Filosofía en español 
Filosofía en español

Ernesto Quesada Medina  1858-1934

Ernesto Quesada Medina

Polígrafo argentino, defensor de la lengua española como idioma nacional de los argentinos y en general de Hispano-América toda, y adalid de que se debe tener a España como Madre patria de las Repúblicas que en el mundo hablan español. Hijo único de Elvira Medina (1840) y del erudito, político, escritor, periodista y diplomático Vicente Gregorio Quesada (Buenos Aires 1830-1913), quien ejerció entre 1892 y 1902 como embajador de la República Argentina ante España (entregó sus credenciales a S. M. la Reina Regente, en el Real Palacio de Madrid, el día 8 de noviembre de 1892), tras haber representado durante siete años a su nación en Washington (en 1904 publicó en Buenos Aires sus interesantes Recuerdos de mi vida diplomática, misión en Estados Unidos, 1885-1892, 320 páginas).

La fecunda trayectoria vital de Ernesto Ángel Quesada Medina (nacido en Buenos Aires el primero de junio de 1858) se vio notablemente determinada por la de su padre, quedando muy afectado su curso vital tras la muerte de Vicente Quesada en 1913, que se produjo además al año siguiente de su divorcio de Eleonora Pacheco Bunge (1861-1927), nieta del brillante general Ángel Pacheco Concha, con la que tuvo cinco hijos (Fernando Vicente 1885-1950, Rodolfo Ernesto 1886-1952, Ernestina Beatriz 1888, Vicente 1891-1968 y Eduardo Ángel Quesada Pacheco 1893-1919). (Vicente Quesada había proyectado publicar siete volúmenes con sus memorias diplomáticas y titular así los dos últimos: VI. Misión a España, 1892-1902 y VII. La casa del abuelo, en Madrid, 1892-1902.)

Por los días en los que Ernesto Quesada se divorcia de Eleonora Pacheco, y deja de vivir e intervenir en la gestión de la rica “Estancia San Rodolfo”, propiedad de su esposa, en San Miguel (a unos 40 kms del Teatro Colón de Buenos Aires), redacta Vicente Quesada su testamento ológrafo (Buenos Aires, 5 de febrero de 1912), que firma en su casa familiar de la calle Libertad 948, Plaza Libertad, en la que se instala su hijo, al que encomienda qué hacer con la colección de tallas, de tapices (“la serie de hermosos tapices flamencos fue adquirida por mí del agente encargado, pertenecientes a la catedral de El Burgo de Osma, a la cual habían sido donados a principios del siglo diez y seis por el emperador Carlos V; de modo que soy yo el tercer propietario de aquéllos, cuya compra efectué por indicación del nuncio apostólico en Madrid, monseñor Di Pietro”), muebles artísticos y la rica biblioteca y archivo: “…sería mi deseo que mi hijo, en vida o por testamento, se desprenda de ella para alguna institución pública, siempre que el gobierno compensara en dinero cuanto padre e hijo han gastado en formar tal colección de libros, manuscritos y papeles históricos, quizá la única hoy en el país en poder de particulares”. La publicación del testamento en 1914 (como apéndice a la biografia que Carlos Octavio Bunge dedicó al difunto) trajo consigo una oferta de adquisición de la biblioteca por parte de la Universidad de Washington, pero Ernesto Quesada no tenía prisa por deshacerse de su biblioteca, ni tampoco los yanquis le resultaban demasiado simpáticos.

Ese mismo 1914 el germanófilo Ernesto Quesada conoce en Buenos Aires a Leonore Deiters (1879-1939), hija del pintor alemán Heinrich Deiters (1840-1916), enviada por el diario Kölnische Zeitung como activista de la “Auslandsbundes Deutscher Frauen”, organización preocupada por mantener la pureza étnica de las mujeres alemanas radicadas en el extranjero; mantuvo con ella alguna correspondencia epistolar durante la Gran Guerra y en 1919 Leonore, tras divorciarse del abogado J. Niessen, se vuelve a la Argentina donde ambos contraen matrimonio. Leonore Deiters de Quesada siguió trabajando desde Buenos Aires como corresponsal del Kölnische Zeitung y del semanario Reclams Universum, y tuvo un papel primordial en la difusión de la obra de su amigo el filósofo Oswald Spengler (1880-1936), el autor de La decadencia de Occidente, en la Argentina.

«Ya entonces Quesada había abandonado su antigua barba y dado a su bigote una forma aún más kaiseriana, que agregado a su gesto erguido, a sus lentes sujetos con cinta, a manera de otrora –en la casa usaba anteojos– a su eterna corbata plastrón, prendida con singular alfiler, otorgábale el aspecto exterior del profesor alemán.» (Juan Canter, Bio-bibliografía de Ernesto Quesada, Buenos Aires 1936, pág. 348.)

En 1923, diez años después de la muerte de Vicente, la Universidad de Buenos Aires muestra interés por comprar la biblioteca, pero el gobierno no dota a la universidad de los fondos necesarios. Pasa el tiempo, a principios de 1926 se jubila Ernesto Quesada de su actividad principal como funcionario de la magistratura, donde era fiscal de cámara en lo civil, y se va preocupando por el futuro de la magnífica biblioteca heredada trece años antes, enriquecida con la suya propia. Descartada la opción nacional, ni por venta ni por donación («Primero el sabio jurisconsulto intentó regalarla a la Universidad de Buenos Aires, pero la facultad a la cual se le brindó repuso “que le faltaban fondos para instalarla como merecía”», Caras y Caretas, 19 octubre 1929) “después de mi propia patria fue Alemania el primer lugar que consideré”, de manera que se la ofrece al Freistaat Preußen, el Estado Libre de Prusia sucesor del reino de Prusia derrotado tras la Gran Guerra, parte de la República de Weimar durante aquella entreguerra… (→ Ernesto Quesada, “Die Quesada-Bibliothek…”.)

Aquella imprevista oferta bibliográfico documental hispana reconfortó a la maltrecha Prusia, cien años después de la publicación, en 1826, del primero de los interminables volúmenes de Monumenta Germaniae Historica (la inmarcesible institución metapolítica impulsada por el barón de Stein, el reformador germánico de Prusia): pasado un siglo ya no era imprescindible enviar agentes escrutadores por medio Europa para ir apañando documentos con los que poder construir la historia fantástica de Germania, como aquel malogrado Enrique Federico Knust (que incapaz de soportar los calores de Toledo, Madrid y El Escorial en el verano de 1841, sucumbió por eficaz tuberculosis pulmonar: Sanctus amor patriae dat animum) o su continuador el laborioso hispanista hispanófilo prusiano Germán Knust (†1889); pues ahora un generoso hispano filoprusiano germanófilo les ofrecía directamente, todos juntos y ordenados, nada menos que 82.000 volúmenes de una escogida biblioteca sobre todo hispanoamericana. Ni que decir tiene que Prusia aceptó tal donación, protocolizada el 29 de agosto de 1927.

La donación a Prusia en 1927 de la Biblioteca Quesada determina la inauguración en 1930 del Instituto Iberoamericano de Berlín

Berlín

La donación de Ernesto Quesada obligó a que Prusia se tuviese que plantear la mejor manera de institucionalizarla. Seis meses después ya están por Berlín donante y biblioteca («De Alemania: Ernesto Quesada instalará la gran biblioteca sudamericana en Berlín. Llegó a esta capital el profesor argentino Ernesto Quesada, quien aprovechará su estada aquí para proceder a la instalación de una gran biblioteca sudamericana que constará de 82.000 volúmenes, donada al Estado de Prusia.», La Pluma, Montevideo, 1 mayo 1928, vol. 6, pág. 161), pero “La Biblioteca del Doctor Quesada” permanecía en octubre de 1929 almacenada en Berlín, en seiscientos cajones, contemplándose entonces que habría de instalarse en alguna sala del otrora Palacio Imperial del último Deutscher Kaiser y Rey de Prusia, Guillermo II (que llevaba ya más de una década exiliado por los Países Bajos).

“El día 12 de octubre de 1929, Día de la Raza, celebrado anualmente en Berlín, fue fundado en esta ciudad y comenzó sus tareas el Instituto Iberoamericano…”. Así arranca Otto Boelitz, ex ministro del Estado prusiano, el artículo publicado, casi tres años después de esa fecha, en la madrileña Revista de las Españas: “El Instituto Iberoamericano de Berlín”. No falta a la verdad el primer director de la nueva institución, pero indistingue luego en su texto la “fundación” con la ceremonia de la “inauguración” formal de la institución ya operativa, el Día de la Raza del año siguiente, 12 de octubre de 1930. Durante los dos años transcurridos desde la formalización de la donación a Prusia de la Biblioteca Quesada en agosto de 1927, se habían disuelto noticias imprecisas, la “gran biblioteca sudamericana” mencionada en Uruguay en 1928, o la ya anticuada noticia difundida el mismo octubre de 1929 por la bonaerense Caras y Caretas antes mencionada. El Día de la Raza de 1929, en efecto, la nueva institución que cristaliza en torno a la Biblioteca Quesada ya tiene nombre: “Instituto Iberoamericano de Berlín” («El Instituto Iberoamericano de Berlín. Berlín 13. La instalación del Instituto Iberoamericano quedará en breve terminada. El Instituto debe servir para cultivar las relaciones científicas de Alemania con la América central y meridional. Forman la base del Instituto la biblioteca de 80.000 volúmenes, donados al Estado prusiano por el profesor Ernesto Quesada, la biblioteca sobre Méjico y otras colecciones», La Nación, Madrid, 14 noviembre 1929, pág. 3), tiene asignado edificio propio, neobarroco palacio construido de 1896 a 1901 como Königlicher Marstall, caballerizas reales de la corte prusiana hasta 1918, y resuelta la incorporación al proyecto de Berlín de otras iniciativas previas que se trasladan y disuelven en la nueva institución de la capital del Reich.

Ernesto Quesada hubiera preferido que la institución cristalizada en torno a su biblioteca se denominase “Instituto Latinoamericano”, y de hecho así firmó, el día de año nuevo de 1930, desde su retiro suizo en Villa Olvido, el artículo que le solicitaron desde la revista Ibero-Amerikanisches Archiv: “Die Quesada-Bibliothek und das Lateinamerika-Institut” La Biblioteca Quesada y el Instituto Latinoamericano, publicado en Berlín en abril de 1930, en la primera entrega del volumen IV, auspiciada ya por la nueva institución (los tres primeros volúmenes los había editado el Ibero-Amerikanisches Forschungs de la Universidad de Bonn). La revista, ya dirigida por Otto Boelitz, respetó el título del artículo de Ernesto Quesada, pero lo acompañó de una fotografía del edificio de las otrora caballerizas palatinas: “Sitz des Ibero-Amerikanisches Institutes Berlin”.

El Instituto Iberoamericano de Berlín se inaugura, precisamente, el día 12 de octubre de 1930, Fiesta de la Raza, dirigido por Otto Boelitz (1876-1951): «Otto Boelitz, director del Instituto Iberoamericano de Berlín, que ha sido inaugurado el pasado día de la Fiesta de la Raza. Otto Boelitz es en nuestros días uno de los más eminentes hispanistas germánicos. Conoce perfectamente a España y le profesa gran simpatía y cariño. Fue ministro de Instrucción pública de Prusia, y mientras ocupó este cargo dio un gran impulso a los estudios españoles, impulsando notablemente las clases de castellano en los centros docentes alemanes. Por su afecto a España y conocimiento de nuestras letras y costumbres ha pasado a dirigir el Instituto Iberoamericano de Berlín. Otto Boelitz residió durante los años luctuosos de la guerra en España, al frente de un Colegio alemán en Barcelona. Como político pertenece al partido popular alemán. Tiene en la actualidad cincuenta y cuatro años» (El Debate, Madrid, 15 octubre 1930, pág. 3).

La nueva institución berlinesa, organizada en torno al núcleo principal de la Biblioteca de Vicente Quesada y de Ernesto Quesada, absorbe desde su constitución el Institut für Lateinamerikakunde (fundado en 1925 en Hamburgo), del que fagocita unos diez mil volúmenes; y la Biblioteca Mexicana de la Universidad de Magdeburgo, organizada en 1925 por el geógrafo Hermann B. Hagen (1889-1976), donde ya había juntado 25.000 libros, tras ser invitado por el anticlerical presidente Plutarco Elías Calles a permanecer en México, de enero de 1926 a junio de 1927, para comprar libros y recibir duplicados donados por numerosas bibliotecas mexicanas convenientemente jaleadas. (No se olvide el papel político que durante aquellos años jugó la Agencia Duems, al servicio de los intereses compartidos por México y la República de Weimar.)

El Instituto Iberoamericano de Berlín celebra su primer aniversario por todo lo grande el Día de la Raza de 1931 (en abril se había proclamado la República burguesa en España, que bien pronto envía al historiador Américo Castro como su embajador en Berlín, sustituido en marzo de 1932 por Luis Araquistain –quien por cierto no asistió a la Fiesta de la Raza del año 1932 en el Instituto–):

«12 de Octubre. Fiesta de la Raza. En el Instituto Iberoamericano de Berlín. Berlín, 12.– Con motivo de la Fiesta de la Raza que hoy conmemora España, Portugal y América, se ha celebrado a mediodía una brillante fiesta en el Instituto Iberoamericano de esta capital. Ante numeroso y distinguido público se interpretó el siguiente programa: “Pequeño nocturno”, de Mozart (Director, Guillermo Espinosa.) Discurso de apertura por el director del Instituto Iberoamericano, doctor Otto Boelitz, ex ministro de Instrucción pública de Prusia. Discurso del ministro de Colombia, doctor Laureano Gómez. Discurso del doctor Carlos Beltrán Morales, representante de la Internacional del Magisterio Americano. Discurso del Sr. Yezid Trebert, en representación de la Asociación de Estudiantes Latinoamericanos de Berlín. Discurso del Encargado de negocios de Guatemala, doctor José Gregorio Díaz. Pieza musical “España”, de Juan Mayer. Discurso del barón de Reiswitz, en representación del ministerio de Relaciones Exteriores del Reich. Discurso del embajador de España, doctor Américo Castro. Palabras de clausura del presidente del Ateneo Iberoamericano de Berlín, Sr. Eduardo Daquino-Peuny, ministro de los Estados Unidos de Venezuela. Pieza musical, “Méjico”, de Julio Bacmeister. Contribuyó a la gran brillantez de la fiesta la orquesta de Cámara del Konservatorium Kludworh-Scharwenka.» (La Libertad, Madrid, 13 octubre 1931, pág. 4.)

1932

«Conferencia de Araquistain en el Instituto Iberoamericano. El artículo primero de la Constitución y el Estatuto Catalán. (Crónica telefónica de Eugenio Xammar) Berlín, 21 (1,15 m.).– En los salones del Instituto Iberoamericano, de Berlín, ha tenido lugar una brillante recepción en honor del embajador de España, don Luis Araquistain, dada por el propio Instituto, en colaboración con la Sociedad Hispanoalemana. Asistieron al acto representaciones del Gobierno del Reich, de las principales Instituciones culturales y del Cuerpo diplomático, especialmente de las Repúblicas hispanoamericanas. El doctor Boelitz, ex ministro de Instrucción Pública y presidente del Instituto Iberoamericano, y el barón de Rochemberg, presidente de la Sociedad Hispanoalemana, saludaron con efusivas palabras al nuevo embajador de la República, señalando el relieve de su personalidad dentro del grupo de hombres directores que la implantación del régimen republicano ha elevado o los altos puestos del Estado. A continuación, el doctor Erich Simon, miembro de la Junta directiva de la Sociedad Hispanoalemana, hizo, en breve у sustanciosa conferencia, una clara у completa exposición de la nueva Constitución española у de los principios fundamentales en que se inspira. Para corresponder al homenaje de que era objeto, el señor Araquistain pronunció un discurso destinado principalmente a glosar el pasaje del artículo 1.º de la Constitución, que define a España como una República de trabajadores de todas clases, y cuya aprobación fue debida a iniciativa suya. El señor Araquistain razona en términos elevados, exentos en absoluto de estrechez partidista, el valor de esta declaración, como indicio de que la España republicana repudiaba los viejos privilegios hereditarios, y sólo reconocía como factor social positivo el trabajo en todas sus formas y manifestaciones. Llevado por el hilo de su razonamiento, el señor Araquistain hizo sobre la máxima preocupación de la política española en los actuales momentos las siguientes manifestaciones, que textualmente transcribimos. “Es más: yo atribuyo también gran parte de la tirantez histórica que ha existido entre Castilla y Cataluña, y que estos días se está agudizando de nuevo con motivo de la discusión del Estatuto catalán en las Cortes, a una diferencia del concepto de trabajo. El Estatuto catalán lo estimo como necesario porque, a mi juicio, por una parte, es una aplicación del principio de la división del trabajo a las funciones del Estado, sin que en ello tenga nada que ver un concepto anticuado de la soberanía, y por otra da a Cataluña satisfacciones sentimentales, políticas y jurídicas que hoy no pueden negarse seriamente, dentro de ninguna doctrina constitucional moderna, a ningún país que las pida. El Estatuto eliminará muchos puntos de frotación psicológica entre la gran región mesocrática del Nordeste y la vieja Castilla señorial; pero yo espero, sobre todo, una inteligencia perfecta y rápida en el mero concepto de la vida que está expresado en la Constitución española, estableciendo la norma universal del trabajo y ennobleciendo la categoría social del trabajador. La comunidad de trabajo, como base inexcusable de la sociedad, será el mejor medio de que castellanos y catalanes se entiendan definitivamente”.» (Ahora, Madrid, domingo 22 mayo 1932, pág. 7.)

«La Fiesta de la Raza. En el Instituto Iberoamericano de Berlín. Berlín 12 (12 n.).– Los hispanoamericanos residentes en Berlín se han reunido hoy con sus amigos españoles, portugueses y alemanes del Instituto Iberoamericano para festejar el Día de la Raza. Entre los concurrentes se hallaba el consejero de la Embajada de España, Sr. Dupuy Delome; el ministro de Portugal, Sr. Cabral; los representantes diplomáticos de los Estados hispanoamericanos, el secretario de Estado, von Bulow; autoridades y numerosos representantes de la economía, la ciencia y la Prensa. El director del Instituto Iberoamericano, Sr. Boelitz, pronunció un discurso, haciendo resaltar que también durante el año trascurrido el Instituto ha contribuido al mantenimiento y consolidación de las relaciones entre el Nuevo Mundo y Alemania, sobre todo merced al concurso activo de las autoridades y de muchos particulares de los países hispanoamericanos. El Sr. Boelitz añadió: “Saquemos todos en esta hora solemne de hoy nuevas fuerzas para nuestra actividad futura, puesta a al servicio de las relaciones amistosas y culturales entre Alemania e Hispanoamérica.” A continuación, el secretario de Estado, Sr. Lammers, encargado del despacho de los asuntos en el ministerio prusiano de Instrucción pública, dio la bienvenida, en nombre del Gobierno prusiano, a los hispanoamericanos, y expresó sus cordiales votos por el desarrollo próspero de aquellos países. También pronunciaron alocuciones, que fueron muy aplaudidas, el ministro de la Argentina, Sr. Labougle; el ministro de Portugal, Sr. Costa Cabral, y el consejero de la Embajada española, Sr. Dupuy Delome, quien subrayó la importancia de España en la cultura hispanoamericana y la cooperación de España y Portugal durante el periodo de los siglos XVI y XVII. Terminó diciendo que el único medio para triunfar de la actual crisis es el restablecimiento de la confianza y la vuelta de la seguridad. (Fabra.)» (El Sol, Madrid, 13 octubre 1932, pág. 4.)

«Una recepción en el Instituto Iberoamericano de Berlín. Berlín 3 (12 n.).– En el Instituto Iberoamericano se ha celebrado una brillante recepción, a la que han asistido el embajador de España, Sr. Araquistain; los ministros de Portugal y Venezuela y numerosos miembros de las naciones americanas acreditadas en Berlín. Dio un concierto la pianista española Esperanza Cruz, que fue muy aplaudida. (Fabra.)» (El Sol, Madrid, 4 diciembre 1932, pág. 1.)

«Notas de Berlín. El entierro de Eduard Bernstein […] Fiesta en el Instituto Iberoamericano. (De nuestro corresponsal.) En el Instituto Iberoamericano de Berlín se ha celebrado una fiesta con motivo de la entrega al Instituto de un busto de Bolívar que regala el Presidente de Venezuela, Juan Vicente Gómez. La fiesta, resultó muy vistosa. No se habló de Quesada, contra la costumbre del Instituto. Pero se habló de Humboldt. Se ha demostrado ya que en el Instituto Iberoamericano no hay orador que no tropiece en Humboldt. Hay oradores para quienes Humboldt es verdadera obsesión. Los españoles deberemos estar con cuidado porque en el Instituto Iberoamericano va a resultar que Humboldt es el verdadero descubridor de América. Para eso nada mejor que fomentar los Juegos florales de la raza en los cuales se hable de Colón, por si acaso. Como digo, se habló de Humboldt. Y de Bolívar, naturalmente. Habló el ministro de Venezuela y habló un ex ministro de Prusia. Aquél, de Bolívar y Humboldt. Este, de Humboldt y Bolívar. Los dos hablaron muy bien. El orador alemán, el Sr. Boelitz, fue ministro de Instrucción de Prusia y ahora director del Instituto. El Sr. Boelitz tiene la obligación de conmoverse con los héroes americanos. Es ya la razón de su vida. Y se conmueve. A veces, como hoy, encuentra acentos sinceros en español. El ministro de Venezuela era, por decirlo así, el anfitrión. Y nos sirvió un discurso que era un doble panegírico. A un lado Bolívar y Humboldt: “binomio intangible para América y Alemania, se encontraron en este mundo para vivir en la inmortalidad de la historia” –decía el orador con su fuego oratorio característico. Al otro lado, el Presidente Gómez. El que –citemos al orador– “perseverante y tenaz, liquida errores del pasado, cimenta el camino del futuro y presenta hoy al mundo una Venezuela digna y solvente ante esta interminable crisis mundial”. Los oradores fueron retratados, cinematografiados y sonorizados. La historia de las relaciones culturales germanoiberoamericanas escribió otra página. Y la firmaba casi todo el cuerpo diplomático de los países hispanobolivarianos y la plana mayor de la nómina.» (El Sol, Madrid, 23 diciembre 1932, pág. 1.)

1933

«En el Instituto Iberoamericano de Berlín se festeja el Día de la Raza. Berlín 12.– El Día de la Raza se ha conmemorado en el Instituto Iberoamericano de Berlín con una fiesta, a la que han asistido casi todos los representantes diplomáticos iberoamericanos y representantes de los ministerios y de la Prensa. Después de alocuciones de los encargados de Negocios del Uruguay y del Brasil y del ministro de Méjico, que se congratularon de los estrechos lazos que unen a los países de lenguas española y portuguesa con la Península Ibérica, el encargado de Negocios de España, Sr. Olay, expresó el sentimiento del embajador de Espaaña, que no ha podido asistir a la fiesta por haber tenido que marchar a Madrid hace algunos días. (Fabra.)» (La Nación, Madrid, 12 octubre 1933, pág. 12.)

«El Instituto Iberoamericano de Berlín celebra una recepción en honor de don Luis de Zulueta. Berlín 29.– En el Instituto Iberoamericano de esta capital se ha celebrado una recepción en honor del embajador de España en Berlín, D. Luis de Zulueta.– Fabra.» (El Heraldo de Madrid, Madrid, 29 noviembre 1933, pág. 3.)

Mientras, tras haber depositado en Berlín en 1928 los seiscientos cajones de su biblioteca, Ernesto Quesada y Leonore Deiters se habían asentado en Suiza, en la ciudad de Spiez, cantón de Berna, en una casa que bautizaron “Villa Olvido”, en voluntario retiro. Ernesto Quesada murió el 7 de febrero de 1934, una semana después de la celebración del primer aniversario de Adolfo Hitler como canciller de Alemania; y la viuda Leonore pasó en aquella casa los últimos cinco años de su vida († 29 junio 1939).

1934

En abril de 1934 se encomienda la dirección del Instituto Iberoamericano de Berlín al general Guillermo Faupel (1873-1945), institución en la que ya venía trabajando desde 1931 su esposa Edith Fleischauer (1890-1945) –conocida como Edith Faupel desde 1909, por aquello de la despersonalización nominal, entre pueblos bárbaros, de la mujer matrimoniada–. Guillermo Faupel dirigió el Instituto Iberoamericano de Berlín desde 1934 hasta el primero de mayo de 1945 (como tantos otros dirigentes del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán eligió el suicidio antes que asistir a la rendición de Berlín, el 2 de mayo, ante el heroico Ejército Rojo soviético), excepto entre 1937-1938, en que fue sustituido por el general Albrecht Reinecke, mientras Guillermo Faupel prestaba servicios más elevados al Tercer Reich, como su embajador ante la triunfal España nacional en guerra («Ayer se efectuó la presentación de credenciales del Embajador alemán al Jefe del Estado. Salamanca.– En la mañana de hoy presentó el embajador alemán, General Guillermo Faupel, sus cartas credenciales al Jefe del Estado español Generalísimo Franco. La ceremonia revistió extraordinaria brillantez y animación, a semejanza de la celebrada hace días con motivo de la recepción del embajador de Italia. El General Faupel transmitió al Caudillo la calurosa felicitación del canciller Hitler. El embajador expuso cómo el pueblo alemán sigue con profunda simpatía la lucha del pueblo español por su libertad. Señaló el hecho de que la táctica comunista en todas partes se distingue por el asesinato y la destrucción. Dijo que la reconciliación de los pueblos con su propia personalidad individual era la mejor base para procurar la reconciliación internacional. “La paz, aseguró, no podrá ser alcanzada nunca con el comunismo y la doctrina de la lucha de clases, sino solamente por la armonización de los intereses de clase. Hitler eliminó la lucha de clases en Alemania, y la unión de todos los pueblos alemanes en una sola comunidad ha llegado a ser la mejor garantía de paz. El embajador terminó refiriéndose a la estrecha amistad que había existido entre Alemania y España durante siglos; y expresó su esperanza de que los españoles nacionalistas que luchan por su libertad bajo el mando del General Franco, alcanzarán prontamente la victoria final, y que una nueva y poderosa España resurja después de los días de prueba que está pasando.” Radio A-Z.», Imperio, Toledo, 4 marzo 1937, pág. 1).

«El iberoamericanismo. Berlín.– El Cuerpo diplomático de los países de habla española y portuguesa dio un banquete en honor del general Faupel, nuevo presidente de la Sociedad Iberoamericana. Habló en elogio del Sr. Faupel el burgomaestre de Berlín, doctor Maretsky. Luego habló Faupel, diciendo que, dentro del marco de la política boliviana, hará todo cuanto sea posible para desarrollar las relaciones entre Alemania y los pueblos del habla española. Una recepción. Berlín.– Los representantes diplomáticos y consulares de los Estados iberoamericanos han dado una recepción en honor del nuevo director del Instituto Iberoamericano de Berlín, general Faupel. El ministro de Bolivia. Sr. Soria, pronunció una alocución, en la que dijo, entre otras cosas, que admiraba en Alemania el orden y la disciplina para su trabajo de reconstrucción. El embajador de España, Sr. Zulueta, felicitó al general Faupel, quien le dio las gracias efusivamente.– (Fabra.)» (La Nación, Madrid, 14 abril 1934, pág. 10.)

«Se celebra la Fiesta de la Raza en varios países. En Alemania. Berlín, 12.– Con motivo de la Fiesta de la Raza se ha celebrado una brillante recepción en la Embajada de España. El ministro consejero de la Embajada, señor García Olay, en funciones de encargado de Negocios por dimisión del embajador, hizo los honores de la fiesta. En los salones se congregaron numerosas personas, entre ellas diplomáticos de todos los países iberoamericanos, representantes del ministerio de Negocios Extranjeros del Reich, generales y almirantes, representantes del Reichswehr, burgomaestre y altos funcionarios de Berlín, así como numerosas personalidades de la colonia iberoamericana. ❦ Berlín, 12.– Ante todos los representantes diplomáticos de los países iberoamericanos y representantes de las autoridades del Reich, de Prusia, de la ciudad de Berlín y del partido nacionalsocialista, españoles y portugueses y súbditos de los Estados iberoamericanos residentes en Berlín se ha celebrado en el Instituto Iberoamericano el Día de la Raza. En nombre del señor Hitler, el secretario de Estado de la Cancillería del Reich, señor Lammers, saludó cordialmente a los concurrentes y dijo que la nueva Alemania comprende la idea racial de que es exponente el Día de la Raza y respeta a todo pueblo consciente de su raza, de su cultura y de su historia. En nombre del ministro de Instrucción pública del Reich, señor Rust, que actualmente se halla en Hungría, el subsecretario de Estado, señor Vahlen, hizo votos por el éxito de los trabajos del Instituto Iberoamericano. Los ministros de Uruguay, Méjico y Venezuela y el representante de la Embajada de España, señor García Olay, pusieron también de manifiesto la importancia del Día de la Raza. A continuación se dio lectura de un telegrama del subjefe del partido nacionalsocialista, señor Hess, ministro del Reich, en el que expresa a los Estados iberoamericanos el saludó cordialísimo de la nueva Alemania.– Fabra.» (El Siglo Futuro, Madrid, 13 octubre 1934, pág. 3.)

1935

«El Día de la Raza en Berlín. Berlín, 12.– Con asistencia de numerosísimas personalidades, entre ellas representaciones del Gobierno y de los Centros culturales alemanes, se ha celebrado con gran solemnidad, en los salIones del Instituto Iberoamericano, la fiesta española del 12 de octubre, llamada el Día de la Raza. La ceremonia ha estado concurridísima, asistiendo a ella la Embajada de España y representantes de todos los países americanos y una delegación del partido nacionalsocialista. El señor Ribbentrop pronunció un discurso alusivo al acto enalteciendo las virtudes de la raza hispanoamericana, que en todas partes ha contribuido al progreso de la Humanidad, raza –dijo– que ha dado héroes del temple de Bolívar, poetas como Lope de Vega y otros hombres ilustres que en todos los ramos del saber humano han puesto muy alto el prestigio de la raza latina. Terminó el señor Ribbentrop dirigiendo a los países iberoamericanos los más cordiales saludos del pueblo alemán y transmitiendo los votos del canciller Hitler por la prosperidad de estos pueblos. El ministro de Cuba en Berlín contestó al discurso exponiendo el significado del Día de la Raza, que significa testimonio de la cohesión íntima de los pueblos americanos. A continuación habló el ministro de Venezuela, quien subrayó la obra gigantesca realizada por España en América. En último término habló el embajador de España en Berlín, don Francisco Agramonte, que pronunció un discurso recogiendo los párrafos más salientes de los oradores anteriores y dio gracias a los representantes del Gobierno alemán por el honor que a los pueblos iberoamericanos dispensaba al celebrar con ellos la Fiesta de la Raza. Todos los oradores fueron muy aplaudidos.– Fabra.» (Ahora, Madrid, 13 octubre 1935, pág. 11.)


1896 «Legación argentina. Conocen ya nuestros lectores los detalles del banquete dado el último domingo por el ministro argentino, D. Vicente G. Quesada, a los ministros de Estado, Ultramar y Guerra, a los altos funcionarios palatinos duques de Medina Sidonia y Sotomayor y a otras personalidades conocidas, como los marqueses de Amposta, Gare del Valle, conde de las Navas, &c. Se anuncian igualmente otras fiestas en dicha legación, entre otras, un baile para el próximo domingo y varias comidas al cuerpo diplomático y a la alta sociedad madrileña. Los salones de la legación Argentina, hasta ahora, solo se habían abierto de tarde en tarde, explicándose la presente serie de fiestas por la presencia accidental en esta corte del hijo único del ministro, el Sr. Ernesto Quesada, periodista de Buenos Aires y reputado abogado de aquel foro. El Sr. Ernesto Quesada se encuentra en Madrid desde hace pocos, días y se detendrá solo un par de semanas, habiendo venido a visitar a su padre aprovechando las vacaciones de los tribunales de su país. Es también literato conocido, como lo prueba el hecho de ser de tiempo atrás individuo correspondiente de nuestras Academias de la Lengua y de la Historia. Entre sus libros más conocidos citaremos su Estudio crítico sobre Persio y Juvenal, su Invierno en Rusia, sus Estudios sobre quiebras, sus Reseñas y críticas y últimamente su Política chilena en el Plata. Para celebrar su breve paso por esta corte, el ministro argentino abre sus salones y ha inaugurado la serie de fiestas que dará este invierno.» (La Correspondencia de España, Madrid, 7 enero 1896, pág. 1.)

«En la legación argentina. El ministro de la legación argentina, señor Quesada, ha reunido esta mañana en su mesa a una representación de publicistas y literatos que deseaban saludar a su hijo el distinguido escritor americano señor D. Ernesto Quesada. Entre los concurrentes figuraban los señores D. José Castro y Serrano, D. Francisco Fernández y González, D. Santiago de Liniers, D. Andrés Mellado, D. Francisco Comelerán, el Sr. Ocantos, secretario de la legación, el Sr. Rodríguez Escalera y el Sr. Becerro de Bengoa. Los señores Quesada han obsequiado a sus amigos con la exquisita amabilidad y esplendidez que son propias de la casa del representante de la república del Plata, y la reunión ha resultado un tributo de cariñosa consideración a los méritos del joven publicista Sr. Quesada, hijo, en honor a cuyos trabajos literarios, políticos y económicos, tan justamente apreciados de América y Europa, han tenido entusiastas frases todos los comensales, que han hecho nuevos votos por la sincera concordia y unión de los países hispano americanos con la madre patria y que han dedicado muy afectuosos recuerdos a la distinguida familia del escritor argentino, que seguramente se sentirá satisfecha allende los mares, al saber con qué repetidas muestras de aprecio se ha recibido en España al muy ilustrado director de la Revista de Buenos Aires.» (La Correspondencia de España, Madrid, 11 enero 1896, pág. 1.)

«D. Ernesto Quesada ha aprovechado su estancia en Madrid para tomar posesión del cargo de individuo correspondiente de la Academia de la Historia, para el que fue ya hace tiempo nombrado. S. M. la reina se ha dignado conceder al eminente literato argentino la encomienda de Isabel la Católica.» (La Correspondencia de España, Madrid, 20 enero 1896, pág. 1.)

«Noticias de sociedad. El secretario de la República Argentina en Madrid, D. Carlos María Ocantos, dio anoche en su elegante residencia de la calle del General Castaños un banquete en honor del eminente literato de su país D. Ernesto Quesada. A la mesa, preciosamente adornada, se sentaron, además del obsequiado, su padre, el ministro de la Argentina; los académicos Sres. Castro y Serrano y Menéndez Pelayo, y los señores marqués de Valdeiglesias, conde de las Navas, Rodríguez Escalera y otros. Entre los platos exquisitos del banquete se sirvieron algunos de la cocina y de la repostería del país del anfitrión que parecieron deliciosos a los comensales, y todos los manjares tuvieron la salsa deliciosa de una conversación cultísima, sostenida principalmente por el ilustre autor de Los heterodoxos y el no menos ilustre autor de La novela del Egipto y de las Cartas trascendentales. Al final del banquete se brindó por los éxitos literarios del Sr. Ocantos, que ha firmado una contrata con la casa editorial de los hijos de Villaverde para la publicación de sus novelas de costumbres americanas. El café se sirvió en un elegante salón tapizado de damasco rojo, con grandes tiras bordadas, y se admiraron las curiosidades artísticas que ha ido coleccionando el dueño de la casa, y entre las cuales figuran cuadros preciosos de Lucas, retratos por D. Vicente López y por David, y otras preciosidades.» (La Correspondencia de España, Madrid, martes 21 enero 1896, pág. 1.)

«En casa del Sr. Castelar. Dice un periódico de la mañana que anoche comieron en casa del Sr. Castelar los ministros de Hacienda y Estado, hablándose mucho de política. Anoche comieron en casa del Sr. Castelar doña Matilde Oñate, las señoras de Castañeda y Mellado, acompañadas por sus respectivos esposos, el duque de Tetuán, el marqués del Pazo de la Merced, D. Segismundo Moret, los condes de Montarco, don José Tomás Salvany, D. Federico Ortiz, don Ernesto Quesada de Buenos Aires, con otras personas, y no se habló una sola palabra de política.» (El Correo, Madrid, 22 enero 1896, pág. 1.)

«Ayer mañana se ha verificado en la legación de la república Argentina el banquete de despedida en honor del distinguido publicista, D. Ernesto Quesada, miembro correspondiente de las Academias Española y de la Historia. Han asistido distinguidos publicistas españoles, que han hecho votos por el feliz regreso a su patria del Sr. Quesada, que se embarcará en la Coruña para Buenos Aires, y porque vuelva pronto entre nosotros, donde deja tan gratísimos recuerdos y donde cuenta con tantas simpatías.» (La Correspondencia de España, Madrid, 3 febrero 1896, pág. 2.)


Sobre Ernesto Quesada en Filosofía en español

1896 “Afectuosa entrevista del señor Ernesto Quesada con la Reina Regente” (El Correo de España.)

1900 R. Becerro, “El problema del idioma nacional en América, obra del doctor Ernesto Quesada” (La Ilustración española y Americana.)

1912 Vicente Gregorio Quesada, “Testamento ológrafo (Buenos Aires, 5 de febrero de 1912)

1929 Juan José de Soiza Reilly, “Europa vista con ojos argentinos: La Biblioteca del Doctor Quesada” (Caras y Caretas.)

1931 “Visitamos el Instituto Iberoamericano de Berlín” (Caras y Caretas.)

1932 Otto Boelitz, “El Instituto Iberoamericano de Berlín” (Revista de las Españas.)

1983 Reinhard Liehr, “El Fondo Quesada en el Instituto Ibero-Americano de Berlín


Textos de Ernesto Quesada en Filosofía en español

1887 “La política americana y las tendencias yankees” (Revista Nacional)

1900 El problema del idioma nacional. ¿Debe propenderse en Hispano-América a conservar la unidad de la lengua castellana, o es acaso preferible favorecer la formación de dialectos o idiomas nacionales en cada república? (Buenos Aires 1900, viii+157 págs.)

1900 Nuestra raza (Buenos Aires 1900, 85 págs.)

1918 El día de la raza y su significado en Hispano-América (Buenos Aires 1918, 20 págs.)

1918 El Feminismo Argentino. Tendencias y orientaciones (Buenos Aires 1918, 26 págs.)

1922 La evolución del idioma nacional (Buenos Aires 1922, 68 págs.)

1930 “Die Quesada-Bibliothek und das Lateinamerika-Institut” La Biblioteca Quesada y el Instituto Latinoamericano (Spiez 1930, 8 págs.)

 

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