Gustavo Bueno Sánchez
66 columnitas en La Gaceta y su sabatino complemento Punto G
[ En abril de 2010 el periodista Carlos Dávila, director de La Gaceta de los Negocios –diario fundado en 1989 y adquirido en agosto de 2009 por el Grupo Intereconomía (impulsor de Intereconomía Televisión, con su programa más visto, El gato al agua), transformado en diario generalista de difusión nacional, agota el 21 de octubre de 2009 los 100.000 ejemplares de lanzamiento de su nueva época, y mantiene después promedios de tirada de 74.952 y difusión de 34.355 ejemplares impresos (OJD, julio 2011-junio 2012), aparte su versión digital–, invita a Gustavo Bueno Sánchez a mantener una columna semanal en el nuevo complemento, Punto G, que La Gaceta tenía previsto comenzar a publicar ese mes de mayo (ambos habían coincidido años antes, y durante muchas semanas, en el Parle vosté, calle vosté, programa estrella de la noche de los viernes de Canal 9, la televisión pública de Valencia). Aceptada la invitación mantuvo GBS esa columna durante un año en Punto G, y también aceptó preparar otra columna para la dominical sección Opinión de La Gaceta, entre octubre de 2010 –“Una, grande y libre”– y enero de 2011 –“Apologías de la huida”–, sumando en total 66 columnitas durante esos doce meses, tras los que el autor renunció a tal colaboración al considerarse ya liberado de por vida del compromiso moral que como lector de prensa pudiera tener hacia la institución del columnismo. (La entrega “Usted y La Gaceta” correspondiente al número 0 de Punto G sólo conoció versión digital, y la entrega “Sí a la butifarra”, por error de maquetación, se repitió en el número 14 de Punto G.) Se ofrecen aquí esas 66 columnitas. ]
“Usted y La Gaceta”, “La Gaceta al punto”, “Panem et circenses”, “Novelas y cuentos”, “La Nube”, “El cotilla global”, “Pueblo soberano”, “Cornetas y culturas”, “Votantes satisfechos”, “Nación soberana”, “Tercios a Flandes”, “Desfile victorioso”, “Feticidio legal”, “Sí a la butifarra”, “Se busca fundador”, “Cómplices del terror”, “Financiando el Yihad”, “Gitanos españoles”, “Triple efeméride”, “Mineros anacrónicos”, “Huelga institucional”, “La nueva catedral”, “Cien años de hispanidad”, “Gremios relegados”, “Socialdemocracia antiespañola”, “Predicadores pulpitodontes”, “Una, grande y libre”, “Redefinir las bibliotecas”, “La Cruz y la Media Luna”, “Sectarismo necrófilo”, “La hispanidad del Sahara”, “Ridículo ideológico”, “Compromisos redundantes”, “Imprecisiones mortales”, “Cataluña como síntoma”, “Elegancia académica”, “Vuelven los despenadores”, “Reconocer la inmoralidad”, “Extirpar la casta”, “Deportistas monstruosos”, “Hispanizar España”, “Ciudadanía española”, “Violencia e independencia”, “Placeres eléctricos”, “Sometimiento democrático”, “Tolerar al fumador”, “Deudores de China”, “Chivatos y delatores”, “Socialdemocracia islámica”, “Españoles idiotas”, “Partidos nacionales”, “Miserias políticas”, “Apologías de la huida”, “Adiós a la Esfinge”, “Drogados de adrenalina”, “Retroceso histórico”, “Jóvenes preparados”, “Casuística terrorista”, “Concepción Arenal”, “Europeos hipócritas”, “Humanismo gálico”, “Deberes humanos”, “Gorjería simplificadora”, “Disimular lo inevitable”, “La Universidad ya no existe”, “El final del columnista”.
La Gaceta
Madrid, sábado 1 de mayo de 2010
Usted y La Gaceta
Usted es, sin duda, un compatriota español; acaso, un lector extranjero aficionado a las cosas de España. ¿Y La Gaceta? Durante los siglos XVIII y XIX la gaceta, sin más, era la Gaceta de Madrid, el periódico español de información general más antiguo, que Carlos III vinculó a la Corona y que en 1836 se convirtió en órgano oficial legislativo, hasta que justo un siglo más tarde apareció en Burgos el Boletín Oficial del Estado, el mismo que hace año y medio traicionó definitivamente al papel. Cierto que La Gaceta de la República coexistió con el BOE hasta 1939, pero en un entorno donde era más familiar La Gaceta Renana en la que Carlos Marx se había estrenado como periodista.
A finales de los pasados años veinte la gaceta por antonomasia era La Gaceta Literaria, la de Ernesto Giménez Caballero, “periódico de las letras”, como la definió Ortega aquel primero de enero de 1927, bimensual pionero cuyo inspirador se acabó quedando solo, Robinsón literario, cuando el maniqueísmo político entre izquierdas y derechas se desató irremediablemente en 1931, como ahora…
A partir de 1956, cuando España ya comenzaba una primera transición veinte años después de iniciada la Guerra, y durante los veinte años que habían de transcurrir hasta la segunda transición que consolidó nuestra coronada democracia homologada, la gaceta tomó la forma de Gaceta Ilustrada, famosa revista impulsada por el segundo conde de Godó.
Hoy, en pleno 2010, usted sabe que La Gaceta es la del Grupo Intereconomía, un diario que emerge con fuerza y que estrena ahora este sabatino complemento. ¿Y por qué en sábado? Porque entre nosotros no es séptimo día, como lo es para judíos y portugueses, sino sexto, y, reducida ya la semana laboral a cinco días, ocupa un privilegiado lugar antes del dominical descanso. Un día que tanto permite recapitular la semana en curso como avistar la siguiente. Un día reposado en el que usted y La Gaceta pueden mirar las cosas de otra manera, con cierta tranquilidad.
La Gaceta
Madrid, sábado 8 de mayo de 2010
La Gaceta al punto
Ernesto Gräfenberg, ginecólogo del hospital municipal de Berlín, introdujo en 1928 el “anillo G” como pionero anticonceptivo intrauterino. Al figurar entre sus clientes esposas de oficiales nazis, se creyó seguro cuando comenzaron a perseguir a los suyos, pero fue destituido y arrestado, aunque tuvo la suerte de poder escapar en 1940 a Nueva York, con ayuda de Margarita Sanger, ardiente activista yanqui de la eugenesia y el control de natalidad. Cuando la exaltación sexual propia de una posguerra comenzaba a decaer, el agradecido médico judío regaló en 1950 a las norteamericanas la teoría de las humedades del “punto G”, aunque tal rótulo no se popularizó hasta comienzos de los años ochenta, gracias sobre todo al famoso libro impulsado por el psicólogo y sexólogo, que además era pastor protestante, John D. Perry.
Lector curioso, si al encontrarte hoy con el título de este suplemento de La Gaceta recordaste esas cosas, quizá estés cerca de ser otra víctima de monstruosos planes impulsados por quienes nos pastorean, que prefieren ovejas relajadas disfrutando y disfrutando sin cesar de la manera más primaria y simple, con gran contento y entusiasta aceptación, además, por buena parte del rebaño, que cree ingenuamente haber alcanzado así la felicidad, mediante goces más o menos etológicos, públicos o privados.
Hace ya casi tres siglos, el padre Feijoo, al tratar de las paradojas matemáticas, explicaba mediante una figura cómo el rayo de luz que atraviesa un vaso de agua se desvía, “y así no el punto G sino el punto H se hallará ilustrado”. Pero quizá a nadie se le ocurriría hoy asociar nuestro nombre con el del gran benedictino de Oviedo.
Y es que la clave está en el punto. Sucede simplemente que a partir de ahora, los sábados, en estas páginas, La Gaceta busca alcanzar su punto, “aquel estado perfecto que llega a tomar cualquier cosa”, decían nuestros primeros académicos, “que se beneficia al fuego”. El punto G, ni más ni menos, ya verán.
La Gaceta
Madrid, sábado 15 de mayo de 2010
Panem et circenses
Hace un siglo comenzaban nuestros abuelos a pasar cada semana por el cine, pero aún no estaban encadenados a la radio, la televisión ni, por supuesto, a internet. Sabían que ya nunca volvería la tranquilidad de cien años antes, pero tampoco imaginaban el atolondramiento y las prisas en que malviven necesariamente sus nietos, cada vez más abundantes e incontrolables.
La radio llegó tras la Gran Guerra y permitió a los pueblos escuchar, por vez primera a un mismo tiempo, a unos adalides que pronto supieron encandilarles, en cuanto dominaron la técnica de enfervorecer con su propaganda a las masas, una evolución del arte que venía sirviendo para bien aconsejar al puñado de fieles de una parroquia. Los pocos miles que venían leyendo en los periódicos del día siguiente las argumentaciones y sus discusiones, fueron muy pronto superados por la realidad de millones que se movilizaron ardorosos por discursos, proclamas y consignas escuchadas en directo, de la garganta de sus guías y timoneles.
La televisión permitió consolidar las democracias homologadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, las que pudieron asegurar un mercado pletórico de variados y abundantes productos en los lineales, y supieron extender las técnicas de la publicidad a las campañas electorales, donde los ciudadanos eligen entre los productos políticos que encuentran más atractivos y ventajosos para sus egoístas intereses, y confiados les compran con su voto.
Internet sólo pudo extenderse y convertirse, hace menos de veinte años, en una realidad global, una vez concluida la Guerra Fría, porque ya la Unión Soviética había dejado de existir como tal. Le mantuvieron latente un tiempo, por temor y prudencial respeto, hasta que hace diez años se lanzaron a querer dominarlo, y triunfó imperial tras la burbuja puntocom. ¿Podrán la radio, televisión e internet mantener tranquilos y dispersos en sus casas a esos millones que se van enterando de una crisis que aún está en sus inicios?
La Gaceta
Madrid, sábado 22 de mayo de 2010
Novelas y cuentos
Es muy conveniente a las sociedades mantener entretenida a la mayor parte de su población, de manera que cada cual pueda ir gastando las horas en que no duerma, o tenga algo mejor que hacer, en actividades inofensivas y neutras. Cuando se logra, además, educar a la ciudadanía para así alcanzar la felicidad, están ya casi asegurados la estabilidad política y el bienestar de esa sociedad.
La continuada molicie del rebaño y la incapaz torpeza de sus pastores determinarán que, llegado el momento, se haga imprescindible ir transformando hábitos y costumbres, para que en las nuevas circunstancias nadie deje de gozar y disfrutar, de suerte que los cada vez más austeros consumidores puedan ir completando sus ciclos con gran placer subjetivo y complacencia grupal.
Quienes vivan dentro del mito del Libro, así, en genérico y sin mayor precisión, se sentirán, además de salvados, superiores por su Cultura cuando derrochen miles y miles de horas de su ocioso tiempo leyendo previsibles e infantiles aventuras, desventuras, peripecias y otros sucedidos.
Con mayor eficacia aún, miles de películas y cientos de teleseries facilitan a su público invertir diariamente millones y millones de horas en nada. Y para quienes no gusten perder el tiempo en tramas y relatos de ficción, se diseñarán inacabables programas río de chismes y cotilleos, reales como la vida misma, aunque estén también tutelados por ingeniosos guionistas en función de cuentistas y noveladores.
En los últimos tiempos, y cada vez con más frecuencia, han encontrando su sitio en los informativos las noticias que anuncian novelas y películas nuevas. Se alcanza así una curiosa indistinción de planos, muy conveniente para aumentar la confusión de un público cada vez más satisfecho, pasivo y adocenado.
El final de este armónico equilibrio llega cuando ideólogos y adalides se olvidan de lo que antes fueron sus estrategias de control social, y ellos mismos se creen los cuentos y las historias que han ido fabulando.
La Gaceta
Madrid, sábado 29 de mayo de 2010
La Nube
Asistimos a un lento pero imparable torbellino revolucionario, resultado de los avances tecnológicos de las últimas décadas, con inexorables reajustes que afectan, en general, a todas nuestras instituciones políticas y culturales. Un ejemplo reciente de este proceso es la prudente decisión de nuestra primera multinacional: a partir de este mes desaparece la marca Telefónica, arcaica ya por su referente decimonónico, y Movistar amplía su campo a la tradicional telefonía con hilos, a la transmisión y difusión de datos, televisión y lo que venga.
En los últimos meses una metáfora, que ya hace años se convirtió en concepto técnico aplicado, con diferentes variantes, a la tecnología informática, se ha ido transformando en idea abstracta, no por imprecisa menos interesante, que acabará convirtiéndose en teoría: la Nube.
La semana pasada, sin ir más lejos, el imperio de la gestión publicitaria, Google, anunció mediante un video el nuevo territorio que se propone conquistar: Google TV. La web se presenta en él como una nube, en la que flotan toda clase de contenidos, programas y recursos susceptibles de ser utilizados por los hombres, mediante cualquier tipo de pantalla y de conexión. En tres momentos del video se identifica la Nube, lo que ella representa, con el dibujo de un cerebro humano.
Los cerebros de todos los hombres vivientes interconectados por una Nube que, sabemos bien además, va también camino de incorporar todas las segregaciones pretéritas de nuestra historia cultural susceptibles de ser digitalizadas. La Nube viene a convertirse así en una variante de la Noosfera que concibió el soviético Vernadski y que cristianizó el jesuita Teilhard de Chardin; incluso, si se quiere, en el verdadero entendimiento agente universal de Aristóteles, interpretado por Averroes.
De paso, la Nube pone en su sitio a internet y a la red, vulgares aparatajes intermedios, quizá porque las telefónicas vienen reclamando parte de la tarta publicitaria que controla el emperador.
La Gaceta
Madrid, sábado 5 junio de 2010
El cotilla global
Resurgen de vez en cuando los talibanes de la privacidad reclamando que se endurezcan, sobre todo en la red, leyes y controles. Ofrecen ejemplos eminentes y se lamentan de asuntos, imágenes o sonidos que han sido desvelados en el escenario total, cuando la prudencia, la compasión, la buena educación o la generosidad hubieran aconsejado mantenerlos piadosamente en la penumbra. Pero suele olvidarse que la mayor parte de las huellas, reliquias, relatos, detritus y otras basuras que pueden husmearse por ahí, han sido excretadas precisamente por quienes se quejan después de su exhibicionismo anterior, inconsciente o buscado, cuando tales deposiciones se les vuelven en contra.
La televisión permitió de forma decisiva, durante la segunda mitad del siglo pasado, que se pudiese contener la creciente cantidad humana en un frágil equilibrio más o menos pasable. Bien es verdad que, para neutralizar a determinados sectores de la población, hubo de recurrirse también a la eficaz colaboración de algunas músicas, determinadas drogas y algún que otro delirio ideológico.
En la primera década de nuestro siglo, que comenzó precisamente con aquel ejercicio de televisión formal sostenida que fue Gran Hermano, ya se han impuesto nuevos instrumentos, más sofisticados y eficientes, como las denominadas redes sociales. Asegura Facebook que viene siendo utilizado cada día durante tres cuartos de hora por cada uno de sus cuatrocientos millones de usuarios. Y la española Tuenti, más juvenil, reconoce que sus clientes le dedican dos horas por sesión, una con otra.
¿Qué regidor social pudo lograr antes tener tan controlado, de forma eficaz y además consentida, porcentaje tan elevado de población? Dicen que Napoleón calculaba que un cura le ahorraba cien gendarmes. En momentos de crisis absoluta, no se trata ya tanto de ahorrar cuanto de sobrevivir: ¿podría mantenerse hoy la paz social global sin tener bien tutelados, enganchados a su IP, a millones de ciudadanos?
La Gaceta
Madrid, sábado 12 junio de 2010
Pueblo soberano
Dijeron que el fascista Mussolini fue muy malo, porque aprovechó el Mundial de 1934 para electrizar a su pueblo, y amenazó a sus jugadores para que ganaran, pues aquel triunfo significaba, más que nunca, el de la gran Italia heredera de la Roma imperial. Y en efecto: derrotó Italia en octavos a los ingenuos Estados Unidos del Norte de América, derrotó Italia en cuartos a la Furia roja que representaba a la República de España, derrotó Italia en semifinales a la Austria del dictador canciller Dollfuss, y se impuso al fin sobre la Checoslovaquia del protestante Masaryk, que acababa además de humillar a la Germania hitleriana.
Decían que Franco era muy malo porque mandaba programar, por la televisión única, un solo partido de fútbol cada Primero de Mayo, para tener adormecido y alienado a un pueblo que, de otro modo, se hubiera aprestado a seguir los llamados de la esforzada oposición clandestina: el Partido derrotado, de nuevo, por un simple partido.
Dicen que el general Videla fue también muy malo, pues se sirvió del Mundial de Argentina de 1978 para consolidar su sanguinaria dictadura sobre una Nación exultante, tras el triunfo del equipo guiado por el flaco Menotti.
Miles de periodistas relatan hoy de nuevo, hasta los detalles más oligofrénicos, lo que sucede en el Mundial sudafricano. Sucede que es el Pueblo soberano, el mismo que ahora elige en democracia a quienes auspician desde las instituciones de cada Nación política la grandeza del Mundial, quien lleva un siglo llenando voluntaria y apasionadamente los estadios, y quien aprovecha hoy para renovar su telepantalla doméstica y mejor seguirle en directo desde su hogar, sin perderse nada, entre ceremonia y ceremonia singular que prefiere celebrar, en comunión con su grey más cercana, en cualquier bar elevado a templo, pues así, en grupo, puede jalear mejor a sus númenes. Si gana, la España de Zapatero premiará a cada jugador con 600.000 euros, pues el Pueblo manda y lo saben bien sus adalides.
La Gaceta
Madrid, sábado 19 junio de 2010
Cornetas y culturas
Mandela quería para su país un Mundial, como los blancos. Y veinte años después del inicio del fin del Apartheid, ya han logrado los sudafricanos la organización de unos juegos que proceden, precisamente, de las entrañas de su antiguo colonizador británico. ¡Cuánta armonía civilizatoria!
Pero, como les sabía a poco y son muy participativos, han buceado en su cultura ancestral para encontrar un hecho diferencial, identitario y singular, que, aunque sólo tiene diez años de solera, ya es valor reconocido por millones de hombres, es convenientemente respetado, le dedicarán tesis doctorales e incluso recibirá premios: ese avispero monocorde y murmulleante ejecutado por un enjambre de artistas dotados de alargadas cornetas chinas de plástico, en el mismo estadio donde unos pocos se entretienen con una pelota, mientras millones siguen por televisión tan elevado maridaje intercultural. No cabe duda, cada vez está más cerca el fin de la Historia.
Mientras, la vieja Europa, sobreponiéndose a crisis y pesares, no deja cada año de reivindicar que es responsable de la única civilización realmente existente, y delega en dos de sus ciudades, a las que titula Capitales Europeas de la Cultura, para que el fuego eterno de sus bellas artes mantenga ese vigor incuestionable, renovando creativamente su patrimonio cultural común.
Acomplejados de eurocentrismo, buscan algunos fomentar a la vez el diálogo de la cultura europea con otras culturas del mundo, propugnando un armonismo ingenuo e infantil, cuando no simplemente cínico o imbécil. El órgano y la orquesta son instituciones que históricamente sólo pudieron darse en el seno de la tradición cristiana europea. Inútil resulta buscar en sociedades sometidas al iconoclasmo mahometano pintores que no sean de brocha gorda, imaginería religiosa (no olvidemos lo sucedido en 2001 con las estatuas de Buda en Bamyan) o literatura incompatible con su único Libro. ¿Diálogos entre culturas? Imposible con iconoclastas y corneteros.
La Gaceta
Madrid, sábado 26 junio de 2010
Votantes satisfechos
Las formas humanas extrauterinas suelen ir creciendo en el seno de una familia mientras van siendo moldeadas y troqueladas en la fábrica social, ahora de forma obligatoria a partir del tercer año de vida. Avanzados ideólogos del momento, quintaesencia de un autodenominado progresismo psicopedagógico, sostienen que ya es posible evitar que los niños alcancen sin más su estado de adultos, para luego ser convertidos en máquinas, educándoles desde el principio como ciudadanos satisfechos orgullosos de su bienestar y felicidad individual.
Conviene, por tanto, que comience cuanto antes la adaptación de cada forma humana al modelo final que se desea obtener. La gama más funcional y utilitaria es la que logra un individuo sumiso y relajado, obsesionado por satisfacerse en solitario o en grupo, y que se conforma con la excitación recurrente de sus sentidos buscando proporcionar sensaciones placenteras a su cerebro. Deberán poder realizar algunos trabajos rutinarios, actuar como consumidores habituales de otros productos y servicios, e intervenir en los procesos electorales que aseguren la estabilidad y el buen orden.
El método más económico y eficiente de producir placer en el cerebro de esta gama humana es el sexo. Tiene además menos efectos colaterales que otras drogas, que estropean más los cuerpos, manteniendo niveles similares de dependencia. Se logran muy buenos resultados educando tempranamente en los modos y técnicas de ejecutarlo en todas sus variantes. Además, la mayor parte de los progenitores A y B ven con gusto que las crías a su cargo alcancen pronto tal tipo de realización felicitaria, una vez conozcan bien que el placer está en sus manos y en sus cuerpos.
Los partidos políticos inductores se beneficiarán, si saben presentarse como develadores de estos saberes, frente a sus competidores. Sólo unos pocos lograrán superar la fría planificación de tal educación ciudadana, harán añicos esas cadenas e incluso podrán llegar a ser hombres libres.
La Gaceta
Madrid, sábado 3 julio de 2010
Nación soberana
El Tribunal Constitucional no ha podido ignorar, aunque remolonease cuatro años, que el texto de 1978, del que es intérprete, sigue diciendo que la soberanía nacional reside en el pueblo español. Algunos políticos e ideólogos afincados en Cataluña, entre ellos, agradecidos charnegos que quieren borrar su impura calaña racial de origen, andan enfadados, pues les han recordado que esas provincias no constituyen ninguna Nación política, ni sus votantes, por más que se entretengan en simulacros de votaciones pseudo soberanistas, tampoco son un pueblo en el sentido político, pues forman parte, hoy por hoy, del soberano pueblo español.
En Cádiz, hace dos siglos, las Cortes revolucionarias definieron a la Nación española como la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios, y afirmaron que la soberanía residía esencialmente en ella. Pero, en menos de cien años, aquella España liberal se fragmentó en las veinte nuevas naciones políticas que hoy forman la Hispanidad y que cuidan con mimo su más preciado patrimonio histórico común, la lengua española.
El clérigo católico Salvador Bové descubrió en 1902 la ‘filosofía nacional de Cataluña’, y hace ochenta años Francisco Cambó, por la concordia entre asimilistas y separatistas, defendió el ‘hecho diferencial’ de la lengua catalana, para intentar resolver la brecha política que, según él, se había abierto en 1898, precisamente el año de la emancipación de Cuba.
Hoy crece la hispanofobia entre quienes ya han logrado convertir la lengua catalana en vehículo de incomunicación y separación, a un paso de la secesión y la independencia. Si el PP y el PSOE no se regeneran como verdaderos partidos nacionales, y vuelven a hablar en español en Cataluña, de poco servirán razonadas distinciones entre nacionalidades étnicas y naciones políticas para intentar recuperar de su enfermedad ideológica a quienes reniegan allí de ser españoles, con la complicidad de tantos políticos pánfilos y de una ciudadanía anestesiada.
La Gaceta
Madrid, sábado 10 julio de 2010
Tercios a Flandes
Nada menos que la mitad de las Naciones cuyos representantes vencieron y disputaron la segunda fase del Mundial hablan español y portugués; seis de ellas, en América; las otras dos, en la Península ibérica. Otras Naciones poderosas, como Francia o Italia, quedaron eliminadas en la fase previa. Salvo Japón, Corea Democrática y Ghana, vencieron entonces seis Estados europeos y siete americanos. La mayor parte de los triunfadores del Mundial, en octavos de final, ya hablaban en español.
Mañana disputarán la batalla final quienes representan a los sucesores del Imperio generador católico por antonomasia y quienes son herederos de un peculiar Imperio depredador luterano. El ‘español cruel’ que cantaba el himno holandés reaparece ahora enfrentado de nuevo a quienes ocupan el epicentro mismo de una Europa de piratas, banqueros y mercaderes. Una escaramuza que tendrá lugar, además, en lejanas tierras sudafricanas, precisamente donde, hace no tanto, y de forma menos simbólica que ante una pelota, tuvieron los británicos que imponerse sobre los Bóers calvinistas.
Al margen de las tristes consideraciones que pueden y deben hacerse sobre los valores y contravalores que animan a las masas que forman las sociedades democráticas de nuestro tiempo, convenientemente maleducadas por sus timoneles políticos y aduladas por sus pastores mediáticos, y que confirman, veinte siglos después, la actualidad del Panem et circenses romano, no podemos ignorar cuál es la realidad de este nuestro decadente presente.
De manera que ya sólo la victoria de España sobre Alemania, en semifinales, tendrá sin duda una repercusión política, económica y social, a escala global, que no puede reducirse de ningún modo a los réditos coyunturales e inmediatos que puedan lograr un secretario de Estado, un ministro de Deportes o los ideólogos que quisieron teñir a nuestros tercios sólo de rojo, aunque tuvieran que vestir más de una vez de azul. Mañana, domingo, será la encamisada: ¡Santiago! ¡España!
La Gaceta
Madrid, sábado 17 julio de 2010
Desfile victorioso
El pasado domingo España triunfó y fue proclamada por todos vencedora del XIX Mundial. La batalla final fue seguida atentamente por millones de españoles que, tras demasiados años de opresión ideológica, se atrevieron a pregonar con orgullo su patriótica alegría e hicieron ondear sin complejos la bandera nacional. El resto del mundo supo también de inmediato, y se aprestaron a reconocerlo autoridades y opinión pública, que España volvía a convertirse en una potencia global, una nación realmente existente y nada despreciable que hay que tener en cuenta y respetar.
El día anterior, en Barcelona, una manifestación importante reunió a quienes no quieren reconocer que la Constitución democrática de 1978 dice precisamente que los españoles “somos una nación” y que “nosotros decidimos”, pues como pueblo somos, en efecto, soberanos. Tras treinta años de oscurecer y confundir conceptos, de abusar y retorcer leyes, de forzar e imponer obligadas inmersiones lingüísticas, de segregar y prohibir el uso del español, no debe extrañar que cada vez con más frecuencia se atrevan a hablar sin rebozo de independencia y secesión.
El lunes tuvo lugar un largo desfile de la Victoria, retransmitido en directo por los principales medios audiovisuales de España, con la adoración al tótem-copa por las autoridades del Estado y del Gobierno laico. Nada menos que el Ejército de la nación, al que ya no se le deja participar en las celebraciones católicas, dispuso que una escuadrilla de reactores militares formasen con sus estelas los colores de la bandera roja y gualda.
Cabe cierto optimismo, que se quedará en nada si los ideólogos de la partitocracia española no acaban de entender que es imprescindible rehacer partidos realmente nacionales, pues ni el PSC es el PSOE, ni el PPC es el PP. En las próximas elecciones los partidos nacionales, fuera inútiles adulaciones, deben arrollar con un desfile victorioso, tras una campaña electoral que hable principalmente español.
La Gaceta
Madrid, sábado 24 julio de 2010
Feticidio legal
El Ministerio de la Igualdad impulsó la ley que ha convertido en un derecho el aborto en España; un derecho que, al margen de ideológicas y delirantes igualdades, sólo puede afectar a algunas mujeres, las que estén preñadas. Unos asesores académicos cómplices ilustraron con su ciencia el proceso, que fue aprobado por la mayoría de los diputados elegidos democráticamente por el pueblo y sancionado con pulso firme por el Rey, al tiempo que los guardianes de la Constitución prefirieron no detener el inicio de la aplicación efectiva de la ley.
Muchos diputados están convencidos de que el proceso de la vida humana, desde el mismo momento en que se inicia el embarazo, es un continuo en el que resulta absurdo hoy pretender distinguir plazos, superada hace tiempo por arcaica la ignorante embriología medieval. Pero sus escrúpulos son superficiales, y ni siquiera se plantean dejar de compartir hemiciclo con los aficionados al feticidio legal. Está por ver que la oposición incorpore la abolición de esa ley a su programa electoral, y que cumpla después tal promesa cuando logre la mayoría.
En una época en la que abundan los procedimientos anticonceptivos y en la que la educación obligatoria viene enseñando hace décadas a la población desde su adolescencia, recurrir de hecho al aborto como método de control de la natalidad supone retroceder, legalmente y en pleno estado de derecho, a momentos históricos propios del salvajismo. Los socialdemócratas y sus cómplices, tras este desprecio legalizado por la vida humana, ya pueden seguir avanzando sin mayores obstáculos por los terrenos de la eutanasia.
Como no puede ser de otra manera, la responsabilidad última del feticidio recae en cada abortista. Los verdugos que hacen negocio privado gracias a la estética dejadez de la sanidad pública cuidarán con sutil propaganda sus mataderos y sus amigos procurarán que no se difundan las pruebas incontrovertibles del horror. Tratemos de convencer a los jóvenes de la corrupción moral que sufre España.
La Gaceta
Madrid, sábado 31 julio y sábado 7 de agosto de 2010
Sí a la butifarra
Cataluña es la parte de España donde más mahometanos se han establecido; o convertido, renegando del catolicismo. Se calcula que son hoy unos cuatrocientos mil y que disponen de algunos cientos de mezquitas y oratorios. En cuanto cualquier organización musulmana se lo proponga, lograrán muchas más firmas que las reunidas por los taurófobos para impulsar una iniciativa legislativa que prohíba la butifarra. Pues el lardo de puerco, aunque se condimente con sal, pimienta, ajo, comino y nuez moscada… carne de cerdo se queda.
Hace tres años, la porcinofobia de dieciocho millones de mahometanos chinos (un porcentaje de la población china inferior al de los catalanes coranizados) logró que se prohibiesen anuncios de marcas como Nestlé y Coca-Cola, que habían incorporado a su publicidad inocentes dibujos de felices cerditos para adular a tantos consumidores que se aprestaban a celebrar el inicio del Año del cerdo dorado.
La patología taurófoba tiene también un potente fundamento religioso, azuzado sin duda por la hispanofobia política que mueve a tantos de los enemigos interiores de España. Se dirá que algunos de los sesenta y ocho diputados taurófobos de ese parlamento autonómico exhiben razones no religiosas, pues los más confían su voto simplemente a vaporosos sentimientos de su conciencia. Pero, en su piedad por los animales, tales razones acaban por conducir casi siempre a refluencias de formas primarias de religiosidad. No han prohibido los toros para evitar el peligro que corren los toreros, sino para proteger unos animales que, paradójicamente, dejarían de existir si desapareciese la Fiesta.
Porcairola, barretina, flamenco, butifarra, toros o sardana son elementos distintivos de los catalanes desde hace muchas décadas. Si ahora transigen con la prohibición de los toros, peor para los catalanes. Quizá comiencen a preocuparse cuando se inicien cruzadas contra el consumo de animales impuros, y no sólo de la mano de talibanes veganos y ecologistas despistados.
La Gaceta
Madrid, sábado 14 de agosto de 2010
Se busca fundador
El caótico desarrollo tecnológico y social suele provocar desajustes episódicos en algunos oficios. En nuestros días: pilotos y controladores aéreos, sucesores de boyeros, palafreneros, carreteros y tranviarios han acumulado insoportables privilegios que la sociedad no tiene por qué mantener, salvo que quiera seguir haciendo el ridículo aceptando viles chantajes.
El Gobierno sabrá reconducir sin duda las pretensiones inmediatas de prácticos y navegantes aéreos, casta que llegó a creerse intocable. Pero, aún así, no quedará resuelto el fondo. Pues sucede que seguramente sería conveniente encontrar alternativas distintas para cometidos que hoy son imprescindibles y que no pueden ser confiados a cualquiera. Y menos, a resentidos sociales, desequilibrados psicológicos o egoístas insaciables.
En otros momentos históricos supieron los españoles fundar instituciones nuevas, que, como eran útiles y necesarias, acabaron por expandirse por todo el mundo: Domingo de Guzmán, Ignacio de Loyola, Teresa de Jesús... ¿Aparecerá un fundador que sepa organizar e impulsar a quienes, por vocación y entrega, deseen consagrar su existencia al transporte por tierra, mar y aire de los demás, del Homo viator?
Languidecen hoy los Hermanos Fosores de la Misericordia, que fundó Fray José María del Jesús Crucificado en 1953, pues han triunfado las incineraciones y a pocos gustan ya los cementerios. Pero es fácil que sean muchos los dispuestos a ocupar, como dedicación vital, honrosas responsabilidades en tareas nada desagradables, como pilotos de avión o conductores de metro, con disposición, pericia, interés y buena voluntad. Se hará necesario redefinir de una vez, social y legalmente, situaciones que no son nuevas, pero que se mantienen prisioneras de categorías que resultan insuficientes. No todo son empleadores y trabajadores, patronales y sindicatos, nóminas y cuotas a la Seguridad Social, horarios y vacaciones. ¿Cómo forzar ahí, sin abuso, la labor de un misionero o un voluntario?
La Gaceta
Madrid, sábado 21 de agosto de 2010
Cómplices del terror
El terrorismo procedimental sólo se realiza plenamente y alcanza sus objetivos, cuando los aterrorizados se van transformando de víctimas de su violencia en cómplices objetivos de los planes y programas del grupo que los aterroriza, cuyos fines acaban aceptando y aun defendiendo.
Barack Hussein, de padre y padrastro musulmanes, que de niño vivió con su familia musulmana cuatro años en Yakarta (y allí, en Indonesia, le han erigido una estatua de bronce en la escuela pública islámica a la que asistió), fervoroso cristiano evangélico hoy, defiende el derecho a construir una mezquita en Nueva York, a tiro de piedra de la Zona Cero, que, además, lleva el nombre de Casa de Córdoba. “No se repetirá la tragedia de Al Andalus”, había dejado dicho Al Qaeda en 2001. Nueva York, camino de convertirse en Nueva Córdoba, hasta que vuelva otro Fernando III...
Hace un año la memoria histórica de Obama, siglo adelante, siglo atrás, ya le llevó a defender en la Universidad de El Cairo la “historia de Andalucía y Córdoba durante la Inquisición” como modelo del Islam tolerante, antesala de la Alianza de las Civilizaciones, que dice el otro. Y este mismo mes, Michelle Obama se ha dejado ver por Marbella y la Alhambra granadina.
Hoy mismo, 21 de agosto, se pone en marcha la primera central nuclear de Irán, en sábado, para pillar descansando a Israel, que asiste esta vez impotente a la nuclearización de esa teocrática República Islámica. ¡Ya pasaron los tiempos en que se pudo destruir preventivamente el reactor nuclear que Irak construía de la mano de Francia! Ahora es Rusia quien apoya tecnológicamente a Ahmadineyad.
Mientras, seguimos haciendo el primo en Melilla, ante las medievales reclamaciones de los vasallos de un rey que es, además, constitucionalmente por supuesto, su jefe religioso. ¿Tiene algún sentido que nuestro Rey, constitucional, por supuesto, le siga considerando su primo, aunque le llame por teléfono de vez en cuando, para lograr por cierto bien poco?
La Gaceta
Madrid, sábado 28 de agosto de 2010
Financiando el Yihad
El fundamentalismo democrático es así, y quienes se amparan bajo su ideología creen, convencidos, que con más y más democracia se alcanzará pronto la Paz perpetua. Aunque a veces se fracase, y ya el yanqui retire cabizbajo sus tropas de Iraq, dejando un escenario más inestable que el logrado por el socialdemócrata Partido Baas Árabe, mimado entonces por la Internacional Socialista.
Esa pedagogía democrática incluirá que España entrene en su territorio a coroneles sauditas, como el que se mató el otro día en Morón, en el manejo del último cazabombardero fabricado por países europeos... ¿para luchar contra qué enemigo?
Esa pedagogía democrática obliga a la Guardia Civil a realizar servicios en Afganistán, para educar allí una nueva Policía democrática, uno de cuyos alumnos afganos acaba de asesinar a un capitán y a un alférez españoles, a los que el Gobierno había encomendado tan extravagante tarea pro armonioso diálogo de civilizaciones. Dicen los políticos que el asesino era un peligroso terrorista talibán infiltrado, y que todos los graves incidentes realizados en el exterior de la base militar estaban organizados y premeditados. ¿Acaso se habían creído que iban a neutralizar el decidido empuje del Yihad repartiendo dosis de papilla democrática y favoreciendo cierta corrupción de sus costumbres, por ejemplo, difundiendo entre ellos pornografía, confiando en que el hedonismo individualista haga el resto?
Mientras, el estúpido activismo de unos ociosos que, en lugar de llenar su tedio con la petanca o el tresillo, se entretienen repartiendo chucherías entre los negritos del África tropical ha llevado a la majadería de inyectar nuevos millones de euros a las tenebrosas arcas del enemigo. ¿Cuánta destrucción y cuántos muertos más acabamos de financiar? Por supuesto, el Gobierno no ha sido, de la misma manera que también reniegan de ser gubernamentales esos cientos de grupitos de iluminados, mantenidos por podridos entramados de subvenciones públicas.
La Gaceta
Madrid, sábado 4 de septiembre de 2010
Gitanos españoles
Francia está repatriando gitanos rumanos a Rumanía, considerada patria de los romanís, aunque los rumanos prefieran entroncar etimológicamente con los romanos y no con los egiptanos. Y es que en Europa, a pesar de las cantinelas ideológicas europeístas, sigue habiendo Estados, Naciones políticas, cuyos intereses no siempre son compatibles entre sí.
Algunos, con irresponsable ligereza, presentan esta situación como otro ejemplo de racismo puro y duro, racismo payo, por supuesto. Y desde posiciones extravagantes, desde un mundo ideal por encima de la realidad política terrena, aplican a los gitanos, en Europa, el corrosivo modelo indigenista, que sólo puede perjudicar a los gitanos, y particularmente a los gitanos españoles.
Ya en los albores de la Nación política española enviaron por aquí a Jorgito el Inglés, en misión bíblica anticatólica, buscando aliados entre los marginados gitanos: Borrow publicó en Madrid el Evangelio de San Lucas en caló, con ningún éxito. Y cuando, durante el franquismo, se avanzaba en la efectiva integración gitana, de la mano de la mili y de asentar a esa población, el vigente Secretariado Gitano católico también lo intentó, aunque a ellos les resulta mucho más atractiva la evangélica Iglesia de Filadelfia.
Los gitanos españoles constituyen una nación étnica, cuyos individuos, por los fuertes tabúes raciales que les unen como grupo (y racismo es precisamente que sean excepción los matrimonios de gitanas con payos), difícilmente pueden romper ataduras propias de grupos humanos cerrados, quedando al margen de esa igualdad individual inherente a la libertad que se proclama del pueblo español en la Constitución.
El racismo gitano desaparecerá, de hecho, por disolución integradora en la nación política española. Nación imperfecta aún, pues incluso la Constitución reconoce todavía fueros a quienes viven en algunas partes de España. Pero, asimilando los gitanos a emigrantes, se les tiene por ajenos, sujetos a expatriación legal.
La Gaceta
Madrid, sábado 11 de septiembre de 2010
Triple efeméride
El 11 de septiembre de 1891, el barón filántropo Mauricio de Hirsch fundaba en Londres, con dos millones de libras, la Asociación Judía de Colonización, para hacer posible que judíos con dificultades en sus países de Europa y de Asia pudiesen establecerse en otros lugares del mundo, formando colonias agrícolas, comerciales o de otro tipo. El barón de Hirsch fue el gran propulsor de la colonización israelita en la República Argentina.
Coincidiendo con los treinta años de la fundación de la ICA, el 11 de septiembre de 1921 se celebró la ceremonia inaugural de Nahalal, en el valle de Izreel, el primer moshav en Palestina que fundaba la Organización Sionista Mundial. Lo diseñó el arquitecto Ricardo Kauffman como una comunidad agrícola “socialista” (no “comunista”, a diferencia de los kibutz), donde cada una de sus setenta y cinco familias poseía tierras y casa propia, y, en busca de la igualdad, organizó el territorio en forma de círculo, con porciones similares de terreno y uniformidad funcional concéntrica, en torno a un centro común para los edificios públicos. Allí creció Moshé Dayan, el general héroe de 1967 en la Guerra de los Seis Días, y allí está enterrado.
Ochenta años después, Bin Laden reconoció la autoría islámica del ataque al corazón del Imperio, y repitió dos veces esa cifra: ochenta años de humillación y desgracia que justificaban que la espada asestase, tras ochenta años de sumisión, su golpe a los infieles.
Hoy se cumplen nueve años del 11S, y hay que reconocer los frutos que va logrando el terror inoculado entonces. Al miedo le dicen respeto: no se publican ya caricaturas, son denostados los documentales tipo Fitna y no se toleran bromas con su libro. Mientras, la sharia sigue recetando azotes, amputaciones y apedreamientos, y se tiene por un gran triunfo del activismo ingenuo que Irán posponga una lapidación, mientras Ahmadineyad injuria y amenaza sin cesar a los judíos, cuando dicen que ya tiene uranio suficiente para dos o tres bombas atómicas.
La Gaceta
Madrid, sábado 18 de septiembre de 2010
Mineros anacrónicos
El Estado, cinco años después de las famosas huelgas mineras de 1962, en pleno desarrollismo franquista, logró mantener el trabajo de veinte mil mineros asturianos, al evitar la quiebra de las empresas privadas, creando Hunosa, que ya en 1970 tuvo que pasar a depender enteramente del INI, como empresa pública española. Muchos de aquellos mineros seguían entonces creyendo que eran vanguardia revolucionaria de un proletariado que pronto había de aniquilar el capitalismo explotador para traer al hombre nuevo. Han pasado cuarenta años, y veinte desde el desmoronamiento soviético.
Las condiciones impuestas por el mercado común europeo, los precios más bajos del carbón extranjero, su pérdida de valor estratégico, la competencia de otras fuentes energéticas, fueron determinando la inexorable desaparición de esta minería. Hoy languidece Hunosa con dos mil trabajadores, y sus días están contados. El capitalismo supo jubilar y prejubilar muy bien a unos mineros combativos que pronto se olvidaron de la revolución y prefirieron ejercer de pensionistas de lujo.
La producción de carbón aumenta de año en año en el mundo, pero no en nuestros exquisitos entornos, preocupados en mimar las energías alternativas y evitar la contaminación, a la vez que consumen hipócritamente lo que otros producen más barato y más sucio. Ahora, Europa tiene frenadas ciertas subvenciones al carbón nacional y resultan insostenibles unos pocos cientos de puestos de trabajo, con sus correspondientes delegados sindicales.
El carbón y los mineros, en España, ya son el pasado, aunque algunos, inflamados por las leyendas de la memoria histórica, crean poder revivir de nuevo lo que nunca fue y utilicen con desvergüenza a los últimos mineros para oscuros intereses empresariales y sindicales. Que un veterano sindicalista de pintoresca trayectoria, el adalid de Rodiezmo, se fotografíe en las barricadas, apoyado en su bastón, pidiendo la nacionalización de los restos de la minería privada española es mero anacronismo.
La Gaceta
Madrid, sábado 25 de septiembre de 2010
Huelga institucional
La Constitución de 1978 reconoce que los españoles pueden sindicarse y también “el derecho a la huelga de los trabajadores para la defensa de sus intereses”. Intereses en tanto que trabajadores, pues ya no cabe suponer que todos los españoles lo son, como imaginaba la Constitución de 1931, aquella que pretendía que España era “una República democrática de trabajadores de toda clase”.
La Ley de Huelga que se anuncia en la Constitución vigente todavía no existe, pues no es tan sencillo reordenar ese otro arreglillo confuso de tiempos de la transición por el que se transformaron, con renovado vigor, los sindicatos en España. Por eso, se mantiene todavía en vigor un famoso real decreto preconstitucional, de 1977, propio de un contexto en el que aún no sonaba añejo el concepto de “Huelga general política”, que el Partido había comenzado a agitar veinte años antes, en plena “reconciliación nacional”, con la sustitución de la temida “huelga general revolucionaria” por una “huelga general pacífica”, como la que intentaron el 18 de junio de 1959.
Estos sindicatos actuales siguen ocupando los mismos edificios magníficos que el franquismo supo construir para los sindicatos del momento, aquellos que la memoria histórica recuerda como verticales y faltos de libertad. Pero los sindicatos actuales tampoco son libres, pues no viven sólo de las cuotas de sus afiliados, sino que dependen necesariamente de las aportaciones del Estado y de las concesiones de los Gobiernos para poder mantener la anacrónica superestructura que fueron tejiendo en unos años en los que el referente soviético todavía mantenía su vigor y respeto.
La crisis económica está obligando a revisar estas reliquias del pretérito, ajustándolas a un presente que ya no tiene por qué ceder ni disimular ante el chantaje de piquetes del terror, sabotajes vergonzosos ni amenazas revolucionarias infantiles. ¿Por qué darle tanta importancia entonces a un simple Día de la huelga institucional, otra fiesta de guardar?
La Gaceta
Madrid, sábado 2 de octubre de 2010
La nueva catedral
Burgos. Frente al arcaico monumento gótico, al otro lado del río, acude el pueblo a la nueva catedral, recién inaugurada por la Reina y consagrada a la Evolución Humana. Ya no sólo se cumple en domingo, sino toda la semana, excepto los lunes. Y salvo para los muy beatos, que cotizan aparte, el cepillo se pasa al principio, en óbolo uniforme y democrático.
La nueva catedral despilfarra también cientos de metros cúbicos de espacio para acongojar al pueblo. Numerosos oratorios y capillas se abren al culto y, con suerte, verán en cuerpo mortal al propio Carbonell nimbado de salacot, y, siempre presente, a San Arsuaga, venerado en video, en latría compartida con Ramón y Cajal, otro héroe científico y cultural... aunque el bueno de don Santiago jamás pudo imaginar el abuso que habría de hacerse de sus retratos en blanco y negro.
El narcisismo de estos fundamentalistas científicos sólo es comparable al de Anguita, alcalde de Córdoba, retratado como Averroes en aquel preludio de Alianza de las Civilizaciones que él mismo promovió en la Torre de la Calahorra (donde el francés Garaudy, agotado el filón del diálogo católico-marxista, aún ejerce de mahometano, con su señora palestina).
De diversas pantallas brotan clericales voces de empalagosas sacerdotisas, que recuerdan al pueblo las bondades espirituales de ciertos animales cuyas imágenes, estáticas o en movimiento, se proyectan sin cesar durante el culto. Dicen que muestran las veras reliquias de Miguelón, pero el agnosticismo se impone, pues entre tanta apariencia procede dudar... ¿se imaginan que un Museo de verdad colgase junto a un óleo original cualquier reprografía plastificada?
Dudan algunos creyentes visitantes: ¿será todo mentira? ¿hubiera servido con leer directamente el libro o atender cualquier documental? Pero, si así fuera, ¿por qué nuestros políticos habrán ordenado el gasto inútil de una cantidad tan desmesurada de recursos? Tiene que ser cierto, somos demócratas, les hemos votado, señalan la verdad.
La Gaceta
Madrid, sábado 9 de octubre de 2010
Cien años de hispanidad
En 1910, hace un siglo, publicaba Unamuno en Buenos Aires un artículo en el que usaba las palabras americanidad, argentinidad, españolidad e hispanidad. El término hispanidad, presente en el español clásico, llevaba décadas en desuso y, de hecho, no comenzó a florecer hasta pasados unos años, cuando, a partir de 1926, el médico Avelino Gutiérrez, nacido en España y establecido en la Argentina (fue el primer Doctor honoris causa de la universidad española), y dos periodistas españoles, el socialista Luis Araquistain y el liberal Dionisio Pérez, comenzaron a popularizar ese concepto en sus ardorosos artículos en defensa de España y de lo hispánico.
Tres años después, también en Buenos Aires, Zacarías de Vizcarra, sacerdote español de la primera promoción de Comillas, propuso que la festividad del 12 de octubre debería llamarse Día de la Hispanidad, mejor que Día de la Raza. Ramiro de Maeztu, embajador entonces en la Argentina, habría de convertirse en principal ejecutor de tal propuesta, que ya asume en su artículo inaugural de la revista Acción Española, en 1931, y que logra materializar, en plena República Española, nada menos que en la Academia Española, el 12 de octubre de 1935, al organizar allí solemnemente el primer Día de la Hispanidad.
Hace casi cien años, cuando el centenario de la Constitución de 1812, Columbia, un modesto periodista de Oviedo, propuso que el doce de octubre se convirtiese en fiesta nacional en todas las repúblicas hispánicas, y su incansable activismo ayudó, sin duda, a que tal objetivo pudiese cumplirse en diez años. La conmemoración del Descubrimiento, de la obra de España en América, reúne cada año con vigor a los cientos de millones de hombres que, en veinte naciones, hablamos español y conformamos la hispanidad.
Pues, a pesar de que el caudillo venezolano decretó que la festividad del doce de octubre se transformase allí en Día de la Resistencia Indígena, en español son entrenados en Venezuela los indígenas etarras.
La Gaceta
Madrid, sábado 16 de octubre de 2010
Gremios relegados
Dicen que mil millones de personas han participado del último acontecimiento global, sólo posible gracias a la televisión formal mundializada, institución revolucionaria con medio siglo de historia (Mundovisión en 1960) que también ha logrado apropiarse de la Red. La ceremonia, modélicamente sincronizada por las autoridades políticas chilenas, duró poco más de veinticuatro horas y sólo comenzó minutos después del doce de octubre, pues sin duda prefirieron evitar que el episodio final del rescate de los mineros auríferos quedase asociado a la efeméride del Descubrimiento, de la Hispanidad.
El protagonismo lo han tenido, además de los mineros y sus familias, los rescatistas y, sobre todo, el Gobierno de Chile. El presidente Piñera ofició toda la ceremonia, con la asistencia de su esposa y de unos ministros, desde el momento en que abrazó al primer rescatista que descendía a la mina hasta que cerró con una tapa el ducto por el que ya habían terminado de salir los nuevos héroes. Aún dicen que el oro es caro.
Quedaron relegados otros gremios clásicos que, en pleno subjetivismo, se creían imprescindibles. Los médicos, frustrados tras minuciosos preparativos, sólo pudieron encamillar burocráticamente durante unos minutos a cada uno de los rescatados, que rebosaban salud y ánimo. Los jueces, en lugar de anular sin más sus formalistas y erróneas declaraciones previas por fallecimiento, pretendían confrontar huellas dactilares para confirmar que estaban vivos y que no eran suplantadores. Los clérigos brillaron absolutamente por su ausencia: hace sólo unos años hubieran bendecido cada paso y culminado el proceso con un solemne Tedeum.
Ausencia de clérigos que no supone relegación de las creencias. Las telecámaras, con bien medida y aparente indiscreción, dejaron ver cómo se santiguaba con recogimiento el presidente de la nación chilena. Un buen político que, en cada una de sus oportunas declaraciones, no olvidó su agradecimiento a Dios, por haberles acompañado.
La Gaceta
Madrid, sábado 23 de octubre de 2010
Socialdemocracia antiespañola
El PNV busca la independencia, no sólo de las tres provincias vascongadas sino también de Nafarroa e Iparralde. En su “Declaración del Centenario”, asegura que los vascos de los seis territorios constituyen un mismo pueblo unido, un pueblo que ni reconoce ni acata otra soberanía. En sus planes para 2020 no oculta que su acción política busca la plena soberanía de Euskadi. ¿No es absurdo, entonces, que sea legal en España un partido político cuyos fines declarados son incompatibles con los dos primeros artículos de la Constitución de 1978, que afirman que la soberanía nacional reside en el pueblo español y que la Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles?
El PSOE acaba de entregar otras veinte competencias estatales a la autonomía vasca, a cambio de recibir el apoyo del PNV para lograr que los presupuestos nacionales para 2011 quedasen aprobados. Los socialdemócratas han aceptado colaborar con ellos, por ejemplo, para que el nombre de esas tres provincias quede ya oficialmente proscrito en español. Y al nuevo ministro de la Presidencia le han faltado minutos para decir que buscará facilitar la continuidad del “proceso”. Confuso eufemismo que los pánfilos entienden como el camino hacia una angelical ausencia de violencia (el mal llamado “alto el fuego”) y los secesionistas identifican con su objetivo de alcanzar la definitiva independencia de España… en un entorno europeo, por supuesto. ¿Cesión ante el terror o simple complicidad antiespañola?
A estas corrupciones políticas no delictivas las llaman democracia. ¿No sería ya hora de que una oposición no aletargada tratase de activar lo previsto en el artículo 102 de la Constitución, que trata de la responsabilidad criminal del Presidente y de la traición a España? No harán nada, acaso porque ya barruntan que el pueblo, bien pastoreado por los medios dominantes, preferirá de nuevo en 2012 al enterrador de España.
La Gaceta
Madrid, sábado 30 de octubre de 2010
Predicadores pulpitodontes
De los años del anticlericalismo decimonónico de Nakens y El Motín, en el contexto de los debates sobre la evolución, viene distinguir entre el clero a parroquidermos, clericerontes, parrocanes... Por los años de la llamada transición democrática eran frecuentes las referencias a los sotanosaurios y, en 2004, el secretario de organización del PSOE, José Blanco, dirigiéndose a los Cristianos Socialistas Vascos, aseguraba que la gente ya no se cree hoy que el Gobierno sea un nido de rojos comecuras ni la Conferencia Episcopal un reducto de sotanosaurios añorantes de la Santa Inquisición.
El presidente Zapatero, al remodelar su Gobierno, parece que tuvo en cuenta la opinión de sus asesores mediáticos, que detectaron que los defenestrados no supieron explicar bien las últimas medidas adoptadas. Por eso, decidió elegir comunicadores, para que el nuevo Gobierno “se explique mejor”. ¿Acaso comunicaban mal la madre superiora y las novicias ahora relegadas a un segundo plano? Quizá sea que el pueblo, tras siglos de recibir doctrina desde un púlpito, encuentra más fiables a los varones. Tiempo habrá, en la próxima legislatura, de abordar esta otra desigualdad.
Pero antes, hay que ganar, y más prudente será confiar en las dotes comunicativas de Rubalcaba, Jáuregui o Gómez, aguerridos predicadores masculinos que darán seguridad a los votantes y les mostrarán el infierno que esconde la oposición. Y ya tenemos a los nuevos ministros adoctrinando, omnipresentes a través del telepúlpito que todos los españoles tienen en sus hogares.
Poco o nada inmediato pueden ofrecer, pero prometen bondades futuras, advierten de los males mayores del enemigo, denuncian la maldad del Capital y mendigan confianza, fe y esperanza en sus buenas intenciones socialdemócratas. Para decirlo con un término que ya utilizara Luis Rosales hace cincuenta años: los nuevos ministros con calidad de predicadores son los pulpitodontes con los que espera el PSOE volver a convencer a su grey.
La Gaceta
Madrid, domingo 31 de octubre de 2010
Una, grande y libre
En septiembre de 1932 Manuel Azaña, jefe del Gobierno de España, en un discurso pronunciado en Santander, afirmaba que “nosotros, los hombres que hemos traído la República, necesitamos la patria republicana para nosotros, porque nosotros queremos una patria grande y libre”. En diciembre de 1934, en las Cortes, José Antonio Trabal, diputado de Esquerra, aseguró no tener ninguna duda “de que el pueblo catalán luchará por la España grande y libre”.
La socialdemocracia, tras años de reabrir heridas y sembrar maniqueísmos en nombre de una sectaria memoria histórica, en tenaz adoctrinamiento por aulas y televisores, ha logrado hoy que incluso los más jóvenes asocien la unidad y la grandeza de España al mal, a las tinieblas de un pretérito opresor y fascista. Pero no se olvide que buena parte de esos ideólogos resentidos que se identifican, más de setenta años después, con los perdedores de la Guerra Civil, son biográficamente hijos y nietos de reconocidos cuadros y dirigentes del franquismo. Enfermos mentales empeñados en corromper y destruir cuanto tenga que ver con España.
Mientras, la ultraderecha política española, representada por el PNV del Dios y Ley vieja de Sabino Arana, sucesor directo de aquella derecha primaria añorante del Antiguo Régimen, del Dios, Patria y Rey, avanza imparable en su proceso secesionista, con la ayuda eficaz de unos asesinos y la complicidad de traidores faisanes.
Creen algunos pánfilos que no es para tanto, que Europa permitirá superar en armonía conceptos discutidos y discutibles. ¿Pero acaso perdió su actualidad aquella proclama dirigida en 1848 al pueblo alemán? “A todos los que habitais la Alemania dirigimos el presente llamamiento, y a vosotros, croatas y de Prusia. Hasta ahora los artificios de la diplomacia os han tenido separados de nosotros; hoy por el contrario sois hermanos nuestros, nuestra patria alemana debe ser una, grande y libre. Todo el pueblo alemán lo quiere, y la voluntad de un pueblo es irresistible.”
La Gaceta
Madrid, sábado 6 de noviembre de 2010
Redefinir las bibliotecas
Gracias a la televisión formal, he podido seguir con interés el quinto congreso nacional de los bibliotecarios públicos españoles, clausurado ayer. Un gremio en frágil equilibrio que intenta sobrevivir ante una realidad tecnológica que ha convertido cada domicilio particular en la mayor biblioteca del mundo: sólo Google, en cinco años, ha reeditado diez millones de libros que cualquiera puede leer y copiar gratuitamente desde su ordenador, cientos de miles, en español.
Dejando a un lado las bibliotecas-museo y nacionales, y quizá algunas bibliotecas universitarias, el resto son ya vestigios del pretérito, que la inercia mantendrá hasta que la racionalidad económica dicte su desaparición, como sucedió con los teleclubs del franquismo, una vez socializadas las telepantallas. Y esto sucederá aunque estas instituciones floten sobre mitos poderosos: el del libro, el de la lectura, el de la cultura. Intentarán convertirse en mediadores tecnológicos, guías de la red, apóstoles de la Nube, tutores de una ciudadanía que ellos preferirán ver descarriada y perdida. También los congresos catequísticos nacionales del siglo pasado aconsejaban atraer clientela con las últimas tecnologías del momento, proyecciones luminosas y filminas. Del mito de la gracia al mito de la cultura, del catequista al bibliotecario, el pasado.
En esos intentos por sobrevivir, colisionarán con otros gremios e instituciones, pues ya existen guarderías infantiles, maestros, pedagogos, cuentacuentos, escuelas, profesores, institutos, facultades, centros de investigación, editoriales, cibercentros, salas de estudio, centros sociales, clubs, hogares del jubilado, bares y cafeterías…
Sin duda, nuestro presente necesita reconvertir instituciones y reciclar profesionales que puedan entretener a la población ociosa, parada o aburrida, incluso aleccionarla para que pueda seguir consumiendo y votando feliz y satisfecha. Pero hay que rebautizarlas, pues ya no serán ni parroquias ni bibliotecas.
La Gaceta
Madrid, domingo 7 de noviembre de 2010
La Cruz y la Media Luna
Benedicto XVI consagra hoy, domingo, en Barcelona, el templo de la Sagrada Familia, en obras desde hace bastante más de un siglo, que ya se transforma así, por tanto, en Basílica católica, aunque continuará siendo, para bien de la industria turística, totémico destino de consumidores de todo el mundo ansiosos de arte y de cultura.
Hace también más de cien años que el genial Gaudí viajó a Tánger para conocer el terreno donde debía levantar otro grandioso edificio, para las Misiones Católico-Españolas en Marruecos, dirigidas por el franciscano Lerchundi, que el segundo Marqués de Comillas pensaba donar tras haber llevado ya la luz eléctrica a esa ciudad en la que vivían cinco mil españoles. Aquel proyecto que Gaudí entregó en 1893 muestra un notable parecido con lo que es hoy su famoso templo barcelonés, pero no siguió adelante, y no sólo por los devaneos de Mossèn Cinto Verdaguer, limosnero del Marqués.
No se olvide que, en mayo de 1894, el metafísico Nicolás Salmerón sostenía en el Congreso que era absurdo enviar misioneros a Marruecos, pues así se excitaba el odio de los hijos de Mahoma, de las kábilas rifeñas, al recordarles la lucha de la Cruz y la Media Luna. Un irónico Vázquez de Mella le apostilló raudo, entre risas de los diputados, aquel famoso “…enviaremos krausistas”.
El activismo anticlerical anticatólico ha vuelto a salir del armario con todo su vigor y la prensa se atropella para jalear las protestas de tan entregados como ingenuos y trasnochados talibanes, que en su odio patológico se envalentonan ante una Iglesia en recesión pero prefieren ignorar el verdadero peligro, al que respetan porque temen o apoyan. Y así nada les alarma el incremento de mezquitas y oratorios islámicos en Cataluña, favorecido por el odio a lo español de unos políticos secesionistas que han relegado la inmigración hispana para preferir la musulmana, más dispuesta, al parecer, a dejarse catalanizar.
¡Que la visita del Papa sirva, al menos, para retrasar el colapso!
La Gaceta
Madrid, sábado 13 de noviembre de 2010
Sectarismo necrófilo
La prensa ha repetido estos días que Marcelino Camacho fue enterrado en el cementerio civil. Algún medio, más adoctrinador, imprimió que “lo enterraron en el cementerio civil porque era ateo”. Un locutor, ensalzando tal inhumación en “tierra laica”, auguraba que en ese cementerio civil el sindicalista “descansará el resto de sus días”. Debe preocupar, sin duda, la existencia de tantos enfermos ideológicos que prefieren ignorar que, desde hace décadas, todo cementerio municipal es civil.
Una de las primeras cosas que hizo la República, a instancia del ministro Fernando de los Ríos, socialdemócrata humanista y masón de la logia Alhambra (y los masones no son ateos, sino bien teístas y espiritualistas), fue decretar la “secularización de los cementerios”, unificando por anticlericalismo los hasta entonces llamados civiles y religiosos: “Los cementerios municipales serán comunes a todos los ciudadanos sin diferencias fundadas en motivos confesionales.”
Una de las primeras cosas que hizo la restauración borbónica en España, incluso un mes antes de la Constitución de 1978, fue la Ley que obliga a los ayuntamientos a efectuar los enterramientos en sus cementerios “sin discriminación alguna por razones de religión ni por cualesquiera otras”. ¿Por qué, entonces, se empeñan algunos en ser enterrados en los anacrónicos cementerios exciviles? ¿Les sabe a poco el democrático cementerio municipal? ¿Qué confuso elitismo les arrastra a tan sectarios distingos necrófilos?
Al cementerio excivil de Madrid trajeron en 1980 los restos de Fernando de los Ríos y los de su yerno Francisco García Lorca. También Zubiri fue enterrado ahí en 1983 por voluntad propia, con una cruz en su lápida, por supuesto. Y allí pagó el Ministerio de Cultura en 1986 la tumba del anarquista Guerricabeitia, colaborador del PSOE. Y en 1989, la Pasionaria; y en 1992, el sociólogo Ibáñez y el anticomunista Vintila Horia… Por lo menos, no los embalsaman, como a Lenin, a Mao o a Kim Il Sung.
La Gaceta
Madrid, domingo 14 de noviembre de 2010
La hispanidad del Sahara
La madrugada del 20 de noviembre de 1975, mientras ya dejaban que Franco muriese, el BOE imprimía la Ley sobre descolonización del Sahara, sancionada por el Príncipe de España. “Caracteriza a los pobladores de los territorios del Noroeste de África, donde España ejerce derechos de ocupación, protectorado, posesión o soberanía, una evidente afinidad racial, idiomática y de costumbres…”, había firmado Niceto Alcalá Zamora en un decreto de 1934. Pero el Sahara, que era desde 1958 provincia de España con representación en Cortes, pasaba de repente a ser “territorio no autónomo”, en terminología de la ONU, para satisfacer así las ansias imperiales del primo marroquí y del tío francés. Una Marcha Verde, que Washington no impidió, había logrado su objetivo en menos de un mes. Cinco días antes, también con muchas prisas, publicaba el BOE un decreto que regulaba el uso de las lenguas regionales españolas. Avanzaban inexorables los planes urdidos para neutralizar el potencial de España, fragmentada poco después en territorios autónomos que cada vez se alejan más y se entienden menos, pues se busca con insistencia que ni siquiera hablen la misma lengua.
La República Árabe Saharaui Democrática es reconocida hoy por quince de las naciones que forman la hispanidad; por México ya desde 1979. Sólo es ignorada por cuatro: Paraguay, Chile, Argentina y España. Pues aquí también la socialdemocracia traicionó pronto al pueblo saharaui, a pesar de sus promesas de entonces y de tanta palabrería.
Miles de españoles, avergonzados por tamaña ignominia, vienen ayudando desde hace décadas a los hermanos saharauis, muchos de cuyos jóvenes, invitados por abnegadas familias españolas, pasan breves estancias en España, y así se facilita que aún se mantenga allí el español, en dura competencia con el árabe y el francés. Como todavía mantienen hoy por moneda, aunque sea virtual, la peseta. Pero seguramente ya es demasiado tarde, y la hispanidad del Sahara, asunto del pretérito.
La Gaceta
Madrid, sábado 20 de noviembre de 2010
Ridículo ideológico
Una de las secuelas de la última posguerra mundial es la Unesco, esa organización asentada en París que viene a significar para la Cultura lo que representa el Vaticano para la Gracia. Esta misma semana, sin ir más lejos, la Unesco decidió santificar en Nairobi realidades tan peculiares como el canto de la Sibila, la marimba colombiana, la dieta mediterránea, la comida gastronómica de los franceses o el flamenco, consagrados ya como “Patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad”. Y no les incomoda servirse de un concepto de lo inmaterial tan pedestre, que aplican sin más a cosas que suenan, vibran y hasta hacen engordar.
Desde que la Unesco comenzó su andadura en 1946, ha buscado el impulso de la filosofía, así, en general, sin apellidos, y su incorporación a la educación global de los pueblos. Ha procurado regenerar los contactos entre filósofos, rotos por la guerra, para combatir democráticamente las ideas pervertidas por la propaganda de los estados totalitarios, predicando los derechos del hombre y los del individuo por el mundo entero. Triunfante la democracia sobre el comunismo, había que celebrarlo.
Y por fin, en 2005, decidió la Unesco proclamar cada tercer jueves de noviembre, en memoria de la muerte de Sócrates, el Día Mundial de la Filosofía, para ir agitándolo por las distintas naciones del mundo: Chile, Marruecos, Turquía, Italia y Rusia, el pasado año. Anunció entonces la Unesco que en 2010 tendría lugar tan armónica efeméride en el Irán de Ahmadineyad, y todavía hace menos de un mes visitó Teherán la subdirectora de la Unesco, Pilar Álvarez Laso (oculto su cabello por un pañuelo, por supuesto) para comprobar los últimos preparativos del magno congreso allí dispuesto.
Pero descubierto el desatino, la Unesco se acobardó y, hace solo una semana, se desentendió de los actos que están hoy teniendo lugar en la República Islámica de Irán. Redoblado ridículo ideológico. “Quien se arrepiente de lo que ha hecho, es doblemente miserable.”
La Gaceta
Madrid, domingo 21 de noviembre de 2010
Compromisos redundantes
Hace una semana, los presidentes de tres partidos autonómicos españoles, el Partit Popular de Catalunya, el Partido Popular Galego y Euskal Herriko Alderdi Popularra (que así figura en el texto del Bartzelonako Konpromisoa), firmaron un documento que muchos, con voluntarismo ciego, vienen celebrando sin advertir que es síntoma precisamente de una situación insostenible, pues de poco sirve ya recurrir sin más a la agotada Constitución de 1978, como si nada hubiera sucedido en España tras las reformas de los Estatutos.
Si “la experiencia del Estado de las Autonomías” fuese tan armoniosa y estupenda como se pinta desde el panfilismo, ¿qué necesidad tendrían entonces esas formaciones, que se supone ejercen como delegaciones regionales de un mismo partido nacional, de suscribir unos compromisos redundantes que habría que dar por supuestos? Si, al reunirse, esos dirigentes hablaron en español, ¿por qué ofrecer versiones en cuatro lenguas del texto suscrito? ¿Fue simplemente una broma la advertencia de Feijoo de que hablaría sólo en gallego si Camacho persistía en hablarle sólo en catalán?
España necesita, para subsistir como Estado, partidos nacionales potentes. Cristalizada ya nuestra democracia partitocrática, no cabe improvisar partidos nuevos con fuerza efectiva. Salvo que se rompa el equilibrio actual y se produzca un colapso, quizá no tan lejano.
El “Compromiso de Barcelona” debiera servir al Partido Popular para reconocer la situación límite a la que ha llegado y tratar, en sus próximas convenciones y congresos, de superar el caos ideológico, político y doctrinal del que está preso. Un acumulado de partiditos autonómicos nunca podrá conformar una alternativa nacional para España. Fuera la trampa de los complejos localistas, al servicio del secesionismo. Prepárese una campaña electoral única para todo España y sólo en español. Conviértase el PP en un partido nacional de verdad. Pues el PPC, el PPG y el PPPV, aunque pacten entre ellos, no son el PP.
La Gaceta
Madrid, sábado 27 de noviembre de 2010
Imprecisiones mortales
Hace medio siglo, el 25 de noviembre de 1960, aparecieron muertas en la República Dominicana las tres hermanas Mirabal y su chofer Rufino. Encarcelados sus maridos y activas opositoras a la dictadura de Trujillo, quisieron los sicarios que pareciese un accidente, pero se acabó descubriendo el asesinato a sangre fría de las oponentes y su empleado.
Pasaron treinta años y el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe propuso en 1991, recordando la fecha de aquel asesinato político, celebrar el 25 de noviembre como “Día internacional en contra de la Violencia hacia las Mujeres”, que la ONU asumió, consagrando en 2000 tal fecha como “Día Internacional de la eliminación de la Violencia contra la Mujer”. Violencia en general (política, doméstica, sexual) propia de machos, que no debiera afectar a mujeres y niños. En años, por cierto, en que, hacia la igualdad, la mujer se incorporaba masivamente a muchos ejércitos y policías.
Tras la famosa Conferencia de 1995 en Pequín sobre la Mujer, cuajaba en inglés el concepto de gender violence o violencia sexual, mal traducido al español como “violencia de género”, como ya denunció inútilmente la Real Academia en su famoso informe de mayo de 2004, que prueba que el género no tiene que ver en español con el sexo. Y al menos desde 1998, frente al machismo originario que atribuirá a su oponente, se envuelve el PSOE en tan imprecisa e ideológica bandera: ya en febrero de 2001 anunciaba Zapatero una futura ley contra la violencia de género.
Estas teorías erróneas y simplistas que mueven la política socialdemócrata feminista no logran frenar tales asesinatos, que se incrementan cual epidemia, y mucho más entre población inmigrante y parejas de religión diferente. Las hermanas Mirabal no fueron asesinadas por ser mujeres, sino por su enfrentamiento político con un dictador. Mientras ideólogos y políticos sean incapaces de advertir estas imprecisiones mortales que les confunden, poco podrán resolver.
La Gaceta
Madrid, domingo 28 de noviembre de 2010
Cataluña como síntoma
Tras una campaña electoral que ha demostrado con creces la triste consideración que los partidos tienen de sus potenciales electores, a quienes dirigen su propaganda como si buscasen votos entre débiles mentales, con la consiguiente cosecha de indiferencia y abstención, en muchos casos cercana al asco, se procurará hoy aparentar una normalidad que no existe y un formalismo técnico electoral impecable que sólo podrá satisfacer a los muy contagiados de fundamentalismo democrático.
Una realidad política asentada sobre pactos vergonzosos como el del Tinell y que impulsa la persecución oficial y el castigo público de quienes hablan en español, lengua que quieren erradicar por completo, es una anomalía totalitaria fruto de una corrupción política incompatible con cualquier forma democrática de ciudadanos libres.
La crisis ya no permite seguir disimulando que el llamado Estado de las Autonomías es política y económicamente insostenible y que Europa no supone ninguna solución, máxime cuando ya quiere cobrarse con creces los fondos adormidera recibidos durante tantos años de bienestar subvencionado. Otros poderes, hasta ahora anestesiados de panfilismo, han de asumir su responsabilidad, y parece que ya se van despertando.
Desde la perspectiva global de la Hispanidad, la secesión de Cataluña supondría una pérdida inapreciable, incluso una ventaja para otras regiones y naciones que recibirían con gusto las industrias culturales todavía potentes que en torno al español allí operan y que acabarían abandonando del todo ese entorno hostil.
Porque cientos de miles de españoles, también en Cataluña, dan más importancia al partido de fútbol que enfrentará mañana a los equipos insignia de las dos ciudades más populosas de España, cabe suponer que todavía no se ha llegado a un punto de no retorno en la secesión, y que se está a tiempo de una enérgica reeducación capaz de hacer posible que a España le interesase mantener a Cataluña formando parte suya.
La Gaceta
Madrid, sábado 4 de diciembre de 2010
Elegancia académica
La Real Academia de la Lengua Española lleva tiempo negándose a ejercer sólo de enterradora de palabras y, quizá porque tiene que sobreactuar para hacerse visible ante políticos y donantes, sorprenden cada poco sus excesos y bandazos. Así como algunos libreros y bibliotecarios se tienen por sacerdotes del Libro que ellos dispensan al pueblo (los autores son para ellos un mero accidente), los académicos se van creyendo propietarios, y no sólo registradores, de la lengua.
Dijeron hace diez años que buscaban para el español su “regreso al alfabeto internacional, que supone prescindir de las antiguas letras che y elle”. Pero, ¿dónde existe ese supuesto alfabeto internacional sin la che y la elle? ¿Entre los griegos, los árabes o los chinos? ¿Quizá entre los rusos o los japoneses? No existe ningún alfabeto internacional por antonomasia, salvo para los papanatas sometidos al actual imperio del inglés. ¿Acaso no son muchas las naciones que hablan español? ¿Acaso no es, entonces, el español un idioma tan internacional como su alfabeto? Tan alfabeto internacional es el que incorpora la che y la elle como el que ignora esas letras y también la eñe. Si no creen que la letra eñe es internacional, ¿por qué no la eliminan también? De otro modo, ¿qué alfabeto internacional es ése en el que no están las letras che y elle y sí la eñe? Además, ¿a qué lugar o a qué época buscarían hacer regresar nuestro alfabeto?
La Española es contradistinta de las otras veinte academias nacionales de la lengua, pues tiene algo de madre suya y es la única que se predica Real. (Por cierto, “contradistinto” es concepto presente en Feijoo; y en google, que aún se les resiste.) Hace doscientos años comenzó el Imperio a transformarse en veinte naciones hermanas; y nuestra lengua internacional, en otras tantas academias. Ahora, con elegancia académica, las hermanas acaban de probar que están más en la realidad que su vieja primogénita europea, aunque sólo puedan salvar ya algunas tildes.
La Gaceta
Madrid, domingo 5 de diciembre de 2010
Vuelven los despenadores
El vicepresidente Rubalcaba, al anunciar el 19 de noviembre que el Gobierno tiene previsto aprobar el próximo marzo una “Ley de cuidados paliativos y muerte digna”, probó demasiado cuando precisó que “no se tratará de una ley de eutanasia”, término que, por sus resonancias negativas ante la opinión pública, los socialdemócratas prefirieron retirar de su programa electoral en 2008.
Un mes antes había sido detenido el celador de una residencia geriátrica privada que, al poco, se confesó responsable de haber provocado en ocho días la muerte de tres ancianos “por amor, porque esas personas sufrían y quería liberarlas de ese sufrimiento”. Tras la investigación judicial, diez días después del anuncio de Rubalcaba, el celador reconocía ya que había “ayudado a morir” a once ancianos. Las agencias se apresuraron a presentarle como otro “asesino en serie” y los medios incorporaron enseguida al caritativo celador a esa confusa relación en la que destacan personajes de triste recuerdo como el Arropiero o el Mataviejas. Al fin y al cabo, el humilde celador despenador no era doctor.
Sin embargo, los doctores ideólogos de otro “sendero luminoso” de la izquierda indefinida, defensores de esa “muerte digna” que defienden “por ética y por estética”, vinculados al “sedadero” de aquel hospital público español que logró duplicar en sólo dos años sus “exitus” sin incremento de pacientes (la comisión de expertos detectó entonces “mala praxis” en, al menos, 34 casos), todavía se atreven a calificar de escasa la ley que anuncia Rubalcaba.
En plena crisis, con una Seguridad Social deficitaria y unos responsables de la Salud pública que ya han comenzado a informar a los enfermos de lo que cuesta atenderles y les instan sin pudor a que recapaciten sobre el gasto que va a suponer para el presupuesto tener que tratarles, debe preocupar, y mucho, que un partido político se decida a legislar el final de supuestas “vidas indignas” mediante presuntas “muertes dignas”.
La Gaceta
Madrid, sábado 11 de diciembre de 2010
Reconocer la inmoralidad
Joaquín Abreu, activista gaditano del socialismo utópico de Fourier, aceptaba como mal menor la inmoralidad de la renta de loterías por parte de un Estado que, igual que no puede impedir la prostitución pero evita mayores estragos al regularizarla, tampoco puede extinguir el juego aunque sí evitar en parte sus efectos perniciosos.
Casi dos siglos después, España sigue ocupando posiciones preeminentes entre las naciones, no sólo por el porcentaje de sus ciudadanos que no tienen trabajo o que más drogas consumen, sino también por el dinero que éstos dedican a loterías y juegos de azar. Síntomas de una descomposición moral y política democráticamente aceptada, donde los corrompidos ciudadanos renuncian, por supuesto, a cambiar las vergonzosas desigualdades existentes, pues los más sueñan con abandonar su existencia miserable en cuanto reciban aleatoriamente la riqueza aportada por otros ilusos también confiados en reparto tan irracional y corrosivo para la salud pública. Y mientras esperan, ¿para qué trabajar honradamente o esforzarse durante años, si el azar del bombo les convertirá el día menos pensado en agraciados, ricos y envidiados?
Ahora un gobierno socialdemócrata, el mismo que pretende mejorar la salud de los españoles instándoles a no fumar, no beber y hacer deporte sin doparse mucho, renuncia a intentar reconducir los degenerados hábitos de ludópatas, adictos y otros esperanzados dependientes e inicia un camino que terminará con el monopolio del Estado sobre loterías y apuestas. Gordos, primitivas, quinielas y bonolotos pasarán a ser explotados por la iniciativa privada, como los cupones, maquinitas, bingos, casinos y todo ese submundo de concursos basura y premios escandalosos con los que las cadenas procuran mantener enganchados a la telepantalla a sus videntes.
Cabe esperar al menos que, igual que han prohibido la publicidad de alcohol y de tabaco, desaparezcan esas propagandas oficiales, empalagosas y vergonzosas, de las loterías.
La Gaceta
Madrid, domingo 12 de diciembre de 2010
Extirpar la casta
Damos por supuesto que cada uno de los controladores aéreos civiles, por separado, como cualquier otro compatriota nuestro, es una bellísima persona que merece en principio toda nuestra consideración. Sin embargo, en su conjunto, este género de controladores forman hoy en España una casta cuyos intereses son absolutamente incompatibles con los del pueblo. Una casta que es necesario disolver o extirpar de la sociedad; aniquilar, diría Clausewitz.
En este proceso no será necesario prescindir de ciudadanos tan cualificados, ni siquiera inducirles al suicidio, como dicen que hicieron cuando erradicaron la casta de los samurais. La mayor parte de los actuales controladores aceptarán de grado incorporarse a un nuevo cuerpo, sin necesidad de grandes esfuerzos reeducadores, y siempre se podrá recetar a los relapsos un generoso retiro, una vez cumplida la penitencia que pudiera corresponderles.
Quede para eruditas y necesarias tesis doctorales el estudio de la génesis y el análisis de los procesos que han desembocado en la situación actual. Poco importa ahora, salvo para alimentar estériles disputas partitocráticas o tediosos enredos de leguleyo. Sueldos escandalosos, pretensiones estrafalarias y privilegios vergonzosos han servido para decidir una intervención quirúrgica radical, que sólo incomoda a los afectados y a unos pocos inconformistas despistados. El mismo nombre con el que se conocía a la casta deberá ser retirado, pues la ignominia que arrastra no debería manchar a quienes se incorporen en el futuro a cumplir esas labores. Sean rebautizados como prácticos aéreos, aeropastores o lo que sea, pero, nunca más, controladores.
Equipárense en sueldo a otras profesiones respetables, como maestros o profesores, ni más, ni menos. Y, con la mitad del presupuesto actual, se podrá dar empleo a más del triple de sanos aeroguías de nuevo cuño. No caben arreglos intermedios. No son una epidemia. Simplemente una casta que, si no se elimina, reverdecerá de nuevo.
La Gaceta
Madrid, sábado 18 de diciembre de 2010
Deportistas monstruosos
El animal humano debe hacer algún ejercicio con asiduidad, pues su cuerpo se degrada con el quietismo sedentario. Ne quid nimis, nada en exceso. Cuando abusa en los ejercicios e hipertrofia sus músculos cual monstruo, el deportista alcanza cierta anormalidad insana, pues deporte no es sinónimo de salud y todo el mundo sabe que los deportistas que desgastan su cuerpo suelen vivir menos años que quienes practican actividades físicas moderadas.
A lo largo del siglo XX, el deporte se ha convertido en instrumento imprescindible y fiel para entretener a las pueblocracias y estimular sus pasiones nacionales. La política lleva tiempo aliada con el deporte, y en vulgocracias avanzadas, como la española, incluso el ministerio del ramo es asumido por el mismísimo presidente del Gobierno. En las últimas décadas, políticos y deportistas se han ido profesionalizando, hasta formar anómalas castas llenas de peligros y contradicciones. ¿Dónde quedaron aquellas discusiones escolásticas entre los límites del deporte aficionado y el profesional?
Además, el deporte es sexista y fomenta la discriminación entre hombres y mujeres. Sólo en unas pocas disciplinas se logra la igualdad, como en la llamada hípica, que cualquier día será prohibida para dejar de torturar y abusar de los caballos. Pero no quiere ser racista y, como es natural que en ciertas especialidades triunfen siempre los ejemplares de ciertas razas humanas (que las hay, aunque prefieran ignorarlo quienes sí las distinguen en perros o en vacas), se producen con frecuencia competiciones desiguales, ridículas y tediosas.
Quienes usan a los deportistas para el entretenimiento público, cual gladiadores del presente, andan ahora escrupulosos en clasificar qué productos son alimentos, drogas o medicamentos, y se aferran a caprichosas listas y normas convencionales para detener corruptos. Creen buscar transparencia y salud para evitar el vicio, y no reparan en que la corrupción está en la misma institución.
La Gaceta
Madrid, domingo 19 de diciembre de 2010
Hispanizar España
Los análisis prospectivos de Goldman Sachs, respetados por quienes tienen poder para influir en el devenir del capitalismo global, calculan que dentro de veinte años, cuando España esté quizá lamiéndose de nuevo las heridas por el centenario de la República, el peso relativo de nuestra nación será tres veces menor, en un entorno europeo decadente frente al agresivo empuje de otros grupos humanos.
En una sociedad como la nuestra, anestesiada por estériles disputas partitocráticas, fragmentada por paletos complejos localistas, víctima de una descomposición ideológica sorprendente que el pueblo acepta gustoso, puede parecer tarea baldía e inútil hacer frente a esta decadencia que parece imparable. Nuestros enemigos de dentro y de fuera lo hacen muy bien y el panfilismo de nuestra vulgocracia colabora eficazmente.
Va siendo urgente que algunos grupos, por minoritarios que sean, logren elevarse sobre los inmediatismos coyunturales, miserabilismos congénitos, cainismos maniqueos y tópicos perezosos que nos mantienen paralizados, para afrontar con independencia y patriotismo el estudio de planes y programas que puedan favorecer que España, dentro de unas décadas, mantenga su vigor y no sea simple pretérito histórico.
Quizá sea necesario que nos sacudamos leyendas negras y ataduras europeas que nos mantienen atrapados y dependientes. Quizá sea urgente frenar ese ridículo que nuestros mentecatos dirigentes van extendiendo a todos los grados educativos, consistente en formar cada vez más a los españoles en la lengua inglesa. Quizá sea determinante que nos tomemos en serio nuestra pertenencia a uno de los grandes grupos humanos realmente existentes, el formado por quienes hablamos español; una realidad integrada por veinte naciones cuyos intentos de unidad vienen siendo frenados desde hace siglo y medio mediante disolventes ideologías latinoamericanistas, panamericanas e indoamericanas. Quizá debamos procurar que España se integre en Hispanoamérica.
La Gaceta
Madrid, domingo 26 de diciembre de 2010
Ciudadanía española
Antonio Jiménez tuvo que hacer uso del fórceps para que Rajoy, en su comparecencia ante El Gato al Agua, dijese algo, bien poco, sobre las medidas que tiene previsto adoptar, cuando alcance el poder, en relación con el aborto, los matrimonios homosexuales o la asignatura Educación para la Ciudadanía. Apuntó Rajoy que tendría sentido enseñar la Constitución y, sobre todo, pues fijesé, Europa, sus entresijos y los beneficios de nuestra presencia en esa Unión. Rajoy confirmó así que el PP está prisionero del mismo fundamentalismo europeísta que sus contrincantes socialdemócratas. Para este viaje no hacían falta alforjas.
¿De qué ciudadanía están hablando? Parece, sin duda, que de una ciudadanía política, valga la redundancia, y no de algún conjunto de normas generales, si es que las hay, de urbanidad, cortesía y saber estar entre humanos que ya no viven selváticos por los campos. Tienen por horizonte cierta mística y nebulosa ciudadanía europea, algo que nunca podrá darse mientras existan naciones políticas soberanas como España, Francia o Alemania. Pues, a poco que se piense, no tiene ningún sentido imaginar una educación para la ciudadanía a secas, sin más precisiones.
¿Por qué no reconvertir esa discutida asignatura en una Educación para la ciudadanía española? ¿O es que la gangrena autonómica impone tánto como para no mentar la bicha? Una ciudadanía española que, por supuesto, sería ridículo pretender identificar con la de una Europa mítica y que no puede ignorar la realidad cultural de una Hispanidad de la que formamos parte.
Una educación para la ciudadanía española bien necesaria, que afronte tratar de esos mínimos que han de caracterizar a los compatriotas españoles del siglo XXI, si no queremos que, dentro de muy pocos años, lo que hoy son unas piaras de insolentes lechoncitos talibanes porcinófobos pretendan restaurar medievales teocracias que la vez anterior, no hace tanto tiempo a escala histórica, tardamos siete siglos en sacudirnos.
La Gaceta
Madrid, domingo 26 de diciembre de 2010
Violencia e independencia
Veinte santones bien paniaguados, armonistas y pacifistas no violentos, firmaron en marzo de 2010 una Declaración de Bruselas jaleando el supuesto compromiso de una indefinida “Izquierda Abertzale” tendente a poner fin al “último conflicto en Europa” mediante “un alto el fuego permanente y completamente verificable” de ETA, que, “debidamente respondido por el Gobierno español” permitiría alcanzar una paz duradera.
Estamos en fechas entrañables y además se van acercando las elecciones. Arrecia, por tanto, una nueva campaña de los secesionistas y otra vez sus cómplices se llenan la boca de promesas vacuas y conciliaciones estúpidas. A cambio de una simple “condena de la violencia”, parecen estar dispuestos a concederles cuanto pidan, en aras de lograr nada menos que terminar con el “último conflicto en Europa”. ¡Qué risa! Como argumento para subir la tarifa de la pandilla de mediadores extranjeros, no está mal: quedarían sin trabajo, los pobres, sería su último trabajito en euros…
Pero sucede que aquí no hay ninguna guerra en la que detener acciones militares mediante un alto el fuego, y sólo quienes estén amedrentados o aterrorizados por esa banda de asesinos podrán dar alguna beligerancia a cualquier nuevo comunicado suyo. Aunque hay que reconocer el éxito que han logrado al confundir la débil opinión de tantos medios, tertulianos y opinólogos.
La cuestión determinante no es que un partido político deba “condenar la violencia” (entiéndase: del tiro en la nuca al terrorismo urbano), que se da por supuesto, sino que se mantenga en el ámbito constitucional que define la indisoluble unidad de la Nación, la soberanía de España y a los propios partidos.
¿No habrá llegado el momento de iniciar un proceso de ilegalización si el PNV no retira de su Declaración del Centenario esas afirmaciones anticonstitucionales que aseguran que los vascos de los seis territorios constituyen un mismo pueblo unido, un pueblo que ni reconoce ni acata otra soberanía?
La Gaceta
Madrid, domingo 2 de enero de 2011
Placeres eléctricos
Esos artilugios que allí se parecen cuando cruzamos España no son gigantes, pero tampoco molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas que, volteadas del viento, no hacen andar la piedra del molino sino que animan dinamos aerogeneradoras. Aquellos paneles que cubren arenales y campos de trigo, que por arte mecánica imitan el diario movimiento de la inflorescencia del girasol en busca de la luz, no producen pipas ni aceite, pero transforman las radiaciones solares en watios.
Este año, el porcentaje teórico de potencia eléctrica instalada de origen eólico y solar en España (24%) ya es casi equivalente al porcentaje de potencia instalada hidráulica y nuclear (25%). Las fuentes de energía preferidas por la socialdemocracia van alcanzando a las que fueron características del franquismo. También es verdad que, en la cobertura real de la demanda anual, el átomo y el agua aseguran todavía un 35% del consumo efectivo, mientras que el viento y el Sol rinden sólo la mitad, un 18%. Sale más caro, ¡pero es tan bonito!
Protestan algunos consumidores insatisfechos porque han subido un poquito las tarifas eléctricas. ¡Qué ingratos! ¡Qué desconsiderados! Hay que educar a la ciudadanía para que sepa apreciar ese placer añadido y exquisito que supone gastar y malgastar energía verde. ¿Se habían creído que gritar aquello de ¡Nucleares no, gracias! podía salir gratis? Y que no olviden que casi la mitad de la energía que consumen sin freno procede del carbón, del gas y del petróleo; por lo que su precio seguirá subiendo imparable en los años próximos. ¡Otra herencia de gobiernos del PP!
Si esas plantaciones de paneles solares y bosques de postes eólicos fueran caprichosas instalaciones artísticas que gavillas de exuberantes creadores hubieran logrado colar al Ministerio de Cultura, tales intervenciones hubieran costado mucho más al Estado, sin la ventaja añadida de producir algo de electricidad. ¡Disfrutemos, pues, de tan económico arte eléctrico!
La Gaceta
Madrid, domingo 2 de enero de 2011
Sometimiento democrático
Hoy es un gran día para todos lo que exaltan, candorosos, la libertad individual y, desde su ingenuo fundamentalismo democrático, abominan, convencidos, de perniciosos sistemas tiránicos y totalitarios, nazis, comunistas y teocráticos que prohíben, limitan e impiden a sus ciudadanos, aseguran, el ejercicio de la libertad de mercado, de la libertad de consumo, de la libertad de pensamiento y de toda una serie de valores irrenunciables que caracterizan, añaden, a unos hombres que nacen libres e iguales en dignidad y derechos, dotados de razón y conciencia…
Hoy se añade otra batería de prohibiciones a los miles de normas y regulaciones que pautan minuciosamente hasta los más mínimos detalles de la vida individual. Pues existe, al parecer, una firme voluntad europea de prevenir y controlar el tabaquismo para erradicar, mejor antes que después, el hábito de fumar, ya nuestro sistema político y legislativo prohíbe rigurosamente fumar en lugares públicos: ni siquiera los medios de comunicación, internet incluido, podrán difundir imágenes donde aparezcan fumando presentadores, invitados o colaboradores, sin ser fuertemente multados.
Hoy podrán comenzar algunos a descubrir la triste realidad de su existencia y, tal vez, iniciar su secreta liberación del gran engaño ideológico del que están prisioneros. Y no tanto porque sus pastores sean unos malvados que les tratan como a niños o amentes, sino porque han preferido creerse cuentos infantiles antes que reconocer su sometimiento. Todavía hace dos siglos, algunos disconformes podían soñar con fundar nuevas sociedades humanas en intonsos territorios libres de autoridades, leyes y prohibiciones. Bien sabemos hoy que ni siquiera el ámbito familiar se libra de la intromisión absoluta del resto de una sociedad cada vez más intervencionista. ¿Quedará aún hueco para un solitario como el que propugnaba Avempace, huido del control de las tres clases de curas, los del cuerpo, los del alma y los de la sociedad?
La Gaceta
Madrid, sábado 8 de enero de 2011
Tolerar al fumador
Carlos Marx fue un gran fumador; por contra, el ideólogo pequeñoburgués Dühring, seguido por algunos socialdemócratas alemanes, quería, primero, prohibir “las suciedades del uso del tabaco” y, después, las bebidas y alimentos “rechazables por una sensibilidad refinada”. Engels replicó, terminante, ante tales prohibiciones: “tenemos que experimentar la vida, la vida plena”. Y en éstas, la progresía universitaria del último franquismo conquistó libertades extraordinarias: dejó de levantarse cuando entraba el profesor y le arrebató el privilegio de fumar en clase subido a su tarima autoritaria. Las aulas de la transición y sus asambleas exigían ese ambiente de cargada neblina maloliente espirada por fumadores comprometidos y esperanzados.
La cruzada contra el tabaquismo se argumenta ahora como defensa y protección de la salud de quienes no fuman. Es decir, a pesar de los terribles resultados que ofrecen los estudios epidemiológicos sobre esta lacra, las autoridades no se atreven a prohibir sencillamente el consumo de la droga. Para hacerlo, tendrían que reabrir la delicada y clásica cuestión del derecho individual al suicidio, directo o indirecto (consumo de café o alcohol, actividades arriesgadas), de resultados imprevisibles para nuestro frágil equilibrio ideológico.
Más prudente resulta seguir tolerando, con condiciones, a los fumadores. Sabemos bien que la tolerancia no es virtud, ni democrática ni aristocrática, y en este caso la tolerancia del Estado hacia los fumadores tiene mucho de cruel desprecio a esos pobres ciudadanos enviciados. Pero ya se les avisa en las cajetillas del peligro que corren y, si quieren acortar voluntariamente su vida en las cámaras de gas de los clubs de fumadores legalizados, se perderán votantes, contribuyentes y consumidores, pero también se ahorrará lo suyo en pensiones y gastos médicos. Y es que, en realidad, visto lo visto en nuestro mundo entorno, resulta casi necesario parafrasear a Lenin: ¿Salud para qué?
La Gaceta
Madrid, domingo 9 de enero de 2011
Deudores de China
En su desesperación económica, el gobierno socialdemócrata español ha creído encontrar un alivio al favorecer que el Pueblo por antonomasia (nunca ha existido en la historia otro tan numeroso: sólo el número de los militantes de su partido dirigente, el Partido Comunista de China, ya duplica la población de España) potencie su condición de significativo acreedor de España. ¿Pero acaso podía haber hecho otra cosa?
Sucede que algunos todavía se creen formando parte de un primer mundo que derrotó hace veinte años al segundo y que coopera, caritativo o solidario, con un tercer mundo indefinido a cambio de mantener los privilegios de su pacífico bienestar. Pero ese modelo ya es el pasado, como también lo es el propio concepto de economías emergentes. En menos de diez años, el euro pretencioso, que una vez quiso hacer sombra al dólar, va dependiendo cada vez más de un renminbi aliado con el rublo, la rupia y el real (las monedas 4R del BRIC: Brasil, Rusia, India y China), motor del Imperio del Centro.
Pero el ridículo llega cuando los deudores pretenden dar lecciones éticas y morales al Pueblo, a la vez que azuzan contra él a sectas como Falun Gong y a secesionismos autonomistas: el mahometano de Xinjiang y el budista tibetano (en China no olvidan la famosa y patética foto del Dalai Lama departiendo en 2007 con Carod-Rovira ante la senyera). Que los fundamentalistas democráticos no olviden que en China coexisten otros ocho partidos democráticos no comunistas (poco seguidos: sólo suman medio millón de militantes) y que la declaración universal de derechos humanos de 1948, dispuesta, por cierto, al margen de la Unión Soviética y de China, también es ya historia, al menos desde la Declaración del Cairo de 1990, por la que 50 estados se sometieron a la Sharia.
China muestra gran interés y admiración por lo que representa España, algo más que un mercado para sus imparables fábricas. Mejor ser deudores de China que marionetas de nuestros enemigos europeos.
La Gaceta
Madrid, sábado 15 de enero de 2011
Chivatos y delatores
El periodista Mario Silva viene dedicando estos días unos minutos de su programa de televisión La Hojilla a denunciar la existencia en Venezuela de bingos, casinos y salas de juego con traganíqueles ilegales que vienen funcionando, dicen, con discutibles permisos otorgados por alcaldes y gobernadores de la oposición chavista. Los responsables del Ministerio del Poder Popular correspondiente se dan por enterados en directo y anuncian, sobre la marcha, que todo el peso de la ley caerá sobre esa delincuencia organizada que busca enriquecerse con el vicio de los consumidores venezolanos.
La Constitución española determina que los poderes públicos garantizarán la defensa de los consumidores y usuarios, y precisa que también se fomentarán sus organizaciones. Una de ellas, Facua, dice tener 50.000 socios y financiarse de sus cuotas, como debe ser. Aunque también reconoce que acepta generosas subvenciones públicas para “el desarrollo de campañas en beneficio del conjunto de los consumidores”. Pero sucede que la Constitución no dice que una organización particular pueda o deba arrogarse la defensa del resto de los ciudadanos que no son sus socios. Que Facua defienda a sus socios y que con su pan se lo coman, pero que no se atribuya pretensiones ridículas. A los ciudadanos que no somos socios de nada nos defienden suficientemente las leyes del Estado, y nos sobran esas ladillas con enfermiza vocación de sumisos perros guardianes del rebaño.
Ahora la organización Facua asume la misión de tramitar las denuncias que chivatos y delatores formulen, desde su sitio de internet, en relación con la ley del tabaco. No hace falta ser socio para poder denunciar, ni que el perjudicado sea socio de tal entidad. Los chivatos y los delatores son los individuos más despreciables de toda sociedad y, cuando una organización promueve esas acciones, lo miserable de su conducta se transmite, en primer lugar, a sus dirigentes, pero inmediatamente a todos sus socios.
La Gaceta
Madrid, domingo 16 de enero de 2011
Socialdemocracia islámica
Cartago, destruida por Roma; los bizantinos, sustituidos por los Omeyas y, siglos más tarde, por los otomanos; protectorado de Francia, también de la colaboracionista y nazifascista. Hoy, junto a las ruinas de Cartago, aún custodia el Cementerio Norteamericano, cuidados con primor como en todos los Memoriales del Imperio, los cuerpos de tres mil soldados yanquis muertos por la democracia en el norte de África cuando la última Guerra Mundial.
Túnez alcanzó la independencia en 1956, en plena Guerra Fría, y desde entonces viene siendo gobernado por un partido socialdemócrata, el RCD, que pertenece a la Internacional Socialista, como el PSOE o el PSI (recuérdese cómo aquel corrupto primer ministro socialdemócrata italiano, Bettino Craxi, huyó a su retiro dorado tunecino de Hammamet). Ahora, el militar sucesor de Burgiba, Ben Ali, reelegido democráticamente presidente, la última vez todavía con el 90% de los votos, acaba de huir y se refugia en Arabia Saudita. Fundamentalistas democráticos y progresistas ingenuos se han puesto muy contentos por tal victoria del pueblo sublevado, tras unos episodios sangrientos que aseguran espontáneos, y lo peor es que hasta se lo creen. Y con notable majadería pregonan algunos que nos encontramos en el umbral de una supuesta transición tunecina a la democracia.
No hace tanto, culminó en Túnez la sustitución del francés por el árabe en el sistema educativo, la enseñanza del Corán tiene presencia importante en el horario escolar y hasta las monedas cambiaron en la fecha la numeración “arábiga” por el alefato. ¿Y cómo olvidar que esta revuelta comenzó cuando un informático se inmoló protestando por el maltrato policial?
El partido Al Nahda, Renacimiento, todavía no está legalizado, pero el fundamentalismo mahometano no es ajeno a lo que está sucediendo en Túnez. Sucede que las “socialdemocracias islámicas” sólo pueden sostenerse en regímenes pretorianos, como lo fue el de Saddam Hussein en Irak.
La Gaceta
Madrid, sábado 22 de enero de 2011
Españoles idiotas
Idiota, desde Grecia, es quien, víctima del subjetivismo, sólo se ocupa de sí mismo y se desentiende de la polis, de los intereses del Estado. El idiota tiene algo de autista y no poco de individualista. En 1780 definía la Academia Española el idiotismo como la inflexión de cualquier verbo o la construcción de alguna frase que “no es según la regla general de la nación, sino que está solo en uso en alguna provincia o parte de ella”. Y hoy dice que idiolecto es el conjunto de rasgos propios de la forma de expresarse de un individuo (idiolecto era en 1992 la lengua tal como la usa un individuo particular).
El artículo 3 de la Constitución española de 1978 define la lengua oficial del Estado y sanciona que “todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla”. Bien sabemos que, en estos tristes tiempos, se prohíbe en algunas partes de España que los comercios se llamen en español o que rotulen en la lengua que es común a todos los españoles y a diez veces más de humanos que en el mundo conforman la Hispanidad. Impiden en esas regiones la enseñanza en español y procuran que los medios de comunicación no lo utilicen, pues han adoptado otras lenguas locales de España, precisamente, como instrumento separatista con el que fomentar su idiotismo, para apartarse de la regla general de la nación, en busca del secesionismo estrecho que anhelan como única salida a su pequeñez.
El ridículo llega cuando ese escogido grupo de españoles que ejercen como senadores del Reino, que se entienden habitualmente entre ellos en español, al margen de las provincias de donde provengan, hayan tolerado y permitido que algunos de los suyos, enfermos casi incurables, prefieran hablar en idiolecto cuando intervienen públicamente formando pleno. No se han detectado, por ahora, otros exhibicionismos en estos senadores, pero llegará el día en que potencien su idiocia con vestimentas folklóricas, refajos, polainas, chapelas, barretinas o monteras piconas.
La Gaceta
Madrid, domingo 23 de enero de 2011
Partidos nacionales
La exaltación regionalista con tintes inequívocamente políticos, entre nosotros, inició un ascenso ideológico imparable en la primera mitad del siglo XVIII, de la mano principalmente de clérigos, y no precisamente rústicos sino ilustrados (como Sarmiento), por curiosas dialécticas internas propias de las instituciones del Antiguo Régimen. Y aquella variedad dentro de la unidad que pretendió Carlos III, quien dispuso que se diseñaran trajes regionales por todos los recovecos de la Hispanidad, pervive todavía en elementos folklóricos que algunos despistados hacen enlazar directamente con la prehistoria y aun alimentan eficaces “señas de identidad” disolventes de España.
Tras la asunción del Estado de las Autonomías en la última restauración borbónica, las exaltaciones comarcales, provinciales y regionales ya son autonómicas, y han ido cobrando cuerpo hasta extremos insospechados por la mayoría hace treinta años. Hoy España, de hecho, está ya rota en 17 partes cada vez más engolfadas en su estrecha mismidad idiota.
Los grandes partidos políticos nacionales han sido también víctimas de este cáncer y prácticamente ya no existen como tales, tras unas pocas legislaturas de lenta pero sostenida deriva fragmentadora, inapreciable en el día a día. Pues una acumulación de partiditos autonómicos idiotas, atontados y alucinados por demagógicos localismos narcisistas tras imprudentes concesiones al egoísmo, aunque compartan algunos colores, símbolos y asambleas, o reconozcan cierta dirigencia supraregional, nunca podrán conformar un potente partido nacional como el que hoy necesita España, si lo que se busca es mantener su existencia pujante y no una disolución miserable en esa borrosa Europa, cada vez más evanescente y mítica. Hace falta un partido nacional que se sirva sólo de la lengua nacional y en el que sus formaciones locales asociadas entiendan que declaraciones políglotas, como el Compromiso de Barcelona de noviembre, resultan simplemente ridículas.
La Gaceta
Madrid, sábado 29 de enero de 2011
Miserias políticas
La Internacional Socialista ha expulsado de sus filas al partido RCD de Túnez, hegemónico allí durante las últimas décadas. Curioso, que hasta ahora viniesen mirando para otro lado, incluso en la última democrática reelección cuasiunánime del dictador tunecino, y que tal expulsión se produzca tres días después de la huida de Ben Ali y no meses o años antes. En pocos días el otrora líder respetado internacionalmente ha pasado a formar entre los autócratas execrables y malditos para la socialdemocracia.
En Asturias, la justicia acaba de dictar prisión sin fianza para el exconsejero José Luis Iglesias Riopedre, por presunta prevaricación, cohecho, tráfico de influencias, fraude y negociaciones prohibidas, detenido esta semana junto con otros altos cargos. Este profesor de filosofía, que cumple este año los 72, fue dominico e incluso alumno de Ratzinger en Alemania. Como dirigente del Partido Comunista de España, tuvo en 1977 cierto discreto protagonismo, junto con su amigo de la infancia José Manuel Otero Novas, entonces subsecretario técnico del presidente Suárez, en el proceso de la legalización del PCE. Siempre junto a Tini Areces, abandonó al año siguiente el Partido, cuando éste renunció al leninismo, para hacer “entrismo” en el PSOE. En mayo cumplirá Areces doce años como presidente socialdemócrata de Asturias; Riopedre, tras veinticinco años en cargos políticos, dimitió el pasado agosto, alegando lo precario de su salud.
El PSOE regional también mira ahora para otro lado. El candidato socialista a las próximas elecciones anuncia la suspensión de militancia al exconsejero y dice, bien poco solidario con su compañero caído: “No nos corresponde defender la honorabilidad ni el nombre de esas personas, que lo hagan ellos”; y niega, campanudo, que exista una trama corrupta. Corresponde a la policía y a la justicia probar tales tramas; pero un político sólo podrá, como mucho, intentar que sus votantes se crean que él no está dentro de ellas.
La Gaceta
Madrid, domingo 30 de enero de 2011
Apologías de la huida
En sus inicios, programas como Madrileños por el mundo (Telemadrid, 2005), Afers exteriors (TV3) o incluso Andaluces por el mundo (Canal Sur, 2008), ofrecían interesantes crónicas sociológicas de españoles desparramados por ese globo que nosotros circunnavegamos los primeros: aventureros y viajeros sucesores de misioneros y conquistadores.
Pero a medida que la crisis fue arreciando, el formato, replicado sin cesar, adquirió otros matices y es hoy ya símbolo de nuestro presente. Castellano-manchegos por el mundo (RTVCM), Españoles en el Mundo (TVE), Aragoneses por el mundo (ATV), Mondo difficile (ETB) o Valencians pel món (C9) desde 2009; Castilla y León en el mundo (CYL), Asturianos por el mundo (TPA) o Gallegos por el mundo (TVG), desde 2010, se han ido convirtiendo en instrumentos apologéticos de la bondad de la emigración, única salida que la socialdemocracia parece poder ofrecer a esos cinco millones de españoles que, en su incapacidad, mantiene condenados al paro. Estas apologías de la huida silencian los fracasos y trasladan al potencial emigrante una solución exterior atractiva. Ya no habrá que esperar, como antes, a que vuelva el indiano rumboso tras su triunfo ultramarino. Además, los cobardes que se queden no podrán quejarse de su falta de éxito.
Esta floración de programas, ¿es simple emulación autonómica o encubre también otra burda maniobra de la partitocracia inútil que sólo confía en las futuras remesas de los emigrados? ¿Servirá, de paso, este programado efecto huida para frenar imprudentes efectos llamada que saturaron nuestra sociedad de inmigrantes que ahora malviven quejosos? La llamada paz social se venía logrando aquí mediante instrumentos eficaces de atontamiento: estamos entre las primeras naciones en consumo de drogas y el botellón lleva tiempo institucionalizado. ¿Logrará frenar la televisión el previsible estallido de ese 43% de jóvenes españoles en paro que no estén aborregados?
La Gaceta
Madrid, sábado 5 de febrero de 2011
Adiós a la Esfinge
Mohammadi, gobernador de Samangán, fue asesinado hace cuatro años en Kabul, mientras se dirigía a rezar. Este piadoso talibán era gobernador de Bamiyán cuando, hace diez años, decidieron que aquellas milenarias y gigantescas estatuas de Buda eran ídolos que sólo servían para atraer turistas infieles y degenerados, corrompidos en su latría al arte y la cultura. Aquel marzo de 2001, enfadados además los talibanes por los extravagantes gastos que la Unesco dedicaba al estudio y conservación de tales ídolos, se esforzaron por reducirlos a polvo. Infieles de todo el mundo, incluidos exóticos japoneses, se empeñan desde entonces en reconstruir tales Budas, aunque sea virtualmente, en hologramas.
Ahora, mientras se resquebraja el régimen pretoriano de Mubarak, un portavoz castrense intentó hace tres días calmar a los manifestantes, con poco éxito, mediante un apaciguador comunicado leído por televisión, en el que aseguraba que “es posible para los nietos de los faraones y los constructores de las Pirámides” volver a la normalidad. Parece que estos laicos militares egipcios prefieren aparentar que no se han enterado de que grupos cada vez más numerosos de los que forman el pueblo egipcio ya no se sienten nietos, ni bisnietos, ni siquiera choznos de los faraones, sino humildes partículas de una Umma global e intemporal. Les une un iconoclasmo ortodoxo, como hace diez años en Afganistán o como cuando asesinaron a 58 turistas en Luxor, en 1997. Un iconoclasmo que anima a buena parte de esos jóvenes egipcios revolucionarios que “reclaman espontáneamente democracia y libertad” y saquean, rompen y queman el Museo Nacional de Egipto en los entreactos de esos puntuales y beatos rezos multitudinarios que practican mirando a la Meca.
Llegará “la democracia” a Egipto, y lo menos malo será la destrucción de momias o de la Esfinge. En Bamiyán emplearon disparos de cañón y dinamita; gracias a Alá, pronto Ahmadineyad podrá facilitarles bombas mucho más contundentes.
La Gaceta
Madrid, sábado 12 de febrero de 2011
Drogados de adrenalina
La educación general obligatoria les ha servido a muchos para conocer, con falaz envoltorio científico, que sus vísceras secretan hormonas y que algunas pueden estimular su cerebro con sensaciones placenteras. Los chimpancés también lo saben, sin estar semiestudiados, y matan el tiempo en que no duermen excitándose para alcanzar la misma felicidad que lograrían los bueyes que encuentran arvejas que comer… si la felicidad estuviera en los placeres corporales, como ya ironizaba Heráclito.
Proliferan ciertos bípedos que se dicen deportistas extremos y que farfullan ante los medios que les ensalzan cómo les motiva el riesgo, pues así liberan en subidón tanta adrenalina como llevan dentro. El público sedentario, que también aspira a su dosis de droga hormonal, va prefiriendo los productos que en su publicidad ofrecen sugestivos cócteles de este felicitario soma democrático, donde la adrenalina se anuncia con cualquier excipiente: una música, un espectáculo, una película o un programa de televisión. Y el plumífero prometerá a sus adictos lectores varios chutes de adrenalina en su próxima novelita, con la complicidad del editor traficante que así espera vender muchas ediciones y con gran contento de miles de compradores enganchados a tales papelinas encuadernadas que les sirven, además, para gastar los tediosos e inacabables días que aún les separan del tanatorio. Hasta el Juez estrellado ha llegado a declarar sin rubor que echa de menos la adrenalina que segregaba cuando ejercía en la Audiencia.
Cada vez son más los majaderos que sólo saben explicar cuanto hacen en función de la adrenalina que excretan. Seguramente, estos animales humanos no saben en realidad lo que dicen, pues cabe suponer que su existencia consista en algo más que en el ansia por estimular la masa de grasa y nervios que arrastran con unos miligramos de adrenalina. Es cierto que la estupidez que nos rodea va en aumento, pero preferimos imaginar que no es para tanto.
La Gaceta
Madrid, sábado 19 de febrero de 2011
Retroceso histórico
Marx y Engels dejaron escrito, en el Manifiesto comunista, que los elementos de las clases medias que luchaban contra la burguesía en la primera mitad del siglo XIX no eran revolucionarios, sino conservadores: “Más todavía, reaccionarios, pues pretenden volver atrás la rueda de la historia.” Y así, durante siglo y medio, el marxismo y luego el leninismo han reforzado la idea de que es imposible dar marcha atrás y ni siquiera detener el curso de la historia. Cuando Jorge Dimitrov fue juzgado por los nazis, acusado falsamente del famoso incendio del Reichstag que ellos mismos habían provocado, se encaró al tribunal proclamando desafiante que “la rueda de la historia gira y seguirá girando hasta el triunfo definitivo del comunismo”. El presidente Mao emprendió una campaña ideológica contra Lin Piao y Confucio por tratarse de “dos reaccionarios que intentaron frenar la rueda de la historia”. Y Fidel Castro tituló un libro suyo en el que fue entrevistado: Nada podrá detener la marcha de la historia.
Sin embargo, ya bien entrado el siglo XXI, andan ahora muy enfadados quienes aún conservan las siglas del Partido Comunista de España porque el Tribunal Supremo ha decidido no dar trámite a un recurso extraordinario de revisión del proceso que, en 1940, condenó al poeta Miguel Hernández. En el colmo del fundamentalismo leguleyo, emborrachados de idealismo histórico e insatisfechos con la ley de memoria histórica vigente, algunos herederos del bardo pretendían que el Tribunal Supremo declarase nula una sentencia histórica, glosada en los tratados de la literatura española y a la que, además, debe parte de su fama el poeta. Y estos supuestos comunistas revisionistas del PCE, que si mantuviesen un ápice de rigor doctrinal deberían mejor militar en un Partido Utópico Federal, defienden en pleno delirio ideológico “la necesidad de la anulación de los tribunales franquistas”, pues tal régimen “no puede ser fuente de derecho” por proceder de un golpe de Estado.
La Gaceta
Madrid, sábado 26 de febrero de 2011
Jóvenes preparados
Varios cientos de millones de jóvenes están ya preparados, al sur y al este del Mediterráneo, para recibir y disfrutar las bondades de esa Democracia que han de inspirar los nuevos regímenes que pronto traerán la ansiada Libertad, hasta ahora vedada a sus oprimidos padres por corruptas dictaduras y cuyos benéficos efectos han podido vislumbrar gracias a la Red. Confían en el presente terrenal más que en ese paraíso metafísico pregonado por unos clérigos que, sin prisa, confían sin embargo en reconducir tanto ímpetu revolucionario cuando, enfrentados con la cruda realidad, esos jóvenes preparados descubran el engaño de tantas promesas falsas de los infieles.
Otros miles y miles de jóvenes están también preparados para ir relevando a sus incansables y laboriosos padres en el crecimiento y expansión del cuarto de millón de empresas que ya han logrado asentar en España, desde que hace unas pocas décadas llegaran sus pioneros abuelos, tras otra larga marcha, ofreciendo exóticos rollitos primavera, arroces tres delicias y gambas agridulces. A estos nuevos emprendedores que venden los productos que elaboran sus lejanos primos orientales no les preocupan horarios ni esfuerzos, como pacíficos soldados que son del nuevo Imperio.
Mientras, gracias a esa cuidadosa educación para la igualdad, la convivencia, el respeto y la paz que han recibido durante años, nuestros jóvenes preparados conocen perfectamente los estupendos privilegios que les ofrece este cómodo Estado de derecho y de bienestar del que ni siquiera se sienten orgullosos. Pero, a pesar de que cada vez son menos, pues sus padres se reproducen poco, no encuentran en su mayor parte un trabajo digno de sus expectativas, ni cualquier otro. Pero no se agitan y se resignan tranquilos al desempleo al que están condenados, como otros millones de españoles. Aunque quizá no estén tan preparados para el inminente encuentro entre civilizaciones que viene, que no será tan armónico como se dice.
La Gaceta
Madrid, sábado 5 de marzo de 2011
Casuística terrorista
Jaime de Corella fue un capuchino navarro del siglo XVII, autor de un manual para la formación de confesores que conoció docenas de ediciones en español y que fue traducido a varias lenguas. En este fino moralista podemos leer cómo algunos autores consideraban lícito aconsejar el aborto a la mujer que estaba determinada a matarse a sí misma, agobiada por la infamia de su estado, pues es mal menor perder una vida que las dos; pero que no sería lícito, sin embargo, aconsejar el aborto a la que teme que su padre la mate por estar embarazada, “por temor de que su padre no la mate”.
Generaciones enteras de nuestros sabios moralistas, laxos, comprensivos y benignos, alcanzaron el virtuosismo con razonamientos dialécticos impecables que permitían sospechar que eran aceptables, por ejemplo, ciertas delectaciones morosas deliberadas en materias venéreas, amplexos, ósculos y aun tactos que pudieran parecer impúdicos, siempre que no buscasen culminar la torpeza o produjesen conmoción de la carne o desperdicio de licores destinados por naturaleza a otros altos menesteres. Y si la penitente confesaba: “Padre acusome que algunas veces, estando mi marido ausente he tenido conmigo misma algunos tactos indecentes”, debía preguntar el confesor: “¿y sentía vuesa merced alguna humedad que le bajase a la matriz, como cuando estaba con su marido?”, para poder seguir haciendo distingos. Aunque también es verdad que Corella aconsejaba al confesor, en estos casos, no ser prolijo ni mostrar demasiada curiosidad.
La Guardia Civil, que no la Ertzaintza, ha detenido a cuatro etarras con armas y doscientos kilos de explosivos, dos meses después de que nuestros imprudentes políticos, laxos, comprensivos y benignos, recibieran el supuesto “alto el fuego” y retóricas condenas del terror como suficientes para su armónica fe democrática: ¿cómo imaginar que esos señores terroristas pensasen utilizar las armas intervenidas? Las guardarían por pura añoranza y delectación.
La Gaceta
Madrid, sábado 12 de marzo de 2011
Concepción Arenal
El día 8 de marzo de hace nueve años (entonces Día de la Mujer Trabajadora, en el que ahora han decidido en España incluir también a las mujeres desempleadas, pues no hay trabajo ni se le espera), representantes de los sindicatos de clase UGT y CCOO realizaron una solemne ofrenda floral ante el monumento que El Ferrol dedica a Concepción Arenal. Este año, en idéntica celebración, una docena de veteranas feministas socialdemócratas despistadas, ridículamente disfrazadas de rancias sufragistas yanquis, vindicaron a Concepción Arenal y a varias señoras más en otra villa costera del Norte. El homenaje se extendió a la propia alcaldesa, travestida también de época, con sombrerito anglosajón y todo, pues culmina ahora su carrera política, que comenzó en la Sección Femenina de FET y de las JONS y se cierra, tras un mandato de doce años, en las filas del PSOE.
Resulta entrañable advertir la devoción que en este siglo XXI muestran sindicalistas desnortados y progres socialdemócratas por aquella gran periodista, activista e ideóloga de la burguesa derecha liberal católica de la segunda mitad del siglo XIX, que supo enfrentarse, desde La Voz de la Caridad, a los vientos traídos por “un nombre alarmante, terrible, que horripila, La Internacional”, nombre que “despierta terrores y esperanzas, iras y odios, representa crímenes y desastres, tempestades y abismos”. En sus Cartas a un obrero, le dice a Juan en 1872: “Que no debes recurrir a la violencia. Que está más interesado en el orden el pobre que el rico. Que el estado de pobreza es la condición de la humanidad. Que la pobreza no es un mal… Yo sé que perteneces a La Internacional, pero sé también que por eso no dejas de ser mi hermano, hijo, como yo, del Padre Celeste. Porque seas de esa sociedad, no creo que seas un malvado, un monstruo, una fiera, porque no creo que cientos de miles de malvados puedan asociarse y entenderse en las naciones de Europa, civilizadas y cristianas.” Festejan, pues no leen.
La Gaceta
Madrid, sábado 19 de marzo de 2011
Europeos hipócritas
Cuando Gadafi, joven teniente beduino del ejército libio, se trasladó a Inglaterra en 1965 para que los colegas del mariscal Montgomery perfeccionasen su entrenamiento militar, Su Graciosa Majestad Isabel II llevaba ya trece años ejerciendo desde el trono la jefatura del Reino Unido y, como Defensora de la Fe, la suprema gobernación de la Iglesia de Inglaterra. Libia fue uno de los países más pobres del mundo hasta que la norteamericana Esso Libya descubrió, en 1958, el campo petrolífero de Zelten: seis años después exportaban un millón de barriles diarios y, ya en 1968, se inauguraba en Trípoli un Rotary Club, que cada miércoles se reunía felizmente en el Libya Palace Hotel. Pero al año siguiente los militares derrocaron al rey de opereta auspiciado por Occidente y, al poco, Gadafi nacionalizó el petróleo libio.
Hoy, el sexagenario autor del Libro Verde lleva más de cuarenta años como adalid revolucionario y sólo cuando hace un mes se desató en Libia esa confusa insurrección jaleada sin disimulo por el agitprop mediático capitalista se insistió en la abusiva persistencia del tirano en su puesto y en sus extravagancias. Como si la octogenaria papisa inglesa no se acercase ya a los sesenta años ininterrumpidos en el poder. Los aliados predican sin cesar la conveniencia de cierta renovación democrática, que además parecen encontrar en unos rebeldes que Gadafi viene identificando, una y otra vez, con el terrorismo mahometano de Al Qaeda. Hasta el otrora pacifista Zapatero parece tener prisa ahora en sumarse a las paternalistas potencias occidentales que amagan con intervenir militarmente en Libia, añorantes de pretéritos colonialismos.
Qué rápido olvidaron nuestros políticos e ideólogos que hace poco más de tres meses, en Trípoli, con ocasión de la tercera cumbre entre África y la Unión Europea, todos encontraron reconfortante que el turco Erdogan recibiese el “Premio Muamar Gadafi a los Derechos Humanos”, que entonces consideraban prestigioso.
La Gaceta
Madrid, sábado 26 de marzo de 2011
Humanismo gálico
Un anónimo ideólogo parisino propuso, en 1765, denominar cierta virtud descrita como “el amor general de la humanidad” con un nuevo nombre, Humanismo, “pues llegado es el momento de crear una palabra para algo tan hermoso como necesario, y que debiera ser algo común”. Faltaban cuatro años para que naciera Napoleón, once para la independencia norteamericana (para la conmemoración de cuyo centenario regalaron los franceses a los yanquis la Estatua de la Libertad) y trece más para la Declaración de los derechos del Hombre y del Ciudadano, de 1789. La revolucionaria Francia se creyó dotada de suficiente altura y potencia moral como para convertirse en nueva guía del mundo, dominado hasta entonces por los dos Imperios modernos realmente existentes, el que hablaba español y el que hablaba inglés, y su historia derivó en sucesión ininterrumpida de frustradas ficciones alimentadas por una grandeur inagotable.
Un meteco, Napoleón, tras intentar afrancesar Egipto y Siria por la fuerza, se proclamó emperador de los franceses e intentó dominar Europa y controlar las emancipaciones americanas. El modelo fue Haití, donde impulsaron un imperio de camelo que inauguró una decadencia denigrante que todavía sufre esa mitad de la isla Española víctima de la francofonía. Lo intentaron después en Méjico con el ridículo Imperio de Itúrbide y el pretencioso Imperio de Maximiliano. Y aún Giscard d’Estaing auspició un patético Imperio Centroafricano en torno a Bokassa I, coronado cual Napoleón redivivo y buen proveedor de diamantes, a quien París supo disculpar su afición a la gastronomía caníbal.
Ahora otro metequito, Nicolás Sarkozy, olvidada la lección de Brumario de 214, cuando como ministro del interior tuvo que frenar la rebelión de la “chusma” incendiaria de los suburbios de París hace seis años, está empeñado en capitanear la expansión del humanismo gálico a Libia, para mayor gloria de la libertad, la igualdad, la fraternidad, la democracia y la petrolera Total.
La Gaceta
Madrid, sábado 2 de abril de 2011
Deberes humanos
Hace un mes, el primero de marzo de 2011, la Asamblea General de la ONU decidió suspender a Libia como miembro del Consejo de Derechos Humanos. Llama la atención que esa Asamblea nunca tuviese antes necesidad de aplicar tal medida, que requiere al menos el apoyo de dos terceras partes de sus miembros. ¿Acaso gozan de tanta salud en el mundo los llamados derechos humanos? ¿Existirá alguna competencia institucional, pues es Libia quien otorga el famoso Premio Internacional Gadafi de los Derechos Humanos, que supone estatuilla y un cuarto de millón de dólares? Nelson Mandela aceptó recibir el primero en 1989, sólo cuatro meses después del atentado al Vuelo 103 en Lockerbie, y ya lo han recogido, entre otros, Farrakhan en 1996, Castro en 1998, Garaudy en 2002, Chávez en 2004, Evo en 2006, Ortega en 2009, Erdogan en 2010… (Por cierto, la página oficial del premio Gadafi ofrece como fondo musical el tema principal que compuso Vangelis para 1492, La Conquista del Paraíso, de Ridley Scott.)
Los fundamentalistas occidentales, bien satisfechos con la Declaración de 1948, asumida formalmente por las 192 naciones políticas que conforman la ONU, se sirven de esos derechos humanos para forjar imperiales alianzas guerreras, pero prefieren ignorar la realidad de la Declaración del Cairo de 1990, que proclama los Derechos Humanos en el Islam y que fue adoptada por los 45 estados que formaban entonces la Organización de la Conferencia Islámica, que suma hoy otra docena de naciones y supone más de 1.500 millones de humanos. La del Cairo es, en realidad, una proclamación de deberes, de sumisión expansiva y globalizadora ante la Sharía: “La humanidad entera forma una sola familia unida por su adoración a Alá.” “El Islam es la religión indiscutible.” “Todos los hombres son iguales ante la Sharía.” “Todos los derechos y los deberes estipulados en esta declaración están sujetos a los preceptos de la Sharía islámica.” Resulta imprudente no enterarse y mirar para otro lado.
La Gaceta
Madrid, sábado 9 de abril de 2011
Gorjería simplificadora
En 1802, el Diccionario nuevo de las lenguas inglesa y española de Enrique Neuman traducía twitter por chirriar, en cuanto verbo, y por arranque e ímpetu, como sustantivo. En 1849, el exdiputado Juan Antonio Seoane, en su Nuevo Diccionario, añadía las acepciones de gorjear y gorjeo al verter twitter a la lengua. Ya en este siglo de internet, una curiosa asociación que se dedica a recopilar estadísticas sobre aves registró twitter.net en el verano de 2004. Y hace menos de un lustro, en julio de 2006, inició su andadura twitter.com, un sitio que compite hoy en popularidad con otros algo más veteranos: google, facebook, youtube, yahoo, wikipedia… Incluso hace unos meses, el pasado otoño, la filoacadémica Fundación del Español Urgente propuso ya hispanizar el anglicismo con todas sus consecuencias y hasta con voluntad apologética: “Un tuitero va a tuitear un tuiteo esperando retuiteos pues retuitear es bueno.”
Se han convertido al tuiterismo más de cien millones de internautas y, como era de esperar, por sus cientos de millones de hablantes, el inglés y el español son las lenguas dominantes en este otro fenómeno del presente (pues ha sido prudentemente vedado a los chinos). El tuiterismo no es otra red social, sino un eficiente medio de comunicación e intercambio de mensajes breves, un parloteo que no puede superar los 140 caracteres, veinte menos que los sms. Pero sobra espacio: la mayor parte de los refranes y de las greguerías ocupan menos.
En soporte vegetal se leían antes libros, relegados luego por artículos hasta que resultó tedioso leer incluso una simple columna, pues basta con ojear los titulares. En digital, las parrafadas de los arcaicos foros de discusión ya han sido sustituidas por estos lacónicos y abundantísimos tartamudeos democráticos, que satisfacen mejor el ansia morbosa de novedades continuas. Políticos y artistas los prefieren, pues se acercan al monosílabo maniqueo que significa la mera fidelidad a su banda o partido.
La Gaceta
Madrid, sábado 16 de abril de 2011
Disimular lo inevitable
Hace dos siglos, Rafael de Vélez describía con ardor los planes que la Francia revolucionaria tenía para subyugar la Europa entera después que iluminados, materialistas, ateos, incrédulos, libertinos, francmasones e impíos hubiesen logrado acabar con clérigos y monarcas. Desde el principio del cristianismo, la falsa filosofía había buscado terminar con la iglesia, y los renovados planes de los filósofos del siglo XVIII a punto habían estado de abolir la ley de Jesucristo, derrumbando una religión que, sin embargo, comenzaba a triunfar de nuevo sobre la razón, a pesar de Napoleón.
De manera que, restaurado su Imperio y con Napoleón III ejerciendo de árbitro de Europa, la cristianísima Francia supo enfrentar los avances del anarquismo y del socialismo respondiendo con entusiasmo a la visita de la Virgen que, el 22 pluvioso del año 66, recibió la niña Bernardita Soubirous en Lourdes. Los laicistas creyeron que con proclamar vacíos principios abstractos de Igualdad, Libertad y Fraternidad estaba todo resuelto, y la ideología les hizo creerse adalides de cierta ilustración sublime y redentora. Buscando expandir su decadente francofonía, no dudaron entonces en atraer hacia sí territorios coranizados y poblaciones islamizadas.
Seis millones de franceses son hoy mahometanos; y dos mil recatadas y sumisas francesas, más ortodoxas y orgullosas, gustan velar su rostro: unas pocas, obligadas por maridos celosos de su intimidad, y las más, por devota entrega religiosa que busca no alterar las pasiones de quienes pudieran admirarlas sin prendas tan decentes y pudorosas.
Los eurofranceses de hoy ya no pueden repetir higiénicas “deportaciones verticales” como las que sufrieron en Nantes cientos de clérigos ahogados en las barcazas que hundieron en 1793 en el Loira. Les sirve una apariencia de normalidad, multando a quienes lleven velo. Como si el fanatismo talibán dejara de ser peligroso a cara descubierta. ¿O buscan acelerar el enfrentamiento imparable?
La Gaceta
Madrid, viernes santo 22 de abril de 2011
La Universidad ya no existe
Hace un cuarto de siglo se denunciaba, con poco éxito, el escándalo de la jubilación anticipada y obligada, que la socialdemocracia felipista impuso a los catedráticos universitarios para extirpar cuanto antes aquellos molestos vestigios de la universidad franquista. Hoy, antiguos penenes de entonces, progresistas o no, ilustres catedráticos democráticos ya hace tiempo, se dan codazos para prejubilarse a los 60, en cuanto sus elegidos rectores han abierto la espita: otra muestra de la sensación de acabamiento que se respira en las universidades españolas. Pero algunos ideólogos y políticos insisten en mantener la idea metafísica y sublime de esa Universidad que ya no existe, ni siquiera como gremio, y menos, como “comunidad científica”.
Y no es porque las universidades estén en crisis. Nunca hubo tantas ni con tantos alumnos. Cuenta hoy España con 50 públicas y 28 privadas: existen más universidades que institutos de bachillerato hace un siglo. Y atienden a millón y medio de estudiantes, la mitad de ciencias sociales y jurídicas, y sólo un 6% de ciencias. El 25% de los jóvenes entre 18 y 24 años pasan por estudiantes universitarios, y suman nuestras universidades públicas cien mil profesores, el 70% a tiempo completo (la mitad, funcionarios; diez mil, catedráticos). Hace medio siglo, en 1961, las doce universidades públicas se bastaban con 764 catedráticos (en el escalafón republicano de 1935 eran 540), que cumplían perfectamente su misión sin tener que recurrir a espacios europeos de alto nivel, másteres, clústeres, excelencias internacionales ni otras salsas boloñesas.
Sucede que ha cambiado totalmente nuestro entorno global. La televisión nos ofrece recursos superiores a cualquier clase magistral y la denostada wikipedia es mejor que todos los apuntes juntos. El modelo educativo que alentó a los 500 millones de occidentales neocoloniales de hace un siglo ya no sirve para el presente de los siete mil millones de hombres que comemos a diario.
La Gaceta
Madrid, sábado 30 de abril de 2011
El final del columnista
Los columnistas son predicadores habituales que sirven para rellenar espacios fijos en periódicos y revistas, cual armazón que estructura el resto. Logran así los editores cierta continuidad uniforme para crear hábito e incluso adicción en compradores y usuarios. Algún desocupado lector llegará a seguir alguna “pluma” aislada, pero los más se conformarán con percibir que el espacio dedicado a tales muestras de solvente autoridad no está en blanco y darán por sabido cuanto pudieran decir. Los más afortunados llegarán incluso a sentir cierto goce superior cuando ignoren de intento las “firmas” que les sean más antipáticas; y hasta placer, si pueden añadir el desprecio.
Cuando los diarios dejaron de ser meramente de avisos y necesariamente se convirtieron en doctrinarios, se dispuso el requisito obligatorio de la firma. En España, el artículo 19 de la Ley de Imprenta de 1857, que en su proyecto proponía: “Todo artículo político, filosófico o religioso, se imprimirá en el periódico con la firma de su autor”; sancionado, quedó más rotundo: “Todo artículo se imprimirá en el periódico con la firma de su autor.” Del gremio emergente de los periodistas anónimos se fueron apartando los firmantes habituales que, en español, al menos desde 1938, ya eran dichos “columnistas”.
Con el tiempo, todo columnista acaba aburriendo y es aconsejable sustituirlo, para renovar de paso filias y fobias. Nada se pierde. Además, ningún lector avisado debiera echar de menos a un columnista con el que ha compartido tiempo suficiente, pues ya podrá imaginar por su cuenta qué podría haber escrito en cada nuevo momento. Al contrario, la ausencia del columnista supone un reto para la libertad del lector habituado, que podrá aprovechar para sacudirse esa pereza cómoda que embriaga al doctrino que se conforma con lo previsible, redundante o superfluo, y enfrentar sin muletas ajenas su propio entendimiento con la realidad. He ocupado esta columna un año. Ya es suficiente. Adiós.