mes travaux qui le premier voit le jour, qu'à ce grand et excellent Prince auquel mon père a été attaché pendant seize ans, et qui pendant seize ans l'a comblé de ses bontés!

Je viens, Monseigneur, le déposer aux pieds de Votre Altesse Royale. Elle m'a déjà accordé la plus douce des récompenses en permettant que son auguste nom fút place à la tête de mon ouvrage, et cette insigne faveur en assure à jamais le succes.

Daignez donc agréer l'expression de l'éternelle reconnaissance de celui de tous les Français fidèles qui, peut-être, a le plus vivement partagé vos cruelles douleurs et, depuis, votre joie au moment où Dieu, en envoyant à l'héroïque Famille Royale et à la France un miraculeux rejeton de saint Louis, a annoncé aux méchants qu’il veut que son trône ne périsse pas.

C'est par le sacrifice de ma vie, Monseigneur, que je suis prêt à défendre, avec le fils qui vous est né, cette noble et antique monarchie, et à vous prouver la profonde vénération et le dévouement sans bornes avec lesquels je suis,

Monseigneur, de Votre Altesse Royale
Le très-humble, très-obéissant et très-fidèle Serviteur,
Alph. Chalumeau de Verneuil.

Cuando en 1827 publica Alfonso Chalumeau de Verneuil en Madrid su traducción del inglés al español de la Historia de la reforma protestante en Inglaterra e Irlanda de sir Guillermo Cobbett (1763-1835), cartas que comenzaron a publicarse en Londres mensualmente en noviembre de 1824 (el autor se reconcilió a comienzos de 1825 con la iglesia católica, tras abjurar públicamente de la herética reforma protestante de Enrique VIII y recibir el bautismo en la iglesia católica romana de Moorfields), podía ya presentarse así: “de la Orden de San Juan, y de la Real y distinguida Orden Española de Carlos III; Oficial mayor de la Universidad de París; Individuo de la Real Sociedad de Anticuarios de Francia, de la de Geografia, de las Reales Academias Española y de la Historia, de la Sociedad Católica de buenos libros, de la Sociedad académica de Nantes, &c. &c.”. Y resulta de lo más interesante que dedique esa traducción precisamente “A Su Alteza Real el Serenísimo Señor Infante Don Francisco de Paula Antonio”:

Serenísimo Señor:

Luego que V. A. R. llevado del ardiente celo con que promueve y fomenta cuanto puede ser útil a la Religión, único indestructible apoyo de los tronos, se dignó excitarme a traducir y publicar en Español la Historia de la Reforma protestante en Inglaterra e Irlanda, escrita en Inglés por Sir William Cobbett, me dediqué sin dilación y con todo el esmero que me ha sido posible a realizar tan nobles intenciones, aprovechando con enajenamiento esta ocasión de manifestar, aunque débilmente, a V. A. R. mi obediencia, mi reconocimiento, y mi decidida adhesión a V. A. R., sentimientos que abriga mi corazón a la par de mi fidelidad a mi Dios y a la legitimidad de los tronos augustos de los Borbones, y que la inagotable bondad de V. A. R. inspira irresistiblemente a cuantos tienen la dicha de poderse acercar a Vuestra Augusta Persona.

En dicha obra verán patentemente los Españoles los males que el protestantismo ha causado en los desgraciados países en que domina, y de los cuales, evitando la introducción de sectas religiosas en el hermoso suelo de la España, los ha libertado la religiosidad de sus Monarcas, y singularmente la del Augusto Hermano de V. A. R. el Señor Don Fernando vii, su actual Soberano, y conocerán más y más que su felicidad consiste en defender la causa de su Dios y de su Rey con el magnánimo valor de que en todos tiempos han dado un noble ejemplo al mundo entero.

No me lisonjeo, Serenisimo Señor, de haber trasladado al castellano los pensamientos del autor con toda su energía: he hecho sin embargo cuantos esfuerzos han estado al alcance de mis escasos conocimientos en la lengua Española, y me ha inspirado mi vehemente deseo de manifestarme digno en algún modo del concepto con que V. A. R. me ha honrado creyéndome capaz de esta empresa. Los defectos de la traducción son míos; el bien que aun con ellos pueda hacer en la católica España es todo obra de V. A. R.

Animado por esta consideración me atrevo a suplicar a V. A. R. se digne aceptar el humilde homenaje que hago a V. A. R. de mi traducción, corto a la verdad, pero fiel expresión de mi obediencia a las órdenes de V. A. R. y del profundo respeto con que soy,

Serenísimo Señor, de V. A. R.
El más humilde y obediente servidor:
Alfonso Chalumeau de Verneuil.

En septiembre de 1833 muere Fernando VII y asciende al trono Isabel II, que tiene tres años, bajo la regencia de María Cristina, su madre. Pero Carlos María Isidro (1788) –hermano de Fernando VII y del infante Francisco de Paula, tío de Isabel II– se autoproclama rey el primero de octubre desde su exilio de Abrantes (Portugal), y a los pocos días ya se ha desencadenado una (primera) guerra carlista que no se dará por terminada hasta el 31 de agosto de 1839, tras el Convenio de Vergara y el abrazo del isabelino general Espartero con el carlista general Maroto.

La Institución Hamiltoniana (1836-1838) y el Colegio Español Hamiltoniano (1838-1839), dirigidos en Madrid por su discreto “director”, Alfonso Chalumeau, existen por tanto mientras España atraviesa guerra civil e ideológica pero también profundas renovaciones en sus instituciones tras la ominosa década, empezando por la misma reorganización territorial, en 49 provincias y 15 regiones, establecida en noviembre de 1833 por Javier de Burgos, secretario de Estado de Fomento en el gobierno de Francisco Cea Bermúdez.

Es indubitable que en 1833 algunos españoles se toman en serio el “método Hamiltoniano”, por ejemplo, en la Memoria que Juan de Olavarría (1787-1837) tenía ya dispuesta el 9 de agosto de 1833, pero no eleva a la Regente hasta mayo de 1834:

«De la multitud de métodos instructivos, que han invadido el dominio de la educación, los que la experiencia ha reconocido como más eficaces, son el método Lancasteriano perfeccionado, el método Hamiltoniano, el método Jacotiano, el método Natural adoptado por la Sociedad de métodos de enseñanza de París, el método Simultáneo o Belga, y el método Americano o Escocés. El primero se acomoda preciosamente a las masas, y puede combinarse con el excelente sistema de Jacotot. El segundo, aunque bastante ingenioso, no es adaptable sino a la instrucción individual, y de ningún modo a la enseñanza colectiva. El método natural no es otro que el método Jacotiano, aplicado parcialmente a los idiomas modernos y a las ciencias exactas. El método simultáneo tiene por especial objeto abrazar a un mismo tiempo la enseñanza de varios ramos, y la excelencia del método escocés, que debería llamarse Oveniano, de su inventor Oven, consiste principalmente en la feliz y metódica redacción de sus libros elementales. Una combinación oportuna de la enseñanza mutua con el método natural y el método simultaneo, tendrá pues, la inmensa ventaja de proporcionar en poco tiempo y con pocos libros más conocimientos positivos, que los que antes se adquirían en muchos años y en mil abultados volúmenes.» (Juan de Olavarría, Memoria dirigida a S. M. en 9 de agosto de 1833, sobre el medio más breve y eficaz de mejorar la condición física y moral del pueblo español, pero dirigida a la Reina Gobernadora de España e Indias, Madrid a 31 de mayo de 1834. Segunda impresión, Madrid, Imprenta de Ortega, agosto 1834, págs. 61-62.)

Y aunque esa memoria dijera de tal método que “aunque bastante ingenioso, no es adaptable sino a la instrucción individual, y de ningún modo a la enseñanza colectiva”, parece que el propio gobierno, interesado por el método de Hamilton, había incluso enviado comisionados a Londres:

«Sobre estas observaciones están fundadas las innovaciones que ha introducido Hamilton en la enseñanza de las lenguas, de cuyo método solo daremos una breve y rápida idea, en atención a que dentro de poco la suministrarán tan completa como puede apetecerse los comisionados que el gobierno ha enviado a Londres para adquirir tan importantes conocimientos y difundir por su medio las luces en nuestro país. […] …el fomento que podrá adquirir en España el estudio de las lenguas vivas particularmente, como enseñanza primaria, luego que el gobierno haya planteado en las escuelas que deben establecerse, el método hamiltoniano, con arreglo a las noticias que adquieran y comuniquen los comisionados en Londres para este efecto.» (J. A., “Método de Hamilton en la enseñanza de las lenguas”, Anales administrativos, Madrid, 29 diciembre 1834, páginas 1-2.)

Poco después el infante Francisco de Paula de Borbón se convierte en Protector de la Academia de Ciencias Eclesiásticas (1835) de Madrid (está muy difundida la falsa especie, fabulada por masones decimonónicos y transmitida por historiadores y cuentistas, meros copistas apresurados de bulos despreciables, que le supone Gran Maestro del Oriente Nacional de España desde 1839 –sí que fue masón su hijo Enrique de Borbón, muerto en 1870 en famoso duelo a pistola donde le mató su primo Antonio de Orleáns, duque de Montpensier–.) Jacinto de Salas Quiroga, quien ya hemos dicho intervino en la ceremonia inaugural del Colegio Español Hamiltoniano, fue activo académico de la de Ciencias Eclesiásticas.

en proceso

Institución Hamiltoniana | Colegio Español Hamiltoniano | algunos nombres relacionados

nombre α ω 183
Alfonso Chalumeau de Verneuil (a) Barón de Beaulieu179616 0830 Director
Antonio Millán116 1127 vil profesor de francés e inglés en plazuela de las Platerías
Alberto Lista177518487 0911 CNH Historia + Presidente JuntaD - (autor: 11 sept 1837)
-118 0319 vil odiador oculto: “el libelista o los libelistas”
Miguel Robles118 0322 Secretario de la Institución Hamiltoniana
Carlos Sandoval118 0328 vil desvelador: el director es ciego y el secretario manco
Antonio García Blanco180018908 0421 presunto “autor de un artículo que ha resfriado…”
Antonio Alcalá Galiano178918658 0703 No aceptó ser profesor del Colegio Hamiltoniano
Juan Donoso Cortés180918538 0703 No aceptó ser profesor del Colegio Hamiltoniano
Joaquín Francisco Pacheco180818658 0703 No aceptó ser profesor del Colegio Hamiltoniano
Juan Bautista Alonso180118798 0704 No aceptó ser profesor del Colegio Hamiltoniano
José María Pando178718408 0705 CNH Diplomacia política consular - ex ministro
José Eugenio de Equizabal180618748 0705 CNH Principios de legislación
León Herques118808 0705 CNH Derecho - Matemáticas elementales - diputado Cortes
Manuel Pardo y Aliaga118 0706 No le convino aceptar el destino de inspector del CNH
Fernando Fernández Moreno118 0706 CNH Inspector + Vice-censor + JuntaD Secretario perpetuo
José de Castro Orozco180818698 0707 Ratifica que Juan Bautista Alonso no aceptó ser profesor
Vicente de las Barreras y Pérez181118458 0707 Ratifica que Juan Bautista Alonso no aceptó ser profesor
José Sirvent y Bonifacio180418528 0707 Ratifica que Juan Bautista Alonso no aceptó ser profesor
Domingo Vega118 0707 Ratifica que Juan Bautista Alonso no aceptó ser profesor
Florencio Ormaechea118658 0707 Ratifica que Juan Bautista Alonso no aceptó ser profesor
José de la Revilla179618598 0707 No hemos pertenecido ni pertenecemos al hamiltoniano
Eusebio María del Valle179918678 0707 No hemos pertenecido ni pertenecemos al hamiltoniano
Carlos María Coronado181418918 0715 No hemos aceptado aquel honroso cargo
Angel Gómez de Enterría118 0715 No hemos aceptado aquel honroso cargo
José Fernández Moreno118 0805 CEH Enseñanza primaria
Andrés Ortiz de Zárate118 0805 CEH Enseñanza primaria
Joaquín de Meave118 0805 CEH Latín - Director espiritual CEH
Juan Miró118 0805 CEH Filosofía 1º + JuntaD
Juan Bautista Peyronnet181218758 0805 CEH Filosofía 2º + JuntaD
Jacinto de Salas y Quiroga181318498 0805 CEH Filosofía 3º + JuntaD - (Acad CC Eclesiásticas)
Juan Eugenio de Hartzenbusch180618808 0805 CEH Verso
Carlos Latorre118 0805 CEH Declamación
José Fernández de la Vega118 0805 CEH Filosofía aplicada a las artes + JuntaD
Manuel del Castillo118 0805 CEH Química + JuntaD
Domingo Fontán118 0805 CEH Astronomía + JuntaD diputado Observ Madrid
Pedro Delgado118 0805 CEH Astronomía vicedirector Observatorio de Madrid
Ignacio Gómez de Salazar118 0805 CEH Geografía moderna + JuntaD
Tomás Serrano Server118 0805 CEH Historia de los tratados diplomáticos
J. J. M. D.118 0805 CEH Comercio y partida doble
Francisco Pérez de Anaya118 0805 CEH Derecho natural + JuntaD
Simón Santos Lerín181118668 0805 CEH Principios de legislación + JuntaD
José Llorente118 0805 CEH Derecho romano y su historia
Joaquín de Lumbreras177718448 0805 CEH Inst canónicas + Vice-presidente Junta CEH
P… de A…118 0805 CEH Partidas y recopilación
Manuel Silvestre Rubio118 0805 CEH Práctica forenses + JuntaD
Jaime Salvá Munar179318558 0805 CEH Anatomía - exdirector colegio Medicina Pamplona
Ramón Frau Armendáriz179518618 0805 CEH Fisiología + JuntaD
Pedro Maraojes118 0805 CEH Higiene y enfermedades venéreas
Pelegrín Pagés118 0805 CEH Patología y terapéutica
Sebastián de Medina118 0805 CEH Frenología e ideología clínica
Cristóbal Barrera118 0805 CEH medicina - contador CEH
José Abrial180718918 0805 CEH Dibujo y pintura
Manuel Cerdá de Villarestau181118668 0805 CEH Taquígrafía
Pedro Herrero y Sesé118 0805 CEH Canto y Piano
Joaquín Espín y Guillén181218828 0805 CEH Música
Pedro Cruz Fernández178518488 0805 CEH Violín de la Real Capilla
Luis Arche Bermejo181518798 0805 CEH Violín de la Real Capilla
Antonio Banquer118 0805 CEH Flauta Guardias Corps SM
Mariano Ochoa y Villanueva118508 0805 CEH Guitarra maestro SM
Juan González181218 0805 CEH Baile maestro pajes SM
Francisco Zea118 0805 CEH Esgrima maestro pajes
Francisco de Ibarra118 0805 CEH pasante
Patricio Rodríguez118 0805 CEH pasante
José Nieto118 0805 CEH pasante
Modesto Lafuente Zamalloa180618668 0911 Fr. Gerundio: “Esto va bien, si dura
Pedro Arenas118 1026 CEH presbítero - lógica + JuntaD - misas

Esta tabla, reordenable pulsando el nombre de cada columna, ofrece por orden de aparición los nombres relacionados de alguna forma con la Institución y el Colegio Hamiltoniano, según las reliquias que aquí se van recopilando (en la columna nombrada “183”, ordinal de esa década, se ofrece enlace a cada documento). La excepción es el discreto “director” de este tinglado, que hacemos figurar el primero aunque mantuviese su nombre oculto casi dos años: alias “El barón de Beaulieu” no lo utiliza en público hasta el 5 de julio de 1838, y su nombre “Don Alfonso Chalumeau de Verneuil, director” no se desvela hasta el mismo 5 de agosto de 1838, día en que se inaugura el Colegio Español Hamiltoniano.

1833.0929 Regencia de María Cristina de Borbón 1840.1017

Guerra civil en España 1833-1839: la derecha primaria clerical carlista se alza en armas contra la izquierda liberal (Primera Guerra Carlista)

El papa Gregorio XVI (1831-1846) no reconoce a Isabel II: España distanciada del Vaticano hasta el Concordato de 1851.

Partido liberal moderadoPartido liberal progresista

1836

1836.0814   José María Calatrava   1837.0818

¿ «Un profesor de idioma francés, desea tener dos o tres discípulos madrugadores, a quienes enseñarles en lecciones particulares, para ocupar las horas de seis a nueve de la mañana, y alguno para por la tarde. Quien lo necesite se servirá dejar las señas de su casa en la abaniquería nueva de la carrera de San Jerónimo, frente a la calle de la Victoria.» (Diario de Madrid, lunes 29 agosto 1836, nº 515, pág. 2) ?

Calle de los Jardines, número 32, cuarto segundo

El método de la anterioridad, “no conocido en España”

Al presentarse en sociedad el discreto Alfonso Chalumeau, en agosto de 1836, como anónimo funcionario superior y catedrático que ha decidido abrir en su habitación madrileña clases particulares, incluso admitiendo en su casa hasta cinco pupilos, se presenta como el primero en España que, para enseñar francés e inglés “con arreglo a los últimos progresos que en gramática general ha hecho la Europa científica”, seguirá el método de la anterioridad, “el más importante de los descubrimientos que se han hecho en filología”, que solo está publicado en el Norte de Alemania. Cuatro meses después (26.XII.1836) desvela que conoció ese método cuando el primer cuerpo literario de Francia le encargó “un informe sobre la obra titulada Método de la anterioridad e historia de los lenguajes humanos, presentada al instituto aún manuscrita por su autor el célebre Dubois-Reymond, consejero áulico del rey de Prusia.” Se refiere al lingüista prusiano Félix-Henri du Bois-Reymond –padre del fisiólogo Emilio du Bois-Reymond (1818-1896), Ignoramus, Ignorabimus!, y del matemático Pablo du Bois-Reymond (1831-1889)–.

Félix-Henri du Bois-Reymond (1782-1865) nació en San Sulpicio, Valle de Travers, Neuchâtel, Suiza, corona de Prusia. Huérfano a los dos años, su madre se ganaba la vida haciendo encajes. Siendo aprendiz de relojero tuvo ocasión de leer con avidez el Petit dictionnaire des grands hommes (1790), Le spectacle de la nature (1764-1770) del Abate Pluche, &c. Las Confesiones de Rousseau le inducen a correr mundo, y a los 18 años marcha a Ginebra, León de Francia… acabando en 1804 en Berlín, donde, recomendado por el general von Béville, gobernador del Principado de Neuchâtel, fue profesor en Köthen de los hijos de von Jena, donde estuvo hasta 1808, aprendiendo alemán y a escribir en esa lengua. Vuelto a Berlín comienza a estudiar medicina en la Escuela Pépinière, pero le expulsan por ejercer de portavoz estudiantil. Logra entrar como profesor en la Escuela de Cadetes, y se dedica a estudiar cuestiones lingüísticas, de gramática general, mecanismos del lenguaje y transcripción fonética. Publica entonces Neue Umbildungslehre des Zeitworts (Duncker und Humblot, Berlín 1818) [≈ Nueva teoría de la transformación de los verbos]. Publica su obra más importante ya con ochenta años: Kadmus oder allgemeine Alphabetik (F. Dümmler, Berlín 1862) [≈ Cadmo o Alfabeto general]. Por lo que aquí nos afecta, es relevante señalar que en 1830, en plena Revolución de Julio, vuelve a su Neuchâtel natal tras 26 años de ausencia, cuando se iniciaban los procesos que culminaron en 1848 con la separación de ese cantón de la corona prusiana. Era ayudante civil del general Ernst von Pfuel, gobernador de Neuchâtel, y publicó entonces Considérations sur la Prospérité, la Situation politique et la Constitution de la Principauté et Canton de Neuchâtel et Valangin (Louis Fivaz, Yverdon, 1831).

estudios.

Un funcionario superior, y catedrático de la universidad de París, individuo de la sociedad filológica de Londres, y de las academias nacionales española y de historia &c. &c., autor de varias obras clásicas, hallándose detenido en esta capital por asuntos que probablemente le obligarán a residir en ella mucho tiempo, se ha resuelto a abrir en su habitación en beneficio de unos pocos jóvenes desde el primer día del próximo setiembre, las clases siguientes.

Lunes, miércoles y viernes

 1.ª A las ocho de la mañana; clase de lengua latina y griega, enseñadas y estudiadas simultánea y comparativamente.

 2.ª Mismos días, a las once; clase de lengua francesa.

 3.ª Mismos días, a la una; clase de literatura comparada, a saber: retórica, poética, declamación, filología y comparación de idiomas modernos con los antiguos.

Martes, jueves y sábados

 4.ª A las ocho de la mañana; clase de geología, de geografía y uso de los globos.

 5.ª Mismos días, a las once; clase de lengua inglesa.

 6.ª Mismos días, a la una; clase de astronomía.

De estas seis clases hay cuatro que no existen en esta corte, que sepa al menos el autor de este anuncio; y en cuanto a las otras dos, las de lengua francesa y de inglesa, se harán con arreglo a los últimos progresos que en gramática general ha hecho la Europa científica, y sobre todo con arreglo al método de la anterioridad, que es el más importante de los descubrimientos que se han hecho en filología: método no conocido en España por no haber pasado todavía los Pirineos su descubrimiento, y no estar publicado aún a no ser en el Norte de Alemania: método que destruye el sin número de dificultades y excepciones que han hecho hasta ahora la lengua francesa, la más difícil y complicada de todas. Por este método, que una feliz y honrosa casualidad ha traído al conocimiento del autor de este anuncio, harán sus discípulos, en pocos meses, lo que, sin él, requería otros tantos años.

De boca francesa e inglesa se darán las lecciones de pronunciación de una y otra lengua.

Un cuaderno de inscripción para cada clase.

Está abierto, calle de los Jardines, número 32, cuarto segundo. Los alumnos pagarán, al tiempo de inscribirse, un mes adelantado, como sigue:

Primera clase 60 rs., 2.ª y 5.ª 70 rs., tercera y 4.ª 80, y 6.ª 100 reales.

NOTA. El catedrático admitirá en su casa hasta 5 pupilos, encargándose de su completa educación; con inclusión de matemáticas, fortificación, historia, lengua italiana y portuguesa, lecciones de canto, guitarra, piano, música y composición, con arreglo al método geneufónico.

En una palabra, la educación de los jóvenes pupilos, confiados al expresado catedrático, será de todo igual a la que recibirían en París.

Se entenderá con los padres acerca del precio.

(Diario de Madrid, martes 30 agosto 1836, número 516, página 2.)

«ESTUDIOS. Un funcionario […] acerca del precio.» (Diario de Madrid, martes 6 setiembre 1836, nº 523, pág. 3.)

«ESTUDIOS. Un funcionario […] acerca del precio. OTRA. A instancia de varios caballeros se abre desde mañana una nueva clase de idioma francés a las seis de la tarde, a la que pueden pasar a inscribirse dichos señores.» (Diario de Madrid, martes 20 setiembre 1836, nº 537, pág. 2.)

El “sistema hamiltoniano” entra en escena

¿Por qué tarda un mes el discreto Alfonso Chalumeau en añadir el “sistema hamiltoniano” al “importante descubrimiento” que es el método de la anterioridad de du Bois-Reymond?

«LENGUA FRANCESA. Todos cuantos estudien o deseen saber esta lengua, están informados que, además de la clase de mañana, acaba de abrirse a las seis de la tarde, calle de Jardines, núm. 32, cuarto segundo, otra clase de dicho idioma, cuya enseñanza se hace con arreglo al método de la anterioridad; y que la combinación de este importante descubrimiento con el sistema hamiltoniano hace que los discípulos consigan en pocos meses los mismos resultados que, de otro modo, no podían obtener sino en otros tantos años. Una clase de lengua y literatura castellana para caballeros franceses e ingleses está abierta en el mismo establecimiento. Se reciben pupilos.» (Diario de Madrid, miércoles 5 octubre 1836, nº 552, pág. 3.)

«TO ENGLISHMEN. The english gentlemen residing in this capital are informed that a professional gentleman, F. of the Spanish R. S., of the London Philological Society, author of several classical Works &c. &c., has just opened in the calle de los Jardines nº 32, second floor a class of the Spanish Language and Literature, conducted conformably to the method of the anteriority, and that this most important Philological discovery combined with the teaching after the Hamiltonian System, taking away more than half the existing Rules, exceptiones, and difficulties, causes the pupils to come in a FEW MONTHS to the same results they could not otherwise obtain but by a much more prolonged Study. Gentlemen may be accommodated in the same house with Board and Lodging.» (Diario de Madrid, jueves 6 octubre 1836, nº 553, pág. 2.)

Calle de Preciados, número 1, quinta puerta de la izquierda, entrando por la puerta del Sol, cuarto tercero de la derecha

estudios.
mudanza de domicilio

Un funcionario superior, y catedrático de la universidad de París, individuo de la sociedad filológica de Londres, y de las academias nacionales española y de historia &c. &c., autor de varias obras clásicas, hallándose detenido en esta capital por asuntos que probablemente le obligarán a residir en ella mucho tiempo, se ha resuelto a abrir en su habitación en beneficio de unos pocos jóvenes, y tiene abiertas desde el primer día de setiembre las clases siguientes.

Lunes, miércoles y viernes

 1.ª A las ocho de la mañana; clase de lengua latina y griega, enseñada y estudiadas simultánea y comparativamente.

 2.ª Mismos días, a las once de la mañana y 6 de la tarde; clase de lengua francesa.

 3.ª Mismos, a la una; clase de literatura comparada, a saber: retórica, poética, declamación, filología y comparación de idiomas modernos con los antiguos.

Martes, jueves y sábados

 4.ª A las ocho de la mañana; clase de geología, de geografía y uso de los globos.

 5.ª Mismos días, a las once; clase de lengua inglesa.

 6.ª Mismos días, a la una; clase de astronomía.

De estas seis clases hay cuatro que no existen en esta corte, que sepa al menos el autor de este anuncio; y en cuanto a las otras dos, las de lengua francesa y de inglesa, se harán con arreglo a los últimos progresos que en gramática general ha hecho la Europa científica, y sobre todo con arreglo al método de la anterioridad, que es el más importante de los descubrimientos que se han hecho en filología: método no conocido en España por no haber pasado todavía los Pirineos su descubrimiento, y no estar publicado aún a no ser en el Norte de Alemania: método que destruye el sin número de dificultades y excepciones que han hecho hasta ahora la lengua francesa, la más difícil y complicada de todas. Por este método, que una feliz y honrosa casualidad ha traído al conocimiento del autor de este anuncio, harán sus discípulos, en pocos meses, lo que, sin él, requería otros tantos años.

De boca francesa e inglesa se darán las lecciones de pronunciación de una y otra lengua.

Un cuaderno de inscripción para cada clase está abierto, calle de Preciados, número 1, quinta Puerta de la izquierda, entrando por la puerta del Sol, cuarto tercero de la derecha, paraje más central y conveniente para los discípulos. Estos pagarán, al tiempo de inscribirse, un mes adelantado, como sigue:

Primera clase 60 rs., 2.ª y 5.ª 70 rs., tercera y 4.ª 80, y 6.ª 100 reales.

NOTA. El catedrático admitirá en su casa hasta 5 pupilos, encargándose de su completa educación; con inclusión de matemáticas, fortificación, historia, lengua italiana y portuguesa, lecciones de canto, guitarra, piano, música y composición, con arreglo al método geneufónico.

En una palabra, la educación de los jóvenes pupilos, confiados al expresado catedrático, será de todo igual a la que recibirían en París.

Se entenderá con los padres acerca del precio.

OTRA. A instancia de varios caballeros se abrirá el 1.º de noviembre una nueva clase de idioma francés a las seis de la tarde, a la que pueden pasar a inscribirse los que gusten poseer y hablar esta lengua en pocos meses.

(Diario de Madrid, martes 25 octubre 1836, número 575, página 2.)

«TO ENGLISHMEN. The english gentlemen residing in this capital are informed that a professional gentleman, F. of the Spanish R. S., of the London Philological Society, author of several classical Works &c. &c., has just opened in the calle de Preciados, núm. 1, the fifth door of the left, entering by the Puerta del Sol, third floor of the right a class of the Spanish Language and Literature, conducted conformably to the method of the anteriority, and that this most important Philological, discovery combined with the teaching after the Hamiltonian System, taking more than half the existing Rules, exceptiones, and difficulties, causes the pupils to come in a FEW MONTHS to the same results they could not otherwise obtain but by a much more prolonged Study. Gentlemen may be accommodated in the same house with Board and Lodging. || LENGUA FRANCESA. Todos cuantos estudien o deseen saber esta lengua, están informados que, además de la clase de la mañana, se abrirá pasado mañana (según se anunció en el Diario del 25 del corriente) a las seis de la tarde, calle de Preciados, núm. 1, quinta puerta de la izquierda, entrando por la del Sol, cuarto tercero de la derecha, otra clase de dicho idioma, cuya enseñanza se hace con arreglo al método de la anterioridad; y que la combinación de este importante descubrimiento con el sistema hamiltoniano hace que los discípulos consigan en pocos meses los mismos resultados que, de otro modo no podían obtener sino en otros tantos años. Una clase de lengua inglesa, según los mismos principios, y otra de lengua y literatura castellana para caballeros franceses e ingleses están abiertas en el mismo establecimiento. Se reciben pupilos.» (Diario de Madrid, sábado 29 octubre 1836, nº 579, págs. 2-3.)

«AVISO INTERESANTÍSIMO. EDUCACIÓN. En la calle de Preciados, núm. 1, quinta puerta entrando por la del Sol, cuarto tercero de la derecha, jóvenes caballeros (en poco número) pueden ser alojados, mantenidos con una comida más que regular, por no decir de lujo, instruidos en las lenguas así antiguas como modernas, en las ciencias exactas, en TODOS LOS RAMOS DEL SABER HUMANO y educados con los incesantes desvelos da un padre ilustrado para sus hijos, TODO por la sumamente módica retribución de cuatro pesetas diarias!!! Otro establecimiento que ofrezca iguales ventajas, a saber: las de una completa educación de París o Londres sin salir de España, no existe en toda la extensión de la península. El director, que tiene la rara circunstancia de ser a un mismo tiempo español y extranjero, enterará a los padres de todos los pormenores que aquí no se expresan. Se reciben medios pupilos y externos.» (Diario de Madrid, lunes 31 octubre 1836, nº 581, págs. 1-2.)

«AVISO INTERESANTÍSIMO. EDUCACIÓN. En la calle de Preciados, núm. 1, quinta puerta entrando por la del Sol, cuarto tercero de la derecha, jóvenes caballeros (en poco número) pueden ser alojados, mantenidos con una comida más que regular, por no decir de lujo, instruidos en las lenguas así antiguas como modernas, en las ciencias exactas, en TODOS LOS RAMOS DEL SABER HUMANO y educados con los incesantes desvelos de un padre ilustrado para sus hijos, TODO por la sumamente módica retribución de cuatro pesetas diarias!!! Otro establecimiento que ofrezca iguales ventajas, a saber: las de una completa educación de París o Londres sin salir de España, no existe en toda la extensión de la península. El director, que tiene la rara circunstancia de ser a un mismo tiempo español y extranjero, enterará a los padres de todos los pormenores que aquí no se expresan. Se reciben medios pupilos y externos. || A los padres, a las directoras y directores de casas de educación de ambos sexos y al público en general. GRAN NOVEDAD. DOS POR UNO o CUATRO POR DOS!!! El catedrático de la universidad de París, individuo de la sociedad filológica de Londres y de las academias nacionales Española y de la Historia, que ha anunciado varias veces la reciente apertura de su establecimiento de instrucción pública, calle de Preciados, núm. 1, 5.ª puerta, entrando por la del Sol, cuarto tercero de la derecha, avisa hoy que, atendiendo a que, en la lengua inglesa, hay al menos 14.000 palabras del todo francesas con poquísimas o ninguna alteración, se aprenden los dos idiomas, por medio de su simultáneo estudio etimológico y comparativo, en mucho menos tiempo y sin más trabajo que los hasta ahora necesarios para aprender solo uno de ellos. El profesor, combinando en sus largas lecciones el admirable y recién descubierto método de la anterioridad (que sólo él en España posee) con el célebre sistema Hamiltoniano, se compromete a que, en 6 meses, sus discípulos traduzcan y hablen el francés y el inglés mejor que un sin número de naturales de Francia y de Inglaterra, aún de entre las clases educadas. En prueba del cumplimiento de esta su promesa, examínense sus actuales discípulos de francés e inglés que en SEIS SEMANAS de simultáneo estudio, es decir, después de 18 lecciones, saben más en una y otra lengua que los más de los otros alumnos en una u otra después de UN AÑO o más de su enseñanza sin los expresados métodos. La retribución mensual se satisface adelantada; y es tan sumamente módica, que no asciende por las lecciones de todo el mes a lo que se paga en Inglaterra por solo una. Todo lo susodicho del francés y del inglés es aplicable y se aplica a las dos lenguas griega y latina en el indicado establecimiento. En el mismo acaban de abrirse clases de Geología (con inclusión de geografía y uso de los globos), de astronomía, de alta literatura (que comprende retórica, poética, declamación, filología y comparación de idiomas entre sí) de filosofía (ni Lugdunense ni Ballinotesca) de matemáticas, de música y de contrapunto por el método geneufónico. Nuevos cursos de lengua francesa e inglesa empezarán el 11 del corriente, por mañana y tarde.» (Diario de Madrid, jueves 10 noviembre 1836, nº 591, págs. 2-3.)

«ESTUDIOS. Un funcionario superior, y catedrático de la universidad de París, individuo de la sociedad filológica de Londres, y de las academias nacionales española y de historia &c. &c., autor de varias obras clásicas, hallándose detenido en esta capital por asuntos que probablemente le obligarán a residir en ella mucho tiempo, se ha resuelto a abrir y tiene abierta en su habitación en beneficio de unos pocos jóvenes, las clases siguientes. Lunes, miércoles y viernes. A las ocho de la mañana; clase de lengua latina y griega, enseñadas y estudiadas simultánea y comparativamente. Los mismos días, a las diez y media de la mañana y cinco y media de la tarde; clase de lengua francesa. Los mismos días, a la una; clase de literatura comparada, a saber: retórica, poética, declamación, filología y comparación de idiomas modernos con los antiguos. Memes jours a 2½ cours de langue et de litterature espagnoles pour le francais. || Martes, jueves y sábados.: A las ocho de la mañana; clase de geología, de geografía y uso de los globos. Los mismos días, a las diez y media de la mañana y cinco y media de la tarde; clase de lengua inglesa. Los mismos días, a la una; clase de astronomía. The same days at 2½ o'clock: class of the spanish languague and literature, for english gentlemen (1. See in the Diario of the 29 of october past, the advertisement: to english gentlemen.) Todos los días por mañana y tarde: clase de enseñanza simultánea de las dos lenguas francesa e inglesa (en seis meses) (2. Véase en el Diario del 10 del corriente el anuncio titulado GRAN NOVEDAD.) De estas clases hay cinco que no existen en esta corte, que sepa al menos el autor de este anuncio; y en cuanto a las de lengua francesa e inglesa, se harán con arreglo a los últimos progresos que en gramática general ha hecho la Europa científica, y sobre todo con arreglo al método de la anterioridad, que es el más importante de los descubrimientos que se han hecho en filología: método no conocido en España por no haber pasado todavía los Pirineos su descubrimiento, y no estar publicado aún a no ser en el Norte de Alemania: método que destruye el sin número de dificultades y excepciones que han hecho hasta ahora la lengua francesa la más difícil y complicada de todas. Por este método, que una feliz y honrosa casualidad ha traído al conocimiento del autor de este anuncio, harán sus discípulos, en pocos meses, lo que, sin él, requería otros tantos años. De boca francesa e inglesa se darán las lecciones de pronunciación de una y otra lengua. Un cuaderno de inscripción para cada clase está abierto, calle de Preciados, número 1, quinta puerta de la izquierda, entrando por la de Sol, cuarto tercero de la derecha. Los alumnos pagarán, al tiempo de inscribirse, un mes adelantado, siendo el estipendio mensual de 80 rs. para cada clase; y haciendo una rebaja de una octava parte en favor de los que sigan a un tiempo dos o más clases. El catedrático admitirá en su casa hasta 5 pupilos, encargándose de su completa educación; con inclusión de matemáticas, fortificación, filosofía, historia, lengua italiana y portuguesa, lecciones de canto, guitarra, piano, música y composición, con arreglo al método geneufónico. En una palabra, los pocos caballeros confiados al expresado catedrático, será alojados, mantenidos con una comida más regular, por no decir de lujo, instruidos en las lenguas así antiguas como modernas, en las ciencias exactas, en TODOS LOS RAMOS DEL SABER HUMANO, y educados con los incesantes desvelos de un padre ilustrado para sus hijos; todo por la sumamente módica retribución de cuatro pesetas diarias!!! Otro establecimiento que ofrezca iguales ventajas, a saber: las de una completa educación de París o Londres sin salir de España, no existe en toda la extensión de la península. El director, que tiene la rara circunstancia de ser a un mismo tiempo español y extranjero, enterará a los padres de todos los pormenores que aquí no se expresan. Se reciben medios pupilos y externos.» (Diario de Madrid, lunes 14 noviembre 1836, nº 595, pág. 2.)

«Comunicado. Sr. editor del Mundo. A uno de los señores redactores de la Revista Nacional, que sin duda no podía de ningún otro modo encontrar ocho renglones para llenar un hueco, en el número de su periódico del 11 del corriente, se le ocurre decir que el Diario de avisos de esta capital, que muchos habían creído redactado en castellano, aparece en su número del 10 del actual en una especie de lengua que ni el mismo autor de uno de sus anuncios, individuo de la sociedad filológica de Londres, comprende; y cita en apoyo de su aserción las palabras simultáneo , estudio etimológico y comparativo, sistema Hamiltoniano y método geneufónico. Parece que muy pocos estudios habrá hecho simultánea, etimonológica, comparativa o siquiera aisladamente el amargo Zoilo Revistero, ya que no entiende que dos o más idiomas pueden estudiarse simultánea, etimológica y comparativamente. Poquísimo entenderá de etimologías, ya que no conoce que Hamiltoniano y Geneufónico son dos adjetivos técnicos, derivados de los sustantivos Hamilton y Geneufonía. ¿Y cómo quiere que estos adjetivos sean radicalmente castellano, derivándose aquel de un apellido inglés y este de tres palabras griegas, verbo, adverbio y sustantivo? Poco sabrá acerca del sistema Hamiltoniano si no sabe quién fue el célebre doctor Hamilton; y sin embargo el método de enseñanza por él descubierto está extendido y adoptado en toda la Europa culta. Poco sabrá también de Geneufonía el Sr. redactor, y sin embargo la Geneufonía es una obra publicada hace seis años en esta capital; obra la más notable de cuantas se han compuesto por los hombres acerca de la ciencia de que trata; obra en que su autor, el Excelentísimo Señor general Virués y Espínola, descubre y revela el secreto de la naturaleza en cuanto produce, constituye y arregla la armonía; obra adoptada para la enseñanza del contrapunto en el Conservatorio real de María Cristina; obra, finalmente, que hizo la admiración en París de Berton, Cherubini, Lenceur, Boieldieu, Auber, Halcoy, Zimmermand, Pacini; en Londres, de Latour, Burby, Roschia, Cramet; y en Madrid, de Federicci, Carnicer, Mercadante, Rossini!!! Ser puede, es verdad, que no conozca estos nombres el Sr. crítico, mas que el del doctor Hamilton; pero al menos no debería extrañar que de Hamilton se haga hamiltoniano, y de Geneujonía geneufoniano, lo mismo que de Newton, newtoniano, de Toledo, toledano, de Copernia, coperniano, de Geografía, geográfico, y de Filosofía, filosófico. ¿En qué, pues, no está escrito el anuncio inculpado en puro, correcto y castizo castellano? ¿Y cómo se atreve el crítico redactor de la Revista a decir que su mismo autor no lo comprende? ¿Es acaso porque no lo comprende él? ¿Y por qué se atreve a medir con la misma vara la sagacidad del autor del anuncio y su propia ignorancia? Sepa otra vez antes de atacar, a quién ataca; y sepa, pues, que el autor del anuncio criticado, no solamente es individuo de la sociedad filológica de Londres, sino que lo es también quince años ha, de las academias nacionales, española y de la historia; títulos que no ha debido al favor, sino a sus muchas obras, una de las cuales es una gramática de la lengua castellana, en dos tomos en 8.º mayor, que contendrán algunas cosillas que acaso no sepa el Zoilo de la Revista; títulos que no habrá merecido todavía este severo purista; ya que aún no los tiene, sepa que el autor del anuncio del Diario, ha publicado en Londres y en Madrid, diez tomos españoles que han tenido en España más suscritores y compradores de los que han reunido nunca el Nacional, la Revista Nacional, y aun la Revista Mensajero en el tiempo de su mayor auge. Y sepa, en fin, el sabio crítico, redactor de la Revista Nacional, que el autor del anuncio escrito en una especie de lengua que ni él mismo comprende (y en el cual dá sus señas), se compromete en encontrar una docena de faltas gramaticales y garrafales en cada una de las columnas de la Revista Nacional, desde su fundación, exceptos sin embargo los números cuyas pruebas él corrigió, en que no quedaron más que aquellas que no quisieron enmendar los cajistas. ¡Aun en la misma crítica de ocho renglones, que estos refutan, el crítico ha dejado escaparse de su pluma un solecismo y otras faltas! Si: una docenita de ellas se encontrará en las columnas en que no se halle un medio ciento; y estas faltas, si el señor crítico redactor las conoce, ¿por qué no las quita?» (El Mundo, diario del pueblo, Madrid, jueves 17 de noviembre de 1836, número 170, páginas 1-2.)

«FRANCÉS E INGLÉS. Sin preámbulos ni vaticinios continua la suscripción en el cuarto principal del núm. 2, manz. 171, plazuela de las Platerías, portal contiguo a la confitería, bajo el método consabido del profesor Millán. Three by one, and trente par deux. La práctica y la convicción personal, garantes de fijos resultados, han demostrado siempre entre profesores de buena fe que la adquisición de dos idiomas a la fois es una confusión simultánea que, destruyendo la razón, confunde las ideas y se opone al concepto particular en cualquier de ellos. Bajo este supuesto, y pronto siempre a demostrar las ventajas de su instituto, a voluntad de los interesados en número regular, por medio de exámenes, premios y certificaciones como es de suponer, se ofrece de nuevo en obsequio de los que gusten favorecerle, sacrificando su poca salud en comprobación de la certeza de su deber, confiado más el encono contra sus carteles que en la simple combinación de sus propias tareas. Las horas y estipendio adelantado al mes son las siguientes: A las ocho para el inglés 60 rs.; a las once para la primera clase de francés 40, y al anochecer para la segunda 50.» (Diario de Madrid, domingo 27 noviembre 1836, nº 608, pág. 2.)

La “Institución Hamiltoniana” entra en escena

«anuncio. INSTITUCIÓN AMILTONIANA. A los padres de familia. El director de esta institución, sita calle de Preciados, núm. 1, cuarto tercero de la derecha, avisa a los padres de familia que el departamento de instrucción primaria, o sea de primeras letras, se abrirá en dicho establecimiento el día 1.º del próximo diciembre. Los niños, además de aprender a leer y escribir aprenderán, sin saber uno ni otro y sin trabajo ni esfuerzo alguno de su parte, los primeros rudimentos de la gramática general, de la castellana y de la latina, y los primeros elementos de aritmética, de geografía y de la historia nacional. Se adornará su memoria, con trozos escogidos sin que los estudien ni tengan nada que hacer para saberlos más que jugar con su maestro. La necesidad de formar a dos profesores para hacerlos capaces de regentar esta enseñanza por medio del método amiltoniano, con el cual todo el trabajo es de parte del maestro y ninguno de la del discípulo, ha sido la causa de diferirse hasta ahora la apertura del departamento consagrado en la Institución Amiltoniana a los niños de primera edad. Se pagará al tiempo de inscribirse la mensualidad adelantada de 40 rs. vn. Los niños en este departamento no necesitan libro alguno, ni siquiera un catón. El director recibirá desde las ocho de la mañana hasta las nueve de la noche a los padres que vengan a inscribir a sus hijos. Cátedras para casi todos los ramos del saber humano están abiertas en la Institución Amiltoniana en que se reciben pupilos, medio-pupilos y externos.» || «INSTITUCIÓN AMILTONIANA. A los padres, a los directores y directoras de casas de educación de ambos sexos, y al público en general. GRAN NOVEDAD. DOS POR UNO o CUATRO POR DOS!!! El catedrático de la universidad de París, individuo de la sociedad filológica de Londres y de las academias nacionales Española y de la Historia, que ha anunciado varias veces la reciente apertura de su establecimiento de instrucción pública, calle de Preciados, núm. 1, 5.ª puerta, entrando por la del Sol, cuarto tercero de la derecha, avisa hoy que, atendiendo a que en la lengua inglesa hay al menos 14.000 palabras del todo francesas con poquísima o ninguna alteración, se aprenden los dos idiomas, por medio de su simultáneo estudio etimológico y comparativo, en mucho menos tiempo y sin más trabajo que los hasta ahora necesarios para aprender solo uno de ellos. El profesor, combinando en sus largas lecciones el admirable y recién descubierto método de la anterioridad (que sólo él en España posee) con el célebre sistema Hamiltoniano, se compromete a que, en 6 meses, sus discípulos traduzcan y hablen el francés y el inglés mejor que un sin número de naturales de Francia y de Inglaterra, aún de entre las clases educadas. En prueba del cumplimiento de esta su promesa, examínense sus actuales discípulos de francés e inglés que en SEIS SEMANAS de simultáneo estudio, es decir, después de 18 lecciones, saben más en una y otra lengua que los más de los otros alumnos en una u otra después de UN AÑO o más de su enseñanza sin los expresados métodos. La retribución mensual se satisface adelantada; y es tan sumamente módica (70 rs. por cada lengua) que no asciende por las lecciones de todo el mes a lo que se paga en Inglaterra por solo una. Todo lo susodicho del francés y del inglés es aplicable y se aplica a las dos lenguas griega y latina en el indicado establecimiento. En el mismo acaban de abrirse clases de Geología (con inclusión de geografía y uso de los globos), de astronomía, de alta literatura (que comprende retórica, poética, declamación, filología y comparación de idiomas entre sí) de filosofía (ni Lugdunense, ni Guevariana ni Ballinotesca), de matemáticas, de música y de contrapunto por el método geneufónico. Nuevos cursos de lengua francesa e inglesa empezarán el día 1.º de diciembre próximo, por mañana y tarde. Hay una clase particular para señoritas.» (Diario de Madrid, lunes 28 noviembre 1836, nº 609, páginas 1 y 2.)

→ “CONTESTACIÓN” [a un profesor de la competencia] (Diario de Madrid, jueves 8 de diciembre 1836, nº 619, páginas 2-3.)

Calle de San Miguel, número 11, cuarto segundo

«INSTITUCIÓN AMILTONIANA. Mudanza de domicilio. El número diariamente creciente de los discípulos de la institución amiltoniana conque le ha favorecido en la calle de Preciados, ha precisado al director de ella a que buscase un local espacioso en que pudiesen caber y regentarse al mismo tiempo, en diferentes salas las varias cátedras de los tres departamentos o secciones de que consta el referido establecimiento. No habiendo podido por ahora encontrar en la puerta del Sol o calles inmediatas adyacentes el deseado local, se traslada hoy la institución amiltoniana a la calle de san Miguel, núm. 11, cuarto segundo; sitio que, aunque no tan céntrico como la puerta del Sol o la calle de la Montera, dista poquísimo de ambos puntos, y en donde espera continúe el ilustrado público de la corte dispensándole la misma benevolencia y distinción. Las tres secciones de la expresada institución son las siguientes: 1.ª sección.– Primeras letras, gramática, elementos. En esta sección los niños, además de aprender a leer sin libros, y solo jugando con el maestro, aprenden del mismo modo los elementos de la gramática general, de la castellana y de la latina, los de geografía, de aritmética y de la historia de España; adornándose su memoria con trozos escogidos, antes que sepan leer y sin que tengan que estudiarlos. 2.ª sección.– Lenguas, filología, literatura. En esta sección se enseñan, separada o simultáneamente, el griego, el latín, el francés, el inglés, el italiano y el portugués. Hay en él cátedras de literatura comparada, de retórica, de filología y declamación. 3.ª sección.– Ciencias morales y ciencias exactas. Esta sección consta de las clases de geología y geografía, de filosofía, de matemáticas y astronomía. Los progresos asombrosos que en la segunda sección han hecho y están haciendo los discípulos de la institución amiltoniana; el estado de instrucción en que se hallan después de un mes del estudio simultáneo de la lengua francesa y de la inglesa alumnos con quienes no pueden competir muchísimos que por más de un año han dado lección en otra parte de uno y otro idioma .son garantes irrecusables de los resultados prodigiosos que se consiguen en la institución amiltoniana. En la primera sección se paga la mensualidad adelantada de 40 rs.: en las otras dos la de 80, rebajándose una octava parte a favor de los que sigan a un tiempo dos o más clases. Se reciben pupilos, medios pupilos y externos.» (Diario de Madrid, sábado 10 diciembre 1836, nº 621, páginas 2 y 3.)

«VARIEDADES. Comunicado. (Cada palo aguante su vela.) Sr. editor: He leído en el número 619 de su apreciable periódico un artículo del director de la Institución amiltoniana en contestación a otro del profesor Millán. Para evitar dudas, bueno es que se sepa que dicha contestación se dirige a Don Antonio Millán y no a S. S. Q. S. M. B., J. Agustín Millán.» (Diario de Madrid, lunes 12 diciembre 1836, nº 623, página 2.)

«INSTITUCIÓN AMILTONIANA. Mudanza de domicilio. El número diariamente creciente de los discípulos de la institución amiltoniana ha precisado al director de ella a que buscase un local espacioso en que pudiesen caber y regentarse al mismo tiempo, en diferentes salas, las varias cátedras de los tres departamentos o secciones de que consta el referido establecimiento. No habiéndose podido por ahora encontrar en la puerta del Sol o calles adyacentes el deseado local, se traslada la institución amiltoniana a la calle de San Miguel, núm. 11, cuarto segundo; sitio que aunque no tan céntrico como la puerta del Sol o la calle de la Montera, dista poquísimo de ambos puntos, y en donde el expresado director espera continúe el ilustrado público de la corte dispensándole la misma benevolencia y distinción con que le ha favorecido en la calle de Preciados. (Véase el fin de este anuncio en el Diario del sábado 10 del corriente.)» (Diario de Madrid, martes 13 diciembre 1836, nº 624, páginas 2.)

Es interesante llamar la atención sobre el hecho de que fuera el periódico liberal progresista Eco del Comercio, capitaneado por Fermín Caballero, quien publicase un primer artículo apologético sobre la Institución Hamiltoniana, supondremos que de pago, cuando tal rótulo no llevaba ni un mes siendo utilizado (aparte, por supuesto, los avisos más convencionales insertados habitualmente en Diario de Madrid).

Institución Hamiltoniana.

No podemos diferir por más tiempo de llamar la atención de nuestros lectores sobre el curiosísimo establecimiento que, bajo de esta denominación ha principiado hace tres meses en esta capital, y se halla actualmente abierto en la calle de san Miguel, número 11 cuarto segundo. Tenemos entendido que el director y principal catedrático de esta institución es un caballero medio extranjero y medio español que, habiendo seguido en Francia la carrera de la instrucción pública, llegó en ella a los primeros empleos, habiendo sido inspector de los estudios en la universidad del mismo París. Hijo de española y educado por el célebre ayo de Fernando VII, Escóiquiz, parece que llegó a ser entusiasta apasionado de la España y de los españoles que no conocía sino en los libros: y dirigiendo sus estudios hacía la filosofía, no tardó en conocer que todas las gramáticas estaban muy lejos de representar el estado de la lengua castellana. No tenía veinte y cinco años cuando publicó una traducción francesa de la gramática de la academia española, atestándola de notas en que desplegó una vasta erudición, añadiéndole un tratado de más extensión que la obra de la misma academia, en que elevo la gramática de la lengua castellana al nivel de los actuales conocimientos europeos; y estableciendo además en este tratado cuya traducción al español es aún una necesidad para nuestro país, un sin número de reglas, que aunque vigentes en las obras de nuestros clásicos, no habían sido nunca sentadas por ninguno de los gramáticos españoles.

Esta voluminosa obra fue la primera publicación del director de la Institución Hamiltoniana y el fundamento de su reputación literaria. El Instituto de Francia declaró que su autor se había colocado entre los gramáticos modernos de primer rango, según consta del Diario de los Sabios de febrero de 1821, y la academia española aprobando las más de sus innovaciones, en un informe sumamente honroso para él, y dirigido por ella al Instituto de Francia, no titubeó en admitirle en su seno con unanimidad de votos. Pasó poco después a España en virtud de una comisión científica, cuyo objeto era indagar los orígenes del antiguo romance que se hablaba en casi toda la Europa desde mediados del siglo VII hasta fines del X. La academia de la historia le nombró también individuo suyo en 1824, en consecuencia de una obra de cronología que compuso para el estudio de la historia en las universidades de España, cuya obra fue examinada de orden de este ilustre cuerpo por una comisión sacada de su seno. Deseoso entonces el agraciado de gozar de sus honores académicos, se estableció en Madrid con su familia y se entregó con tanto ardor a las tareas de su comisión que a la vuelta de pocos años no había en las lenguas de la Europa latina ni siquiera una palabra de que no conociese la etimología, las analogías y las trasformaciones sucesivas. Encargado posteriormente por el primer cuerpo literario de Francia de hacer un informe sobre la obra titulada Método de la anterioridad e historia de los lenguajes humanos, presentada al instituto aún manuscrita por su autor el célebre Dubois-Reymond, consejero áulico del rey de Prusia , y presidente de la academia de las ciencias de Berlín; debió a esta circunstancia el poder hacer la aplicación de este importante descubrimiento filológico a los demás idiomas de la Europa latina y a la lengua inglesa, así como el descubridor le había aplicado al alemán y al francés. El director de la Institución Hamiltoniana pudo, durante su larga residencia en Inglaterra, enterarse a fondo del sistema de enseñanza inventado por el doctor Hamilton, adoptado en todos los países del dominio británico, y reproducido con tan ruidosa y universal aprobación en Francia, en Bélgica y en Alemania por el profesor Jacotot.

Ha podido en las mismas universidades de Oxford-Cambridge y de Londres imbuirse de las explicaciones fundamentales y variadas de los tipos y observar las omnímodas referencias a los mismos. A la combinación de este método con el sistema de la anterioridad se deben los resultados asombrosos que se ven diariamente conseguidos en la Institución Hamiltoniana: unidos aquellos con la investigación etimológica que los discípulos del referido establecimiento hacen comparativamente, guiados por su director, producen casi milagros. Se nos asegura que cuando este profesor da su primera lección a un discípulo que no sepa ni una palabra que no sea española, le pone alternativamente en la mano un autor francés y otro inglés, y le pregunta si los entiende: el discípulo a su vez le pregunta también a qué vendría si los entendiera. El profesor dándole entonces una explicación acerca de cada palabra, convence a su discípulo, que conoce y entiende ochenta palabras de cada ciento así en francés como en inglés. En efecto, cuatro de las cinco partes de las palabras francesas y de las inglesas son castellanas con un ligero o ningún disfraz; y dar a un español la llave de este disfraz, es ponerle en posesión, casi de repente, de un inmenso caudal de voces en estos idiomas extranjeros; y si de cada cien palabras entiendo cuatro, estas cuatro le hacen adivinar muy pronto la significación de la quinta. Pero la llave o las llaves de este disfraz no las puede dar sino un filólogo profundamente versado en el romance de cada lengua y en las sucesivas de cada metamorfosis al través de las cuales haya venido desde su formación a parar en su actual estado: y creemos que el director de la Institución Hamiltoniana es uno de los pocos hombres que sean capaces, en España, de la enseñanza sometida a estos principios y sentada sobre tan anchas bases.

Por medio del largo estudio de los sonidos que hay en la lengua española similares a los de las lenguas extranjeras, comunica a sus discípulos la pronunciación de estas con más rapidez y perfección de las que podría proporcionarles su sucesiva residencia en París, en Londres, en Roma y en Lisboa; y todas estas ventajas se aplican en su establecimiento a la lengua griega y a la latina, que se adquieren simultanea y completamente con su enseñanza, en menos de un año. Concurren todas las noches en la Institución Hamiltoniana personas de categoría, como lo son diputados a cortes, médicos, abogados, negociantes, oficiales superiores que no se desdeñan de ir a pasar diariamente dos o tres horas oyendo las lecciones del sabio catedrático. Cuatro o cinco de estos caballeros, de los cuales conocemos personalmente a algunos, empezaron el estudio simultáneo del francés y del inglés, los unos a mediados de octubre y los otros en 11 de noviembre último; y en el día entienden y pronuncian con perfección casi todo lo escrito en uno y otro idioma y aun su poesía: entienden cuanto se habla y en gran parte pueden contestar. Han adquirido al mismo tiempo conocimientos poco comunes en gramática general; y atónitos ellos mismos, pueden apenas concebir cómo han llegado a adquirir, en tan poco tiempo; los resultados que han realmente conseguido.

Hay además abiertas en la Institución Hamiltoniana, cátedras de geología, y geografía, de astronomía, matemáticas, filosofía, alta literatura comparada y declamación. Respecto de esta última arte, el director de dicha institución, de cuya memoria se nos ha hablado como de un prodigio, es autor de una tragedia francesa recibida en el primer teatro francés; y ha sido discípulo de Talmá, de Lafont, de la Duschesnois, habiendo posteriormente tenido en Londres mucho roce con Fawcett, Fanuy-Kem, Lees, Arnoult, Wood, Glonop y Richardson.

Convencidos, como lo estamos, de las grandes ventajas que ofrecen los tres métodos recién descubiertos y las demás innovaciones que se siguen en este nuevo establecimiento, él único además en que se puedan adquirir brevemente aquellas expresiones y aquel tono de la alta sociedad, la sola a que en Francia, en Inglaterra y en España haya pertenecido su director así por su esclarecido nacimiento, como por sus empleos y otras distinciones sociales, aconsejamos a todos los que deseen aprender con prontitud y perfección los idiomas extranjeros, y aun a los que teniendo de ellos algunos principios, quieran completar su instrucción, a que sigan las provechosas lecciones de la Institución Hamiltoniana.

Uno que ha presenciado la enseñanza.

(Eco del Comercio, Madrid, lunes 26 de diciembre de 1836, número 971, páginas 3-4.)

1837

«Institución Hamiltoniana. En este método de enseñanza el profesor prueba a cada nuevo discípulo que casi sabe lo que viene a aprender y le da una llave, por medio de la cual, lo que casi sabe, llega a saberlo enteramente con ligerísimo trabajo. En sus tres o cuatro primeras lecciones enseña a sus alumnos de 15 a 20 mil palabras así inglesas, como francesas, las que les hace encontrar por sí mismos en su propio idioma nativo. Por medio de la investigación etimológica y comparativa en las tres lenguas francesa , inglesa y castellana, la aplicación del sistema de la anterioridad a las mismas, destruye un sinnúmero de sus reglas, excepciones y dificultades, y el método hamiltoniano hace que de lo que queda por aprender se consiga en tres meses o menos lo que sin él no se puede conseguir en 20 o más. Los mismos principios se aplican simultáneamente con los mismos resultados a la lengua latina y a la griega. La institución hamiltoniana se halla establecida en la calle de San Miguel, nº 11.» (El Castellano, Madrid, miércoles 4 de enero de 1837, nº 130, pág. 4.)

«Institución Hamiltoniana. El Eco del Comercio ha publicado en su número del 26 del mes próximo pasado un largo artículo acerca de esta institución, y de los honrosos antecedentes literarios de su director. El sujeto infrascrito tuvo también la curiosidad, y pudo proporcionarse el gusto de asistir a una de sus lecciones, que fue una de la enseñanza simultanea de la lengua francesa y de la inglesa: este se hace un deber de declarar al público que quedó sumamente atónito de cuanto oyó. El sabio profesor prueba a cada nuevo discípulo que casi sabe lo que viene a aprender, y le da una llave, por medio de la cual, lo que casi sabe llega a saberlo enteramente con ligerísimo trabajo. En sus tres o cuatro primeras lecciones enseña a sus alumnos de quince a veinte mil palabras, así inglesas como francesas, las que les hace encontrar por sí mismos en su propio idioma nativo. Con tan inmenso caudal de voces, adquirido casi de repente, ¿cómo es de extrañar que hagan los discípulos de la institución hamiltoniana los progresos sorprendentes que pueden apenas creer ellos mismos? Mientras se consigue este asombroso resultado por medio de la investigación etimológica y comparativa en las tres lenguas, francesa, inglesa y castellana, la aplicación del sistema de la anterioridad a las mismas, destruye un sin número de sus reglas, excepciones y dificultades, y el método hamiltoniano hace que de lo que queda por aprender se consiga en tres meses o menos lo que sin él no se puede conseguir en veinte o más. La reunión, pues, de estos tres métodos hace que los discípulos de la institución hamiltoniana adelanten en poquísimo tiempo un terreno inmenso, al cabo del cual se hallan, sin saber cómo le han andado. El modo adoptado por el director de la institución hamiltoniana para comunicar a los españoles la verdadera y legítima pronunciación de los idiomas extranjeros produce efectos casi increíbles; y así el número de los discípulos de la institución hamiltoniana crece diariamente: acuden a ella cada día nuevas personas de distinción y categoría, y no dudamos que extendiéndose la fama de este precioso establecimiento le lleguen discípulos de todas las provincias de nuestra península. Los mismos principios se aplican simultáneamente con los mismos resultados a la lengua latina y a la griega. Este establecimiento, ahora sito calle de san Miguel, núm. 11, se trasladará el lunes próximo a la calle de la Montera, núm. 10, cuarto principal, cerca de la puerta del Sol.» (Diario de Madrid, Madrid, viernes 6 de enero de 1837, nº 648, pág. 2.)

Institución Hamiltoniana.

El sistema de enseñanza, inventado para el estudio de las lenguas por el doctor inglés Hamilton, ahorra mucho tiempo y trabajo: porque consiste en aprovecharse de los conocimientos que sin saberlo tiene ya el alumno en el idioma que va a aprender.

Supongamos, por ejemplo, que a un discípulo que solo sabe la lengua española se le lea la primera égloga de Virgilio. No será difícil a un maestro hábil hacerle comprender que del gran número de voces que forman aquella composición, la mayor parte es conocida de él por la comunidad que tienen entre sí los idiomas latino y castellano. Tampoco le será difícil deducir por el sentido el valor de las palabras que el alumno no conoce todavía: trabajo que puede abreviarse por medio de una versión interlineal. La etimología de las voces, sus inflexiones para la declinación y conjugación, su analogía y las reglas de la sintaxis se aprenderán por la voz viva y por la práctica.

Cuando el alumno ha aprendido de memoria un trozo considerable, escrito en lengua latina, y sabe traducirlo al español, es claro que hallará muchas menos dificultades en otro trozo de la misma lengua. Repetido este trabajo varias veces, se hallará en breve tiempo capaz de traducir cualquier libro del mismo idioma.

Este mismo sistema de enseñanza puede aplicarse a las demás lenguas, señaladamente a las que tengan analogía con los idiomas ya aprendidos.

El método de Hamilton está indicado por la naturaleza. ¿De dónde procede, si no, la facilidad con que un español, principalmente si conoce la lengua latina, aprende el italiano y el portugués? Del gran número de voces que hay en estos idiomas, comunes al lenguaje castellano. Conocemos a muchos literatos que no se acuerdan cuándo ni cómo aprendieron aquellas dos lenguas. El autor de este artículo, cuando empezó a estudiar el latín en las aulas, guiado por motivos que no es del caso referir, tomó por tipo de su estudio las églogas de Virgilio: y en un año adquirió el conocimiento de este idioma de que era capaz su corta edad, cuando sus compañeros de clase tardaron tres años, y aún más, para llegar al mismo resultado.

Es excusado decir que por este método pueden estudiarse simultáneamente varios idiomas, comparándolos entre sí, y notando sus analogías y diferencias: lo que es de la mayor importancia, no solo para la filología, sino también para la historia, que a falta de otros datos, deduce de las correspondencias de las lenguas los orígenes de los pueblos que las hablan.

La primera institución Hamiltoniana en España, que ha llegado a nuestra noticia, es la que se ha abierto en Madrid en la calle de San Miguel, número 11, cuarto segundo. En ella además se enseñan geología, matemáticas, astronomía, geografía, filosofía, literatura comparada y declamación. Ya han sido testigos muchas personas instruidas de los adelantos prodigiosos de esta excelente y para nosotros nueva y curiosa institución, que es de desear que se arraigue en España.

(Gaceta de Madrid, sábado 7 de enero de 1837, número 764, páginas 2-3.)

Calle de la Montera, número 10, cuarto principal

«Institución Hamiltoniana. Mudanza de domicilio. Esta Institución establecida con arreglo a tres bases o descubrimientos nuevos que cambian enteramente el antiguo método de enseñanza, tiene por objeto no solo la rápida, fácil, completa y simultánea adquisición de las lenguas extranjeras, así antiguas como modernas, sino aun el estudio de las principales ciencias, como son matemáticas, geología, astronomía, filología, alta literatura comparada y declamación. Este establecimiento, nuevo en España, que se ha anunciado con toda clase de pormenores en el Eco del Comercio de 26 de diciembre, en la Gaceta de Madrid del 7 del corriente, en el Castellano del 4 del mismo, y en los Diarios de 10, 14 y 28 de noviembre, 8, 10 y 13 de diciembre y 6 de enero, en artículos titulados Estudios, Educación, Gran novedad, Contestación, e Institución Hamiltoniana, acaba de trasladarse a la calle de la MONTERA, núm. 10, cuarto principal.» (Diario de Madrid, Madrid, jueves 12 de enero de 1837, nº 654, pág. 3.)

«Institución Hamiltoniana. Esta institución, establecida para el estudio de las ciencias, y para la rápida, fácil, completa y simultánea adquisición de las lenguas extranjeras, así antiguas como modernas, con arreglo a tres bases y descubrimientos nuevos que cambian enteramente el método de enseñanza, y que la Gaceta de Madrid y el Eco del Comercio han dado a conocer, aquélla en su número del 7 del corriente y este en el suyo del 26 del mes próximo pasado, acaba de trasladarse a la calle de la Montera, núm. 10, cuarto principal.» (Gaceta de Madrid, 13 enero 1837, nº 770, pág. 4)

«Institución Hamiltoniana. Este establecimiento se ha trasladado a la calle de la Montera, núm. 10, cuarto principal, cerca de la Puerta del Sol.» (El Español, lunes 23 enero 1837, nº 449, pág. 4)

Institución Hamiltoniana.
Calle de la Montera, núm. 10, cuarto principal.


PROSPECTO.

Todos los españoles de ilustración y patriotismo han sentido, al paso que extrañado, de doce años a esta parte, que no hubiese en España ni un solo establecimiento en que la enseñanza de las ciencias, la de los idiomas, así antiguos como modernos, y de la gramática general, de la alta literatura y de la filosofía, se pusiesen al nivel de la practicada en las universidades de Francia, de Inglaterra y de Alemania. Era, es fuerte decirlo, una vergüenza que, pasada la tercera parte del siglo XIX, y en un ramo como el de la instrucción pública, tan sumamente interesante a la sociedad en general e importante a la nación en masa, no pudiesen conseguirse en toda España, ni siquiera en la capital de la monarquía, resultados iguales a los que se ven diariamente conseguidos en los más colegios de París, de Londres, Edimburgo, Jena, Goetingue, &c., &c. La España en fin, acaba de ver llenarse este vacío y de verle llenarse sin auxilio ajeno. En el seno de sus propias academias nacionales se ha encontrado un laborioso y benemérito literato, quien a un tiempo español y extranjero, habiendo debido a sus obras el honor de pertenecer a las academias de la lengua y de la historia, así como a la sociedad filológica de Londres, a la de anticuarios de Francia, a la de geografía, &c., &c.: y habiendo sido por más de veinte años catedrático en la universidad de París, se ha resuelto a consagrar a la España el fruto de la larga experiencia por él adquirida en las varias cátedras que ha desempeñado, y en los viajes científicos que hizo a Inglaterra, a Escocia, a Bélgica y a Alemania, y ha fundado en Madrid la Institución Hamiltoniana. En ella no solo está en uso para el estudio de las ciencias, y sobre todo para el de los idiomas, el método práctico inventado por el doctor Hamilton y reproducido después por el profesor Jacotot en Francia, en Bélgica y Alemania con tan ruidosa y universal aprobación, sino que aún se sigue, para la enseñanza de las lenguas modernas, el sistema de la anterioridad recién descubierto por el célebre presidente de la academia de las ciencias de Berlín, aplicado por él a la lengua alemana y a la francesa, y por el director de la Institución Hamiltoniana a la lengua castellana, a la inglesa, a la italiana y a la portuguesa. Este descubrimiento, el más importante de cuantos ha hecho la filología desde 1776, destruye en todas las lenguas modernas, y sobre todo en la francesa, un sin número de reglas, excepciones y dificultades, cuya abolición hace conseguir en pocos meses el mismo resultado, para el cual se necesitaba antes un estudio de otros tantos años. No contento el director de la Institución Hamiltoniana de valerse de estos dos poderosos auxiliares, les agrega una rigurosa investigación etimológica, en la cual él mismo dirige analógica y comparativamente a sus discípulos, conduciéndolos como por la mano entre las muchas nomenclaturas de vocablos y todas las dificultades que ofrece: investigación que solo puede hacer que se aprendan simultáneamente dos o más lenguas con más rapidez, más facilidad, más solidez, más claridad que solo una, y sobre todo mucho más completamente. No titubea el expresado director en asegurar que con la unión de este tercer medio a los otros dos, se conseguirán (y ya se han conseguido en su establecimiento) resultados asombrosos, y aún superiores a los que obtienen en las universidades extranjeras, en las que solo se emplean los dos primeros métodos, y estos dos no todavía en todas. En una palabra, por la reunión de estas tres bases o métodos de enseñanza, los discípulos de la Institución Hamiltoniana disfrutan al mismo tiempo de todas las ventajas del método sintético y de las del analítico; problema que hasta el día no se había podido resolver.

Las cátedras abiertas en la Institución Hamiltoniana son las siguientes: lengua griega y latina enseñadas y estudiadas simultánea y comparativamente en un año.– Lengua castellana, lengua francesa, inglesa, italiana y portuguesa enseñadas, o separada o simultáneamente dos o tres de ellas, o las cinco, de modo que dos cualesquiera se hablen y escriban correctamente en seis meses o tres en ocho.– Lengua alemana, lengua rusa, polaca y griega moderna, enseñadas por un literato polaco que ha residido muchos años en Viena, en Petersburgo y Atenas, encargado en aquellas capitales de comisiones científicas o diplomáticas.– Filología con inclusión de retórica, poética y declamación.– Alta literatura comparada.– Filosofía con arreglo a los adelantos y principios actualmente vigentes en las universidades de París, de Londres, Oxford, Cambridge, Edimburgo, New York.– Geología con inclusión de geografía y uso de los globos.– Matemáticas y fortificación.– Astronomía.– Historia general.– Música, a saber: composición con arreglo al método geneufónico y música instrumental.– Dibujo.– Esgrima.

Las cátedras que acaban de nombrarse forman las dos primeras secciones de la Institución Hamiltoniana, ciencias y bellas letras. La tercera sección, consagrada a los niños de una tierna edad, es la de primeras letras. En esta los niños sin libros y sin trabajo ninguno aprenden a leer y escribir; se los instruye en los primeros rudimentos de gramática general, que se les hace aplicar a su lengua nativa, a la latina, a la griega y a otras; se les dan nociones de geografía, de aritmética, y de la historia de su país; adornándose su memoria con trozos escogidos sin que los estudien.

Los discípulos internos tienen derecho a seguir todos los cursos arriba indicados sin pagar un maravedí más que la pensión lisa y llana de seis mil reales anuales, que se satisfacen por trimestre o semitrimestres adelantados.

Los medio-pupilos tienen el mismo derecho que los internos, y pagan solamente cuatro mil reales por meses adelantados.

Para los externos el precio de cada curso es el de 80 reales mensuales, haciéndose una rebaja de una octava parte a favor de los discípulos que siguiendo a un tiempo dos o más clases desean aprovecharse de esta gracia.

Solo los cursos de geología, de astronomía y de alta literatura comparada se pagan doble, atendida la larguísima duración de sus clases.

Los honorarios para los externos de primeras letras son de 40 reales mensuales.

Lecciones sueltas, en cualquier rama, si alguien las quisiera o las tomare, se pagarán en la Institución Hamiltoniana, una mitad de lo que en Inglaterra, a saber, 50 reales cada una.

N. B. El Eco del Comercio del 26 de diciembre de 1836, la Gaceta de Madrid del 7 de enero y El Español del 17 del mismo han publicado pormenores interesantes acera de la Institución Hamiltoniana y de su director.

(Diario de Madrid, jueves 16 de febrero de 1837, número 689, página 3.)

«libros. Elegía, en verso francés, a la muerte de D. Mariano José de Larra, por el director de la Institución Hamiltoniana. Se vende a 2 rs. vn. en la librería de Escamilla, calle de Carretas; en la extranjera, calle de Jardines, número 17, cuarto principal, y en el gabinete de lectura, calle de la Montera, núm. 40.» (Diario de Madrid, sábado 10 junio 1837, nº 802, pág. 3)

El domingo 11 junio 1837 los diputados firman la nueva Constitución, que se jura en Sesión Regia el domingo 18 junio 1837

«Informe de Alberto Lista sobre la Elegía del Sr. Verneuil, leída en la Junta del 30 de Junio de 1837. EXCMO. SEÑOR: Cumpliendo con el encargo de V. E. de examinar la Elegía, en versos franceses, del Sr. Verneuil, sobre la muerte de D. Mariano José de Larra, elegía presentada por su autor a esta Real Academia, debo decir lo siguiente: En cuanto al objeto principal de este sabio Cuerpo, sólo hay una noticia en el frontispicio, interesante para nuestra historia literaria. Este frontispicio será para la posteridad un documento coetáneo de que Larra se suicidó el 13 de Febrero de 1837. En el cuerpo de la obra se celebra el mérito de aquel joven desgraciado como poeta y como escritor satírico. En lo primero no tiene razón el autor. El Macías de Larra es una composición dramática muy débil, y sus versos son generalmente malos. En cuanto a lo segundo, poseía Larra las dotes del chiste, de la sal, de la gracia en el decir. Faltábale el juicio, que es la primera dote de la sátira, así como de todos los géneros de literatura. Tampoco deberá creer la posteridad al autor de la Elegía cuando dice que el suicidio procedió de la contemplación de los males de la patria, y toma motivo de aquí para hacer una oposición en verso contra el Gobierno, muy semejante a las que se hacen diariamente en prosa. El suicidio de Larra procedió de pasiones que no reconocían freno alguno ni en esta vida ni en la otra. En cuanto al mérito literario de la Elegía, poco podré decir, estando escrita en una lengua que no es la mía. Me contentaré con observar que los versos no se parecen a los de Racine, Voltaire, Delille; y que la novedad de colocar tres consonantes seguidas me parece intolerable en la poesía francesa, por más que los ingleses tengan esta costumbre desde los tiempos de Shakespeare. Es cuanto puedo decir en cumplimiento de mi encargo. Madrid, 30 de Junio de 1837. ALBERTO LISTA.» (“Juicio de Lista sobre Larra”, Boletín de la Real Academia de la Historia, Madrid 1918, tomo LXXIII, págs. 491-492.)

Carrera de San Jerónimo, número 20

1837.0818   Baldomero Espartero   1837.1018

Colección de los trozos que sirven de Tipos en la Institución Hamiltoniana
Madrid: Imprenta del Colegio de Sordo-mudos, 1837

Institución Hamiltoniana

Opúsculo impreso por la Institución Hamiltoniana (Madrid 1837, 87 páginas) que ofrece “trozos que sirven de tipos”: antología de versos en francés, inglés, latín, español, italiano y portugés, de distintos autores y épocas, donde el más presente, como autor y como traductor, es Verneuil, es decir, el “Director”, Alfonso Chalumeau (a) Barón de Beaulieu. No tiene índice, pero nos hemos entretenido en describir su contenido, completando los nombres de los autores y señalando sus fechas y las de las obras respectivas. Las páginas 3 a 24 están todas en francés. Las páginas 26-35 ofrecen las pares versos en inglés de Goldsmith vertidos al frances por Verneuil en las impares. Las páginas 36 y 37 ofrecen las versiones en inglés y francés de unos mismos versitos de Verneuil. En la página 38 unos versos de Spencer en inglés, vertidos por Verneuil al francés. Las páginas 39-46 van en inglés, y las 47-49 en italiano. Las páginas 60 a 67 ofrecen fragmentos en latín de la Eneida de Virgilio, con sus versiones en español, francés, italiano e inglés (ésta firmada por el propio Verneuil). Las páginas 68-70 van en portugués, y las 71-85 en español. El texto más reciente que se incorpora es “El ciego entre los sordo-mudos”, de José de Olózaga, que recitó el cieguecito Faustino la tarde del 16 de septiembre de 1835, al instalar la Sociedad Económica Matritense la enseñanza de las sordo-mudas externas (Revista de la enseñanza de los sordo-mudos y de los ciegos, Madrid 1851, pág. 116). El despechado que vende en DM 22 marzo 1838 “libros por su justo valor” dice que este opúsculo le había costado 14 reales.

3-6 Jean-Baptiste Rousseau [1671-1741], Ode à la Fortune [1723]

7-8 Voltaire [1694-1778], Declaration d’Orosmane. Zaïre [1732]

9-11 Jacques Delille [1738-1813], Les Catacombes de Rome [1803]

12-13 Alphonse de Lamartine [1790-1869], Fragment d’une méditation poétique intitulée: Napoléon [1823]

14-18 Verneuil, Fragment d’une Ode sur la révolution de France en Juillet 1830

19-21 Casimir Delavigne [1793-1843], Idamore [Le Paria, 1821]

22-24 Verneuil, Fragment d’un Dithyrambe lu a l’Academie Nationale espagnole, dans sa seánce du 20 novembre 1834

25 [en blanco]

26-35 Oliver Goldsmith [1728-1774], A Ballad [The Vicar of Wakefield, 1766] / Verneuil, Ballade  [pares: inglés - impares: francés]

36 Verneuil, The poet’s sign to his country

37 Verneuil, Soupir d'un poete vers sa patrie

38 William Robert Spencer [1769-1834], On Ada [To Lady…, 1811] / Verneuil, Sur Ada

39-46 Lord Byron [1788-1824], Napoleon [en inglés]

47-49 Torcuato Tasso [1544-1595], Gerusalemme Liberata [1581]

49 Melchiorre Cesarotti [1730-1808], La tomba d’Alessandro

50-67 Virgilii Maronis Æneidos [pares: latín, español, francés - impares: latín, italiano, inglés] F. García Carrasco, Eneida de Virgilio, canto I / Jacques Delille, L’Énéide / Alessandro Sansedoni, Eneida di Virgilio, libro I / Verneuil, Virgil’s Eneid, canto 1

68-70 Camõens, Os Lusiadas [1572]. Canto primeiro.

71-76 Francisco Martínez de la Rosa [1787-1862], [Edipo, Tragedia, París 1829, Acto segundo, escena 1ª, 3ª]

77-79 José Olózaga Almandoz [1810-1877], El ciego entre los sordo-mudos [1835]

79-82 Juan Nicasio Gallego [1777-1853], Elegía, a la Sra. Duquesa de Frías [1830] [2ª, 5ª-9ª, 14]

82-83 Juan Bautista Arriaza [1770-1837], Canto lírico [1829]

84-85 Alberto Lista [1775-1848], Himno del desgraciado [1822]

86-87 [erratas]

 

«Institución Hamiltoniana. Carrera de San Jerónimo, núm. 20, cuarto entresuelo. Habiendo pasado ayer al curso superior de enseñanza simultánea, en el cual no se habla ni escribe sino en francés, en inglés o en italiano, los caballeros que principiaron seis semanas há dicha enseñanza simultánea, se avisa al público, según costumbre, que el libro de la I. H. queda abierto desde hoy para recibir inscripciones al nuevo curso que hasta el 15 del corriente principiará diariamente para aquellos que hasta este día se inscriban. Es casi inútil repetir que ningún alumno, por limitada que fuese su inteligencia, puede resistir, con una mediana laboriosidad, a la triple combinación formada por la unión del sistema de la anterioridad, al método hamiltoniano, y a una rigurosa investigación etimológica: esta unión le enseña forzosamente y en pocos días de 14 a 16.000 palabras en cada uno de los idiomas que aprende simultáneamente: palabras que retiene sin ningún esfuerzo de memoria, y que no puede olvidar, mientras no olvide el castellano. Con semejante caudal de voces difícilmente pasan cuatro o seis semanas, sin que el discípulo pueda fácilmente traducir, entender y aun empezar a hablar los idiomas que se le enseñan simultánea y comparativamente entre sí y con el suyo nativo. Basta hablar a los actuales discípulos de la I. H., y sobre todo oírlos para convencerse de la certeza de cuanto antecede. No se necesitan libros. El curso para las señoras está en actividad, y se ha trasladado a las ocho y media de la mañana un día sí y otro no. En los mismos días empezará el curso simultáneo de lengua latina con la griega, y el de matemáticas: este comprende aritmética, geometría, álgebra y las dos trigonometrías. Se hace a voluntad de los discípulos en español, en francés, en portugués o en inglés. En este curso la simultaneidad se aplica a la aritmética y a la álgebra por una parte, y a la geometría con ambas trigonometrías por la otra. El autor adoptado para el curso de matemáticas es Don Alberto Lista, cuyos tratados se traducen a las expresadas lenguas, en las cuales se dan las correspondientes explicaciones.» (Gaceta de Madrid, 11 septiembre 1837, nº 1015, pág. 4)

1837.1018   Eusebio Bardají Azara   1837.1216

→ el director de la Institución Hamiltoniana: “Verdades y desengaños. Lenguas extranjeras” (Gaceta de Madrid, 4 noviembre 1837.)

«Institución Hamiltoniana. Carrera de San Jerónimo, número 20, entresuelo.Habiéndose concluido el curso de enseñanza simultánea de idiomas modernos, empezado a principios de Setiembre último, y habiendo acudido de algunos días a esta parte varios caballeros deseosos de dedicarse a este estudio simultáneo, el director de la Institución Hamiltoniana tiene el honor de participar al público que desde hoy hasta el 4 de Diciembre se repetirán todos los días las instrucciones preliminares de un nuevo curso de la mencionada enseñanza simultánea, cuyo curso empezado del 23 al 4, deberá hallarse definitivamente constituido el día 4 de Diciembre en que se cerrará la matrícula. Durante las seis u ocho primeras semanas, la lengua inglesa y la francesa marcharan de frente comparándose sus vocablos por familias, por categorías, por derivaciones y por raíces sueltas con los de la lengua nativa, no solo rectificándose las bases gramaticales de la lengua castellana, erróneamente conocidas, por no decir ignoradas, de los más españoles, aunque literatos, sino también aprendiéndose sin esfuerzo en la primera semana de 16 a 16.000 palabras, así francesas como inglesas e italianas, que no podrán olvidarse por quien no olvide el español; y al principiar el tercer mes, o acaso antes, se añadirá la lengua italiana a la comparación principiada entre las otras tres, encontrándose el discípulo con el caudal de voces italianas arriba expresado antes de empezar el estudio del dulce y enérgico idioma de Metastasio y Alfieri. La enseñanza de la gramática general se agrega de balde a la de dichos idiomas. No se necesitan libros. La matrícula está constantemente abierta para las demás facultades indicadas en el prospecto de la Institución Hamiltoniana. A los caballeros que se inscriban antes del 4 de Diciembre se les harán las clases preparatorias gratuitamente, y se les dará su recibo desde dicho día 1.º El número de caballeros que se han inscrito en estos últimos días da motivo a esta prórroga. Este establecimiento es el único en Madrid y probablemente en España en que se enseñen y puedan aprender las lenguas extranjeras con arreglo al sistema de la anterioridad y a los últimos progresos de la filología. El sistema de la anterioridad, unido al de una rigurosa investigación etimológica y al método de enseñanza hamiltoniano tan conocido con el nombre de Jacotot, forma una triple combinación irresistible para cualquier alumno.» (Gaceta de Madrid, 2 de diciembre de 1837, nº 1099, pág. 4.)

«Institución Hamiltoniana. Carrera de San Jerónimo, número 20, entresuelo. El director avisa al público que la matrícula abierta para el curso de enseñanza simultánea de idiomas modernos, empezado el día 25 del próximo pasado, no se cerrará hasta mañana viernes 8 del corriente, pudiendo por lo tanto verificar sus inscripciones hasta las nueve de la noche de dicho día los caballeros que deseen agregarse al curso principiante.» (Gaceta de Madrid, 7 de diciembre de 1837, nº 1104, pág. 4.)

1837.1216   Narciso Heredia y Begines   1838.0906

1838

«Institución Hamiltoniana. Carrera de San Jerónimo número 20, entresuelo. Habiéndose puesto ya en estado de pasar a un curso superior con el cual han hecho fusión los discípulos del curso de enseñanza simultánea de idiomas modernos empezado el 23 de noviembre último, y habiendo acudido de algunos días a esta parte varios caballeros deseosos de dedicarse a este estudio simultáneo, el director de la I. H. tiene el honor de participar al público que desde hoy hasta el 16 del corriente se repetirán todos los días las instrucciones preliminares de un nuevo curso de la mencionada enseñanza simultánea, cuyo curso deberá hallarse definitivamente constituido dicho día 16 en que se cerrará la matrícula. Durante las seis u ocho primeras semanas la lengua inglesa y la francesa marcharán de frente comparándose sus vocablos por familias, por categorías, por derivaciones y por raíces sueltas con los de la lengua nativa, no solo rectificándose las bases gramaticales de la lengua castellana, erróneamente conocidas por no decir ignoradas de los más españoles, aunque literatos, sino también aprendiéndose sin esfuerzo en la primera semana de 14 a 16.000 palabras así francesas como inglesas e italianas, que no podrán olvidarse por quien no olvide el español; y al principiar el tercer mes, o acaso antes, se añadirá la lengua italiana a la comparación principiada entre las otras tres, encontrándose el discípulo con el caudal de voces italianas arriba expresado antes de empezar el estudio del dulce y enérgico idioma de Metastasio y Alfieri. La enseñanza de la gramática general se agrega de valde a la de dichos idiomas. No se necesitan libros. La matrícula está constantemente abierta para las demás facultades indicadas en el prospecto de la I. H. A los caballeros que se inscriban antes del 16 del corriente se les harán las clases preparatorias gratuitamente, dándoseles su recibo hasta el 16 del mes siguiente. Este establecimiento es el único en Madrid y probablemente en España en que se enseñen y puedan aprender las lenguas extranjeras con arreglo al sistema de la anterioridad y a los últimos progresos de la filología. El sistema de la anterioridad unido al de una rigurosa investigación etimológica y al método de enseñanza Hamiltoniano tan conocido con el nombre de Jacotot, forma una triple combinación irresistible para cualquier alumno.» (Diario de Madrid, miércoles 10 de enero de 1838, nº 1021, pág. 2.)

«Institución Hamiltoniana. Carrera de San Jerónimo número 20, entresuelo. [el mismo texto que DM 80110 más:] Se admiten pupilos y medio pupilos, los que, ahorrando los enormes gastos de viajes y de permanencia en colegios de Francia y de Inglaterra, reciben en esta Institución y en todos sus ramos la más completa y distinguida educación que podrían recibir en París o en Londres. La I. H. es la única casa de educación en toda la Península que ofrezca y proporcione las inmensas ventajas expresadas en su prospecto.» (La España, sábado 13 de enero de 1838, nº 196, pág. 4.)

«Institución Hamiltoniana. Carrera de San Jerónimo número 20, entresuelo. [el mismo texto que DM 80110 más:] Se admiten pupilos y medio pupilos, los que ahorrando los enormes gastos de viajes y de permanencia en colegios de Francia y de Inglaterra, reciben en esta Institución y en todos sus ramos la más completa y distinguida educación que podrían recibir en París o en Londres. La I. H. es la única casa de educación en toda la Península que ofrezca y proporcione las inmensas ventajas expresadas en su prospecto.» (Diario de Madrid, domingo 14 enero 1838, nº 1024, p. 2.)

«Institución Hamiltoniana. Carrera de San Jerónimo núm. 20, cuarto entresuelo. Habiendo recibido ayer el director de la I. H. dos cartas en las que tres caballeros le participan que no podrán asistir a la I. H. hasta el jueves 18 del que rige, rogándole los inscriba de antemano en la matrícula del curso de enseñanza simultánea de idiomas modernos, ahora principiante y anunciado en los diarios del miércoles 10 y del domingo 14, tiene el honor de informar al público de esta única prórroga en virtud de la cual quedará la mencionada matrícula abierta hasta el jueves 18 del corriente inclusive, cerrándose definitivamente a las 9 de la noche.» (Diario de Madrid, martes 16 de enero de 1838, nº 1026, pág. 2.)

«Institución Hamiltoniana. Carrera de San Jerónimo núm. 20, entresuelo. Debiendo cerrarse hoy jueves 18 la matrícula del curso de la enseñanza simultánea de idiomas modernos ahora principiante, esta quedará abierta todo este día hasta las diez de la noche. El número de caballeros inscritos no permite ya prórroga alguna. Habiéndose inscrito ya dos señoras para este curso, se avisa a las personas del bello sexo, que pueden concurrir con toda confianza y conveniencia. Véanse los Diarios del 10 y 14 del corriente.» (Diario de Madrid, jueves 18 de enero de 1838, nº 1028, pág. 2.)

«Institución Hamiltoniana. Carrera de San Jerónimo núm. 20, entresuelo. El número de personas que se han presentado ayer y ante ayer a inscribirse para el curso de la enseñanza simultánea de idiomas modernos y gramática general anunciado en los Diarios del 10 y del 14 del que rige, y que no han podido ser inscritas por haberse cerrado la matrícula el jueves 18, obliga al director de la I. H. a abrirla otra vez por un día más que será el jueves 25, cerrándose definitivamente a las diez de la noche. A los discípulos externos que se inscriban por un trimestre se les concederá una gracia de treinta por ciento en curso simultáneo y de veinte y cinco por ciento en curso simple. Hecha que sea una inscripción sea por un mes o sea por tres, asista o no el discípulo inscrito, no hay reintegro ni en totalidad ni en parte, sea cual fuere la causa de la suspensión de asistencia del discípulo inscrito, pero sí compensación de tiempo en el caso de enfermedad. La rebaja del treinta y la del veinte y cinco por ciento ahora ofrecida a los discípulos externos que se inscribieren en adelante por trimestres, es aplicable también a los discípulos ya inscritos y en el día existentes en la INSTITUCIÓN HAMILTONIANA.» (Diario de Madrid, martes 23 de enero de 1838, nº 1033, pág. 3.)

«Institución Hamiltoniana. Carrera de San Jerónimo número 20, entresuelo. Habiéndose puesto ya en estado de pasar a un curso superior, con el cual han hecho fusión los discípulos del curso de enseñanza simultánea de idiomas modernos empezado el 8 de enero último, y habiendo acudido de algunos días a esta parte varios caballeros deseosos de aprovechar esta época del año, la más propia para el estudio, dedicándose a este estudio simultáneo, el director de la I. H. tiene el honor de participar al público que desde hoy hasta el 16 del corriente se repetirán todos los días las instrucciones preliminares de un nuevo curso de la mencionada enseñanza simultánea, cuyo curso deberá hallarse definitivamente constituido dicho día 16 en que se cerrará la matrícula. Durante las seis u ocho primeras semanas la lengua inglesa y la francesa marcharán de frente comparándose sus vocablos por familias, por categorías, por derivaciones y por raíces sueltas con los de la lengua nativa, no solo rectificándose las bases gramaticales de la lengua castellana, erróneamente conocidas, por no decir ignoradas, de los más españoles, aunque literatos, sino también aprendiéndose sin esfuerzo en la primera semana de 14 a 16.000 palabras, así francesas como inglesas e italianas, que no podrán olvidarse por quien no olvide el español; y al principiar el tercer mes, o acaso antes, se añadirá la lengua italiana a la comparación principiada entre las otras tres, encontrándose el discípulo con el caudal de voces italianas arriba expresado antes de empezar el estudio del dulce y enérgico idioma de Metastasio y Alfieri. La enseñanza de la gramática general se agrega de valde a la de dichos idiomas. No se necesitan libros en los 2 primeros meses. La matrícula está constantemente abierta para las demás facultades indicadas en el prospecto de la I. H. A los caballeros que se inscriban antes del 16 del corriente se les harán las clases preparatorias gratuitamente, dándoseles su recibo hasta el 16 del mes siguiente. Este establecimiento es el único en Madrid, y probablemente en España, en que se enseñen y puedan aprender las lenguas extranjeras con arreglo al sistema de la anterioridad y a los últimos progresos de la filología. El sistema de la anterioridad unido al de una rigurosa investigación etimológica y al método de enseñanza Hamiltoniano, tan conocido con el nombre de Jacotot, forma una triple combinación irresistible para cualquier alumno. Se admiten pupilos y medio pupilos, los que ahorrando los enormes gastos de viajes y de permanencia en colegios de Francia y de Inglaterra, reciben en esta Institución y en todos sus ramos la más completa y distinguida educación que podrían recibir en París o en Londres. NOTA. Con arreglo al prospecto se rebajará una cuarta en lugar de una octava parte a los discípulos de la enseñanza simultánea o de los cursos superiores que se inscriban por tres meses. Los demás discípulos tendrán derecho a esta gracia inscribiéndose por medio año. A los discípulos de cursos simples que se inscriben por un trimestre se concede una rebaja de 15%. La I. H. es la única casa de educación en toda la península que ofrezca y proporcione las inmensas ventajas expresadas en su prospecto.» (Diario de Madrid, viernes 9 de marzo de 1838, nº 1078, págs. 1-2.)

«Institución Hamiltoniana. Carrera de San Jerónimo número 20, entresuelo. Atendiendo a que los más caballeros que desde el anuncio del 9 del corriente han pasado a inscribirse, lo han hecho para los cursos destinados a la rectificación de principios erróneos y rutinarios y del progreso, la matrícula del curso de enseñanza simultánea de idiomas modernos; ahora principiante, quedará abierta por algunos días más. Otro aviso informará al público del día en que se cierre.» (Diario de Madrid, lunes 19 de marzo de 1838, nº 1088, pág. 3.)

15 marzo 1838. Por Real Orden se concede a la Institución Hamiltoniana el título de Colegio Nacional Hamiltoniano

Según hizo público el secretario de la Institución Hamiltoniana, una semana después: «…pues el ilustrado gobierno de S. M. conoce los honrosos antecedentes, la capacidad y los principios del director de la Institución Hamiltoniana, y la augusta no menos que justa Reina Gobernadora, queriendo recompensar el mérito y los servicios que ha hecho y está haciendo a la instrucción pública, a la ciencia y al país, se ha dignado por real orden del 15 del corriente conceder a la Institución Hamiltoniana el título de Colegio Nacional Hamiltoniano y el derecho de incorporación en la universidad de sus estudios filosóficos…» (Miguel Robles, “Contestación a la diatriba contra la Institución Hamiltoniana”, 22 de marzo.)

Lo que hasta ese momento no había pasado de ser otra academia particular sin reconocimiento público, que se había diferenciado de las demás, en el poco más de año y medio de su existencia, por cierta abundancia económica que le había permitido anunciarse con frecuencia y con largos textos, e ir cambiando con presteza de un domicilio a otro, para poder atender a sus pupilos “jóvenes caballeros”, medios pupilos o externos, y a otros “caballeros” atraídos por el novedoso estudio que se prometía de las lenguas; de pronto se transforma en un colegio cuyos estudios de “filosofía” parece que serían reconocidos no solo por la emergente “universidad de Madrid” sino por las demás universidades, en pleno proceso caótico de reorganización de la instrucción pública, en medio de una guerra civil de carlistas frente a liberales, moderados y progresistas.

Sería ingenuidad suponer mera coincidencia en el hecho de que arreciaran justo entonces ataques contra la Institución Hamiltoniana, pues “los últimos engañados discípulos de la Institución Hamiltoniana…”, no ocultan sus objetivos: «Lo que denunciamos al público para su conocimiento y al gobierno para su remedio, llamando su atención sobre la solicitud que se ha entablado para elevar este establecimiento a colegio universitario»:

→ “Los últimos engañados discípulos de la Institución Hamiltoniana…” (Diario de Madrid, lunes 19 de marzo de 1838, nº 1088, pág. 3.)

«DESAFÍO. Institución Hamiltoniana. Carrera de San Jerónimo, número 20, entresuelo. Noticioso el Director de la Institución Hamiltoniana de que algunos Profesores de lengua francesa van baja y vilmente esparciendo la voz de que «nunca se cumplen las aserciones de su prospecto, de que para nada sirven ni el sistema de la anterioridad ni el de una rigurosa investigación etimológica, ni tampoco el método de enseñanza Hamiltoniana»; los ha dejado ladrar por más de un año semejante a un mastín, que rodeado de doguitos no hace caso de sus chillidos porque cuando vuelve la cabeza huyen; pero cansado al fin de su importunidad, y queriendo ponerle un término, acude al público para manifestarle que: Todos cuantos, Profesores o no Profesores, hablen mal de la triple combinación arriba indicada y en práctica únicamente en la Institución Hamiltoniana, no solamente hablan de lo que ni saben ni conocen , sino aún que ninguno de ellos sabe el francés, ni sabe la gramática de este idioma, ni sabe conjugar sus verbos (a no ser por la antigua y falsa rutina), ni siquiera le sabe leer. El Director de la Institución Hamiltoniana está pronto a probar esta aserción en pública oposición con sus detractores. Dictará una página en francés a cada uno de ellos, y si hay uno que cometa en ella menos de una docenita de errores garrafales, el Director de la Institución Hamiltoniana pagará un doblón por cada falta que haya menos de doce; al contrario, reúnanse todos para dictarle a él una página y pagará una onza por cada falta que cometa. En seguida segunda prueba: el Director de la Institución Hamiltoniana hará preguntas, y cada uno de los preguntados dejará la mitad de ellas sin contestación, a no ser que las den con arreglo a las viejas doctrinas que los actuales progresos de la ciencia filológica han destruido como erróneas. Reúnanse todos segunda vez y todos pregunten lo que quieran al Director de la Institución Hamiltoniana, y en el caso de no poder contestar, exíjanse de una parte y otra las mismas multas que antes. Después de las preguntas recíprocas, tercera prueba: ábranse una o más páginas de las obras de Monstrelet, Froissart, Commines, Amyot, Montaigne, Charron, Scudery, o el Romance de la rosa, o el Du Rou; y en cada página habrá doce palabras al menos que no entienda cada uno de los detractores del Director de la Institución Hamiltoniana, mientras no habrá ni la sombra de una que él no entienda; y de una parte y otra las mismas multas que antes. Y finalmente, cuarta prueba: escójase un trozo escrito en una de las lenguas que entiendan los competidores, o déseles un asunto cualquiera y hágase del primero una traducción o del segundo una composición en verso francés y se verá quien la hará más pronto y mejor dado que la puedan hacer aquellos señores en quienes siempre es más el ruido que las nueces. Semejante oposición ha de ser pública y formal admitiéndose a todos cuantos la quieran presenciar. El Director de la Institución Hamiltoniana no intenta en este desafío hacer fanfarronada alguna: él no es quien ataca, sino quien se quiere defender de los alevosos ataques que por detrás dirige contra él la envidia: desea encontrar a sus enemigos por delante y de frente; escoge este medio porque no conoce otro, y repite que este desafío no se dirige a sus estimables y sabios compañeros los Directores de casas de educación y Profesores de idiomas extranjeros, y solo sí a aquellos que injusta y cobardemente le calumnian; pues cree que los que nada dicen de su Establecimiento ni de él saben perfectamente el francés. Lo que va dicho acerca de la lengua francesa es aplicable a los demás ramos de enseñanza, cuyas cátedras desempeñe por sí mismo el Director de la Institución Hamiltoniana.» || «VENTAS. Libros por su justo valor. Colección de trozos que sirven de tipos en la Institución Hamiltoniana, un tomo en 8.º 14 cuartos (costó 14 rs.); Historia de la reforma protestante traducida por el director de la Institución Hamiltoniana, obra excelente en 4 tomos 8.º 22 cuartos (costó 22 reales); Gramática francesa de Llomond recomendada como la menos mala por el profesor de francés de la Institución Hamiltoniana. Estos libros y un diccionario francés y otro inglés todos de los que se necesitan en la Institución Hamiltoniana están venales en la calle de Pizarro, núm. 11, cuarto segundo.» (Diario de Madrid, jueves 22 de marzo de 1838, nº 1091, pág. 2.)

→ Miguel Robles, “Contestación a la diatriba contra la Institución Hamiltoniana y su Director…” (Diario de Madrid, jueves 22 marzo 1838, nº 1091.)

Ese mismo jueves 22 de marzo de 1838, en el que Diario de Madrid entregaba por el mismo precio dos páginas más de un suplemento contratado por la Institución Hamiltoniana para difundir la respuesta firmada por su secretario –Miguel Robles, “Contestación a la diatriba”– como réplica contundente al aviso anónimo que habían pagado “Los últimos engañados discípulos”, y su director lanzaba curioso “Desafío”; ese mismo día otro periódico, Eco del Comercio, publicaba otro comunicado anónimo de pago firmado esta vez por Varios discípulos de la institución Hamiltoniana:

«Comunicado. Señores redactores del Eco del Comercio: Siendo de público interés el contenido en las adjuntas líneas, suplicamos a vds. se sirvan darlas cabida en su interesante periódico. En el Diario de Madrid del 9 del presente marzo bajo el epígrafe de Institución Hamiltoniana se lee un anuncio en el que se invita a los que quieran inscribirse en el nuevo curso de francés e inglés, mediante que los discípulos actuales se hallan por sus adelantos en el caso de pasar a un curso superior. Semejantes a este se han visto aparecer de tiempo en tiempo en el mismo diario y en otros periódicos; y mediante la ninguna contradicción con que han corrido, sirviendo de una confirmación tácita a los pomposos prospectos de la Institución Hamiltoniana, han llevado tras de sí infinidad de sujetos, los más recomendables, que juzgando posibles los progresos en el arte de enseñar las ciencias y las lenguas, los creyeron de buena fe. Que todos recibieran el desengaño más inesperado, se podría asegurar con solo conocer las reglas y fundamentos de esta institución, aun cuando por varios de los que frecuentaron el establecimiento en diferentes épocas no nos constase. Por penetrarnos nosotros mismos de la verdad desatendimos los avisos de algunos, y sin embargo de que la realidad se presentó luego a nuestros ojos, continuamos asistiendo dos meses para no tener que echarnos en cara, ligereza y falta de constancia. El producto de esta constancia es según se ve en el anuncio citado “merecer por nuestros adelantos ser pasados a un curso superior;” de suerte que por confesión terminante del señor director de la Institución Hamiltoniana, los discípulos del último curso han puesto por su parte los esfuerzos necesarios para hacer adelantos, y con su mismo testimonio podrían contestar al que osase negarles aquella circunstancia. Pues bien, el número mayor de los discípulos de este curso de la Institución, demasiado honrados para que se usurpe su testimonio en comprobación de una falsedad, y demasiado amantes de su patria para incurrir en la vergonzosa connivencia de consentir con su silencio que se alucine a sus conciudadanos, declaran a la faz del mundo, que en cuanto a ellos es absolutamente falso el adelanto supuesto, habiendo palpado hasta el último punto no solo la inexactitud más completa en cuanto a las extraordinarias y deslumbradoras ventajas prometidas, sino que hasta el día, en que desengañados se han retirado, ni han entrevisto siquiera un orden metódico, del que al menos pudieran prometerse los resultados de los métodos comunes. Como nuestro ánimo no es otro que el de evitar a nuestros conciudadanos engaños semejantes, nos limitamos por ahora a esta sencilla manifestación, que creemos sea tenida en su justo valor: que es dictada por hombres dignos en todos sentidos de fe, y que amantes del saber y de los adelantos, más que en desmentir los falsos se complacerían en honrar a los que promoviesen los verdaderos. Por lo demás si el señor director de la institución Hamiltoniana osase contestar creyendo poder desvirtuar nuestro testimonio sobre un hecho de tal naturaleza, estamos prontos a hacer ver a la faz del día, que el profundo saber, los admirables descubrimientos que en los prospectos y de palabra se atribuye el director y cuya revelación espera el alumno para realizar tan portentosos adelantos, quedan reducidos al miserable esqueleto de unas reglas cuya vista convence al momento de su impotencia aun para los más insignificantes progresos; que algunas de ellas, vendidas por él como descubrimiento suyo, existen en cualquiera gramática; y que el tan ponderado sistema de la ANTERIORIDAD reducido únicamente a nuevas opiniones de los fisiólogos o a un descubrimiento si se quiere sobre la asignación verdadera de los tiempos rectificando cuando más en estos los principios recibidos, ni es significante ni ejerce influencia alguna en la rapidez milagrosa del estudio de las lenguas, y últimamente a nuestro testimonio podríamos unir el de otra porción de discípulos de varias épocas que corroborarían nuestra demostración con sus propios resultados. Mucho sintiéramos tener que contestar y que se nos pusiese en el caso de insistir en estas verdades y repetimos que nos sería sensible porque ya que no podamos prescindir de hacer esta manifestación que en conciencia creemos deber al público; ya que por desgracia alguno nos ha puesto en la necesidad de lastimarle quisiéramos fuese en lo menos posible.– Varios discípulos de la institución Hamiltoniana.» (Eco del Comercio, jueves 22 marzo 1838, nº 1421, pág. 4.)

«Habladurías. […] — Se nos ha dicho que dentro de muy pocos días, verá la luz reservada un nuevo periódico titulado: El Incomprensible. La redacción estará confiada al célebre KIKIRIKI ex-colaborador del Porvenir y al director de la institución Hamiltoniana. || — En el Correo Nacional, hablando sobre empréstitos, dice: «La historia de nuestros anteriores empréstitos ofrece lecciones que no serán perdidas para un hombre ilustrado, y de las que seguramente sabrá sacar partido un hombre de honor” y con esto acaba su discurso. Desearíamos que nuestro cofrade nos dijese quién es el tal hombre de honor. Si querrá indicarnos el señor conde del Resellón, o su amigo el señor MO-MI. || — La universidad de París se ha quedado viuda, por haber tenido su inspector, nada menos que su señor inspector, (es decir el que nos dice que era inspector) la humorada de venirse a Madrid, y establecer la celebérrima escuela HAMILTONIANA o JACOTOCIANA. Es natural que haya traído también los catedráticos de lengua Árabe, China y Siberiana, para explicarnos los títulos del nuevo y grande establecimiento. || — Hay quien dude de los progresos rápidos que se hacen en la escuela Hamiltoniana, sin reflexionar que existe KIKI-RIKI, pimpollo que salió de esa escuela. || — Los discípulos de la escuela Hamiltoniana, que no hayan adelantado extraordinariamente, será porque tengan su imaginación en lo INAUDITO y ABSURDO, pues de ella ha salido la suprema inteligencia española. || — Para probar al mundo entero el Director de la escuela Hamiltoniana el poder de su ciencia, ha ordenado a su raquítico discípulo KIKIRIKI, que en quince días enseñe todos los idiomas conocidos al MONO del Presidente de la Tablilla. […]» (El Hablador, periódico de la tarde, Madrid, viernes 23 de marzo de 1838, n.º 228, págs. 3-4.)

«El Hablador. […] Kik.– (Interrumpiéndole) Calla, el silencio guarda, profano; o te juro por la Hamiltoniana, que presentaré un de ley proyecto, para que los todos de tu raza expulsada sea del ibérico suelo romántico. […]» (“Diálogo entre el señor Presidente de la Tablilla, su mono, y el nunca bien ponderado don Kikiriki”, Hoja Bolante. El Patriota y Hablador, Lunes 26 de marzo de 1838, pág. 2.)

«Comunicado. Sr. Editor del Diario. Muy Sr. mío: He visto el desahogo insolente del pobre hombre que se titula discípulo y secretario del director de la Institución Hamiltoniana, dado por suplemento al del jueves 22 del corriente: soy uno de los retirados a sus casas por el convencimiento práctico, adquirido en cerca de dos meses que he asistido a la institución de que es materialmente imposible se cumplan los adelantos ofrecidos por el director en los pocos meses que anuncia en todos sus multiplicados avisos; pero siempre respeté sus luces, y jamás me metí en zaherir su reputación. Le hice presente si, al tiempo de retirarme, con el decoro y lenguaje de caballero, que lo hacía por convencimiento de dicha imposibilidad. Estaba conforme con la pérdida de tiempo que había sufrido, única cosa irreversible (como él mismo sienta en uno de sus avisos) y de consiguiente con la del dinero de un trimestre anticipado que pagué: nunca me figuré que por haber seguido esta conducta noble, en cambio de la solapada de otros que le critican del modo más acre sin dar la cara ni dejar de continuar adulándole en su propia casa, había de ser comprendido en las groseras insolencias que se estampan en el citado suplemento por el pobre secretario, que, como se dice en castellano, solo es el cabeza de hierro. Me es sumamente sensible que el director tenga la desgracia de ser ciego, y que por la falta de este sentido no haya podido formar la idea que mi físico le hubiera hecho concebir de las demás cualidades que debo a la naturaleza; sin esta fatalidad, a él competía y sólo con él ventilaría la parte de insultos que siempre tendré por suyos, aunque los haya suscrito su pobre secretario, manco también por desgracia suya. Solo añadiré de paso que, según consta al director, soy de los que no han faltado a una clase ni al cumplimiento estricto de las lecciones, si bien para lo último he tenido que emplear 11 horas diarias de estudio y trabajo; quizá podrá deberse a mis cortas luces, mas no relevará al director de que confiese mi aplicación, y que no es tan general la regla que sienta de que el más rudo se ilustra y aprende con su combinado e irresistible método. El tiempo, que es el mejor de los maestros con la sanción de la experiencia, demostrará a este vecindario, al gobierno mismo y a la nación entera, de lo que son susceptibles no los sistemas que trata de poner en práctica el director de la Institución Hamiltoniana, sino el director mismo, y su digno y pobre secretario. Finalmente: a medida que el nuevo colegio adquiera discípulos, estos juzgarán, al poco tiempo, si por su edad y demás circunstancias están en el caso de hacerlo, quién ha dicho más verdad al público en general. Soy, Sr. Editor, de V. S. S. Q. S. M. B.– Carlos Sandoval.» (Diario de Madrid, miércoles 28 marzo 1838, nº 1097, pág. 1.)

29 marzo 1838. Primera junta de catedráticos del Colegio Hamiltoniano, en la carrera de San Jerónimo

«Habladurías. […] La España ha olvidado ayer el sistema representativo es todo PUBLICIDAD, y que el que juega LIMPIO lejos de esquivar la LUZ la apetece... El Hablador en cuanto divisa MISTERIO en cualquier negocio, al punto conoce que hay DUENDE y que hay TRAMPA. || En algunos países con el nombre de Institución Hamiltoniana se significa una escuela de idiomas; en España solo quiere decir prospectos pomposos que no se cumplen. || La causa de no haber adelantado mucho algunos diputados de la escuela hamiltoniana, JACOTOSIANA, es que eran exaltados. Este lógico raciocinio del señor ROBLES, secretario de dicha escuela, es tan EXTRAVAGANTE como la denuncia que nos ha hecho el señor ROBLEDA, pero ya se vé, que así como al OLMO no se le puede pedir PERAS, del ROBLE solo se podrán esperar bellotas y malas. || No hay cosa más atrevida que la ignorancia. Sobre otras muchas pruebas que ya tenemos ahora, hay bien fresquita una en el prospecto de cierto periódico, que ofrece salir a primero de abril. || El Murciélago promete aumentar su tamaño desde 1.º de abril, ¿Si le sucederá lo que al COCHINO? || Para prepararse a sufrir palos conocemos un sujeto que se había parapetado con una vestidura de papeles de dos dedos de grueso; esto mismo le sucede a cierto periódico, que ya prevee la que le espera… ¡Sea enhorabuena! || Las promesas de intervención, cooperación, economía, &c. &c. de cierto partido político, son ni más ni menos que las del Director de la escuela Hamiltoniana; pasando de las palabras a las obras… CERO… NADA. […]» (El Hablador, Madrid, viernes 30 de marzo de 1838, n.º 233, págs. 3-4.)

«Habladurías. […] En la Carrera de San Gerónimo existe un nuevo establecimiento, en el cual un ciego, además de enseñar geología, rectifica la forma de la letra en solo quince días, con la ayuda de un manco de la mano derecha. Hay también un francés que corrige los defectos del idioma castellano, y con el auxilio de un tratante en carnes, explica moral y los fundamentos de la Religión. Finalmente, un tartamudo es el encargado de demostrar la verdadera pronunciación de los idiomas francés, inglés, italiano y alemán. ¡Oh! prodigios del ingenio humano!! ¡Oh asombro de la escuela JACOTONIANA!! […] En la INSTITUCIÓN HAMILTONIANA se enseña a escribir con toda perfección y en todos caracteres; pero la letra griega y hebrea marchan de frente: el director es ciego, que no ce gota; y su secretario manco de la mano derecha: sé hacen PORGUESOS EXTRAORDINARIOS. ¡Oh admirable Institución! || En el congreso de diputados se ha debatido con calor la parte del presupuesto que sirve para la dotación de la oficina de interpretación de lenguas: ¿a qué se habrán ocupado de esto los señores diputados, existiendo en Madrid la INSTITUCIÓN HAMILTONIANA JACOTOSIANA, en dónde se enseñan en un mes todos los idiomas… Sin duda que nuestros representantes desconocen el valor del TIEMPO. […]» (El Hablador, Madrid, sábado 31 de marzo de 1838, n.º 234, págs. 3-4.)

Según rumoreaba un suelto publicado por El Mundo de 21 de abril de 1838, “el autor de un artículo que ha resfriado enteramente a la escuela Hamiltoniana” habría sido el singular presbítero católico, ordenado en 1828, Antonio García Blanco (1800-1890), “diputado de las de Tarín” [Asensio Tarín, labrador, elegido por Valencia, “ciudadano progresista” según Fr. Gerundio], las Cortes Constituyentes de las que fue diputado por Sevilla (alta: 26/10/1836, baja: 4/11/1837) y, no mucho después, desde 1841, catedrático de hebreo en la Facultad de Teología de la Universidad Literaria de Madrid. ¿Sería García Blanco entonces el “Carlos Sandoval” firmante del comunicado aparecido el 28 de marzo en el Diario de Madrid, el que introdujo la especie, luego tan jaleada, de que el director era ciego y el secretario manco? Si así fuese, torcido enemigo para los hamiltonianos.

«Mosaico. […] — Nos han dicho que el señor García Blanco (diputado de las de Tarín) ha sido el autor de un artículo que ha resfriado enteramente a la escuela Hamiltoniana. Parece que S. S. iba allí a tomar lecciones (a pesar de ser tan sabio), y viendo que o por la dureza de sus entendederas, o por otra cosa, se quedaba el pobre a la cola de todos sus condiscípulos, un día que estuvo de mal humor, zas encajó una advertencia más fatal para el establecimiento Hamiltoniano que lo fue para el señor Landero aquel error de marras, de cuyas resultas se ha quedado tan frío su director como si le hubiesen bautizado con agua de aljibe. […]» (El Mundo, diario del pueblo, Madrid, sábado 21 de abril de 1838, n.º 637, pág. 3.)

El Hablador ironiza, al glosar la sesión de Cortes de 4 de mayo de 1838, sobre Francisco de Paula Castro y Orozco (1809-1847), ministro de Gracia y Justicia en el gobierno de Narciso Heredia: “Se dice que el señor Castro se ha matriculado en la institución hamiltoniana”.

«Cohetes. […] Mas valía que ayer hubiera callado el señor Castro. Resultó que S. E. sabe hablar, pero en materia de nuestra legislación apareció un mero aprendiz de su noble profesión. Dijo bien el Feto cuando dijo aquello de disparates, &c. […] Se dice que el señor Castro se ha matriculado en la institución hamiltoniana. Nos hemos alegrado que S. E. haya tenido tan feliz ocurrencia. || Según las explicaciones que dio ayer el LORO encargado de administrar justicia, se deduce que su señoría entró en la universidad, pero lo que enseñaban en la universidad no entró en la cabeza de su señoría. || Tenemos un amigo estudiante bastante travieso y se ha empeñado en que digamos en nuestro periódico al señor Castro que deje la poltrona y suplique al señor Benavides tenga la bondad de instruirlo algunos meses en materia de legislación. […] El señor Castro, dicen que entiende poco de cuentas… claras, cosas oyó S. E. ayer en el congreso sobre el quita y pon de los jueces y magistrados. […] Los jueces separados por el señor Castro, no podrán ser juzgados. Según S. E. no hay leyes para ello. Cuando se ha sometido a juicio un magistrado, nos han mandado las leyes de… ¿dónde señor Castro?… || La inteligencia del señor Castro en nuestra legislación, es igual a la travesura que tiene para hacer denuncias el señor Robleda. […]» (El Hablador, Madrid, sábado 5 de mayo de 1838, n.º 257, págs. 3-4.)

«Cohetes. […] Los novicios Castro, Mon y Someruelos, lloran a lágrima viva; se les marcha el Padre pedagogo, sin que hayan profesado. || Desde que se cerró la Institución Hamiltoniana, el célebre Kikiriki de Extremadura no ha cacareado. […]» (El Hablador, jueves 7 junio 1838, n.º 285, pág. 4.)

29 junio 1838. El Colegio Nacional Hamiltoniano publica su Programa

«Cohetes. […] La Institución Hamiltoniana ha publicado hoy su PROGRAMA, ofreciendo en él lo que no puede cumplir, corno es costumbre entre los programistas. Va precedido de una introducción, que prescindiendo de su mal lenguaje y peor estilo, se reduce a insultar a la nación española, y a encomiar al Director del establecimiento; de modo que se le puede aplicar aquello de… mientras que yo viva, no faltará quien me alabe. || Entre los catedráticos de prospecto que diz servirán las cátedras de la Hamiltoniana, se designa a don Juan Donoso Cortés para la de Diplomacia, política y consular… ji, ji, ji, ji, ji; y a don Antonio Alcalá Galiano para la de Derecho público y constitucio-…., ¡EN EL DIA derecho CONSTITUCIONAL el señor Galiano!… ja, ja, ja, ja, ja… ¡Qué horror! […]» (El Hablador, Madrid, viernes 29 de junio de 1838, n.º 303, pág. 4.)

«Mosaico. […] —El pomposo prospecto del COLEGIO NACIONAL HAMILTONIANO trasciende a charlatanismo a 200 pasos. ¡Qué tanta fortuna hagan en España todos los Dulcamaras, todos los Robert-Mazaires, todos los Mendizábales! —Tenemos entendido que algunos de los que el susodicho prospecto anuncia como profesores del COLEGIO NACIONAL HAMILTONIANO no han dado su consentimiento. En otro país castigarían las leyes esta superchería. —La dirección de estudios y el ministerio de la Gobernación ¿han consentido que se incorpore a la universidad de Madrid un establecimiento fundado sobre tan deleznables y falsos cimientos por un extranjero advenedizo? ¡Parece increíble! —Es muy gracioso para quien ha oído hablar en chapurrado al director del Colegio Hamiltoniano verle presentarse como profesor de idiomas modernos, que también es chistosa denominación. —Conviene saber a fondo lo que hay sobre esto antes de reírse cuando dice el señor director que el Colegio Nacional Hamiltoniano es un florón que faltaba a la corona de Isabel II.» (Nosotros. Periódico satírico, político y literario, que se publica todas las tardes menos los domingos, Madrid, sábado 30 junio 1838, nº 126, pág. 2.)

«Reclamación. Señor Editor de El Correo Nacional. Muy Sr. mio: Habiendo visto que corre impresa una lista de los individuos que han de enseñar en el nuevo colegio Hamiltoniano, y que en ella aparecen nuestros nombres como catedráticos de diversos ramos de enseñanza, creemos obligación nuestra hacer saber al público que no nos encargamos de semejante trabajo. Esto lo decimos agradeciendo al señor director que haya pensado en nosotros, si bien ha de haber habido alguna equivocación en este asunto, tomándose la aceptación condicional que algunos pudieron dar, o la negativa cortés que envuelta en frases atentas hubo de aparecer poco clara, por una aceptación verdadera. Estimaremos a V., Sr. Editor, que inserte en su periódico esta breve carta, para que con su publicación se desvanezca el error a que puede haber inducido la publicación en la citada lista. Quedamos de V., Sr. Editor, atentos y seguros servidores Q. S. M. B. Antonio Alcalá Galiano. Juan Donoso Cortés. Joaquín Francisco Pacheco.» (El Correo Nacional, Madrid, martes 3 julio 1838, nº 138, pág. 4.)

«Comunicado. Señor Editor de La España. Muy señor nuestro: Habiendo visto que corre impresa una lista de los individuos que han de enseñar en el nuevo colegio hamiltoniano, y que en ella aparecen nuestros nombres como catedráticos de diversos ramos de enseñanza, creemos obligación nuestra hacer saber al público que no nos encargamos de semejante trabajo. Esto lo decimos agradeciendo al señor director que haya pensado en nosotros; si bien ha de haber habido alguna equivocación en este asunto, tomándose la aceptación condicional que algunos pudieran dar, o la negativa cortés que envuelta en frases atentas hubo de aparecer poco clara, por una aceptación verdadera. Estimaremos a V., señor Editor, que inserte en su periódico esta breve carta, para que con su publicación se desvanezca el error a que puede haber inducido la publicación en la citada lista. Quedamos de V., señor Editor, atentos y seguros servidores, Q. B. S. M. Antonio Alcalá Galiano. Juan Donoso Cortés. Joaquín Francisco Pacheco.» (La España, Madrid, martes 3 julio 1838, nº 367, pág. 4.)

«El señor don Juan Bautista Alonso nos autoriza para decir al público que en el pomposo anuncio del colegio hamiltoniano, repartido con profusión estos días, ha visto con sorpresa que se le pone como catedrático de elocuencia forense y de jurisprudencia mercantil, siendo así que ni el señor Alonso ha dado su beneplácito para que se le tenga por tal profesor, ni aun se le ha propuesto tal cosa. Es bien extraño que haya sucedido lo que afirma el señor Alonso; y si en el resto del longísimo catálogo de cátedras y profesores del colegio hamiltoniano hay la misma exactitud, todo el ruido se reduce a la nada. La España de ayer inserta un comunicado de tres señores a quienes se ha presentado como maestros del hamiltoniano, diciendo por su parte lo mismo que el señor Alonso. A este paso de tantas escuelas y tantos profesores, no va a quedar en el colegio quien enseñe a leer.» (Eco del Comercio, Madrid, miércoles 4 julio 1838, nº 1525, pág. 4.)

«Comunicado. Sr. Editor de El Correo Nacional. Muy Sr. mío: Una reclamación inserta en el Correo Nacional del martes 3 del corriente y firmada por los señores D. Antonio Alcalá Galiano, D. Juan Donoso Cortes y D. Joaquín Francisco Pacheco, me obliga a suplicar a V. dé cabida en su apreciable periódico a la siguiente contestación. Respeto demasiado el carácter y el eminente talento del ilustre orador y de los dos ilustres escritores que han firmado la carta a que contesto, para creer que sean capaces de faltar, a sabiendas, a la verdad; pero su memoria puede trascordarse; y respeto también demasiado mi propio honor y me interesa demasiado el bien de mi establecimiento para que por un culpable silencio permita que el público me crea tonto o embustero. Me es forzoso, pues, referir al pie de la letra lo que pasó con cada uno de los expresados caballeros. El primero, que es Don Antonio Alcalá Galiano, aceptó terminantemente el domingo 6 de mayo con la más noble espontaneidad, la cátedra de derecho público constitucional que fui a ofrecerle; añadió que “deseaba tiempo há se plantease en España un establecimiento sentado sobre las amplias bases en que descansa el colegio Hamiltoniano, que estaba siempre pronto a cooperar a todo cuanto pudiese fomentar la instrucción y el bien de su país; que por lo tanto podía contar con el ayuda de sus cortas luces.” Le dí expresivas gracias, preguntándole si sus luces eran cortas, dónde las encontraría largas; se sonrió y me despedí. Ví al día siguiente al señor Don Joaquín Francisco Pacheco, contestó a mi oferta de la cátedra de principios de legislación “que me haría saber el sí o el no dentro de tres días.” Le supliqué que si pudiese ser al segundo día, el miércoles, lo agradecería, atendida la necesidad de publicar los nombres de los señores catedráticos en el anuncio de la organización del colegio, y convinimos en que si no me contestaba en todo el jueves, su silencio equivaldría a su afirmativa con la condición de no empezar su curso hasta volver de su viaje a Sevilla: que si al contrario era el no, me visitaría o escribiría para hacérmelo saber antes del jueves 10 de mayo. Desde esta entrevista no he tenido el honor de ver al señor Don Joaquín Francisco Pacheco, ni he recibido de él carta alguna. En cuanto al Sr. Don Juan Donoso Cortés, me pidió también en nuestra primera entrevista algunos días de reflexión: me dio una cita, acudí, y no le encontré: tuve el honor de hablarle al día siguiente en la imprenta de Don Tomás Jordán, me dio otra cita con el objeto de comunicarme su definitiva resolución: acudí puntualmente, Don Juan no estaba; pero su hermano Don Rafael me dijo que había sentido mucho tener que salir, y más aún verse en la precisión de tener contestar “negativamente a mi propuesta.” En la tarde de aquel día, 16 de mayo, tuve el gusto de encontrar el Sr. Don Juan Donoso Cortés en la calle del León, apelé a su patriotismo, y le rogué no rehusase el apoyo de su talento, y el de su nombre a un establecimiento del cual la nación puede reportar tamaña utilidad, añadiendo que de ningún modo le pedía que se comprometiese a empezar su curso para tal o tal época, sino sólo cuando sus ocupaciones se lo permitiesen. Pues bien, me replicó entonces, siendo así, y no quedando yo comprometido sino para cuando mi propia voluntad me comprometa, haga vd. en este caso de mi nombre el uso que quiera. Esta es toda la verdad: todo esto pasó en presencia de un testigo que siempre me acompaña: no la desmentirán ciertamente los apreciabilísimos personajes a quienes se refieren estos renglones, y si hubiese quien en lo más mínimo contradijera lo que antecede, este mentiría. El director de un establecimiento tan grave, tan formal, como el de que se trata, sabe demasiado el español y conoce demasiado el mundo para equivocar con un sí positivo un sí condicional, y mucho menos una negativa envuelta en frases atentas; y siente la publicación de una carta que, si no hubiese sido honrado, como lo ha sido, con una aceptación formal de los demás señores catedráticos del colegio Hamiltoniano, hubiese podido acaso tender a desmoronar desde su principio tan importante establecimiento. Su director, para corresponder a la protección y a la confianza de S. M. y de su ilustrado gobierno, ha tratado de rodearse de los hombres más eminentes en la nación por su saber y por su virtud, ha hecho cuantiosos gastos para que el colegio Hamiltoniano no tenga igual y cuenta con la gratitud y el decidido apoyo de sus conciudadanos. Madrid 3 de julio de 1838. El Barón de Beaulieu. P. D. Las tres cátedras vacantes serán desempeñada» por los señores Don José María Pando, ministro que fue de Estado, Don José Eugenio de Equizabal, licenciado en leyes y Don León Herques, abogado, diputado a Cortes, encargándose el primero de la cátedra de Diplomacia política y consular, el segundo de la de Principios de legislación y el tercero de la de Derecho público y constitucional.» (El Correo Nacional, Madrid, jueves 5 julio 1838, nº 1405, pág. 4.)

«Anuncios. El director del Colegio Nacional Hamiltoniano, impulsado por la antigua amistad que le une a D. Manuel Pardo y Aliaga, creyó hacerle una fineza nombrándole inspector del referido colegio, empleo que siendo en la organización interior de este establecimiento el segundo en importancia y en honor, y cuyas atribuciones nada tienen de semejante a las de los llamados inspectores de los demás colegios, pensó podía ofrecer su amigo con todo decoro; pero no habiéndole convenido aceptar destino alguno, le reemplazará el caballero D. Fernando Fernández Moreno, discípulo de Pestalozzi, oficial que fue del ministerio de la gobernación.» (Diario de Madrid, viernes 6 de julio de 1838, nº 1197, pág. 1.)

«Comunicado. Sres. redactores del Eco del Comercio.– Muy Sres. míos.– Solo hoy 5 del corriente y a las once y media de la mañana llega a mi noticia lo que se dice en el Eco de ayer, a saber: Que el señor D. Juan Bautista Alonso ni ha dado su beneplácito para que se le tenga por catedrático de jurisprudencia mercantil y elocuencia forense en el Colegio nacional hamiltoniano, ni siquiera se le ha propuesto tal cosa. Parece que algunas personas de mucho talento sabiendo que tengo muy poco, han formado la empresa de volverme loco el juicio, pero algo difícil es. ¿Cómo es que se atreve el señor Alonso a dar su autorización para que se publique una mentira? ¿Cómo puede decir que no ha dado su beneplácito y que no se le ha propuesto siquiera tal cosa? Pero en esto algo tiene de razón, porque lo que yo digo al público (que pasó delante de un testigo vivo y sano) es que de las dos cátedras, para las cuales viene el nombre del señor Alonso, la una (jurisprudencia mercantil) le propuse yo y aceptó él del modo más terminante, más cortés, más lisonjero para mí; y la otra (elocuencia forense) me propuso el y acepte yo el que la desempeñara, expresándole mi agradecimiento de su oferta; añadió el señor Alonso que iba a desempeñar esta cátedra no sé si en el Ateneo o en el Liceo, pero que había encontrado ciertos obstáculos, y que se regocijaba en el alma de tener esta ocasión de regentar esta cátedra, nueva en España; hubo más, en mi segunda visita al señor Alonso se mostró aún más fino que en la primera; le ofrecí en ella que se encargase de la organización de las cátedras de repaso de leyes. Aceptó sin titubear y con gusto este encargo, y me dijo: “No tenga vd. cuidado, yo tengo entre mis amigos abogados de sobresaliente talento, y la reunión de hombres que voy a formar para las cátedras de jurisprudencia del colegio hamiltoniano, ya, ya en Madrid se hablará de ello.” Dentro de tres días iré a ver a vd. con esta organización completa. Otra vez le di gracias. Me dijo D. Juan Bautista que no perdería tiempo porque se iba a volver a marchar a Bélgica, Inglaterra y Alemania con una comisión de gobierno, pero que se nombraría un suplente para desempeñar su cátedra, atendiendo a que pasaron tres días y tres semanas y que no vi ni al señor Alonso, ni a su suplente, ni su organización, yo mismo me encargué de hacerla, y la hice. Maravilla sería que los más nobles esfuerzos para hacer al país un beneficio inmenso no fuesen acompañados de sarcasmos, de recriminaciones, de saetazos y demás tiros de la envidia, pero todo esto no puede extrañarse de parte del señor Alonso: es yerno del señor director del colegio de la Madera. Quedo de vds. señores redactores atento y seguro servidor q. b. s. m.– El barón de Beaulieu. || La cuestión que trata el precedente artículo es pleito entre partes, y cuestión de mero hecho. Dejamos al señor Alonso que diga lo que le parezca, y que componga sus diferencias con el señor maestro hamiltoniano.» (Eco del Comercio, Madrid, viernes 6 julio 1838, nº 1527, pág. 4.)

«Sres. Redactores del Eco del Comercio.– He leído con disgusto el artículo firmado por el barón de Beaulieu en que se asegura presté mi beneplácito a la invitación que me hizo para desempeñar, no las dos cátedras de que hace mérito, sino tres, a saber: de jurisprudencia civil, penal y mercantil; y con el mismo sentimiento me veo en la dura precisión de desmentir todo cuanto contiene el propio artículo relativo a mi supuesta aceptación a la organización de las cátedras de leyes y al ridículo sueño que él ha forjado acerca de comisiones del gobierno. Y aunque confío en que la sensatez del público dará más crédito a la veracidad de mi dicho en esta contestación que a la suposición gratuita del señor barón de Beaulieu, y al prometido testimonio del que lo acompañó a mi casa y apellida su secretario, no es superfluo añadir que diferentes personas que se hallaban en la pieza de mi despacho oyeron y me repitieron toda la conversación que pasó en la inmediata; las cuales están prontas a sostener que yo no acepté cátedra alguna, si bien después de una negativa cortés di al barón algún consejo. El público no extrañará tal impostura, cuando le consta que ha usado de la misma con los señores diputados a cortes don Antonio Alcalá Galiano, don Juan Donoso Cortés y don Joaquín Francisco Pacheco, y con el señor duque de Zaragoza, incluyéndoles como a mí en el prospecto de la presunta institución Hamiltoniana sin su consentimiento. Creo que bastará esta aseveración a contener la ligereza del señor barón, sintiendo tener que tomar de nuevo la pluma para un asunto en que aparecerá cada vez más en ridículo.– Juan Bautista Alonso. || Respondemos de la verdad de esta respuesta por haberla oído al señor Alonso en el mismo instante de su cortés negativa por primera y segunda vez al director del colegio Hamiltoniano.– José de Castro.– Vicente de las Barreras y Pérez, abogado del colegio.– José Sirvent y Bonifacio, abogado del colegio.– Domingo Vega.– Florencio Ormaechea. || Este colegio Hamiltoniano de nuestros pecados ha de dar más que decir que la proyectada y célebre ascensión aereostática de madama Garnerin.» (Eco del Comercio, Madrid, sábado 7 julio 1838, nº 1528, pág. 4.)

«Sr. editor de la Gaceta.– Valiéndonos de la amistad con que V. nos honra, le suplicamos que para conocimiento del público se sirva manifestar en ella, que no hemos pertenecido, ni pertenecemos al colegio nacional hamiltoniano.– B. L. M. de V. S. S. S.– Eusebio María del Valle.– José de la Revilla.” (Gaceta de Madrid, sábado 7 julio 1838, nº 1327, pág. 4.)

«Cohetes. […] Pues señor, está visto: Monsieur Beaulieu excita la simpatía general, más eficaz aún que la simpatía de su paisano Mr. Molé… apenas hay un periódico en Madrid que no nos regale todos los días comunicaciones de los que el tal monsieur ha enjaretado a profesores del colegio HAMILTONIANO, JACOTOSIANO, GRACOVIANO, CAUCASIANO, VALAQUIANO, MOLDAVIANO, SOMERUELOSANO, y todo lo demás que acaba en ANO. || Corre por muy válida la voz de que el señor marqués de Someruelos, aspira a la gran cruz de Carlos III en recompensa del mérito singular que ha contraído, por el establecimiento del colegio nacional Hamiltoniano sito en la calle del Prado, donde hay una iglesia espaciosa para los actos públicos y recreo de los alumnos…… ¡QUÉ BARBARIDAD! […]» (El Hablador, Madrid, sábado 7 de julio de 1838, n.º 310, pág. 3.)

cubierta

«Remitido. Sr. editor: Valiéndome de la amistad con que V. me honra, le suplico que para conocimiento del público se sirva dirigir en él a mis sabios compañeros Don Eusebio del Valle y Don José de la Revilla las preguntas siguientes: ¿No se comprometió Don Eusebio del Valle a regentar en el colegio H. la cátedra de economía política? ¿No dijo al director que acaso para Octubre se encargaría también de la cátedra de otra ciencia, en la cual ha hecho estudios especiales? ¿No asistió a la primera junta de Sres. catedráticos del colegio H., como uno de tantos el 29 de Marzo en la carrera de San Jerónimo? ¿No ofreció y cumplió la oferta de revisar el reglamento del colegio? ¿No se comprometió Don José de la Revilla a desempeñar una cátedra de literatura nacional? ¿No dio en su casa el 22 de Mayo su anuencia formal, para que como tal catedrático se publicase su nombre? ¿No honró con su visita al director del colegio el día 11 de Junio para decirle que no podría principiar su curso hasta Octubre o acaso Noviembre? ¿Y no se convinieron los dos en que así sería? ¿No habían pasado ya siete días después de la publicación del anuncio de organización del colegio, y cinco después que habían sido nombrados por unanimidad vocales de la junta directiva, cuando estos dos señores enviaron el 5 del corriente cartas para excusarse bajo los más frívolos pretextos? Si a estas preguntas se atreven estos señores a contestar no, puede negarse que el sol da calor y luz, o creeré que ni el caballero que me acompañaba, ni yo, entendemos una palabra de castellano. Contesto, Sr. editor, a la comunicación de los Sres. Don Eusebio del Valle y Don José de la Revilla en razón al excesivo aprecio que hago y hace de ellos la junta directiva del colegio, así como de los Sres. Alcalá Galiano, Donoso Cortés, Pacheco y Alonso. Me limitaré a decir sin embargo, que su conducta hubiera sido acaso más prudente, considerada y ciertamente más patriótica, si en lugar de publicar sus dimisiones casi como si su aceptación hubiese sido un delito, y su nombramiento una ofensa, se hubiesen avistado conmigo pidiéndome a mí o a la junta directiva que los reemplazase, anunciándose después de algún tiempo sucesivamente y sin contestaciones en público, los nombres de sus sucesores, y no haciendo correr el riesgo del inmenso perjuicio que podría causarle su ruidosa separación a un establecimiento, que como sabios, como literatos, como académicos o Diputados, como españoles en fin, debían proteger y auxiliar de todos modos.– El Barón de Beaulieu.» (Gaceta de Madrid, lunes 9 julio 1838, nº 1329, págs. 2-3.)

«Remitido. Sr. redactor de la Gaceta: Provocados por las preguntas que nos dirige el director del colegio hamiltoniano en la Gaceta del lunes último, responderemos brevemente a ellas, no para satisfacción de aquel señor, cuya opinión buena o mala respecto de nosotros nos es indiferente, sino para conservar en el público la buena reputación que en todas ocasiones le hemos debido por nuestra honradez y delicadeza. Ninguno de nosotros se ha comprometido con dicho señor a nada, a pesar de su excesiva importunidad para conseguirlo. No será culpa nuestra que en el calor de su empresa haya querido interpretar como formales compromisos en su favor, palabras y actos de buena cortesía, que son para quien los entiende una verdadera negativa. Seguros estamos de que no presentará documento alguno con nuestra firma que acredite nuestra oferta, y compromisos de esta especie nunca se forman sin que medien los oficios o cartas que exigen no solo la formalidad, sino la atención. Repetimos pues que no hemos pertenecido ni pertenecemos al colegio hamiltoniano. Y ¿es creíble que unos hombres que conocían ya al director de dicho establecimiento por las contestaciones suscitadas anteriormente en los periódicos sobre su instituto hamiltoniano pensasen jamás en asociarse a él para representar una especie de farsa como la que se ha ensayado en este asunto? Sometemos al juicio de las personas sensatas la decisión de una querella, cuyos pormenores nos abstenemos de presentar al público, tanto por no cansarle, cuanto por no degradarnos en contiendas ajenas de nuestras opiniones y pundonor. Somos de vmd., Sr. redactor, seguros servidores y amigos.– José de la Revilla.– Eusebio María del Valle. || La redacción desea que se terminen las contestaciones sobre este desagradable asunto, y mucho más no ser el órgano de ellas. Si el colegio hamiltoniano se queda sin los catedráticos que, acaso por indebida confianza de su director, creyó tener, habrá de conformarse con esta pérdida, y buscar acogida en otras personas; y si los señores supuestos catedráticos de dicho instituto no han tenido tal intención, y están seguros de no haberse comprometido a regentar tales cátedras, con no hacerlo nos parece bastante. De todos modos anunciamos a los interesados que no nos hallamos en ánimo de admitir otro artículo de contestación, cualquiera que sea la parte de donde venga.» (Gaceta de Madrid, miércoles 11 de julio de 1838, nº 1331, pág. 4.)

«Comunicado. Sres. Redactores de El Correo Nacional; Ruego a Vds. que para conocimiento del público, se sirva dirigir en él a mis sabios compañeros don Eusebio del Valle y don José de la Revilla las preguntas siguientes: ¿No se comprometió Don Eusebio del Valle a regentar en el colegio Hamiltoniano la cátedra de economía política? ¿No dijo al director que acaso para octubre se encargaría también de la cátedra de otra ciencia en la cual ha hecho estudios especiales? ¿No asistió a la primera junta de señores catedráticos del colegio Hamiltoniano, y como uno de tantos, el 29 de marzo en la carrera de San Jerónimo? ¿No ofreció y cumplió su oferta de revisar el reglamento del colegio? ¿No se comprometió Don José de la Revilla a desempeñar una cátedra de literatura nacional? ¿No dio en su casa el 22 de mayo su consentimiento formal para que como tal catedrático se publicase su nombre? ¿No honró con su visita al director del colegio el día 11 de junio para decirle que no podría principiar su curso hasta octubre, o acaso noviembre? ¿Y no se convinieron los dos en que así sería? ¿No habían pasado ya siete días después de la publicación del anuncio de organización del colegio, y cinco después que habían sido nombrados por unanimidad vocales de la junta directiva cuando estos dos señores enviaron el 5 del corriente cartas para excusarse bajo los más frívolos pretextos? Si a estas preguntas se atreven estos señores a contestar no, puede negarse que el sol da calor y luz, o creeré que ni yo ni el caballero que me acompañaba entendemos una palabra de castellano. Por lo demás no he seguido el consejo de buen amigo, que quería exigiese de todos estos caballeros su firma, porque creía que tanto como su firma valía su palabra. Contesto, señor editor, a la comunicación de los señores D. Eusebio del Valle y D. José de la Revilla por razón del excesivo aprecio que hago y hace de ellos la junta directiva del colegio, así como de los señores Alcalá Galiano, Donoso Cortés, Pacheco y Alonso. Me limitaré a decir que su conducta hubiera sido acaso más prudente y considerada y ciertamente más patriótica si, en lugar de publicar sus dimisiones casi como si su aceptación hubiese sido un delito y su nombramiento una ofensa, se hubiesen avistado conmigo pidiéndome a mí o a la junta directiva que los reemplazase, anunciando después de algún tiempo sucesivamente y sin contestaciones los nombres de sus sucesores, y no haciendo correr el riesgo del inmenso perjuicio que podría causarle su ruidosa separación a un establecimiento que como literatos, como sabios, como académicos o diputados, como españoles, en fin, debían proteger y auxiliar de todos modos. B. L. M. de V. S. S. S. El Barón de Beaulieu.» (El Correo Nacional, jueves 12 de julio de 1838, nº 147, pág. 4.)

«En el Correo Nacional del martes venía una aclaración de los Sres. Donoso Cortés, D. Antonio Galiano y D. Francisco Pacheco, anunciando al público, que a pesar de aparecer en el pomposo prospecto Hamiltoniano como catedráticos, había padecido una garrafal equivocación el director de dicho colegio, porque cuando a estos señores se les invitó para regentar varias cátedras, se negaran rotundamente; pero el director no reparó en pelillos, y plantó a los mencionados señores bon gré mal gré del mismo modo que lo habrá hecho con la mayor parte de los que aparecen como catedráticos.» (El Panorama, Madrid, 12 julio 1838, segundo trimestre, tomo primero, entrega 16, pág. 242.)

«Reclamación. Sres. Redactores de El Correo Nacional. Habiendo visto impresos nuestros nombres en el prospecto que contiene la lista de profesores del colegio nacional Hamiltoniano, debemos advertir para conocimiento del público, que si bien es cierto que fuimos invitados por el director de aquel establecimiento para desempeñar las cátedras que en el referido prospecto se nos asignan no lo es menos que no hemos aceptado, ni nuestras ocupaciones nos permiten aceptar aquel honroso cargo. Rogamos a Vds. se sirvan dar lugar en su apreciable periódico a esta comunicación, a lo que quedarán agradecidos S. S. S. Q. B. S. M. Carlos María Coronado. Ángel Gómez de Enterría.» (El Correo Nacional, Madrid, domingo 15 julio 1838, nº 150, pág. 4.)

5 agosto 1838. Se inaugura el Colegio Español Hamiltoniano, dicho durante casi cinco meses Colegio Nacional Hamiltoniano

Muy poco antes de su inauguración, el domingo 5 de agosto de 1838, deciden reajustar el nombre del Colegio surgido de la Institución Hamiltoniana, sustituyendo “nacional” por “español”. Pocos días antes había quedado impreso el Reglamento del Colegio Nacional Hamiltoniano, donde se define su estructura académica e institucional, y las esquelas impresas de convite a la inauguración aún decían “Colegio Nacional Hamiltoniano”, aunque sobre algunas de ellas se tachó a pluma nacional y se escribió a mano español. El anuncio de una página que publica Diario de Madrid, el mismo día de la inauguración, consagra el nombre finalmente adoptado. Nombre ya presente en el Reglamento interior del Colegio Español Hamiltoniano. El anuncio informaba que “los dos reglamentos se hallan en el Colegio y se darán a los padres de los alumnos”.

Colegio Español Hamiltoniano
Calle del Prado, número 26, casa que fue del Excmo. Sr. Duque de la Roca

La junta directiva del Colegio Español Hamiltoniano, da noticia al público que este establecimiento se ha reorganizado completa, sólida y definitivamente, que se compone de las secciones y cátedras siguientes:

PRIMERA SECCIÓN.
Enseñanza primaria.

Lectura, escritura, elementos de aritmética, gramática, geografía e historia.– Don José Fernández Moreno y Don Andrés Ortiz de Zárate.

SEGUNDA SECCIÓN.
Gramática, literatura y filosofía.

Lengua latina, historia antigua, romana y geografía antigua.– Don Joaquín de Meave, abad de la colegiata de Cenarruza, director que fue del colegio de la calle de la Madera.

Literatura general, filología, lengua griega e idiomas modernos.– El director, individuo de las academias nacionales Española y de la Historia, de la real sociedad de anticuarios de Francia, de la Sociedad filológica británica, inspector de los estudios de la universidad de París, &c.

Idioma alemán.– Don Fernando Fernández Moreno.

Filosofía, primer año.– Don Juan Miró.

Segundo año.– Don Juan Bautista Peyronnet, catedrático que ha sido de mecánica aplicada a las Artes en la ciudad de Badajoz.

Tercer año (moral, literatura, historia de España).– Don Jacinto de Salas y Quiroga, secretario de la academia de ciencias eclesiásticas.

Literatura nacional, prosa.– Don Jacinto de Salas y Quiroga.

Verso.– Don Juan Eugenio de Hartzenbusch.

Historia de la edad media.– Historia moderna.– Don Jacinto de Salas y Quiroga.

Historia general y literatura dramática.– Don Alberto Lista, individuo de las academias Nacionales Española y de la Historia.

Elocuencia.– Esta cátedra no está aún provista.

Declamación.– Don Carlos Latorre, catedrático del real Conservatorio de María Cristina.

Filosofía aplicada a las artes.– Don José Fernández de la Vega.

TERCERA SECCIÓN.
Ciencias exactas y políticas.

Matemáticas elementales.– Don León Herques, diputado a Cortes.

Sublimes y mixtas, física, arquitectura y fortificación.– Don Juan Bautista de Peyronnet.

Química.– Don Manuel del Castillo.

Astronomía.– Don Domingo Fontán, diputado a Cortes, director del Observatorio de Madrid y Don Pedro Delgado, vice director del mismo.

Geografía moderna, cosmografía y navegación.– Don Ignacio Gómez de Salazar, calculador que fue del observatorio astronómico de Marina de la Isla de León, catedrático del colegio militar de la misma y delineador de cartas náuticas de la dirección hidrográfica de marina de esta corte.

Geología y mineralogía.– Esta cátedra no se ha provisto todavía.

Diplomacia política y consular.– Don J. M. P.

Historia de los tratados diplomáticos.– Estadística general y administración.– Don Tomás Serrano Server, individuo del cuerpo diplomático español.

Dibujo topográfico y construcción de planos.– Esta cátedra no está aún provista.

Historia monumental y numismática.– No se abrirá hasta primero de enero.

Comercio y partida doble.– Don J. J. M. D.

CUARTA SECCIÓN.
Jurisprudencia, medicina.

Derecho natural y de gentes.– Don Francisco Pérez de Anaya, licenciado en leyes y redactor de la Gaceta de Madrid.

Principios de legislación, derecho criminal y derecho civil español.– Don Simón Santos Lerín.

Derecho romano y su historia.– Don José Llorente, licenciado en leyes.

Derecho público y constitucional.– El catedrático nombrado para esta cátedra no ha firmado aún su aceptación por estar fuera de Madrid.

Instituciones canónicas, derecho público eclesiástico, concilios nacionales y disciplina eclesiástica.– Don Joaquín de Lumbreras, decano y vice-rector de la universidad de Madrid.

Partidas y recopilación.– Don P… de A…, que no ha firmado su admisión por estar ausente.

Economía política.– Don León Herques.

Práctica y elocuencia forenses y jurisprudencia mercantil.– Don Manuel Silvestre Rubio, juez que ha sido de primera instancia en varios partidos del Reino.

Anatomía, partos e historia de la medicina española.– Don Jaime Salvá, director que fue del colegio de Medicina de Pamplona.

Fisiología, afectos externos y vendajes.– Don Ramón Frau, catedrático que fue del colegio de medicina de Barcelona.

Higiene y enfermedades venéreas, materia médica y arte de recetar.– Don Pedro Maraojes, doctor en medicina y cirugía.

Patología y terapéutica generales, afectos internos.– Don Pelegrín Pagés, profesor de medicina y cirugía.

Frenología e ideología clínica, medicina legal e historia general de la medicina.– Don Sebastián de Medina, doctor en medicina y cirugía.

Don Cristóbal Barrera, director que fue de los hospitales militares de Logroño y Bilbao.

QUINTA SECCIÓN.
Artes de adorno.

Dibujo y pintura.– Don José Abrial, académico de mérito de San Fernando.

Taquigrafía.– Don Manuel Cerdá de Villarestau, licenciado en leyes y primer taquígrafo que fue de las Cortes.

Canto y piano.– Don Pedro Herrero y Sesé.

Música elemental, contrapunto y composición.– Don Joaquín Espín y Guillén.

Violín.– Don Pedro Cruz y Don Luis Arche.

Flauta.– Don Antonio Banquer, flauta del real cuerpo de Guardias de Corps de S. M.

Guitarra.– Don Mariano Ochoa, maestro de S. M. la Reina Gobernadora.

Baile.– Don Juan González, maestro que fue de los caballeros pajes de S. M.

Esgrima.– Don Francisco Zea, maestro que fue de los caballeros pajes.

Gimnástica.– Don Fernando Fernández Moreno.

——

Director espiritual y censor de los estudios.– Don Joaquín de Meave.

Vice-censor.– Don Fernando Fernández Moreno.

Contador.– Don Cristóbal Barrera.

Pasantes.– Don Francisco de Ibarra, Don Patricio Rodríguez y Don José Nieto.

Se participa además al público que el Colegio Español Hamiltoniano está gobernado así en la parte administrativa como en la didáctica por una junta directiva que tiene a su cargo fomentar los progresos de los estudios y asegurar la estricta observancia de la disciplina y de los reglamentos, tanto en la parte que corresponde a la enseñanza, como en la relativa a la moralidad de los discípulos. Esta junta se compone de los señores

Don Alberto Lista, presidente.

Don Joaquín de Lumbreras, vice-presidente.

Don Domingo Fontán.

Don Ignacio Gómez de Salazar.

Don Ramón Frau.

Don Juan Bautista Peyronnet.

Don Manuel del Castillo.

Don Francisco Pérez de Anaya.

Don Jacinto de Salas y Quiroga.

Don Manuel Silvestre Rubio.

Don José Fernández de la Vega.

Don Simón Santos Lerín.

Don Joaquín de Meave.

Don Juan Miró.

Don Alfonso Chalumeau de Verneuil, director.

Don Fernando Fernández Moreno, secretario perpetuo.

Los dos reglamentos se hallan en el Colegio y se darán a los padres de los alumnos.

El artículo 57 del reglamento interior dice así:

Artículo 57. El colegio español Hamiltoniano, en los varios ramos de su enseñanza, dará constantemente la instrucción gratuita a 25 jóvenes, cuya edad no baje de 10 años, y cuya escasez de medios, disposición y buena conducta le sean conocidas.

La inauguración del Colegio Español Hamiltoniano se celebrará hoy domingo 5 del corriente a las 11 de la mañana en su sala de actos, y todas las autoridades constituidas de la capital que, por equivocación o ignorancia de su domicilio, no hubiesen recibido su esquela de convite, están invitadas por el presente aviso a enviar de 8 a 9 de la mañana a la secretaría del colegio a pedir billetes de entrada para sí y sus señoras.

(Diario de Madrid, domingo 5 de agosto de 1838, número 1227, página 2.)

cubierta

«Ayer era el día señalado para la apertura del célebre colegio ex-nacional hamiltoniano. Llamámosle ex-nacional, porque notamos que en las papeletas de convite se hallaba impreso por dos veces colegio nacional, y estaba por dos veces borrado y sustituido de pluma colegio español. La misma metamorfosis se observa en el tablón enorme fijado en la puerta de dicho colegio; y discurriendo algunos sobre la causa de tan estudiada transformación han dicho: ¿si será que entre los muchos que han declarado no pertenecer ni haber pertenecido a dicho colegio famoso, se hallará comprendido el adjetivo nacional? En este caso nos tememos que el nuevo dictado de español desahucie también al señor director hamiltoniano. ¡Válgate Dios por colegio, y los sudores que cuestas!» (Eco del Comercio, lunes 6 de agosto de 1838, n.º 1558, pág. 4.)

«Ayer se ha verificado la inauguración del colegio español Hamiltoniano, organizado nuevamente en la forma que aparece en el Diario de Avisos del mismo día. Varias son las opiniones que sobre este naciente establecimiento se han formado; la prudencia aconseja suspender el juicio hasta ver los resultados, por cuyo motivo nos es imposible decir nada ni de bueno ni de malo acerca de él. No debe sin embargo dejarse en silencio el pensamiento filantrópico que encierra uno de los artículos de su reglamento interior. Dice así el 57: «El colegio español Hamiltoniano, en los varios ramos de su enseñanza, dará constantemente la instrucción gratuita a 25 jóvenes, cuya edad no baje de 10 años y cuya escasez de medios, disposición y buena conducta, sean conocidas.» Esta idea es digna de elogio y sería de desear verla adoptada en todos los establecimientos de educación de España.» (La España, martes 7 de agosto de 1838, n.º 401, pág. 4.)

«Colegio Español Hamiltoniano. Habiéndose verificado la inauguración del Colegio Español Hamiltoniano el domingo 5 del actual, se avisa al público que la matrícula general del mismo queda abierta en el establecimiento, calle del Prado, número 26, todos los días desde las nueve de la mañana hasta las dos de la tarde, y desde las cinco hasta las ocho de la noche. La clase de primeras letras, las de latinidad, lengua griega, y las de gramática castellana y de idioma modernos con arreglo al método hamiltoniano y al sistema de la anterioridad están ya abiertas. Sucesivamente se anunciará la apertura de las demás cátedras para el día en que cada una se instale; debiendo estar abiertas todas para el 24 del corriente.» (Diario de Madrid, jueves 9 de agosto de 1838, n.º 1231, pág. 2.)

«Colegio Español Hamiltoniano. Completa educación gratuita. Habiendo la junta directiva de dicho colegio acordado que no se reciban pasado el 20 del corriente más solicitudes para la admisión de las 25 plazas gratuitas establecidas en el referido colegio, se avisa a las familias que estén en el caso de poder solicitar por algún derecho este favor para sus familiares, que aprovechen los días útiles que les quedan, presentando en la secretaría del Colegio, calle del Prado, número 26, sus solicitudes, dirigidas a dicha junta directiva.» (Diario de Madrid, martes 14 de agosto de 1838, n.º 1236, pág. 2.)

«Colegio Español Hamiltoniano. Medicina. Las cátedras de medicina que se abren en este colegio, conforme se anunció en el Diario de avisos del 5 del corriente, ni tienen otro objeto sino el repaso de las materias que se enseñan en el acreditado colegio de San Carlos de esta corte. Se sabe la utilidad que en Francia, en Bélgica y en otros países sacan los alumnos de estas lecciones particulares, y por tanto es por demás recomendarlas, mayormente cuando se dan por profesores de conocida reputación. A ellas podrán concurrir también los que dedicados al estudio de las bellas artes y ciencias naturales y morales, necesitan de los conocimientos auxiliares de la anatomía y fisiología para instruirse profundamente en los ramos peculiares que cultivan. El colegio ha mandado traer de París el cadáver de cartón estucado llamado de Ozon, que se divide en tantas piezas cuantas pueda preparar el escalpelo en la disección de un cadáver humano; práctica que se ha adoptado en muchos colegios extranjeros. La experiencia decidirá de su preferencias y ventajas. Igualmente se ha procurado las estampas patológicas de Cloquet, Alibert y otros célebres profesores, y facilitará a catedráticos y alumnos las piezas de cera y todos los objetos que sean necesarios para la completa enseñanza de las ciencias médicas. Por todos los cursos de un año se pagan 360 rs., que se satisfarán por trimestres o semestres, según más convenga a los discípulos: por los cursos de un mes 30 rs.; y en cuanto a los romancistas que carezcan de medios para este gasto, se les advertirá en la secretaría del colegio la rebaja que podrá hacerse en obsequio de su instrucción. En la misma queda abierta ya la matrícula. Las clases empezarán el día 25 del corriente a las horas que se expresarán por cartel en las puertas del colegio que serán diferentes de las designadas para las cátedras del colegio de San Carlos. El colegio fía más bien a los hechos que a pomposos anuncios el patentizar el esmero que pondrá para que estas cátedras sean dignas de su objeto, y correspondan a la expectación del público y utilidad de los cursantes.» (Diario de Madrid, 17 agosto 1838, n.º 1239, pág. 3.)

«Colegio Español Hamiltoniano. Completa educación gratuita. Entre los muchos memoriales dirigidos a la junta directiva del C. E. H. no ha habido hasta ahora más que 16 que llenen las condiciones requeridas; por lo tanto la comisión de admisión de alumnos gratuitos avisa a las personas que han presentado memoriales sin documentos justificativos que no se les ha dado ni se les dará curso sin que vayan acompañados por un documento firmado por uno de los señores catedráticos del C. E. H., del de San Carlos, de la universidad, por uno de los señores directores generales de estudios o por un señor alcalde constitucional, juez de primera instancia u otro señor magistrado; por el señor cura de la parroquia, y finalmente, por cualquiera otra persona constituida en dignidad o de conocida respetabilidad. Los jóvenes que se admitan han de haber nacido en una clase acomodada de la sociedad, haberse criado hasta ahora como caballeros y no han de estar en circunstancias tan apuradas que no puedan proporcionarse los libros, pizarras y cuadernos que necesiten, ni vestir con la misma decencia que los demás alumnos del colegio. La comisión de admisión de alumnos gratuitos participa además al público que no se recibirán más para la clase de latinidad y sí para las de filosofía, matemáticas, física, química, astronomía, idiomas modernos, elocuencia, literatura, historia, declamación, medicina y leyes, y que la junta directiva del colegio, deseosa de extender a todas las aulas del mismo el beneficio del artículo 57 del reglamento interior, ha mandado a la misma comisión no limitarse mientras duren las actuales circunstancias al número de 25, con tal que los que se presenten además lleven las condiciones indicadas en este aviso.» (Diario de Madrid, viernes 24 de agosto de 1838, n.º 1246, pág. 2.)

«Colegio Español Hamiltoniano. No habiéndose abierto curso alguno de la enseñanza simultánea de idiomas modernos en este establecimiento desde el mes de marzo próximo pasado a causa de su traslación a la calle del Prado, número 26, en consecuencia de la erección de la Institución Hamiltoniana en Colegio Universitario, y habiéndose presentado de algunos días a esta parte siete caballeros deseosos de dedicarse a este estudio simultáneo; el director del C. E. H. tiene el honor de avisar al ilustrado vecindario de esta capital, que desde hoy se repetirán todos los días gratuitamente hasta 1.º de setiembre las lecciones preliminares de este cuádruplo curso en beneficio de los caballeros o jóvenes que para él se inscriban. Durante las seis u ocho primeras semanas la lengua inglesa y la francesa marcharán de frente comparándose sus vocablos por familias, por categorías, por derivaciones y por raíces sueltas con los de la lengua nativa, no solo rectificándose las bases gramaticales de la lengua castellana, erróneamente conocidas, por no decir ignoradas, de los más españoles, aunque literatos, sino también aprendiéndose sin esfuerzo la primera semana de 14 a 16.000 palabras, así francesas como inglesas e italianas, que no podrán olvidarse por quien no olvide el español; y al principiar el tercer mes o acaso antes, se añadirá la lengua italiana a la comparación principiada entre las otras tres encontrándose el discípulo con el caudal de voces italianas arriba expresado antes de empezar el estudio del dulce y enérgico idioma de Metastasio y Alfieri. La enseñanza de la gramática general se agrega de valde a la de dichos idiomas. No se necesitan libros en los 2 primeros meses. Este establecimiento es el único en Madrid, y probablemente en España, en que se enseñen y puedan aprender las lenguas extranjeras con arreglo al sistema de la anterioridad y a los últimos progresos de la filología. El sistema de la anterioridad unido al de una rigurosa investigación etimológica y al método de enseñanza Hamiltoniano, tan conocido con el nombre de Jacotot, forma una triple combinación irresistible para cualquier alumno. El director tiene además el honor de avisar al público que la Institución Hamiltoniana al pasar a Colegio ha tenido que reducir casi de una mitad los precios que tenía anteriormente establecidos para nivelarlos con los de los demás colegios; reducción que el público conocerá ser tanto mayor y tanto más apreciable, cuanto menor es la duración del curso. Están igualmente abiertas las matrículas para las clases de filosofía, matemáticas, física, química, arquitectura y fortificación; geografía, cosmografía y navegación, astronomía, comercio y partida doble, y los demás cursos expresados en el reglamento general del Colegio, los que empezarán desde 1.º de setiembre próximo.» (Diario de Madrid, 25 agosto 1838, n.º 1247, pág. 2.)

Una variante entre dos versiones impresas del discurso del presbítero Alberto Lista

«Y debemos dejar consignado un hecho; a saber, que una idea tan nueva en los establecimientos de enseñanza, a lo menos en nuestra nación; un pensamiento tan noble y generoso que sustituye el interés público al individual, y que coloca la enseñanza bajo la protección de sus tutores naturales, es debida al mismo Director, al mismo dueño del establecimiento, el cual, si es individuo de la Junta tiene en ella un voto como los demás vocales, es solo en su calidad de profesor. No debe extrañarse esta conducta en quien admite a participar gratuitamente de la instrucción que se da en el establecimiento a 25 o más alumnos pobres.»

Alberto Lista, “Discurso que leyó el Presidente de la Junta Directiva del Colegio Español Hamiltoniano” (C. E. H., Discursos…, 1838.)

«Y debemos dejar consignado un hecho, a saber, que una idea tan nueva en los establecimientos de enseñanza, a lo menos en nuestra nación; un pensamiento tan noble y generoso que sustituye el interés público al individual, y que coloca la enseñanza bajo la protección de sus tutores naturales, es debida al mismo director, al mismo dueño del establecimiento, el cual, si es individuo de la junta y tiene en ella un voto como los demás vocales, es solo en su calidad de profesor. No debe extrañarse esta conducta en quien admite a participar gratuitamente de la instrucción que se da en él.»
 

Alberto Lista, “Discurso que leyó el presidente de la junta directiva del Colegio Español Hamiltoniano” (Gaceta de Madrid, 25 agosto 1838.)


El discurso del presbítero sevillano Alberto Lista pronunciado en la ceremonia inaugural del Colegio Español Hamiltoniano, en su condición de Presidente de la Junta Directiva, se publicó en un opúsculo fechado en agosto de 1838 que ofrece mínima crónica del acto y el discurso que también pronunció entonces Jacinto de Salas y Quiroga, y además, el 25 de agosto, apareció en la Gaceta de Madrid, que Alberto Lista había dirigido de 1833 a 1837. Ambas versiones son idénticas, salvo mínimas variantes ecdóticas, excepto el final de una frase en la versión de la Gaceta. Alberto Lista reconoce que el Director, que es además “el mismo dueño del establecimiento”, forma parte de la Junta Directiva solo en tanto que profesor, pero desaparece la mención “25 o más alumnos pobres”.

Una semana después de inaugurarse el Colegio Español Hamiltoniano –recordemos, cinco meses antes habían tenido por gran triunfo lograr su Real reconocimiento, el que facilitó la primera junta de sus futuros catedráticos el 29 de marzo– se modifica radicalmente el entorno administrativo del establecimiento recién nacido: por Real orden de 12 de agosto de 1838, dictada por el Secretario de Estado y de la Gobernación de la Península, “todo particular puede fundar colegios de humanidades y otros establecimientos privados de instrucción”, y por su disposición quinta, “los estudios de filosofía que se hicieren en estos establecimientos serán incorporables en las universidades del reino”. Café para todos que decía buscar que la enseñanza “no degenere en patrimonio de especuladores empíricos y charlatanes” (¿alusión rupturista a Chalumeau, entre otros?).

«Todavía fue más allá la Real orden de 12 de Agosto de 1838, que permitió a todo particular abrir colegios de humanidades, o cualquier otro establecimiento de enseñanza, sin necesidad de previa Real licencia, y sin más que dar parte a la autoridad local, e inscribirse en la universidad más inmediata, si bien sujetándose a la inspección del Gobierno. Era imposible llevar más allá la libertad de enseñanza, la cual llegó a tal punto, que no se exigía a los directores ni a los catedráticos condición alguna de aptitud o moralidad. Esta libertad produjo los abusos que eran consiguientes. Abriéronse como por ensalmo multitud de colegios con títulos más o menos pomposos, la mayor parte a cual peores, convirtiéndose la enseñanza en miserable granjería, y siendo tan numerosas como sentidas las quejas que de este grave mal llegaron al Gobierno.» (Antonio Gil de Zárate, De la Instrucción Pública en España, Madrid 1855, tomo I, págs. 155-156; hay edición facsímil impresa sobre papel, mejorada con cuidado índice onomástico –en el que no figura, por cierto, ni la Institución ni el Colegio Español Hamiltoniano– por Pentalfa Ediciones, Oviedo 1995, 3 tomos.)

Y un mes después de la inaguración del Colegio Español Hamiltoniano cae el gobierno de diciembre de 1837: la Gaceta del día 7 recoge los reales decretos firmados por la Reina Gobernadora el día 6, admitiendo renuncias, dimisiones y nuevos nombramientos. Deja de ser Presidente del Consejo de Ministros y primer Secretario de Estado don Narciso de Heredia (1775-1843), conde de Ofalia (consorte), primer marqués de Heredia y segundo conde de Heredia-Spínola, quien, en 1827, había sido ministro plenipotenciario en Londres y después embajador en París, en inmejorable relación con Luis Felipe I de Francia, pues España le reconoció inmediatamente tras su ascenso al trono en agosto de 1830 –tras la obligada abdicación de Carlos X cuando los sucesos de julio de 1830: recuérdese el “Fragment d’une Ode sur la révolution de France en Juillet 1830” incorporado un año antes a la Colección de los trozos...– a cambio de que cesara el apoyo francés a los liberales españoles; y deja de ser Secretario de Estado y de la Gobernación del Reino don Joaquín José de Muro, marqués de Someruelos, &c. Precisamente durante el gobierno de Ofalia la Institución Hamiltoniana se había podido transformar, el 15 de marzo de 1838, en Colegio Nacional Hamiltoniano con derecho al reconocimiento de sus estudios elementales por la Universidad.

La caída del gobierno del conde de Ofalia resultó determinante en el fracaso del recién nacido Colegio Español Hamiltoniano, aparte los efectos de la orden liberalizadora de 12 de agosto, pues inmediatamente la Institución sufrió su crisis interna más profunda por abandono de su valedor más prestigioso, matemático, historiador, individuo de la academia Española y de la Historia, que había protagonizado la ceremonia inaugural del 5 de agosto como orador principal, en tanto que Presidente de la Junta Directiva. El presbítero semiafrancesado Alberto Lista, tras la encomienda de publicar la Gaceta de Bayona (1828-1830) y la Estafeta de San Sebastián (1830-1831), fue nombrado por Fernando VII director de la redacción de Gaceta de Madrid, que desempeñó desde enero de 1833, a propuesta precisamente de Narciso Heredia, conde de Ofalia, en 1832 primer Secretario de Estado de Fomento General del Reino, tras su misión como embajador en París.

Solo un año antes anunciaba la Institución Hamiltoniana (Gaceta, 11.IX.1837): “El autor adoptado para el curso de matemáticas es Don Alberto Lista, cuyos tratados se traducen a las expresadas lenguas, en las cuales se dan las correspondientes explicaciones”, y Alberto Lista era incorporado al final de la Colección de los trozos que sirven de Tipos en la Institución Hamiltoniana, con su Himno del desgraciado (de 1822, páginas 84-85). Sabemos de su distancia crítica hacia Chalumeau por el informe que Alberto Lista leyó en la Junta de la Real Academia de la Historia el 30 de junio de 1837, tras aceptar el encargo de examinar la Elégie sur la mort de D. Mariano José de Larra, suicidé le 13 février 1837, por Le chevalier de Verneuil (director de la Institución Hamiltoniana, J. Cruz González, Madrid 1837). Pues bien, aquel ilustre presbítero decide entonces abandonar el proyecto hamiltoniano para establecerse en Cádiz, tras recalar unos días en su natal Sevilla, de manera que sólo doce semanas después de haber leído el discurso inaugural del Colegio Español Hamiltoniano de Madrid, lee el 29 de octubre de 1838 el “Discurso en la solemne instalación del colegio de San Felipe Neri de Cádiz, por su director, regente de estudios don Alberto Lista” (adviértase que la edición de ese discurso que aquí ofrecemos la hemos extraído del Diario del Gobierno de México, que a su vez la había tomado del Diario de la Habana).

El colegio de humanidades de Cádiz que Alberto Lista dirigió hasta 1843 había logrado también su permiso antes del 12 de agosto, por Real orden de 13 de febrero del mismo 1838, y entre sus promotores estaba el entonces doctoral Juan José Arbolí (que luego publicó en cinco pequeños volúmenes un Compendio de las lecciones de Filosofía que se enseñan en el Colegio de Humanidades de San Felipe Neri de Cádiz, pues fue allí profesor de filosofía hasta 1848): “En su consecuencia se formó la Junta que ha de estar al frente del Colegio, compuesta de los Sres. […], quienes, por unanimidad, nombraron por Director del Colegio y regente de estudios al Sr. D. Alberto Lista. Aceptada la dirección por el Sr. Lista, y debiendo llegar a esta para el 20 del corriente, se publicarán entonces con su acuerdo el plan y método de estudios, los nombres de los catedráticos y el reglamento interior del establecimiento. Entretanto ha dispuesto la junta que se abran las clases el día 29 del corriente […]. Cádiz 8 de Octubre de 1838. Serafín de Sola. Secretario.” (“Colegio de humanidades establecido en Cádiz en el edificio de San Felipe”, El Atlante, Santa Cruz de Tenerife, domingo 9 de diciembre de 1838, nº 343, págs. 2-3).

La Biografía del Sr. D. Alberto Lista y Aragón, dispuesta por Francisco Pérez Anaya (Madrid 1848), ignora cualquier brizna hamiltoniana: «A pesar de la independencia en que vivía, sus numerosas relaciones en Madrid no le permitían aislarse tanto como deseaba, ni menos vivir alejado de las cosas políticas, de las que no quería ocupar su imaginación, y hasta le incomodaba hablar de ellas. Esta disposición de su espíritu, el deseo de consagrarse exclusivamente a la enseñanza, y la necesidad de buscar un clima más templado y más acomodado a su complexión, que aunque bastante robusta era en extremo sensible al frío, le hicieron acceder a las proposiciones que le hicieron varios amigos suyos de la provincia de Cádiz para que pasase a esta ciudad a dirigir y regentar el colegio establecido en la casa de san Felipe Neri de dicha ciudad. Por setiembre de aquel año de 1838 pasó a Cádiz, deteniéndose algunos días en Sevilla para ver a las personas que le quedaban de su familia, y a los muchos amigos que aún conservaba en dicha ciudad. […] No tardó en embarcarse para Cádiz, donde fue recibido por sus amigos con las muestras más cordiales de estimación.» (págs. 86-87).

1838.0906   Bernardino Fernández de Velasco   1838.1209

Leyendo el comentario de Fray Gerundio publica tras la caída de ese ministerio, donde menciona cuatro veces al colegio Hamiltoniano y otra directamente al barón de Beaulieu, “a quien llaman algunos el supuesto tío Vivo”, es indudable que el proyecto dirigido por Chalumeau se había convertido en blanco de banderías, partidos, bandas, familias y grupos enfrentados, donde la propia personalidad del francés director del tinglado hamiltoniano daba munición al enemigo. Tocado de muerte el Colegio Español Hamiltoniano, que probablemente no tuvo casi posibilidad ni necesidad de llevar a la práctica su propio Reglamento interior, languideció y desapareció pocas semanas después.

[ Modesto Lafuente ]
Esto va bien, si dura

Pues señor, lluvió; y lluvió cuándo y cómo lo había profetizado Fr. Gerundio: la noche que cayó el ministerio, y la mañana que se publicaron en el periódico oficial los nombramientos de los reemplazantes; y desde entonces acá no volvió a llover más, porque bastaba para que se cumpliese la profecía tantas veces repetida de Fr. Gerundio. Los que desconocen las inspiraciones, los que no admiten el espíritu profético, y los que no están iniciados en los misterios de la capilla, habrán atribuido este suceso a casualidad. De otro modo pensarían si recorriesen las páginas de las profecías gerundianas, nunca fallidas y cumplidas siempre (aquí me salió un endecasílabo sin querer). Ello es que lluvió y nos lluvieron cinco ministros como cinco capiscóles, con los cuales cuenta la crónica ministerial de Fr. Gerundio ochenta y un organistas encargados de afinar el órgano mostólico de nuestra España, el destemplado clavicordio de nuestra administración, en que cada ministerio rompe una cuerda y cada ministro inutiliza un martinete, y nadie encuentra la tecla, ni acierta a dar el tono competente. Pero esto va bien, si dura, decía uno que caía de lo alto de un campanario. Esto va bien, si dura, dice Fr. Gerundio, porque de ochenta y uno a ciento ya poco va, y de ciento malo ha de ser que no salga uno bueno. Pocas son las malas fabas.

En cuanto a los que nos lluvieron el día 7, basta decir que era viernes, y además día de abstinencia; y que le había dicho Dios a Fr. Gerundio que no dejara la capilla de la mano, porque tendría mucho en qué ejercitarla. No tengo el honor de conocer a algunos de sus Excelencias los nuevos sacristas, pero tengo el de conocer a otros de la cofradía. Son de la jurisdicción de Fr. Gerundio.

El duque de Frías es un Grande de España de primera clase; tan hombre de bien, que se le cae la ropa; tan desprendidote, que no tiene cosa suya; tan de buena pasta, que se contenta con lo que le dan; es un bonus vir de Frías y Uceda. Si como nació hijo de grande, y heredero de grandes estados, hubiera nacido hijo de pequeño y hubiera heredado los mayorazgos que heredó Fr. Gerundio, hubiera sido un San Cayetano; y aun así, el buen Don Bernardino Fernández de Velasco más imita la modestia y parsimonia exterior de un Bernardino Fernández que la suntuosidad y bambolla de un Fidalgo a par do Rey. Tiene más títulos que el director del colegio Hamiltoniano; pero los bolsillos del duque y las cátedras del colegio estoy en que cuentan los mismos discípulos. Si el barón de Beaulieu (a quien llaman algunos el supuesto tío Vivo) hubiera sido duque de Frías, creo que no hubiera fundado el colegio Hamiltoniano; y si el duque de Frías hubiera fundado el colegio Hamiltoniano, creo que no hubiera llegado a percibir nunca los derechos de matrícula. El duque es literato, es poeta, y dicen que en la administración de sus estados se echa de ver que es poeta y literato. No soy frenólogo, pero se me figura que en ninguna cabeza poética se encuentra el órgano de la acquisibidad. Todos convienen en que es buen liberal, y hombre de probidad y de las más sanas intenciones; es lástima que no sea una probidad pilla, como es necesaria en estos tiempos trapisonderos, y unas intenciones de gracia eficaz, como dicen los teólogos de la escuela. Pero en esta parte creo que estamos medianamente. Cuéntase que en París asistió a un gran baile a que estaba convidado con su hija y se le quedó olvidada la hija en casa. Días pasados parece que envió a preguntar al criado desde un café si había salido de casa en coche o en qué términos había salido, y si había ido a alguna otra parte antes de ir al café; y refiérense de S. E. otras mil anécdotas por el estilo. Un día estoy viendo que se le olvida el ministerio o que se deja en los otros calzones la presidencia del gabinete. Y será una lástima, porque es hombre que puede sacar mucho partido de sus relaciones exteriores: tiene tanta confianza con Luis Felipe que sabe, según cuentan, estando conferenciando mano a mano con S. M. el rey de los franceses sobre negocios de alta diplomacia, levantarse muy fresco y ponerse a componer el corbatín a un tocador del regio gabinete. Ahora bien: ¿de quién sino de un hombre que tiene la suficiente confianza para dejar a todo un Rey ciudadano con la palabra en la boca para escarolarse el corbatín, se puede esperar la cooperación, intervención, auxilios o lo que nos dé la gana escoger? Lo que importa es que no se le olvide pedirla, o que se acuerde que nos hace falta. Dicen que es sordo: más sordos han sido los que acaban de salir. En cuanto a ministro de Estado estamos en Grande.

El de Hacienda es el reverso de la medalla. El marqués de Monte-Virgen no es Grande de España: no se le cae la ropa, no se contenta con lo que le dan, y lo que tiene no era suyo, pero ahora ya es suyo. Don José Vigil de Quiñones no nació heredero de grandes quiñones, pero su economía , su acquisibilidad, cuyo órgano debe tener muy pronunciado, le ha proporcionado en escasos cuatro años la adquisición de los estados de Valdelaguna, de la Dehesa de Maudes, de San Pedro de las Dueñas, de los cuatro molinos de Sahagún, de la huerta de San Francisco de León y otras frioleras que le han costado la pequeñez de cinco o seis millones, y cuyos bienes eran nacionales y ahora son del marqués de Monte-Virgen, que era director de rentas y después director del Tesoro y ahora es ministro interino de Hacienda. Si tuviera él los pergaminos del duque de Frías… no les tendría el duque sino él: eso es muy claro. Si hubiera fundado un colegio Hamiltoniano, no se hubiera quedado sin los derechos de matrícula, ni sin los de la prueba de curso. Sus intenciones son eficacísimas: su probidad y sus ideas políticas la opinión pública las calará mejor que yo. Es hombre a quien no se olvida nada; no hay peligro que se le olvide el ministerio, ni que deje la hacienda en los otros calzones. Aunque sea interino, no importa; más hará él en ocho días que otro en ocho meses. Para ministro de Hacienda de esta época no podía haberse buscado más a propósito, ni con un candil. En cuanto a ministro de Hacienda también estamos en grande.

No hay que extrañar que Fr. Gerundio haya hecho la reseña de las bellas cualidades que adornan a estos dos ministros, porque a él más que a nadie le atañe y pertenece, aunque no sea sino por la poderosa razón de que el duque de Frías es senador por la provincia de León, el marqués de Monte-Virgen es diputado por la provincia de León, y Campazas, patria de Fr. Gerundio, está en la provincia de León; y casualmente los estados del duque y los del marqués están tan inmediatos a Campazas que más de cuatro paseos ha dado Fr. Gerundio por sus tierras y sus viñas, de modo que también Fr. Gerundio está en grande. Sin embargo me parece que su capilla ha de tener que trabajar en grande.

(Fr. Gerundio, 11 setiembre 1838, quinto trimestre, capillada 73, páginas 287-292.)

«Colegio Español Hamiltoniano. Habiéndose ido inscribiendo, desde el día 5 del corriente hasta hoy, algunos caballeros más para el curso anunciado en el Diario de Avisos del 25 del pasado de la enseñanza simultánea de la lengua inglesa y de la francesa comparadas con la castellana, con la accesión de los cuales llegan ya a un número crecido los alumnos de dicho curso, e informado el catedrático que algunos más tienen la intención de presentarse en semana, el director del C. E. H. tiene el honor de participar al público que la matrícula de dicho curso no se cerrará definitivamente hasta el lunes 17 del corriente, hasta cuyo día los que se inscriban recibirán gratuitamente lecciones particulares que los pongan en pocos días al nivel de sus compañeros del curso ya empezado, y pasado el dicho lunes 17 los caballeros jóvenes que se presentaren formarán un curso nuevo. La cátedra de comercio y partida doble principiará el día 17 del que rige.» (Diario de Madrid, 13 septiembre 1838, n.º 1266, pág. 2.)

«Colegio Hamiltoniano. Habiéndose ido inscribiendo desde el día cinco del corriente hasta hoy algunos caballeros más para el curso anunciado en el Indispensable del 30 de agosto próximo pasado, de la enseñanza simultánea de la lengua inglesa y de la francesa comparadas con la castellana con la accesión de los cuales llegan ya a veinte los alumnos de dicho curso, e informado el catedrático que algunos más tienen la intención de presentarse en esta semana; el director del C. E. H. tiene el honor de participar al público que la matrícula de dicho curso no se cerrará definitivamente hasta el lunes 17 del corriente, hasta cuyo día los que se inscriban, recibirán gratuitamente lecciones particulares que los pongan en pocos días al nivel de sus compañeros, del curso ya empezado, y pasado el dicho lunes 17 los caballeros o jóvenes que se presentaren formarán un curso nuevo.» (El Indispensable, jueves 13 de septiembre de 1838, n.º 13, pág. 3.)

«Sírvanse tener presente las personas sensatas y de buena fe del público madrileño, a quienes nos dirigimos, que por haber pasado a colegio universitario la institución hamiltoniana, ha tenido que reducir casi de una mitad los honorarios que tenía establecidos con el objeto de nivelarlos con los de los demás colegios.» (“Colegio Español Hamiltoniano, Calle del Prado, número 26”, Gaceta de Madrid, 14 septiembre 1838, pág. 4.)

«Instrucción pública. En el COLEGIO ESPAÑOL HAMILTONIANO sito en la calle del Prado, número 26, bajo la dirección del Barón de Beaulieu, individuo de las academias nacionales Española y de la Historia, queda abierta desde hoy la matrícula para las clases de matemáticas, latinidad, lógica, gramática general, física, química, filosofía moral, historia, geografía, astronomía, comercio y partida doble, francés, inglés, italiano, elocuencia, alta literatura, medicina, leyes y demás ramos de enseñanza especificados en el reglamento general del expresado establecimiento. Las clases de primeras letras y latinidad empiezan hoy, y las de las ciencias empezarán el 10 del corriente. Este colegio está incorporado a la universidad de Madrid y los cursos de filosofía estudiados en él sirven para grados literarios. Los reglamentos se hallan en la portería del colegio.» (Diario de Madrid, sábado 6 de octubre de 1838, nº 1289, anuncio en primera página.)

«Colegio Hamiltoniano. En el colegio español hamiltoniano sito en la calle del Prado, núm. 26, bajo la dirección del barón de Beaulieu, individuo de las academias nacionales española y de la historia, queda abierta desde hoy la matrícula del presente año escolástico para las clases de matemáticas, latinidad, lógica, gramática general, física, química, filosofía moral, historia, geografía, astronomía, comercio y partida doble, francés, inglés, italiano, elocuencia, alta literatura, medicina, leyes y demás ramos de enseñanza especificados en el reglamento general del expresado establecimiento. Las clases de primeras letras y latinidad empiezan hoy, y las de las ciencias empezarán el 10 del corriente. Este colegio está incorporado a la universidad de Madrid, y los cursos de filosofía estudiados en él sirven para grados literarios. Los reglamentos se hallan en la portería del colegio.» (Gaceta de Madrid, 9 octubre 1838, n.º 1423, pág. 2.)

«Colegio Español Hamiltoniano. Calle del Prado, número 26. Se avisa al público que habiéndose principiado un nuevo curso de lengua francesa y lengua inglesa comparadas con la española con arreglo al sistema de la anterioridad y a los métodos combinados de Jacotot y Hamilton, dicho curso, al cual se agrega la enseñanza de la gramática general, quedará abierto hasta el lunes 4 del próximo mes de noviembre. || Habiendo sido nombrado catedrático de filosofía y vocal de la junta directiva del Colegio español Hamiltoniano el presbítero don Pedro Arenas, se avisa al público que abrirá la clase de lógica el lunes 4 del próximo mes de noviembre. El domingo anterior a las doce y media de su mañana y todos los primeros domingos y terceros de cada mes a las cuatro de la tarde pronunciará en la iglesia del colegio, ante todos los alumnos reunidos, un discurso sobre la religión y relativo a los deberes de la juventud. Los padres y encargados de los alumnos y todos los que han sido discípulos de la institución hamiltoniana desde su fundación, tendrán libre entrada a estas instrucciones religiosas. Otras, que se limitarán a explicar a la juventud sus deberes y a inculcarle la necesidad y las ventajas del saber, se harán el segundo y cuarto jueves de cada mes por varios catedráticos o funcionarios del establecimiento.» (Diario de Madrid, 26 octubre 1838, n.º 1309, pág. 2.)

«Completa educación gratuita a favor de los hijos de 40 familias beneméritas y necesitadas. Atendiendo a que se cierra en la universidad el 4 del próximo mes de noviembre la matrícula de los varios cursos incorporados, se avisa a todos los interesados que han presentado memoriales a la junta directiva del Colegio Español Hamiltoniano para que se sirvan presentarse hoy sábado y el lunes próximo de nueve a dos de la mañana, en la secretaria de dicho Colegio.» (Diario de Madrid, 27 octubre 1838, n.º 1310, pág. 2.)

«Colegio Español Hamiltoniano. Calle del Prado, número 26. Se avisa al público que habiéndose principiado un nuevo curso de lengua francesa y lengua inglesa, comparadas con la española, con arreglo al sistema de la anterioridad y a los métodos combinados de Jacotot y Hamilton, dicho curso, al cual se agrega la enseñanza de la gramática general, quedará abierto hasta el lunes 4 del próximo mes de Noviembre.» (Gaceta de Madrid, 27 octubre 1838, nº 1441, pág. 4.)

«Habiendo sido nombrado catedrático de filosofía y vocal de la junta directiva del colegio español hamiltoniano el presbítero D. Pedro Arenas, se avisa al público que abrirá la clase de lógica el lunes 5 del próximo mes de Noviembre. El domingo anterior a las doce y media de su mañana, y todos los primeros domingos y terceros de cada mes a las cuatro de la tarde, pronunciará en la iglesia del colegio ante todos los alumnos reunidos un discurso sobre la religión y relativo a los deberes de la juventud. Los padres y encargados de los alumnos y todos los que han sido discípulos de la institución hamiltoniana desde su fundación tendrán libre entrada a estas instrucciones religiosas. Otras, que se limitarán a explicar a la juventud sus deberes, y a inculcarle la necesidad y las ventajas del saber, se harán el segundo y cuarto jueves de cada mes por varios catedráticos o funcionarios del establecimiento.» (Gaceta de Madrid, 28 octubre 1838, nº 1442, pág. 4.)

«Colegio Español Hamiltoniano. Calle del Prado, número 26. El presbítero Don Pedro Arenas, profesor de filosofía pronunciará ante todos los discípulos de este establecimiento hoy domingo 18 del corriente un discurso sobre relajación de costumbres. Todos los padres y parientes de los colegiales, tanto internos como externos, y todos los que han sido discípulos de la Institución Hamiltoniana, tendrán libre entrada a esta instrucción religiosa. Se participa de nuevo a los mismos que estas instrucciones seguirán haciéndose por el mismo predicador el primero y tercer domingo de cada mes.» (Diario de Madrid, domingo 18 noviembre 1838, n.º 1332, pág. 2.)

1838.1209   Evaristo Pérez de Castro   1840.0719

1839

«Anuncios. Colegio Español Hamiltoniano, calle del Prado, núm. 26. La necesidad de hablar y escribir la lengua de las dos naciones que en ciencias, en letras, en descubrimientos artísticos, en comercio se han puesto al frente de la civilización, es una de aquellas que siempre creciente en tiempo de paz, en nada está disminuida por la guerra civil que nos aflige. Esta, al contrario, hace que a un sinnúmero de personas que hubieran podido en tiempos apacibles consagrar años al estudio de las lenguas extranjeras, conviene poder adquirir el francés, el inglés, o los dos en un cortísimo tiempo. La fundación en Madrid de un instituto hamiltoniano proporcionó a muchos esta facilidad de 1836 a esta parte, y muchos la han aprovechado con fruto. La rutina puede luchar por más o menos tiempo; pero al fin ha de ceder al progreso como el error cede a la verdad. Día vendrá en que el método de Hamilton, los principios de Jacotot y el sistema de la anterioridad serán adoptados en todos los colegios y universidades de España, no solo para la enseñanza de las lenguas, sino aún para la trasmisión de todos los conocimientos humanos. La lengua francesa y la inglesa, uniéndoseles si se quiere la italiana, se enseñan en este colegio en la cuarta parte del tiempo necesario según todos los demás métodos. El discípulo aprende en una semana de 12 a 14.000 palabras de cada uno de estos idiomas, y los aprende sin confusión y sin poderlos olvidar nunca. Aprende al mismo tiempo la gramática general según el estado de sus últimos adelantos, por medio de los cuales rectifica todo lo erróneo que se le ha inculcado en el estudio de su idioma nativo. Cerrado el curso que principió en Agosto último, principiará otro el 4 del próximo Febrero y los tres días siguientes, admitiéndose jóvenes y caballeros de toda edad. La secretaría estará abierta para admitir las inscripciones desde las nueve hasta las dos, y desde las cuatro a las cinco de la tarde.» (Gaceta de Madrid, domingo 3 febrero 1839, nº 1541, pág. 4.)

«Colegio Español Hamiltoniano, calle del Prado, núm. 26. [mismo texto que en la Gaceta del día anterior salvo párrafo final:] Cerrado el curso que principió en agosto último, principiará otro el 4 del corriente febrero y los tres días siguientes admitiéndose jóvenes y caballeros de toda edad. La secretaría estará abierta para admitir las inscripciones desde las nueve hasta las dos, y desde las cuatro a las cinco de la tarde.» (Diario de Madrid, lunes 4 febrero 1839, n.º 1410, pág. 2.)

«Colegio Español Hamiltoniano, calle del Prado, núm. 26. [mismo texto que en la Gaceta del día anterior salvo párrafo final:] Cerrado el curso que principió en agosto último, principiará otro el 4 del presente febrero y los tres días siguientes, admitiéndose jóvenes y caballeros de toda edad. La secretaría estará abierta para admitir las inscripciones desde las nueve hasta las dos, y desde las cuatro a las cinco de la tarde.» (La España, lunes 4 febrero 1839, n.º 582, pág. 4.)

Los tres anuncios anteriores del Colegio Español Hamiltoniano parecen ser los últimos, son los únicos que hemos encontrado en la prensa madrileña de 1839: la desaparición de menciones sobre la I. H. y el C. E. H. fue inmediata. Nada más se supo de estos hamiltonianos después del lunes 4 de febrero de 1839, ni para bien ni para mal. Que el aviso de la Gaceta del 3 de febrero diga “principiará otro el 4 del próximo Febrero” permite suponer que tal aviso se había redactado para ser publicado en enero; lo mismo sucede con los avisos aparecidos el mismo lunes 4 de febrero en Diario de Madrid y La España, que dicen “principiará otro el 4 del corriente/presente febrero”, fórmula propia para un publicación previa a la fecha. Cabe sospechar que el retraso en la publicación de esos avisos, con su perdida además de efectividad, habría tenido que ver con la falta de crédito de los anunciantes, que no obstante parece que abonaron in extremis el precio de esas inserciones, para intentar seguir adelante. Un seguir adelante que, por el contenido de tales avisos, parecía consistir en una vuelta a la situación de 1836 y 1837, centrada en la enseñanza de las lenguas que podía asumir el “director” en solitario. Pero el silencio subsiguiente permite sospechar que el Colegio Español Hamiltoniano, en la calle Prado 26, no tuvo ya actividad alguna después de enero de 1839 (si es que había llegado a tenerla, de hecho, cuando la Navidad de 1838).

Fracasado en Madrid el Colegio Español Hamiltoniano parece que su incombustible director intentó trasladarlo a Palma, decía que “contando con el apoyo de casi todas las familias más pudientes de Mallorca”, pero como pretendía recolectar algunos dinerillos públicos, la Diputación provincial de las Islas Baleares solicitó públicamente en agosto de 1839, vía Diario Constitucional, noticias acerca de don Alfonso (a) Barón de Beaulieu:

«Diputación provincial de las Islas Baleares. El barón de Beaulieu don Alfonso Chalumeau de Verneuil, director del colegio hamiltoniano de Madrid se propone trasladar este establecimiento a la presente ciudad de Palma, contando con el apoyo de casi todas las familias más pudientes de Mallorca, supuestas las negociaciones, que dice haber entablado con algunas personas de las principales de la isla. Con este intento ha acudido al gobierno de S. M., solicitando se autorice a la diputación provincial y a la sociedad económica mallorquina para que apliquen a la traslación a esta capital y dotación de dicho colegio los fondos aun disponibles de los concedidos por los últimos presupuestos. Y debiendo esta corporación exponer su dictamen sobre la indicada solicitud, de la que se le ha pasado copia al efecto por el Gobierno político, se halla en la necesidad de reunir todas las noticias que pueda relativas al mismo establecimiento. A este fin ha acordado, entre otras cosas, dirigirse, como se dirige por medio de esta invitación, a las personas que tengan relaciones pendientes con el referido barón de Beaulieu sobre el colegio que está a su cargo, esperando se servirán manifestar las que no exijan reserva a alguno de los dos diputados provinciales encargados del ramo de instrucción pública, que son los Señores Don Pedro Gacías y Don Luis San Simón, comunicándoles además todas las instrucciones que hayan podido adquirir con respecto al expresado colegio hamiltoniano. Palma 14 de agosto de 1839.= El Presidente.– Juan Bautista de Lecuna.= Por acuerdo de la Diputación provincial.= Jaime Pujol, secretario.» (Diario Constitucional, Palma de Mallorca, jueves 15 de agosto de 1839, número 46, pág. 4.)

«Índice de las leyes, decretos, reales órdenes, circulares y demás disposiciones tanto del gobierno como de las autoridades de la provincia, insertas en este periódico durante el mes de agosto de 1839. Barón de Beaulieu: se piden varias noticias acerca de su persona, nº 46, pág. 4.» (Diario Constitucional, Palma de Mallorca, sábado 31 de agosto de 1839, número 62, pág. 4.)

31 agosto 1839: Abrazo de Vergara, entre Espartero y Maroto

«Espagne: On nous écrit de Madrid, 5 septembre: “…Un autre ministre, M. Arrazola, a pour secrétaire intime, sans titre officiel cependant, un Français de beaucoup d'esprit et qui, malgré une cécité récente, rend au ministère des services signalés. Son nom véritable est Chalumeau; il se fait appeler baron de Beaulieu. Dans le monde on convient d'une chose: c'est que ce Français a beaucoup d'esprit”.» (Le Siècle, 13 septembre 1839, 4 anée, nº 254. Apud Aristide Rumeau, “Un français…”, Bulletin Hispaniquem 1934, 36:4, pág. 457.) [«España: Nos escriben desde Madrid, 5 de septiembre: “…Otro ministro, el señor Arrazola, tiene como secretario privado, sin título oficial, a un francés muy ingenioso que, a pesar de su reciente ceguera, presta notables servicios al ministerio. Su verdadero nombre es Chalumeau; se hace llamar Barón de Beaulieu. En la alta sociedad, hay consenso en que este francés tiene mucho ingenio”.»]




1852 «Mucho antes de saber lo que es concordancia, el niño más imbécil, dice, mi padre es bueno, mis hermanos corren, y no usará en el primer caso el adjetivo femenino, ni en el segundo el verbo en singular. A medida que adelanta en esta práctica se le presentan frases más largas y complicadas, hasta que se halla su memoria enriquecida con suficiente caudal de voces, para que les aplique espontáneamente las reglas cuando llegue el caso de enseñárselas. No estriba en otros principios el célebre método hamiltoniano con el cual se aprende en tres meses el idioma más difícil, en grado suficiente para traducir cualquiera obra.» (Enciclopedia Moderna, Establecimiento tipográfico de Mellado, Madrid 1852, tomo 18, s. v. “Estudios (Plan de)”, columna 492.)

Mariano Carderera, Diccionario de educación y métodos de enseñanza (1854, II:562-566)

HAMILTON (Método de). Santiago Hamilton nació en Londres en 1775 y murió en Dublín en 1831. Las circunstancias por las cuales se dedicó Hamilton a la enseñanza, influyeron mucho en su método. Dedicado al comercio, tuvo que pasar a Hamburgo, y allí, para aprender el alemán, se dirigió a un emigrado francés, al general Angeli, proponiéndole si quería enseñarle dispensándole de estudiar la gramática, porque tenía que atender a otras muchas cosas. Convino el maestro, y con este objeto le tradujo al inglés, palabra por palabra, una anécdota alemana, y por este medio al cabo de unas doce lecciones traducía ya el discípulo en un libro fácil. «Este fué el principio, dice Hamilton, de mi sistema; pero entonces pensaba yo tanto en ser maestro de lenguas, como ahora en volar.»

Por efecto de una quiebra en el comercio, tuvo que marchar a América, y llegó a Nueva York en 1815, donde abrió una clase de francés siguiendo el orden de Angeli. Tuvo bastantes discípulos, y enseñó después con creciente aplauso en Filadelfia, Baltimore y otras ciudades americanas. De vuelta a Londres en 1823, se anunció como profesor de lenguas, ofreciendo enseñar en algunas semanas griego, latín, francés, italiano y alemán. Tuvo excelente acogida, tanto en Londres como en otras ciudades de Inglaterra, Irlanda y Escocia, y en diez y ocho meses llegó a contar hasta 600 alumnos.

Estos rasgos de la vida de Hamilton, y las circunstancias que le hicieron inventar su método, no eran los más a propósito para que los sabios y los profesores le trataran con indulgencia; pero aunque de una manera superficial, lo cierto es que enseñaba en poco tiempo a expresarse de palabra y por escrito. La gramática tuvo que ceder su puesto, y el método de Hamilton servía para la enseñanza de los commis voyageurs, y de las personas acomodadas, y otras que suelen viajar por países extranjeros.

Veamos a qué se reduce el método:

En la enseñanza del latín, por ejemplo, se valía Hamilton, desde la primera lección, de un texto latino, el evangelio de san Juan, con la traducción interlineal del mismo. La versión se ajusta exactamente al texto en cuanto al género, número y caso del sustantivo y adjetivo, así como al modo, tiempo, y persona del verbo, sin atender en nada para esto al idioma propio. La traducción de cada palabra se hace según su significado etimológico o fundamental, y no según el que tiene en la frase, «porque el primero, dice el mismo Hamilton, es igual en todo tiempo y lugar.»

He aquí la traducción interlineal del principio del evangelio de san Juan como un ejemplo:

In principio erat Verbum, et Verbum erat apud Deum,
En (el) principio era (el) Verbo, y (el) Verbo era con Dios,

et Deus erat Verbum. Hoc erat in principio apud Deum
y Dios era (el) Verbo. Esto era en (el) principio con Dios

Omniae per ipsum facta sunt: et sine apso
Todas (las cosas) por (el) mismo hechas son: y sin (el) mismo

factum est nihil, quod factum est. In ipso vita
hecho es nada, (de lo) que hecho es. En (el) mismo (la) vida

erat, et vita erat lux hominum et lux in
era, y (la) vida era (la) luz (de los) hombres y (la) luz en

tenebris lucet, et tenebræ eam non comprehenderunt.
(las) tinieblas resplandece y (las) tinieblas ella no comprendieron.

Traducción del francés:

Dans lui était la vie, et la vie était la lumière des
En él era la vida, y la vida era la luz de los

Hommes. Et la lumière luit dans les ténébres et les ténébres ne
Hombres. Y la luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no

l’ont point comprise.
la han punto comprendido.

He aquí otro ejemplo de traducción interlineal, san Juan 18, 25-27.

Comme Simon Pierre était la qui se chauffait quelques uns
Como Simon Pedro estaba allí que se calentaba, algunos

lu diren: N êtes-vous pas aussi de ses disciples? Il le nia et
le dijeron: No sois vos paso también de sus discípulos? Él lo negó y

dit: Je n’en suis point. Un des domestiques du grand-
dijo: Yo no de ellos soy punto. Uno de los criados del gran-

Prete, parent de celui à qui Pierre avait coupé l’oreille
sacerdote pariente de aquel a quien Pedro había cortado la oreja

lui dit: Ne vous ai-je pas vu avec lui dans le jardín? Pierre
le dijo: No os he yo paso visto con él en el jardín? Pedro

le nia une troisième fois, et aussitôt le coq chanta.
le negó una tercera vez y luego el gallo cantó.

Hamilton traducía a sus discípulos palabra por palabra el evangelio de san Juan, del francés al inglés, haciéndoles repetir en seguida la misma traducción. Estos ejercicios constituían el primer curso. En el segundo verificaba lo mismo con otros libros, y en el tercero pasaba a la gramática para practicar oralmente algunos ejercicios sobre las reglas y las irregularidades más comunes. Después se traducía en francés correcto, y al cabo de seis u ocho lecciones debían hacerlo los discípulos sin cometer falta alguna.

A los ejercicios de traducción se añadían otros en francés, como cartas amistosas o de comercio, narraciones, &c. hasta que desaparecían en el estilo los anglicismos, lo cual es muy difícil, y solo se consigue a fuerza de lectura.

El mismo orden se sigue en la enseñanza del latín, empleando tres lecciones en la traducción del primer capítulo de san Juan, haciendo traducir a los discípulos de cincuenta a sesenta versículos en la cuarta, para que al llegar a la décima supiesen traducir sin dificultad todo el evangelio de san Juan. En los dos siguientes cursos, de diez lecciones cada uno, servía de texto para la traducción un Epitome historiæ sacræ, y se ponía en manos de los alumnos una gramática arreglada al método, pero sin dejarles aprender nada de memoria de una manera mecánica. En el tercer grado de la sintaxis se traducía el Cornelio Nepote, en el cuarto Julio César, en el quinto y sexto Virgilio y Horacio, todos, a excepción del último, con la versión interlineal.

«En cinco o seis meses de no interrumpida aplicación, dice el autor, se aprende más latín que en cuatro años, y después de escribir muchas resmas de papel con el antiguo método.» Había hecho imprimir con la traducción interlineal el Evangelio de san Juan, Epitome historiæ sacræ, las Fábulas de Esopo, Eutropius, Aurelius, Victor, Phædrus, Cornelio Cæsar, dos tomos de Salustio, las Metamorphosis de Ovidio y seis libros de la Eneida, y decía después de un examen de niños de diez a trece años: «Hemos traducido en seis meses los trece tomos que he publicado y los discípulos los comprenden.»

Aunque de buena fe, porque no habiendo estudiado bien los idiomas no podía comprender sus dificultades; la presunción y jactancia de Hamilton no tenía igual. Sus discípulos, mejor instruidos, eran también más cautos.

Los impugnadores del método empiezan por criticar que se emplee como libro de texto para los principiantes el Evangelio de san Juan por aquello de: Fiat experimentum in re vili. Sin embargo, los hombres más piadosos se sirven del Nuevo Testamento para la enseñanza del griego y del latín.

Censúrase también el que empiece la enseñanza por una frase de la lengua que se va aprender, cuyas palabras raras y desconocidas necesitan explicarse, así como el rey Baltasar necesitó que el profeta Daniel le explicase las palabras Mane, Mane Thecel Fhares, y en esto se falta al principio de pasar de lo conocido a lo desconocido.

Algunos dicen que a las palabras solo debe dárseles el significado que tienen en la frase, y añaden que se comprende el análisis en la lengua materna, pero no en las desconocidas, para cuyo estudio es indispensable apelar a la síntesis.

Otros, por fin, se oponen al método, porque a su vez no es posible la versión interlineal en razón a que un texto extranjero no puede troquelarse, por decirlo así, en la lengua materna, porque esta no es una masa informe que puede modelarse con cualquier troquel; porque la versión interlineal del latín al castellano, por ejemplo, equivale a grabar con un sello otro sello, de que resulta que mezclándose las dos figuras se confunden; además de que, enseñar el latín por el castellano latinizado o barbarizado es también separarse del principio de pasar de lo conocido a lo desconocido.

Los hechos acreditan, a pesar de todo, que Hamilton obtuvo excelentes resultados, y que sus discípulos aprendían pronto a expresarse en los idiomas extranjeros, si bien no los comprendían de una manera científica.

Mariano Carderera [1816-1893], Diccionario de educación y métodos de enseñanza, Imprenta de A. Vicente, Madrid 1855, tomo II, páginas 562-566.

Institución hamiltoniana y Colegio español hamiltoniano

1837

Enero:

7  El sistema de enseñanza inventado para el estudio de las lenguas por el doctor inglés Hamilton, ahorra mucho tiempo y trabajo: porque consiste en aprovecharse de los conocimientos que sin saberlo tiene ya el alumno en el idioma que va a aprender. La primera Institución Hamiltoniana en España se ha abierto en Madrid, calle San Miguel, núm. 11, 4.º, segundo. (GM).

13 Se establece una Institución Hamiltoniana para el estudio de las lenguas extranjeras en la calle de la Montera, núm. 10. 4.º principal. (GM).

Noviembre:

4  Un artículo “Lengua Extranjera”, que remite el director de la Institución Hamiltoniana. (GM).

Diciembre:

2  Nota sobre el curso. (GM).

7  Curso de enseñanza simultánea de idiomas modernos. (GM).

1838

Enero:

10 Institución Hamiltoniana. Carrera de San Jerónimo, 20.– Estudio comparado del francés, inglés y español. (DA). (Se repite la noticia los días 14, 16 y 18).

Marzo:

9  El 16 de este mes se cierra la matrícula para otro nuevo curso. Se admiten pupilos y medios pupilos. (DA).

19 La matrícula de idiomas simultáneos continúa abierta. “Los últimos desengañados discípulos de la I. H. desmienten en un artículo los anuncios del director de dicha institución, y protestan de la solicitud que se ha entablado para elevarla a colegio universitario. (DA).

22 Desafío del director de la I. H. a los que le atacan.– Artículo firmado por Miguel Robles, discípulo y secretario de la I. H., rebatiendo punto por punto las acusaciones dirigidas contra el director de dicha Institución. Al final dice: “si se busca bien, se encontrará acaso entre los beneméritos y sabios profesores de la Universidad a un desentrenado sans-culotte, uno de los principales corifeos de la bullanga y que se ha ridiculizado a la faz de la nación por su exaltado jacobinismo”. (DA).

28 Carlos Sandoval, alumno de la I. H. contesta en un artículo al secretario de dicha Institución. (DA).

Julio:

6  El director del Colegio Nacional Hamiltoniano nombra inspector del mismo a D. Fernando Fernández Moreno, discípulo de Pestalozzi, oficial que fue del ministerio de la Gobernación, por haber rehusado el cargo el primeramente nombrado para el mismo, D. Manuel Pardo y Aliaga. (DA).

Agosto:

5  El C. E. H., calle del Prado, 26, casa que fue del duque de la Rosa, se ha reorganizado. La inauguración se celebró hoy a las once de la mañana.– Se informa detalladamente de las secciones y cátedras de que se componen. (DA).

9  Queda abierta al público la matrícula del C. E. H. Se han abierto algunas clases. Todas lo estarán el 24 de agosto. (DA).

14 En el C. E. H. hay 25 plazas gratuitas. Solicitudes hasta el 20 del corriente. (DA).

17 El 25 de este mes se abrirán las clases de Medicina. En ellas se repasarán las materias enseñadas en el Colegio de San Carlos de esta corte. Se dispone del cadáver de cartón de Ozon, de láminas de patología, etc. (DA).

24 Hasta ahora no ha habido más que 16 instancias que llenen las condiciones requeridas para obtener matrículas gratuitas. Se dan instrucciones para las solicitudes, y distribución de las matrículas por materias de estudios. (DA).

25 El 1.º de septiembre comenzarán los cursos de enseñanza simultánea de idiomas modernos. Hasta entonces las explicaciones serán gratuitas. Se emplea el Sistema de la anterioridad y el método de Jacotot. Se han reducido a la mitad los precios. Están abiertas las matrículas para todas las cátedras. (DA).– Discurso del presidente de la Junta directiva en el acto de inauguración, el domingo 5 del presente mes. (GM).

Septiembre:

13 La matrícula para el estudio de lenguas comparadas no se cierra hasta el día 17. Mientras tanto, continuarán las clases gratuitas. (DA).

14 Artículo en que se explica la finalidad y propósitos del Colegio. Da cuenta de haberse inscrito ya un grupo de jóvenes y caballeros de edad madura. (GM).

Octubre:

6  C. E. H. Director, el Barón de Beaulieu, individuo de las Academias Nacionales Española y de la Historia. Queda abierta la matrícula para todas las clases. Las de primeras letras y latinidad comienzan hoy. Las demás, el 10. Incorporado a la Universidad de Madrid. (DA).

26 C. E. H. Ha empezado un nuevo curso de francés e inglés, y de Gramática general. El nuevo catedrático de este Colegio, el Presbítero D. Pedro Arenas, abrirá la clase de lógica el 4 de noviembre. Conferencias los domingos y jueves sobre la Religión y los deberes de la juventud. (DA).

27 C. E. H. Se cita hoy sábado y el lunes de nueve a dos de la mañana, a todos los que han de solicitar matrícula gratuita. (DA).

Noviembre:

18 El presbítero D. Pedro Arenas, profesor de Filosofía, pronunciará ante todos los discípulos de este establecimiento, hoy, su discurso sobre “Relajación de costumbres”. Pueden entrar los familiares de los escolares y los que hayan sido discípulos de esta Institución. (DA).

1839

Febrero:

3  C. E. H. Calle del Prado, núm. 26. Anuncio. Institución fundada en 1836 para la enseñanza de Francés e Inglés. Emplea el método de Hamilton, los principios de Jacotot y el “sistema de la anterioridad”. Se enseña en la cuarta parte de tiempo necesario con cualquier otro sistema. Principiará el curso el 4 de febrero. (GM).

 El mismo anuncio en D. A. del 4 de febrero.

Mercedes Agulló y Cobo [1925-2019], Madrid en sus diarios, tomo I: años 1830-1844
Instituto de Estudios Madrileños, Madrid 1961, páginas 129-130.


Es curioso que no incorporen ninguna de las menciones existentes a la Institución Hamiltoniana en 1836. Madrid en sus diarios “por el Seminario de Bibliografía Hispánica de la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid”: tomo I: 1830-1844, Madrid 1961 (“Prólogo” de José Simón Díaz [1920-2012]: “En su nombre, he de manifestar aquí nuestro reconocimiento más profundo a los cuarenta y cinco alumnos de la Facultad de Filosofía y Letras que, siguiendo mis orientaciones, realizaron el trabajo utilizado parcialmente, y a la Srta. Mercedes Agulló que hizo posible que pudiésemos ofrecérselo a nuestros lectores.»), tomo II: 1845-1859, Madrid 1965 (“Ordenación y clasificación por Mercedes Agulló y Cobo”), tomo III: 1860-1875, Madrid 1969 (“Ordenación, clasificación y prólogo por Mercedes Agulló y Cobo”), tomo IV: 1876-1890, Madrid 1971 (“Ordenación, clasificación y prólogo por Mercedes Agulló y Cobo”) y tomo V: 1891-1899, Madrid 1971 (“Ordenación, clasificación y prólogo por Mercedes Agulló y Cobo”). “DA” ya no era en los años citados Diario de Avisos sino Diario de Madrid.

colegio nacional hamiltoniano

La historia de este centro, sin duda alguna el más original en cuanto a método de enseñanza de la Corte, ha tenido que ser reconstruida con lo que sabemos a través del Reglamento publicado en 1838, y por otro lado recopilando los anuncios hallados en el «Diario de Avisos» de Madrid desde su fundación.

El 24 de agosto de 1836 un innominado funcionario superior, catedrático de la Universidad de París, individuo de la Sociedad Filológica de Londres y de varias Academias españolas, además de autor de obras clásicas, anunciaba la apertura de su establecimiento en la calle de Jardines, número 22.

No sabemos la causa por la que se trasladó este señor, que «tenía la rara circunstancia de ser a un tiempo español y extranjero», a la Corte, pero sí que fue por asuntos que probablemente le obligarían a residir en ella mucho tiempo.

Las clases que anunciaba en 1836 (agosto) eran las siguientes:

1. Lengua latina y griega.
2. Lengua francesa.
3. Literatura comparada.
4. Teología, Geografía y uso de globos.
5. Inglés.
6. Astronomía.

Cuatro de estas materias, según el autor del anuncio, no se enseñaban en la Corte, afirmación totalmente falsa, lo que puede comprobarse examinando los programas de otros centros. Para el Francés y el Inglés usaba un método nuevo, «desconocido en España».

Admitía cinco pupilos a los que mantenía «con una comida más que regular, por no decir lujo», instruía en «todos los ramos del saber humano» (sic) y educaba «con los incesantes desvelos de un padre ilustrado para con sus hijos». Todo por cuatro pesetas diarias, moneda que por primera y única vez se utiliza al hablar de honorarios.

Era el único establecimiento, tal y como decía su director «que ofrecía las ventajas de una completa educación de París o Londres sin salir de España».

El 10 de noviembre de 1836 se había trasladado a la calle de Preciados, número 1. Invita entonces a los padres, directores de casas de educación y al público en general a que comprobasen que sus discípulos en seis semanas de estudio simultáneo, o sea tras 18 lecciones, sabían más francés e inglés que otros alumnos después de un año de enseñanza sin el empleo de sus métodos. Lo anunciaba así: gran novedad. dos por uno o cuatro por dos.

Teniendo en cuenta que en el idioma inglés existían al menos 14.000 palabras casi totalmente francesas, enseñaba ambos idiomas simultáneamente, estudiándolos etimológica y comparativamente. Además utilizaba el sistema Hamiltoniano, adaptado luego por Jacotot en Francia{1}, asegurando que tras seis meses sus alumnos «traducían y hablaban el francés e inglés mejor que un sin número de naturales de Francia e Inglaterra, aun de entre las clases educadas».

En pocos meses el colegio tuvo diferentes locales: San Miguel, 11 (10 de diciembre de 1836 a 6 de enero de 1837), Montera, 10 (8 de enero de 1837 a 23 de junio de 1837) y Carrera de San Jerónimo, 20.

La publicidad del centro fue abundante, no faltando los artículos más o menos espontáneos de felicitación escritos por alumnos tras haber asistido a sus clases{2}, ni tampoco los contrarios. El 19 de marzo de 1838 los últimos «desengañados discípulos» de la I. H. desmentían en un artículo los anuncios del director de dicha institución y protestaban de la solicitud que se había entablado para elevarla a Colegio Universitario{3}. Tres días más tarde Miguel Robles, como alumno y Secretario del establecimiento, rebatía las acusaciones, concluyendo:

«si se busca bien, se encontrará acaso entre los beneméritos y sabios profesores de la Universidad a un desenfrenado sans-culotte, uno de los principales corifeos de la bullanza y que se ha ridiculizado a la faz de la nación por su exaltado jacobismo»{4}.

Tampoco esta vez quedó sin respuesta y así entre la publicidad enviada por el Centro, los artículos remitidos por sus defensores y los rivales, entre los que destacó el profesor de la plazuela de las Platerías, raro era el mes en que el nombre del Colegio Nacional Hamiltoniano no aparecía en los periódicos.

La dirección corría a cargo de una Junta compuesta de varios catedráticos, la cual elegía para presidirla a un personaje que «atendida su ilustración, patriotismo y alta jerarquía fuera digno de dirigirla por sus luces no menos que de fomentar el establecimiento por su protección»{5}. En 1838 era el Barón de Baulieu, individuo de las Academias Nacionales Española y de la Historia, mientras que como Secretario actuaba don Fernando Fernández Moreno, discípulo de Pestalozzi, ex oficial del Ministerio de la Gobernación, por haber rehusado el puesto don Manuel Pardo y Aliaga.

La máxima aspiración de la Institución era poder competir con los célebres colegios de Charter-House de Londres, Enrique IV y Louis le Grand de París y con tal fin estaba suscrito a todas las obras periódicas relativas a la enseñanza y adelanto de las distintas ciencias que se publicaban en España y el extranjero.

Varias veces había recalcado lo bajo de sus honorarios y cómo en Londres cobraban por una sola asignatura lo que la Institución por la educación completa, pero en 1837 «en vista de las circunstancias presentes» renunció a los honorarios que tenía establecidos, conformándose con las propuestas de cada uno «según las circunstancias privadas». La asistencia, tras esta medida, debió de aumentar considerablemente, como se confesaba en un anuncio el 7 de junio de aquel mismo año.

En 1838, fecha de la aparición de su Reglamento, la instrucción impartida comprendía cinco secciones, abarcando desde la primaria hasta las artes de adorno, pasando por materias de la enseñanza secundaria, ciencias exactas, jurisprudencia y medicina. Estas últimas clases se abrieron el 25 de agosto de 1838 y en ellas se repasaban las materias enseñadas en el Colegio de San Carlos, disponiendo el centro de un «cadáver de cartón de Ozón», láminas de patología, etc.{6}

Tan sólo conocemos con seguridad el nombre del profesor de Filosofía, el presbítero don Pedro Arenas, que también daba conferencias sobre la Religión y los deberes de la juventud, con títulos como: «Relajación de costumbres». A estas charlas podían acudir los familiares de los escolares y los antiguos alumnos.

En agosto de 1838 la Junta Directiva invitó al Ayuntamiento de Madrid para que sus miembros asistieran a la inauguración del nuevo local en la calle del Prado, número 26, casa que fue del duque de la Rosa{7}.

{1} Ver capítulo de Enseñanzas.

{2} Eco del Comercio. 1836-XII-26.

{3} D. A. 1838-III-19.

{4} D. A. 1838-III-22.

{5} Artículo 33 del Reglamento.

{6} D. A. 1838-VIII-17.

{7} Archivo de la Villa. Secretaría. 1838.

María del Carmen Simón Palmer [1946], La enseñanza privada seglar en Madrid (1820-1868)
Instituto de Estudios Madrileños, C. S. I. C., Madrid 1972, páginas 211-213.


No deja de sorprender que si en 1961 Madrid en sus diarios distinguía entre “Institución Hamiltoniana” y “Colegio español hamiltoniano” en 1972 (ya publicado además en 1968 el primer tomo de Veinticuatro diarios. Madrid, 1830-1900), el autor de esta nota entremezcle y no diferencie Institución y Colegio, en su evolución; es decir, los inicios con clases ofrecidas en domicilio particular que además ofrecía alojar hasta cinco pupilos, del giro posterior de más amplias pretensiones; y desconozca también el nombre adoptado después del Reglamento: Colegio Español Hamiltoniano, pues ignora los Discursos pronunciados en la solemne inauguración del Colegio Español Hamiltoniano. La pobreza de la noticia radica en no tener identificado al “innominado funcionario superior” que en agosto de 1836 abre su negocio en la calle Jardines 22, pues aunque cita al Barón de Baulieu como su director en 1838, nada dice de Alfonso Chalumeau, ni en esta noticia ni en todo su libro. Tampoco menciona a James Hamilton, ni explica la razón de “hamiltoniano”. Y aunque asegura que “sin duda alguna el método que alcanzó más fama a partir de 1836 en Madrid fue el utilizado por la Institución Hamiltoniana, que comenzó dedicándose exclusivamente a la enseñanza de los idiomas y más tarde aplicó sus sistema al resto de las materias” (pág. 102), resuelve, sin pudor, que, “en realidad, se limitaron a poner en práctica las ideas pedagógicas del célebre Pestalozzi, uno de cuyos discípulos era inspector de la Institución” (pág. 103). Sí que es fiel el autor al vicio perezoso y castizo de rígidos bibliógrafos madrileños que dicen siempre Diario de Avisos, aunque el periódico citado se llamase ya, entonces, Diario de Madrid.


Sobre la Institución Hamiltoniana, el Colegio Nacional Hamiltoniano y el Colegio Español Hamiltoniano

1836 “Institución Hamiltoniana”, Eco del Comercio, Madrid, 26 diciembre 1836.

1837 Alfonso Chalumeau, “Verdades y desengaños. Lenguas extranjeras” (Gaceta de Madrid, 4 noviembre 1837.)

1838 “Los últimos engañados discípulos de la Institución Hamiltoniana…” (Diario de Madrid, 19 marzo 1838, pág. 3.)

Contestación a la diatriba contra la Institución Hamiltoniana y su Director” (Diario de Madrid, 22 marzo 1838, suplemento.)

Reglamento del Colegio Nacional Hamiltoniano, Madrid 1838, 12 páginas.

Reglamento interior del Colegio Español Hamiltoniano, Madrid 1838, 12 páginas.

Discursos pronunciados en la solemne inauguración del Colegio Español Hamiltoniano, Madrid 1838, 16 páginas.

Alberto Lista, “Discurso que leyó el presidente de la junta directiva del Colegio Español Hamiltoniano” (Gaceta de Madrid, 25 agosto 1838.)

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