Federico Alberto Lange (1828-1875) | Historia del materialismo, Madrid 1903 |
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Primera parte. El materialismo en la antigüedad. Capítulo primero:
Federico Alberto Lange, Historia del materialismo, Madrid 1903, tomo 1, páginas 33-61
El materialismo se encuentra en los más antiguos ensayos de la concepción filosófica del mundo. – Conflicto entre la filosofía y la religión. – Prueba de este conflicto en la antigua Grecia. – Origen de la filosofía. – Influencia de las matemáticas y del estudio de la Naturaleza. – Relaciones con el Oriente. – Comercio. – Predominio de la deducción. – Sistematización del materialismo por el atomismo. – Demócrito: su vida y su personalidad; su doctrina. Eternidad de la materia. – Necesidad. – Los átomos y el vacio. – Cosmogonía. – Propiedades de las cosas y de los átomos. – El alma. – Etica. – Empédocles y el origen de la idea de finalidad.
El materialismo es tan antiguo como la filosofía, pero no más antiguo que ella. El concepto de las cosas que domina en los tiempos más remotos de la civilización no va más allá de las contradicciones del dualismo y de las formas fantásticas de la personificación, y los primeros ensayos intentados para resolver estas contradicciones y adquirir una idea sistemática del mundo que escape a las habituales ilusiones de los sentidos, conducen directamente a la filosofía, y, entre estos primeros ensayos, el materialismo ocupa ya su puesto.
Mas desde el instante en que el pensamiento comienza a proceder con lógica, se entabla la lucha con las doctrinas tradicionales de la religión; esta última tiene sus raíces en las concepciones esenciales más antiguas, más toscas y más contradictorias, que la ignorante muchedumbre no cesa de reproducir con fuerza irresistible. Una revelación inmanente presta a la religión un sentido profundo, más bien por conducto del sentimiento que por el de la percepción clara y consciente, al mismo tiempo que la regia pompa de la mitología y la venerable antigüedad» de la tradición la hacen adorable al pueblo. Las cosmogonías de Oriente y de la primitiva Grecia tienen tantas concepciones materialistas como espiritualistas; no intentan explicar el mundo por un principio único, sino que presentan divinidades antropomórficas, seres primitivos a la vez materiales y espirituales, elementos que se agitan en el caos y fuerzas que libran combates en variadas creaciones y en medio de incesantes vicisitudes. En frente de esta fantasmagoría el pensamiento despierta pidiendo unidad y orden, así que toda filosofía conduce a una guerra inevitable con la teología de su época, guerra más o menos encarnizada o más o menos latente según las circunstancias.
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