Juan Bautista Fernández
Primera parte de las demostraciones católicas y principios en que se funda la verdad de nuestra cristiana Religión, compuesta por el Padre Fray Juan Baptista Fernández, fraile de la orden de nuestro padre san Francisco, Ministro Provincial de la Provincia de Burgos.
Dirigido al reverendísimo padre, Fray Francisco de Tolosa, Ministro General de toda la orden de nuestro padre san Francisco.
Con privilegio.
En Logroño por Matias Mares.
Año 1593
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Estos principios y demostraciones católicas están organizados en tres libros: el primero formado por cuatro tratados y 40 capítulos, el segundo por cinco tratados y 52 capítulos, y el tercero por 150 párrafos en doce discursos (el primero de ellos dividido en ocho partes). La “Tabla de las cosas notables” tiene 533 entradas.
Tabla de los capítulos
Libro primero, dividido en cuatro tratados.
Tratado primero, que contiene once capítulos, fol. 5
Capítulo primero. Que el entendimiento humano en el conocimiento de Dios ha de guardar su debido modo, y que de tres maneras puede ser Dios conocido, f. 5
2 Que el hombre en este presente estado puede conocer que hay Dios con conocimiento natural, f. 7
3 En el cual se muestra, como los antiguos filósofos que carecieron de fe vinieron en conocimiento de Dios por las cosas creadas, f. 7
4 De la razón porque el insipiente dijo que no había Dios, negando la providencia, f. 8
5 Que muchas cosas de Dios no se pueden conocer por razón natural, f. 10
6 Que fue necesario tener el hombre en este presente estado, noticia de muchas cosas que exceden la humana razón, f. 12
7 En el cual se declara y prueba por extenso la necesidad que los hombres siempre han tenido y tienen de Fe y conocimiento sobrenatural de Dios, f. 14
8 Que sin fe y conocimiento sobrenatural de Dios nadie se pudo ni puede salvar, aunque por razón natural venga al conocimiento de la existencia y providencia de Dios, f. 15.
9 Que trata ser la razón natural flaca, y el conocimiento que por ella se tiene de Dios no tan fuerte que del todo rinda el entendimiento, por lo cual no es suficiente para alcanzar la salud espiritual, f. 17
10 En que se prosigue el intento del pasado, y se muestra como el conocimiento que de la providencia divina tuvieron los antiguos, no es tan cierto que baste para quitar perfectamente el entendimiento, f. 18
11 Capítulo último, en que se trata del conocimiento de Dios, compuesto de la fe y de la razón, y del provecho que del se saca, f. 21.
Tratado segundo, que contiene nueve capítulos, fol. 24
1 Qué se ha de entender por este nombre fe, y de cuantas maneras se toma, así en las sagradas letras como en las profanas, f. 24
2 En que se explica la distinción de la fe que el Apóstol San Pablo señala, f. 25
3 Que la fe no admite duda, f. 25
4 Que la fe no tiene por fundamento la razón natural, y que para entender los misterios de fe es menester creer, f. 27
5 Que la fe es el fundamento, raíz y principio de nuestra salud espiritual, f. 29
6 Que creyendo honramos a Dios y nos disponemos para alcanzar su gracia, f. 31
7 Qué fe es la que vence al mundo, f. 32
8 Cómo se ha de entender lo que el Apóstol dice, que la fe se engendra oyendo y consintiendo, f. 33
9 Que la fe tiene diversos grados y diferencias que le vienen de parte del que cree, f. 34
Tratado tercero, que contiene once capítulos, fol. 37
1 Que Dios desde el principio dio a los hombres el conocimiento de fe que les era necesario para salvarse, f. 37
1 En el cual se prosigue el intento del pasado, y se declara que después del diluvio fue comunicado el divino conocimiento a los hombres, f. 40
3 En el cual se declara qué cosas eran las que en el estado de la inocencia estaban obligados a creer, y que protestaran su fe con algún sacrificio, y usaran de algunos sacramentos. Pruébase que entonces se salvarán en la fe de Cristo, que se hiciera hombre aunque Adam no pecara, f. 42
4 En el cual se trata qué sean aquellas cosas que estaban obligados a creer los del estado de naturaleza, y como protestaban su fe, f. 44
5 En el cual se declara, que en el estado de la ley natural hubo sacramentos y sacrificios por orden e institución de Dios, con los cuales se protestó la fe del medianero Cristo, f. 48
6 En el cual se trata de la fe que tenían los de la ley escrita, y con qué sacramentos y sacrificios la protestaban, f. 50
7 En el cual se declara de dónde procedió en el mundo el olvido e ignorancia de Dios que muchos tuvieron, f. 53
8 En que se declara el origen que tuvieron los errores después del diluvio, f. 56
9 En el cual se trata de los errores e ignorancias en que cayeron los filósofos gentiles por carecer de la doctrina revelada, f. 58
10 En el cual se trata en particular la razón porque se desviaron los antiguos, así los filósofos gentiles como los demás, del verdadero conocimiento de Dios, f. 60
11 En el cual se trata de la multitud de Dioses que la ciega gentilidad adoró, f. 63
Tratado cuarto y último, que contiene nueve capítulos, fol. 65
Capítulo 1. En el cual se trata por qué razones el conocimiento que los filósofos antiguos tuvieron de Dios por razón natural, es dificultoso de alcanzar, por lo cual fue bien que propusiese la fe lo que la razón natural puede alcanzar, f. 65
2 En el cual trata que ciencias sean aquellas que se requieren para venir por razón natural al conocimiento de Dios. Háblase de la filosofía qué cosa sea y que partes contenía, y del orden que se debe tener en enseñar las ciencias, f. 67
3 En el cual se trata qué comprehenda la dialéctica, y la necesidad, extensión y anchura de la gramática, a la cual se reduce la Poesía y Historia, de la Lógica, y Retórica, f. 70
4 De la utilidad, extensión y dificultad de las artes matemáticas, f. 76
5 De la filosofía natural y de sus partes, extensión y dificultad de todas ellas, f. 80
6 En el cual se trata de aquella parte de la filosofía que es llamada activa o moral, f. 84
7 Que la vida del hombre es breve para poder en ella alcanzar la inmensidad de las ciencias que para venir en conocimiento de Dios por razón natural se requieren, f. 86
8 Que el tiempo oportuno y conveniente para el estudio de las letras y ciencias es mucho más breve que no el de la vida. Trátase de las partes de la vida del hombre, f. 88
9 Que de la diversidad de ingenios proceden las opiniones, por lo cual los antiguos filósofos se dividieron en diversas sectas, y que lo que enseñan las ciencias humanas lo mas dello no es cierto por estar puesto en opinión, y que por esta razón es dificultoso venir por razón natural al conocimiento cierto de Dios, f. 91
De donde tuvieron principio las tres sectas de Académicos, Peripatéticos y Estoicos, f. 92
De las diversas opiniones que se hallan en las ciencias naturales, f. 93
De las diversas sectas que siguieron los antiguos profesores de la filosofía moral, f. 94
De la Metafísica y de su extensión y dificultad sobre todas las demás ciencias, f. 95
Libro segundo, que contiene cinco tratados.
Tratado primero, que contiene seis capítulos, f. 100
Capítulo primero. Que fue necesario al hombre para ser perfectamente doctrinado, que Dios hecho hombre fuese su maestro, f. 100
2 Que convino se escribiesen las divinas revelaciones para ayudar la flaqueza de la memoria humana, f. 102
3 En el cual se señala otra razón, porque convino que la doctrina revelada se escribiese, que para ayudar a la cortedad del entendimiento humano y flaqueza de la voluntad, f. 104
4 Que aunque el estilo de la sagrada escritura es llano, juntamente es difícil, f. 106.
5 Que quiso y ordenó Dios que su escritura con ser en parte inteligible y fácil, fuese también dificultosa para el ejercicio de los ingenios más aventajados, domar nuestra soberbia, y para que sea debidamente estimada, f. 108
6 En que se declara el intento del pasado que convino que la escritura fuese en parte difícil en parte fácil, para que los maestros tuviesen que enseñar y los discípulos que deprender, f. 110
Tratado segundo, que contiene seis capítulos, fol. 112
Capítulo primero, en que se declara ser las divinas letras dificultosas de entender, según se infiere del trabajo que los doctores de la iglesia pusieron en explicarlas, f. 112
2 En que se enseña qué sentidos sean los de la divina escritura, y cual sentido espiritual o místico debe ser buscado debajo la corteza de la letra del viejo testamento, y que es dificultoso de entender por razón de los misterios que en él están escondidos, f. 114
3 En que se declara, que en sentido literal de la escritura debe ser recibido y venerado como fundamento del místico y espiritual, por razón del cual es la escritura santa dificultosa, f. 119
4 En el cual se trata, que los Profetas en sus proféticos libros muchas veces, dejada la figura e historia, se pasan a tratar de Cristo y de su iglesia, por lo cual son sus profecías oscurísimas, ponese la razón dello, y muéstrase con ejemplos la admirable conveniencia que guardan cuando pasan de la letra al espíritu, f. 121
5 Que declara ser la escritura sagrada dificultosa por razón de la lengua Hebrea, en que primeramente se escribió, la cual es pobre de vocablos, de lo cual ha procedido la diversidad de traslaciones que ha habido. Trátase dellas y de su utilidad, la cual se declara con muchos ejemplos, f. 127
6 En el cual se declara ser las divinas letras dificultosas por razón de sus modos particulares y manera de hablar, que se llaman tropos o frases, que por no entenderlas, han muchos afirmado cosas absurdas e inconvenientes, f. 131
Tratado tercero, que contiene veinte capítulos, en número, aunque en sustancia no son más de diez y nueve, folio 134
7 En el cual se comienza a tratar en particular de las artes y ciencias humanas que el Teólogo ha menester para entender las divinas letras. Habla de la Gramática, Retórica, Dialéctica, e Historia, f. 145
8 Comiénzase a mostrar, que las artes matemáticas aprovechan para la inteligencia de las sagradas letras, declárase como hizo Dios todas las cosas en número, peso y medida, f. 148
10 Que el número es intrínseco a todas las cosas, y por esto útil su conocimiento para entender las divinas letras, f. 150
11 Que por las razones de los números se entienden maravillosamente muchas cosas que sin ellas no se alcanzarían así cumplidamente. Discúrrese desde la unidad hasta el número diez, f. 151
12 Que la noticia de la Geometría le es conveniente al que profesa las letras divinas, f. 155
13 En qué se muestra que el conocimiento de la Música no es ajeno del profesor de las letras sagradas, f. 156
14 Que conviene tener ciencia de los cielos y astros para entender la divina escritura, f. 157
15 Comiénzase a tratar la necesidad que el profesor de las divinas letras tiene del conocimiento de la filosofía natural, declárase particularmente, que lo que de las cosas naturales nos propone la escritura es decentísima verdad, y aprovecha el entenderlas para edificar en piedad y religión, f. 157
16 En que se prosigue en intento del pasado y se muestra con ejemplos tomados de la escritura cuan necesario es el conocimiento de las cosas naturales para entenderla, f. 158
17 En el cual se declara explicando un Salmo de David, cuanto ayuda para la inteligencia de la escritura la noticia de las cosas naturales que admiraron a los antiguos filósofos, f. 160
18 Que los escritores sagrados tuvieron conocimiento de los secretos naturales, por lo cual para entenderlos no son necesarias las ciencias naturales, f. 162
19 En que se prueba que la escritura divina no es para todos, ni debe andar en todas manos, ni en el común lenguaje, f. 162
20 En que se trata más por extenso el peligro grande que se sigue de que se trate comúnmente la escritura sagrada, f. 164
Tratado cuarto, contiene ocho capítulos, fol. 166
1 Capítulo, en que se señalan cuatro cosas con que el entendimiento de la escritura se hace fácil, y se trata en particular del provecho de la lección della, f. 166
2 En que se explica qué cosa es meditación, y que la inteligencia de la divina escritura se alcanza con continua meditación, f. 169
3 Que declara el modo que se ha de tener en la meditación para que sea de mayor provecho, f. 170
4 En que se prueba con ejemplos de varones santos el fruto de la meditación, y que es la que hace principalmente a los hombres participantes de la divina sabiduría, f. 171
5 Que de Dios viene todo don de sabiduría y ciencia, y que se ha de alcanzar con oración, y que ella es la que hace fácil la inteligencia de la divina escritura, muéstrase con ejemplos de muchos doctores, f. 174
6 Que sin virtud no hay verdadera ciencia, y que el ejercicio de piedad y buenas obras alcanza muchas veces el conocimiento de los secretos divinos y soberanos, f. 174
7 En que prosiguiendo el intento del pasado se muestra que sin ejercicio de la virtud, no solo no se alcanza la verdadera sabiduría, pero aun vienen los que la tienen a perderla, f. 178
8 En que se trata más particularmente que la ceguedad y rudeza de alma procede de los pecados carnales, muéstrase la razón de esto, f. 178
Tratado quinto, que contiene doce capítulos, fol. 182
1 Qué cosa sea tradición, y de cuantas maneras se toma, f. 183
2 Que la palabra de Dios es más antigua que la escritura sagrada. Trátase de la antigüedad de las letras, f. 183
3 En que se prosigue el propósito del pasado, y se muestra que la Fe siempre fue una según su sustancia, y que los libros Canónicos se han sucesivamente aumentado, f. 185
4 En que se explica cómo en el estado Evangélico hubo primero palabra de Dios que escritura divina, f. 185
5 En que se prosigue el mismo intento, y se muestra que muchos de los Apóstoles predicaran sin escritura alguna del nuevo testamento, y que muchas gentes después que hubo escritura creyeron sin ella, f. 18
6 Que la escritura sagrada no fue dada para que ella sola fuese la regla de nuestra fe, f. 188
7 En que se declara más extendidamente que el Apóstol san Pablo y los demás Apóstoles y Evangelistas no tienen a sola la escritura por la única regla de nuestra Fe, f. 191
8 Que de hecho muchas cosas son de Fe, y que necesariamente se deben creer que no están rescriptas, f. 192
9 Que los Doctores santos de la iglesia confesaron la doctrina de Fe no escrita enseñada por los Apóstoles, f. 194
10 Que los Concilios y sumos Pontífices Romanos confiesan ser de igual autoridad la doctrina de Fe enseñada de los Apóstoles por viva voz que la divina escritura, f. 197
11 Que convino se derivase parte de la doctrina evangélica por tradición de viva voz, para que los soberanos misterios no fuesen menospreciados de los idiotas y profanos, f. 200
12 Que fue necesario hubiese en la iglesia tradiciones por viva voz, para que la escritura sagrada fuese defendida y su excelencia conservada juntamente con el orden que se debe al principado y gobierno de la iglesia, f. 203
Libro tercero, que contiene doce discursos por párrafos.
§1 Cómo el Espíritu santo es el autor principal de la escritura y divinas palabras. Y que los Profetas y Apóstoles, y los demás por quien habló, fueron sus instrumentos, f. 206
§2 Que el Espíritu santo no miente ni puede mentir cuando por sí inmediatamente habla, f. 208
§3 Que ni cuando Dios habla por sus ministros puede engañar o mentir, f. 209
Discurso primero de la Profecía, f. 210
§1 Que el hombre tiene un deseo natural de saber lo porvenir, f. 210
§2 De los grados de la profecía, y qué cosa sea, y quien se deba decir Profeta, f. 211
§3 Que en las escrituras sagradas con las profecías antiguas se prueban los misterios de nuestra Fe, f. 212
§4 Qué sintieron los filósofos antiguos de la profecía que llaman adivinación. Trátase de la variedad de sus opiniones de los modos que tuvieron de adivinar, f. 214
§5 Muéstrase con una común razón que naturalmente no se puede saber con certidumbre lo porvenir, y que esto solo compete a Dios, f. 216
§6 Que el uso antiguo y común de todas las gentes que usaban de adivinaciones, no arguye facultad natural de profetizar antes muestra lo contrario. Declárase la falsedad de las razones que ponían en el hombre facultad natural de adivinar, f. 217
Parte segunda. De la adivinación por los Portentos
§1 Qué cosa sea portento, prodigio y ostento, como difieren entre sí, f. 219
§2 Declárase que hay dos maneras de portentos, unos naturales y otros sobrenaturales, f. 219
§3 Que no todos los portentos son vanos, f. 219
§4 Que trata más en particular de la significación de los portentos, y que el demonio muchas veces engaña con portentos falsos y que muchos son tenidos por portentos que no lo son, f. 220
Parte tercera, De la adivinación por los sueños, f. 221
§1 Qué sintieron los antiguos de los sueños, y que algunos son vanos, que otros hay que son verdaderos, los cuales son según Macrobio de cinco maneras, f. 221
§2 De dónde procede según razón natural, que algunos sueños sean verdaderos, f. 222
§3 Comiénzase a tratar de las causas de los verdaderos sueños, f. 223
§4 Que muchos de los verdaderos sueños proceden naturalmente de pasión, o afección de ánimo, f. 224
§5 Que los verdaderos sueños proceden muchas veces de perturbación del ánimo, f. 224
§6 Que algunas veces los verdaderos sueños son del demonio que pretende engañar. Enséñase cómo se pueden conocer, f. 225
§7 Que muchas veces Dios revela en sueños las cosas por venir, f. 226
§8 Señálanse las razones porque Dios revela en sueños sus misterios, y de qué manera lo hace, d. 225
§9 Explícase que de muchas maneras descubre Dios sus misterios en sueños, f. 227
§10 De la interpretación de los sueños, f. 227.
§11 Enséñase mas en particular con qué sueños ha de tener hombre cuenta, f. 227
Parte cuarta. De la adivinación por la astrología judiciaria, f. 230
§1 Si los cielos, lumbreras celestiales tienen alguna virtud y calidad para influir en estas cosas inferiores, f. 230
§2 Que los astrólogos, conocidas las virtudes de los astros y movimientos de los cuerpos superiores, pueden pronosticar los efectos naturales, f. 231
§3 Qué cosa es hado, y si los astros pueden algo en las humanas voluntades, y si el astrólogo puede pronosticar algo de las obras del libre albedrío, f. 232
§4 Que la astrología judiciaria, que tanto fue estimada de los supersticiosos y vanos, la vituperaron los antiguos filósofos, f. 233
§5 Que la astrología judiciaria es condenada en las divinas letras, f. 235
§6 Que los doctores santos y sumos pontífices condenan a la astrología judiciaria, f. 235
§7 Que los astrólogos no se fundan en experiencia verdadera, f. 236
§8 Que los astrólogos no pueden juzgar bien, pues no tienen una opinión, aun en lo que más fácilmente se puede conocer de los cielos, f. 237
§9 En que se muestra la falsedad de los juicios astrológicos por la implicación de las influencias de innumerables astros, y mezcla de las causas inferiores, f. 238
§10 Que son varios los juicios astronómicos sacados de la hora, de la concepción y natividad, f. 239
§11 En el cual se muestra que son vanas las adivinaciones de los astrólogos, como se colige de los que nacen de un parto de debajo de una misma constelación, f. 239
§12 Que no puede ser la astrología judiciaria verdadera siendo la voluntad del hombre libre, y muéstrase más su vanidad pues presumen los astrólogos adivinar los sucesos causales, f. 240
§13 Que la astrología judiciaria no sólo no es provechosa, pero es dañosa e impía, f. 241
§14 Que deben ser tenidos los astrólogos judiciarios por engañadores, aunque a veces digan verdad: y de donde procede que algunas veces acierten, f. 243
Parte quinta. De la adivinación por la Fisionomía, fol. 245
§1 De la fisonomía natural, y de sus partes, f. 245
§2 De cuan vana es la fisionomía astrológica, f. 247
Parte sexta. De la adivinación por los agüeros y aruspicios, anuncios y presagios, fol. 248
§1 Que la adivinación de los agüeros de que usaban los antiguos era vana y supersticiosa, f. 248
§2 De la adivinación por aruspicios, de su vanidad y falsedad, f. 250
§3 De otro género de agüeros llamado en Latín Omen, que es lo mismo que anuncio en nuestro común lenguaje, f. 250
§4 Qué cosa es presagio, y de su certidumbre, f. 252
Parte séptima. De la adivinación por suertes, que se dice sortilegio, y de otros géneros de adivinaciones ilícitas, fol. 253
§1 De la adivinación ilícita por suertes, f. 254
§2 De las suertes divinas, f. 254
§3 De otros géneros de adivinación vanos y ajenos de toda religión tomados de los cuatro elementos, y de la arte llamada aleatoria, f. 255
Parte octava. Que puede el hombre tener natural disposición para decir lo que está por venir, fol. 257
§1 Que en la profecía tiene alguna parte la naturaleza por razón de la natural disposición que se puede hallar en el que profetiza, f. 257
§2 De la facultad para adivinar que Aristóteles y Platón pusieron en los bobos o tontos, f. 258
§3 De la adivinación de los furiosos o locos, que viene de enfermedad o demonio, f. 259
§4 En que concluyendo se explican los diversos modos de revelaciones proféticas, f. 261
Discurso segundo. Del consentimiento y concordia de las escrituras santas.
§1 Que la divina escritura, aunque tiene diversos escritores, no se contraría en parte alguna, f. 262
§2 De la variedad y contrariedad que se halla en las opiniones de los Filósofos, f. 264
§3 Que no hay contradicción en la sagrada escritura, aunque algunas veces lo parezca. Explícase la razón porque lo ordenó así el Espíritu divino, su principal autor, f. 266
§4 En el cual se concilian los lugares ya citados de la escritura que parecen contrarios, f. 267
§5 Que la correspondencia entre los dos testamentos viejo y nuevo es admirable para confirmar y consolar nuestra Fe, f. 269
§6 En el cual se declara como sin discrepar un punto, se cumplió en Cristo lo que del estaba figurado y profetizado en lo tocante a su divinidad y concepción, lo cual alienta maravillosamente nuestra Fe, f. 270
§7 En que se prosigue el intento del pasado, y se manifiesta la consonancia entre el nuevo y viejo testamento en lo tocante al Santísimo Sacramento de la Eucaristía, f. 272
§8 En que se muestra cuán correspondiente tratan el viejo y nuevo testamento de la pasión de Cristo, f. 274
Discurso tercero. De la vida y costumbres santas de los maestros de nuestra Fe, f. 277
§1 Que convino que los escritores sagrados, y lo que enseñaron doctrina de la Fe, fuesen de vida irreprehensible, f. 277
§2 Que Dios a los que escogió para testigos de su doctrina quiso que fuesen sin reprehensión, f. 278
§3 Que los que fueron escritores sagrados y verdaderos profetas y maestros de nuestra Fe amaron la santidad en sí y en los demás, f. 279
§4 De los vicios enormes de aquellos que entre los gentiles fueron estimados por sabios, f. 282
§5 En que se coteja la vida santa de los escritores sagrados y padres de nuestra fe con las virtudes (si algunas tuvieron) de los sabios filósofos antiguos, f. 283
Discurso cuarto. De la verdad de los escritores sagrados de nuestra fe, f. 285
§1 Que la verdad fue de todos los hombres alabada, pero no de todos seguida, f. 285
§2 Que los escritores sagrados y maestros de la doctrina de fe, fueron amicísimos de la verdad y enemigos de la mentira, f. 285
§3 Que los escritores y antiguos filósofos y historiadores no fueron cabalmente verdaderos, f. 286
§4 Que no cae en razón decir que los maestros de nuestra fe mintieron, f. 287
Discurso quinto, de la autoridad de los milagros, f. 289
§1 Qué cosa es milagro, y de cuantas maneras puede acontecer, y cómo en los milagros hay sus grados, f. 289
§2 Que Dios siempre ha acostumbrado comprobar con milagros lo que parecía increíble, f. 291
§3 Que Cristo nuestro señor con milagros dio testimonio evidente de su doctrina y divinidad, f. 292
§4 Que los Apóstoles con milagros testificaron evidentemente la doctrina evangélica que predicaron, f. 292
§5 Que los enemigos de nuestra iglesia confiesan que los milagros son evidente testimonio de la doctrina Evangélica, f. 293
§6 En el cual se trata, que no se pueden negar los milagros con que se confirmó nuestra fe. Señálanse las razones porque los historiadores gentiles no hicieron mención dellos, f. 295
§7 Que no se lee haberse hecho entre los gentiles milagros, como se hicieron en testimonio de la verdad evangélica, f. 296
§8 Que si de herejes se cuentan algunos milagros, no derogan que los nuestros no sean testimonio evidente de nuestra religión, f. 297
§9 Que con la magia natural ni demoniaca no se pueden hacer milagros, aunque se hagan algunas veces obras maravillosas, f. 298
§10 Del modo con que se conoce y distinguen los milagros verdaderos de los falsos, y porque se digan los que hace el demonio, f. 299
§11 Que los nombres no significan naturalmente, y que las palabras no tienen virtud natural, para obrar alguna cosa sobrenatural, f. 300
§12 El hombre por razón de la complexión, aunque se más excelente no puede hacer obras que excedan la naturaleza, f. 304
§13 Trata de la virtud de la potencia imaginativa, y que no se extiende a obrar efectos que sean fuera de sus propios cuerpos, ni que excedan la virtud natural, f. 307
§14 Que los milagros antiguos son los que confirman nuestra fe. Dase la razón, porque ya no se hacen como entonces, f. 310
§15 Que en la iglesia no ha expirado la potestad de hacer milagros, f. 312
§16 En que se refiere de Dos santos varones, por los cuales en estos nuestros tiempos ha obrado y obra Dios milagros en confirmación de la verdadera fe y santidad, f. 315
Discurso sexto, del modo milagroso con que el mundo fue convertido a la fe, f, 317
§1 Que la constancia que los Apóstoles tuvieron después de crucificado Cristo y resucitado arguye ser su doctrina divina, f. 317
§2 Que prosiguiéndose el mismo propósito, se muestra que los Apóstoles y discípulos de Cristo pobre y no poderosos rindieron el mundo a la fe, lo cual es evidente argumento de la verdad que predicaban, f. 318
§3 Que la concordia que los Apóstoles tuvieron después de divididos por el mundo predicando una misma doctrina y evangelio, arguye evidentemente ser obra de Dios, f. 320
§4 En que se prosigue y declara más por extenso el milagroso modo con que fue el mundo convertido a la fe por la predicación de los Apóstoles, profetizado antiguamente, f. 322
§5 Prosíguese el mismo intento y declárase como el haber Dios sin elocuencia humana convertido el mundo, es argumento claro de que nuestra fe es verdadera, f. 324
Discurso séptimo, de cuan maravillosamente fue extendida por todo el mundo la religión Cristiana, y cuan firme ha perseverado, f. 326
§1 Que el aumento maravilloso de los fieles muestra su verdad de la fe. Trátase que los que son propios negocios de Dios siempre crecen, los de los hombres de desvanecen, f. 326
§2 Prosíguese el mismo intento, y declárase como la prosperidad y aumento de la iglesia fue antiguamente profetizada, según que a la letra se cumplió, f. 329
§3 Que la iglesia siempre fue desde sus principios firme y estable, según que los Profetas lo testificaron, y que esto muestra ser gobernada por la divina providencia y su doctrina verdadera, f. 331
Discurso octavo, de la diligencia que nuestros mayores y antiguos Cristianos pusieron en recibir la cristiana religión, f. 334
§1 Que la razón natural dicta que en las cosas de la religión hemos de confiarnos de nuestros mayores, f. 334
§2 Cuánto amaron los padres antiguos de la iglesia, la fe antigua y pública, f. 335
§3 Que ninguna cosa pudo mover los primeros Cristianos a recibir la cristiana religión, sino el estar ciertamente persuadidos que era de Dios, f. 337
§4 Que los padres antiguos trabajaron diligentísimamente en examinar la doctrina evangélica, f. 338
Discurso noveno, de la conveniencia o racionabilidad de los enseñamientos evangélicos, f. 340
§1 Que trata de cómo lo que nuestra fe enseña en lo perteneciente a la fe es muy conforme a buena razón, aunque no se pueda mostrar con ella, f. 340
§2 Que los documentos que nuestro Evangelio nos enseña, pertenecientes a las costumbres, o son deducidos de la razón natural, o muy conformes a ella, f. 343
§3 En que se da una general regla para examinar la conveniencia de lo que nuestra fe enseña, y explica cuan ajena de razón es la doctrina contraria a la fe y buenas costumbres que el Evangelio enseña, f. 343
§4 En que se explica más en particular la inconveniencia o irracionabilidad de la doctrina contraria a la nuestra católica, f. 345
Discurso décimo. De los testimonios que los extraños de nuestra fe, dieron de ella, f. 346
§1 Que los más afamados filósofos que la antigüedad celebró, tácitamente alabaron nuestro cristiana religión, f. 347
§2 En que prosiguiéndose el mismo intento, se explica cómo los filósofos sumos de la antigüedad engrandecieron la piedad y culto divino, el amor y caridad para con el prójimo y las demás virtudes Evangélicas, f. 348
§3 Que los filósofos antiguos olieron lo que nuestra religión enseña, de los premios y castigos del juicio universal, y consumación del mundo, f. 349
§4 Refiérese quienes y cuantas fueron las antiguas Sibilas, pónense los testimonios clarísimos que de Cristo redentor nuestro dieron inspiradas por el Espíritu santo, f. 351
§5 De la sibila Sambeta, f. 351
§6 De la sibila Pérsica, f. 353
§7 De la sibila Libisa, f. 353
§8 De la sibila Délfica, f. 353
§9 De la sibila Cume, f. 354
§10 De la sibila Eritrea, f. 354
§11 De la sibila Samia, f. 356
§12 De la sibila Cumana, f. 356
§13 De la sibila Helespónica, f. 358
§14 De la sibila Frigia, f. 358
§15 De la sibila Tiburtina, f. 358
§16 De la sibila Europea, f. 358
De la sibila Agripa, f. 358
§17 Del título que Octaviano Augusto puso sobre un altar que dedicó a Cristo ignorándolo. Ara primo geniti Dei, f. 359
§18 En que se ponen a la letra dos ilustres testimonios de dos judíos contemporáneos de los Apóstoles, Josefo y Filón, que alabaron divinamente nuestra sagrada religión, f. 359
§19 En que se ponen otros testimonios que los gentiles idólatras dieron de nuestra religión, alabando a los que la siguen, f. 361
§20 Epístola de Aurelio Antonino a favor de los cristianos, f. 362
§21 Decreto de Maximino, en el cual favorece a los cristianos, f. 363
§22 Constitución de Maximiano a favor de los cristianos, f. 363
§23 Carta del Emperador Adriano a favor de nuestra religión cristiana, f. 364
Discurso undécimo, de la razón de la divina providencia, según la cual es necesario que la religión cristiana sea verdadera, f. 366
§1 Que a la divina providencia conviene encaminar al que procura servir a Dios, y que en esto nunca Dios faltó, f. 366
§2 En que se prosigue el mismo intento, y que Dios nunca desamparó a los que le buscan, f. 368
§3 Que de la providencia de Dios se colige ser la religión y de de la iglesia católica verdadera, f. 370
§4 Que de la rectitud de la divina justicia se infiere la verdad de nuestra religión, f. 370
Discurso duodécimo, de los infortunios, desastres, e infelicísimos fines de los enemigos y perseguidores de la religión Cristiana, f. 372
§1 Que trata las razones porque siendo el cristiano pueblo el regalado de Dios, ha permitido y permite que sea perseguido, f. 373
§2 Que a la divina providencia pertenece castigar los perseguidores de la verdadera religión, f. 375
§3 Que desde que hubo hombres en el mundo fueron castigados los que persiguieron al pueblo de Dios, f. 376
§4 De la miserable destrucción de Jerusalén, y de toda Judea, por la muerte de Cristo, y persecución que hizo a sus Apóstoles y discípulos, y de la calamidad en que siempre han estado hasta el día de hoy, f. 377
§5 Que el modo con que fue la ciudad de Jerusalén destruida da a entender la injusta muerte de Cristo y confirma nuestra fe, f. 378
§6 Que se prosigue el mismo intento, y trátase que la obstinación de los Judíos, y perseverancia en su ceguedad, por la cual fueron destruidos, arguye la verdad de nuestra religión santa, f. 379.
§7 De la persecución que de los Judíos padeció la Iglesia en sus primeros principios, y de cómo fueron castigados, f. 380
§8 De diez persecuciones que padeció la Iglesia por los Príncipes y Emperadores Romanos, y de los desastrados sucesos de los perseguidores, f. 382
§9 De la primera persecución, f. 383
§10 De la segunda persecución, f. 383
§11 De la tercera persecución, f. 383
§12 De la cuarta persecución, f. 384
§13 De la quinta persecución, f. 384
§14 De la sexta persecución, f. 384
§15 De la séptima persecución, f. 385
§16 De la octava persecución, f. 385
§17 De la nona persecución, f. 386
§18 De la décima persecución, f. 386
§19 De los Jueces que perecieron desastradamente ejecutando las sentencias de los Emperadores, f. 388
§20 En que se trata de otras persecuciones que padeció la Iglesia por los Emperadores después que Constantino pasó la silla del Imperio de Roma a Constantinopla, y del desastrado fin que hubieron, f. 389
§21 En que se refieren diversos géneros de infortunios que sobrevinieron a muchos públicos perseguidores de los católicos, f. 391
§22 Cuéntanse castigos particulares que ha hecho Dios en los perseguidores de los varones santos, f. 393
§23 Del desastrado fin de los Heresiarcas, f. 394
Fin de la Tabla de los Capítulos.