Patricio de Azcárate Corral (1800-1886) | Sistemas filosóficos modernos, Madrid 1861 |
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Patricio de Azcárate Corral, Exposición histórico crítica de los sistemas filosóficos modernos y verdaderos principios de la ciencia, Mellado, Madrid 1861, tomo 1, páginas 252-277.
Si los sistemas filosóficos se limitaran a la exposición del principio que les da el ser y sus consecuencias metafísicas, en este caso todo el campo de la filosofía se reduciría al estrecho círculo de los hombres consagrados a la ciencia, y el mundo no se apercibiría de las discusiones y polémicas que entre ellos se promovieran desde el interior de sus gabinetes para no salir de entre ellos mismos. Pero no es así; los sistemas filosóficos llevan la misma marcha que todas las ideas de la humanidad. Un filósofo sienta el principio creador del sistema; otros desenvuelven las consecuencias metafísicas que encierra este principio, y en seguida otros, descendiendo de las alturas metafísicas, pasan a las aplicaciones morales, legislativas y políticas; y de esta manera los sistemas filosóficos representan la bola de nieve que se desprende de las alturas, que, casi imperceptible en su origen, llega al valle con una magnitud y un poder extraordinarios. No hay sistema que no lleve esta marcha constante de los sabios a los ignorantes, de los filósofos al pueblo; y mientras los sabios y los filósofos se reservan para sí la teoría de la ciencia, trasmiten a los ignorantes y al pueblo las aplicaciones prácticas, con las que forman los hábitos de la sociedad en el sentido que exige la teoría; y esta teoría y estas aplicaciones en la expansión que reciben son el molde donde se elaboran todos los pensamientos; y de este modo, sin saberlo y a veces sin quererlo, se ve a los hombres más extraños a los estudios filosóficos dejarse llevar de la disposición general que afecta a los espíritus y hablar y obrar como cosa resuelta y decidida, y como lo pudieran hacer los mismos filósofos creadores del sistema. De aquí resulta ser imposible estudiar y conocer la historia de una época, de un siglo cualquiera, sin conocer la filosofía de la misma época o siglo; porque el sistema filosófico reinante es como el centro de gravedad, en torno del que gravitan todos los hechos generales de aquella época, y no es posible darles su verdadero sentido sin conocer la forma filosófica que vistió entonces la sociedad.
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