Federico Alberto Lange (1828-1875)
 
Historia del materialismo, Madrid 1903

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Segunda parte. Las ciencias físicas.

Notas de la segunda parte

Federico Alberto Lange, Historia del materialismo, Madrid 1903, tomo 2, páginas 625-638

Federico Alberto Lange, Historia del materialismo, Notas de la segunda parte 1. Si las ciencias naturales se han descuidado en Alemania se debe a la tendencia conservadora que oprime y desnaturaliza a la filosofía; en primer lugar, ha faltado el dinero y pasará desgraciadamente mucho tiempo antes de que, en tal concepto, alcancemos el nivel de Francia e Inglaterra; Mohl ha visto en el gabinete de física de una universidad alemana una máquina espantosa que quería representar una máquina neumática; la comisión académica encargada de conceder y regularizar los pedidos del profesor de física, por no confiar el trabajo a un mecánico extranjero, había hecho construir la máquina neumática a un fabricante de bombas de incendios.
2. Büchner, en la segunda edición de Fuerza y materia, ha redactado una «crítica de sí mismo», en la cual se felicita de haber ayudado a la filosofía a recobrar sus derechos en el terreno de las ciencias naturales; confiesa que han contribuido también otras circunstancias, pero «Fuerza y materia comenzó por allanar el camino e inauguró la lucha de suerte que obtuvo las simpatías generales, asi en el mundo sabio como en el indocto; en este sentido se puede y debe decir que Fuerza y materia «ha formado época»; este libro habrá de ser mencionado y discutido como tal, y lo será en la historia de las ciencias mientras exista semejante historia». Büchner pudiera más bien pretender que su nombre sea citado de un modo durable en la historia general de la cultura, porque en momento oportuno ha dicho lo que muchos pensaban y lo que más de uno ciertamente hubiera podido dilucidar mejor que él, tanto desde el punto de vista de las ciencias naturales, como en el de la filosofía; ¿habría si no tenido tanto éxito? Esta es otra cuestión; porque justamente la falta de precisión científica y la persistencia en no ver más que la superficie de los fenómenos, han determinado el éxito de Büchner. Cuando atribuye a su «teoría» una importancia científica, se hace ciertamente ilusiones, porque nada ha innovado, ni en conjunto ni en detalle; al contrario, se queda, con frecuencia, muy detrás de las exigencias de su tarea, que es bosquejar a grandes rasgos la imagen completa de la concepción mecánica del universo; asi, por ejemplo, Büchner representa la teoría de la conservación de la energía, en la crítica de sí mismo, como un complemento ulterior y confirmativo de su punto de vista, haciéndola datar, con gran ingenuidad, de la quinta edición de su libro, en tanto que todo naturalista y filósofo de cierta instrucción enciclopédica debe conocer esta importante teoría desde el año 1855, época de la aparición de la primera edición de Fuerza y materia; ya en 1842 anunció Mayer dicha ley; en 1847 apareció la disertación de Helmholtz sobre la Conservación de la energía, y en 1854 la disertación popular del mismo sabio sobre la acción recíproca de las fuerzas de la naturaleza había ya alcanzado la segunda edición.

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