Federico Alberto Lange (1828-1875)
 
Historia del materialismo, Madrid 1903

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Primera parte. El materialismo en la antigüedad. Capítulo V:

El poema didáctico de Lucrecio
acerca de la naturaleza

Federico Alberto Lange, Historia del materialismo, Madrid 1903, tomo 1, páginas 150-181

Federico Alberto Lange, Historia del materialismo, El poema didáctico de Lucrecio acerca de la naturaleza Roma y el materialismo. – Lucrecio; su carácter y sus tendencias. – Sumario del libro primero: la religión es el origen de todo mal. – Nada nace de la nada y nada puede ser aniquilado. – El vacío y los átomos. – Elogio de Empédocles. – El mundo es infinito. – Idea de la pesantez. – La finalidad considerada como caso especial y permanente en todas las combinaciones posibles. – Sumario del libro segundo: los átomos y sus movimientos. – Origen de la sensación. – Los mundos que nacen y desaparecen son en número infinitos. – Sumario del libro tercero: el alma. – Inanidad del temor a la muerte. – Sumario del libro cuarto: la antropología especial. – Sumario del libro quinto: cosmogonía. – El método de las posibilidades en la explicación de la naturaleza. – Desenvolvimiento del género humano. – Origen del lenguaje, de las artes y de los Estados. – La religión. – Sumario del libro sexto: fenómenos meteóricos. – Enfermedades. – Las regiones del averno. – Explicación de la atracción magnética.

De todos los pueblos de la antigüedad, el pueblo romano fué quizá el que desde su origen se mostró más opuesto que otro alguno a las ideas materialistas; su religión estaba profundamente arraigada en la superstición y toda su vida política estuvo dominada por fórmulas supersticiosas; se mantenían las costumbres tradicionales con obstinación extremada; el arte y la ciencia tenían pocos encantos para los romanos y el estudio de la naturaleza les atraía mucho menos todavía; la tendencia práctica de su vida se acusa en todos sus actos y, esta tendencia misma, lejos de ser materialista, era espiritualista por lo general; preferían la dominación a la opulencia, la gloria al bienestar y los triunfos a todo; sus virtudes no eran las de la paz, ni las de la industria emprendedora, ni las de la justicia sino más bien el valor, la perseverancia y la sobriedad; los vicios de los romanos no fueron, en los orígenes, ni el lujo, ni el deseo de los placeres sino la dureza, la crueldad y la perfidia; al talento organizador, unido al carácter guerrero, se debió la grandeza de Roma, grandeza de que tuvo conciencia y de la cual estaba orgullosa; desde su primer contacto con los griegos manifestó su antipatía contra el pueblo helénico, antipatía que resultaba de la desemejanza del carácter de las dos naciones y que había de durar muchos siglos.

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