Filosofía en español 
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Las cuestiones del cinematógrafo y de la moral de la calle

Resumen de nuestra información

El unánime sentido de las cincuenta y cuatro contestaciones recibidas, debidas a personas de todas las opiniones políticas y religiosas, confirma que el espectáculo cinematográfico actual es incentivo de degradación, a cuyo resultado es preciso oponerse.

Para este fin, la casi totalidad de respuestas, suscriben la necesidad de un control, y por unanimidad se declara que:

Mientras el cinematógrafo no sea puro, hay que apartar de él a los niños.

Juegos al aire libre, campos de juego, robustez física y pureza: esto es lo que conviene a los pequeños. Deportes, música, teatro: esto es lo que conviene a los adultos. El cinematógrafo sólo para información y educación. He aquí el sentir general de nuestros colaboradores, de maestros, pedagogos, médicos, hombres de letras, sacerdotes, señoras.

En cuanto a la intervención para la moral de la calle, destácanse del conjunto de opiniones, dos tendencias que lejos de contradecirse se complementan:

La acción colectiva sea oficial o privada, de una entidad ciudadana de elementos culturales,

Y la virtualidad suprema del apostolado individual, ejercido con el ejemplo, con la acción personal, con la familia.

Nota preliminar

Un problema tan complicado y tan profusamente relacionado con mil aspectos y valores de la vida como es el de la moral pública, forzosamente debía inspirar un caudal diversísimo de juicios y apreciaciones, cuyo reflejo exacto es físicamente imposible, por escrupulosamente que este resumen se elabore.

Por razones de temperamento, influencia geográfica, medio social, &c., la materia recogida en nuestra información había de ser necesariamente copiosísima en matices y acentos, y la reducción de la misma a sufragio había de resultar algo convencional. Por esto nos apresuramos a manifestar, antes de publicar el Resumen, que su lectura no ahorra la de los textos íntegros de las contestaciones publicadas.

En este trabajo nos hemos guiado más por el sentido que por las palabras, y aun así dista mucho de condensar toda la extensión y alcance de las respuestas. Con frecuencia alguno de nuestros cooperadores emite juicio sobre algún punto especial no tratado por los demás, sin que esto deba interpretarse como singularidad de visión, sino que muchas veces ha sido aquel punto omitido por otros, por entender innecesaria su expresión o por otras razones. Así, las opiniones particulares que consignamos por separado, deben entenderse menos como juicios únicos, que como puntos sobre los cuales sus autores han insistido con mayor interés.

Desde luego, y esta es la afirmación de unanimidad más absoluta: que la proyección de películas, ahora, en España, sin control ni concurrencia alguna, produce estragos, es constatada por todos, sin más excepción que una o dos, de cuyo sentido no puede tampoco deducirse opinión contraria a la general. Algo más discutida es la idea de intervención, dentro de la cual las contestaciones que la aceptan en principio, que son la mayoría, abarcan desde recomendar una mera acción de propaganda que informe y aconseje al público sobre el valor moral o simplemente higiénico de las películas, hasta la pura censura policíaca oficial y obligatoria para todo espectáculo, &c., que sea explotado con fines lucrativos, o sea toda una serie de gradaciones. Por esto, como sea que aquí es uno de los puntos capitales de la información, hemos procurado precisar en lo posible por medio de los términos mismos de cada autor, el valor dado a cada acepción de la idea de control.

La obra positiva y constructora de nuestra información estriba en la tendencia que universalmente se señala a fomentar el juego y el deporte al aire libre, así como el incremento del teatro. Una necesidad cívica se constata agudamente: la falta de campos de juego para los niños, de parques y de jardines para los pequeños. También se recoge aquí abundante material de ideas y noticias, que no dudamos serán vistas con interés y aprovechadas por pedagogos, y por los que tengan influencia en los destinos de la ciudad. En cuanto al aprovechamiento del cinematógrafo mismo, se manifiesta la existencia de tres gradaciones bien definidas: el cinematógrafo público solo intervenido; el cinematógrafo, intervenido o no, pero con sesiones o días especiales para los niños; el cinematógrafo escolar; y estas gradaciones condicionadas a la vez por dos tendencias generales, según el cinematógrafo se entiende para instrucción y recreo, o solamente para instrucción.

En la segunda parte de la información, hemos de confesar que nos produce el efecto de que en general no ha sido suficientemente meditado el tema de la pregunta IV, y hemos de atribuirlo a la novedad del mismo; el principio de la jurisdicción del maestro sobre la vía pública ha sido negado por muchos y afirmado por otros, pero en las negativas nos ha parecido ver desconfianza o incredulidad más bien que persuasión de la inconveniencia de aquello, y que los asentimientos más bien eran dictados por un celo general de intervención que por un convencimiento profundo.

La intervención de una junta pedagógico estética para la custodia de los intereses morales de la ciudad es generalmente aceptada, pero hay mucha diversidad en lo que se refiere a quienes deberían componerla. La idea de consejos de barrio es aceptada solo por una minoría.

Resaltan de un modo especial fuertes notas individualistas, la más intensa de las cuales es la que dio Don Juan Maragall, colaborador a nuestra información, ensalzando la íntima perfección, el ejemplo y la predicación personal, sin más radio de acción que el personal, como única fuerza espiritual del valor apostólico. Como complemento a la misma, se señala una importante corriente espiritualista que declara la ineficacia de toda obra de intervención colectiva, sin la posesión de un ferviente espíritu cívico, con oposición a la mentalidad que cree en la virtualidad de las leyes por sí mismas. Alrededor de una u otra de esas dos últimas direcciones: legalista y cívica, giran la mayor parte de las contestaciones al tema B, con señalada inclinación hacia esta última.

Por fin, hemos colocado al final, con la pregunta V, una serie de juicios personales sobre la totalidad de nuestra información, que escapaban al encasillado del cuestionario.

Cuestión A

A. El Cinematógrafo, que tanta popularidad disfruta, es acusado de perturbar y disolver lentamente la conciencia moral del público, de excitar morbosamente el sistema nervioso de los asiduos espectadores, de envenenar el alma de los niños infiltrándoles con alarmante persistencia, sugestiones de índole sexual y criminal.
I. En vista de ello ¿debe fomentarse el apartamiento del Cinematógrafo, o bien someter este espectáculo a un control especial?

Debe fomentarse el apartamiento. (Tendencia más acentuada)

Palau, Sucre, Moneva, Sanz Escartín, Homs, Baranera, Vogel, Ivon l'Escop, Sagarra, Corominas, Carbonell, Carreras, Figueras Dotti, C. Serra, Barbéns, La-Cot, López Picó, Torres García.

No hay que fomentar el apartamiento, si es que se resuelve su moralización. (Tendencia menos acentuada)

Soler, Buylla, Monserdá, Lleonart, Ossorio, Pi Suñer, Bardella, Rahola, Sangro, Zulueta, Bernabé, Padrós, Casablanca, Manjón.

Debe ejercerse, en una forma u otra, un control de las películas.

Palau, Soler, Manjón, Sucre, Moneva, Raduá, Sanz Escartín, Buylla, Monserdá, Karr, Lleonart, Ors, Pí Suñer, Ossorio, Homs, Bardella, Baranera, Vogel, Rahola, Berrueta, Sangro, Falguera, Estrany, Miró, Del Real, Biedma, Vinardell, López Picó, Ainaud, Vila, Sagarra, Corominas, Tapís, Bosacoma, Carreras, Figueras Dotti, C. Serra, Carbonell.

No debe haber otra intervención que la del propio ciudadano.

Maragall, Serra y P., Montoliu.

Sería inútil toda censura.

Domingo, Casablanca, Jou.

Insisten en el valor educativo social del cinematógrafo al servicio de la Cultura pública.

Sanz Escartín, Raduá, Soler, Buylla, Monserdá, Pí Suñer, Ossorio, Homs, Bardella, Rahola, Ivon l'Escop, Berrueta, Serra y Pí, Torres García, Miró, Del Real, Biedma, Vinardell, Ainaud, Barbéns.

El cinematógrafo actual es demasiado barato.

Karr, Homs, Ivon l'Escop, Sangro.

Señalan la responsabilidad de las clases altas por haber fomentado el cinematógrafo.

Homs, Sangro.

El control

Para mayor precisión, extractamos de cada contestación las frases de conformidad a la idea de control:

«Un control resolvería la cuestión, pero no lo creo realizable en el ambiente en que vivivimos, en que toda traba parece un crimen.» Palau

«La aplicación de las prohibiciones decretadas en otras épocas, excluiría la perturbación.» Soler.

«Debe someterse a un control especial» Manjón.

«Acepto el que esto pueda arreglarse burocráticamente. Es cuestión de Estado.» Sucre.

«¿Control? Habríamos de empezar por la inmoralidad de tres dimensiones.» Moneva.

«En tanto no se halle exclusivamente en manos peritas, (maestros y médicos) debe someterse a control.» Raduá.

«Soy partidario del examen previo por autoridad especialmente investida de esta facultad, de toda película cinematográfica que se exhibe al público.» Sanz Escartín.

«Es claro que debe estar el espectáculo a que me refiero cuidadosamente controlado.» Buylla.

«Opino que las películas deberían someterse a la aprobación de una Junta de personas de reconocida moral e ilustración.» Monserdá.

«Someterlo a un control.» Karr.

«Si creéis que es nocivo por el sedimento que deja en el alma la vista de algunas películas, bastaría con suprimir las películas juzgadas inmorales.» «En la ciudad de Berna están vedadas las puertas del cine a los niños hasta cumplidos sus 14 años; esto además de que las películas pasan por una censura.» Lleonart.

«La censura es una consecuencia lógica del gran principio de la Intervención.» «Proponía yo que fuese aplicada la censura estatal a todos los espectáculos de la índole predominante industrial o empresaria, metiéndolos en la consideración de otra cualquiera industria.» Ors.

«La previa censura de las películas es una medida dolorosa, recientemente impuesta en Alemania, pero la única práctica, y que podría realizar una junta de vecinos.» Pi Suñer.

«Yo no vacilaría en responder que podría subordinarse este espectáculo a algún contrôle especial, cuando se sometiesen a prevención las novelas pornográficas, las zarzuelas sicalípticas, &c.» Ossorio.

«Entonces lo que se impone es la creación de una Junta de censores con poderes para privar la exhibición de películas manifiestamente inmorales por uno u otro concepto. En los Estados Unidos esta función incumbe a la policía… previa propaganda de la prensa sensata, las iglesias y las sociedades para la acción moral.» Homs.

«El cinematógrafo público debe ser sometido a un control, –ejercido por técnicos y moralistas…, con la intervención de las autoridades.» Baranera.

«Se pudiera conseguir con facilidad que los cinematógrafos se sometieran voluntariamente a la censura de una Junta Protectora de la Infancia, haciéndolo así constar de una manera bien visible para garantía de padres y maestros.» Rahola.

«Unas películas que pasasen por una “previa censura”, discreta, inteligente, &c. constituirían el cinematógrafo bueno contra el malo.» Berrueta.

«Los obligados por los Poderes públicos a velar por los intereses morales, físicos del niño, es innegable que deben someter el cinematógrafo a un discreto control.» Sangro.

«Las proyecciones cinematográficas deben someterse a reglas higiénicas.» Falguera.

«Deben organizarse secciones de cinematógrafo exclusivas y en sitios expresamente dedicados a ello, bajo estrecha vigilancia de una Junta de personas.» Estrany.

«Que se secuestren y prohíban esas películas de “historia”, de dramas, &c.» Miró.

«No veo inoportuno que se forme una comisión encargada de elegir las películas y confeccionar los programas.» García del Real.

«Las autoridades deben imponer una selección a los cuadros.» Biedma.

«El cinematógrafo debiera estar sometido a un control especial.» Vinardell.

«No vacilo en pedir para los espectáculos del cinematógrafo una censura previa que abarcase ampliamente todo su contenido desde el punto de vista moral hasta el punto de vista estético.» López Picó.

«Tanto el carácter popular del cinematógrafo como su extraordinaria influencia, han sido la causa de que rápidamente se haya concebido la necesidad de un control» (en los países y ciudades que detalladamente enumera). Ainaud.

«Es preciso sujetarlo a una crítica aplastante, ejercida sobre cada nueva película que se anuncie.» (Expone un plan de acción privada para esta propaganda.) Vila.

«El control o previa censura ejercida por las autoridades, es indispensable a mi entender.» Corominas.

«De ahí que las películas del cine debieran sufrir un control, antes de ser expuestas al público.» Tapís.

«Sin selección de películas, es perturbador. No obstante, puede tener valor educativo si se eligen las cintas.» Carbonell.

«Opinamos que a donde deben dirigirse todos los esfuerzos de los moralistas, es a lograr que no se exhiba ninguna película sin previa sujeción a un control especial.» Bosacoma.

«Un control de autoridades…, es necesario para imponer un mínimun de moralidad.» «La no utilización de los cinemas perjudiciales propagada en forma pública de censura social ejercida por una de tantas Ligas moralizadoras, sería el mejor medio de una regeneración progresiva hasta conseguir el ideal.» Carreras.

«Sería de urgente necesidad la previa censura.» C. Serra.

Efectos del cinematógrafo

«Os aseguro que los efectos que las películas producen en los niños, son desastrosos.» Palau.

«El peligro del cinematógrafo no está tanto en su inmoralidad como en la revulsión del sentimiento ineducado y sus daños alcanzan más a los jóvenes y adultos, que a los niños.» Moneva.

«Hay que llamar la atención de los padres y encargados de los niños sobre la frecuencia con que el abuso del cine trastorna a los pequeños colocándoles en sueños intranquilos, terrores nocturnos, convulsiones e incluso verdaderos estados de meningismo más frecuentes de lo que se supone.» Dr. Raduá.

«En cuanto a la niñez es evidente que ya en sí, el cinematógrafo, es algo que impresiona excesivamente, en forma anormal, su cerebro.» «Llevar a los niños a las funciones ordinarias de cinematógrafo, con asesinatos, adulterios, robos, &c., es algo que merece la más enérgica censura.» Sanz Escartín.

«Puedo dar fe de que algunos niños son asaltados en sueños por las visiones recientes de películas terroríficas, y que estos ensueños son contradictorios a su bienestar.» Lleonart.

«Escenas de tal índole, contempladas un día y otro día, han de impresionar nocivamente la imaginación del niño.» Dr. Pi Suñer.

«No cabe duda que la contemplación frecuente de tantos, tan variados y precipitados espectáculos, constituye un excitante de la sensibilidad, una propensión a la inconsistencia mental y un riesgo de alteración del sistema nervioso.» Ossorio.

«Es una diversión de mal gusto y embrutecedora.» Homs.

«Los efectos psicológicos del cinematógrafo son peligrosos por el abuso de los excitantes exteriores. –Ocasiona trastornos en los procesos de formación y asociación de las ideas con las sensaciones. –Ejerce sugestiones que perturban la emocionabilidad normal. –Coacciona la espontaneidad psíquica y fomenta la formación de la idea fija. –Tiende a ahogar la corriente interior de la vida racional y moral bajo la confusa y rápida marejada de las representaciones exteriores. –Introduce posibilidades de evocaciones mentales o impulsoras que pueden ser muy peligrosas, &c.» Baranera.

«Se sostiene merced a un público abigarrado y corrompido que a su vez ha sido elaborado por la asiduidad al cinematógrafo.» Serra y Pagés.

«Conozco en Barcelona barrios enteros sugestionados por el cinema. –Ha alejado al obrero de la tradicional comunidad familiar, alejando la menestralia y la clase alta, del teatro. Se ha llegado a formar un núcleo de técnicos y eruditos del cinematógrafo.» López Picó.

«Los niños son las primeras víctimas.» Cita dos casos, recogidos en su experiencia personal, de excitación nocturna en un niño, al volver del cinematógrafo, y de imitación por otros niños de escenas violentas, vistas en las películas. Vila.

«Se alimenta exclusivamente de casos clínicos y morbosos.» «Si al cinematógrafo quitamos toda la parte sensacional (inmoralidades, injusticia, crímenes) ¿qué le queda?» Segarra.

«No faltan niños precoces que tratan de imitar las escenas criminales y sugestivas.» Tapís.

«El más sencillo análisis de las películas que se representan, salvo las puramente de información, prueba que el cinematógrafo actual es inmoral, antiestético, degradante, y disolvente del verdadero espíritu social.» Barbéns.

II. ¿Debiérase cuando menos alejar de este espectáculo a los niños?

Sí. (tendencia más acentuada a la prohibición como principio, o al apartamiento).

Palau, Sucre, Moneva, Sanz Escartín, Karr, Homs, Baranera, Vogel, Ivon l'Escop, Berrueta, Falguera, Estrany, Vinardell, Vila, Sagarra, Corominas, Tapís, Bosacoma, Carreras, Bernabé, C. Serra, Barbéns, La-Cot, Manjón.

No, previa moralización.

Soler, Raduá, Buylla, Monserdá, Lleonart, Pi Suñer, Ossorio, Bardella, Rahola, Serra y P., Torres García, Sangro, Miró, G. del Real, Biedma, Domingo, Padrós, Casablanca, Jou.

«Alejar a los menores no es una solución si el mismo peligro subiste para emponzoñar a todas las otras personas que forzosamente han de tener tratos con los niños y cuyo ejemplo y acción indudablemente tendrán influencia sobre ellos.» Ainaud.

«La ceguera de las familias en esta cuestión, es desesperante.» Palau.

«Debiérase prohibir la entrada a los menores no acompañados de persona responsable.» Homs.

III. ¿Por qué otro espectáculo o diversión popular podría ser substituido con ventaja el cinematógrafo?

Por juegos y deportes al aire libre.

Palau, Manjón, Raduá, Karr, Pi Suñer, Homs, Baranera, Ivon l'Escop, G. del Real, Vinardell, López Picó, Ainaud, Vila, Domingo, Zulueta, Figueras, Padrós, C. Serra, La Cot.

Desean también un cinematógrafo especial para los niños, con carácter educativo.

Manjón, Moneva, Raduá, Baranera, Rahola, Serra y P., Falguera, Estrany, Miró, G. del Real, Carbonell, Jou.

Abogan por el fomento general de la vida en el campo.

Sucre, Sangro, G. del Real, Ainaud, Bernabé.

Abogan por los espectáculos y bailes nacionales.

Moneva, Bosacoma.

Abogan por el teatro para los niños.

Monserdá, Casablanca.

Abogan por el Guignol.

Karr.

Aboga por la lectura.

Vogel.

Abogan por Cuadros plásticos, artísticos, religiosos, &c.

Baranera, Falguera.

Aboga por soireés para los niños.

Carbonell.

Abogan por el Teatro, para los adultos.

López Picó, Corominas, Bernabé, Figueras.

Abogan por el cinematógrafo mismo, moralizado.

Soler, Sanz Escartín, Buylla, Monserdá, Lleonart, Pi Suñer, Bardella, Baranera, Rahola, Berrueta, Serra y P., Torres García, Sangro, Biedma, Vila, M. Domingo, Carreras, Jou, Barbéns.

Abogan por sesiones, o días especiales para los niños.

G. del Real, Carbonell, Casablanca.

«El cinematógrafo es un negocio. No hay, por lo tanto, otro medio de combatirlo que apoderarse de él los buenos, y transformarlo.» Domingo.

«Si no se hubiere descuidado la educación esportiva y sintiéramos con fervor religioso nacional el teatro, no constituiría hoy el Cinematógrafo peligro alguno.» López Picó.

Cuestión B

B. En nuestras calles se ejerce la libre propaganda de todos los vicios industrializados. Desde la mujer pública, que libremente pasea a todas horas, hasta el anuncio de obscenidades escénicas, libremente expuesto en todas partes, pasando por una inacabable gradación de sugestiones, el ciudadano padece una verdadera coacción de inmoralidad. Si esta supremacía de excitaciones viciosas, proporcionadas siempre con fines lucrativos, es perjudicial para el adulto, es fatalísima para el niño, forzado a atravesar los dominios del vicio para acudir a la escuela.
IV. Si nos fundamos en el hecho de que la inmoralidad de la calle corrompe a los niños y deshace o perturba cuando menos la sacratísima labor educativa del Maestro, ¿podríase legalmente conceder a éste jurisdicción sobre las calles que circundan su escuela para la limpieza moral de las mismas?

Sería deseable.

Palau, Raduá, Sanz Escartín, Buylla, Homs, Vogel, Ivon l'Escop, Torres García, Segarra, Bosacoma, Carreras, Baranera, C. Serra.

Deseable, pero inútil.

Manjón, Pi Suñer, Ossorio, Berrueta, Serra y P., Sangro, Miró, G. del Real, Ainaud, Tapís, Zulueta, Padrós.

No se debiera conceder.

Soler, Moneva, Monserdá, Karr, Lleonart, Biedma, Montoliu, Corominas, Casablanca, Jou.

«La legislación vigente ya reconoce al Maestro facultad de vigilar, saber, comprobar, advertir, denunciar… lo cual es suficiente. No lo hace, porqué ni vivir podría.» Soler.

«El niño es la menor víctima, contra lo que se supone. Su mejor resguardo es la inapetencia misma. –En cuanto a la jurisdicción del maestro público “¿quis custodiet ipsos custodes?”» Moneva.

«Cada uno en su sitio. El maestro educando y los que gobiernan la ciudad suprimiendo la inmoralidad.» Lleonart.

«Debería hacerse la escuela tan atractiva, que los niños la prefirieran a la calle.» G. del Real.

«El que vive en un ambiente domestico de honradez y de amor, se presta como blanda cera, a ser educado para el bien. Solo el hogar forma el espíritu del niño, no la escuela.» Biedma.

«Sólo la acción de apostolado individual puede poner diques a la inmoralidad.» Domingo.

«Es sin embargo muy digno de ser subrayada esta nueva orientación. Hasta hoy, cuando se hablaba de perseguir la inmoralidad callejera se pensaba en el policía: ahora se piensa en el maestro. La sustitución responde a un cambio en todo el sistema de las ideas. –Y la proposición de esta nueva jurisdicción… tiene otro efecto igualmente interesante. Se tiende a que la acción del maestro salga fuera de la escuela. Tendencia general contemporánea que se manifiesta en multitud de obras e instituciones postescolares.» Zulueta.

V. ¿En qué forma material (consejos de barrio, por medio de una junta municipal pedagógico-estética, &c., &c.), podría verificarse la intervención del Maestro en la moralización, o por lo menos, en la neutralización de la vía pública?

Para mayor claridad descomponemos las respuestas en los grupos siguientes:

Aceptan el principio de intervención los siguientes:

Palau, Moneva, Raduá, Sanz Escartín, Buylla, Monserdá, Homs, Ivon l'Escop, Berrueta, Torres García, Tapís, Bosacoma, Baranera, Figueras, Casablanca, Manjón, Sucre, Bardella, Biedma, Karr, Falguera, Carreras, Pi Suñer, Rahola, Estrany, Corominas, Carbonell, Padrós, Ors, Ossorio, Sangro, Vinardell.

Reclaman el cumplimiento de la legislación vigente (del Estado, ordenanza municipales, y acción de la Junta de Protección a la Infancia), los siguientes:

Soler, Pi Suñer, Rahola, Estrany, Corominas, Carbonell, Padrós.

Manifiestan un sentido optativo por la intervención general del Estado.

Sucre, Bardella, Biedma.

Dan su conformidad especial a la idea de una entidad ciudadana (con diversidad de composición: de maestros, padres, moralistas, autoridades, &c.) los siguientes:

Palau, Moneva, Raduá, Sanz Escartín, Buylla, Monserdá, Homs, Ivon l'Escop, Berrueta, Torres García, Tapís, Bosacoma, Baranera, Figueras, Casablanca, Manjón.

Recomiendan también las juntas de barrio, los siguientes:

Karr, Falguera, Carreras, Figueras.

«En los Ayuntamientos, cuando o donde se establezca la Representación corporativa, podrán ejercer la acción, de un modo inmejorable, los representantes de corporaciones de cultura.» Moneva.

«Hay que fomentar la acción privada, por medio de la Asociación. El poder público solo en segunda línea.» Sanz Escartín.

«No hay que remover las atribuciones, de su orden actual.» Lleonart.

«En cuanto a lo de la moral de la calle es cuestión de policía. De policía que naturalmente debe ser entendida, más que como represión, como educación.» Ors.

«Nisi Dominus custodiet civitatem…» El Conde de Dona Marina

«Me parecen bien las intervenciones del maestro, juntas especiales, &c., pero inútil mientras no se destruya el engranaje que apoya la inmoralidad en el caciquismo político.» Ossorio.

«Cualquier fórmula es buena si las personas se ocupan seriamenteHoms.

«Hay en España cien mil problemas que están pidiendo la intervención de la gente culta y honrada con más urgencia.» Villar.

«Temo sea inútil toda intervención.» Serra y P.

«Mi desconfianza no va contra la idea de intervención, puesto que consideraría utilísima una fórmula que estimulase la intervención de padres y maestros mancomunados.» Sangro.

«Podría crearse un cuerpo especial de celadores.» Dr. Estrany.

«Es necesario que la virtud se haga también fisiológica y transmisible.» Miró.

«Soy partidario en principio de todas las asociaciones cuyo objeto sustantivo sea la defensa social contra las invasiones sistemáticas de la demagogia. Hay que separar de estas obras exclusivismos y partidismos que las esterilizan.» Vinardell.

«Aunque intervencionista, me opongo a toda intervención de la autoridad en los graves abusos contra la moral pública que con razón se denuncian, porque hoy la autoridad no representa entre nosotros el espíritu colectivo. Pero en concreto, echaremos mano de todos los instrumentos a nuestro alcance para combatir la podredumbre moral que nos invade. Su nobleza o bajeza no son más que un producto de las propias manos que los emplean… ¡Una fe, sea la que sea!» Montoliu.

«El contenido de estas dos preguntas últimas debería avergonzarnos a todos. ¿Es posible que no estén resueltos en Barcelona los problemas que aquéllas insinúan? Por el honor de mi ciudad, quisiera no creerlo?» López Picó.

«Mucha parte de nuestra desmoralización proviene del deseo en los niños de anticiparse a parecer hombres. Y no hay que decir qué concepto se tiene de lo que significa asemejarse a un hombre. Por lo tanto no hay que confiar sino en la sugestión del ejemplo dado por los que tienen la satisfacción de sentirse más morales que la mayoría de sus convecinos.» Ainaud.

«El mejor modo de la resolver el problema de inmoralidad de la calle es inmunizar a los que andan por ella.» Corominas.

«Dudo de la eficacia de una campana moralizadora mientras la burguesía y clase media esté saturada de inmoralidad.» Pijoan.

Es conocido por último, el sentido opuesto a todo intervencionismo oficial y confiando sólo en la eficacia personal de Maragall.

Personas que han tomado parte en la información

Por orden de la publicación de sus contestaciones. Las cifras indican el número de nuestra revista en que fueron aquéllas publicadas.

D. Juan Maragall (213).

P. Fermín de La-Cot (217). Redactor de la «Revista de Estudios Franciscanos».

D. Juan Palau Vera. Tarrasa, Director del Colegi Ment d'Or.

D. Luis Soler y Casajuana (218). Director del «Diario de Barcelona».

D. Andrés Manjón (218) Granada, Director de las Escuelas del Ave María.

D. José M. de Sucre (218). Secretario del «Ateneo Enciclopédico Popular».

D. Juan Moneva y Puyol (218). Zaragoza, Catedrático de la Universidad.

Dr. D. Enrique O. Raduá (218). Director de «Medicina Social».

D. Eduardo Sanz y Escartín (218) Madrid, del Instituto de Reformas Sociales. Senador.

D. Adolfo A. Buylla (218). Madrid, del Instituto de Reformas Sociales.

Dª. Dolores Monserdá de Maciá (218). Fundadora del Patronat de la Agulla.

D. Carmen Karr (218). Directora de «Feminal».

D. José Lleonart (218).

D. Eugenio d'Ors (218). Del Institut d'Estudis Catalans.

Dr. D. Augusto Pi y Suñer (218). Del Institut d'Estudis Catalans.

El Conde de Doña Marina (218). Madrid.

D. Angel Ossorio (218). Madrid. Diputado.

D. Eladio Homs (218). Director de la Revista de Educación.

Dª. Rosa Bardella (218). Profesora de la Beneficiencia Escolar de Gracia.

D. Emilio H. del Villar (218). Madrid. Director de Nuevo Mundo.

Dr. D. José Baranera (218). Canónigo. De la Asociación de Eclesiásticos para el Apostolado popular.

Dr. Eberardo Vogel (219). Aquisgrán. Profesor en el Real Instituto Técnico.

D. Federico Rahola (219). Director de Mercurio.

Ivon l'Escop (221). Fundador de la Lliga del Bon Mot.

D. Juan Domínguez Berrueta (221). Salamanca.

D. Rosendo Serra y Pagés (221). Profesor en las Escoles Mercantils Catalanes.

D. J. Torres García (221). Artista y profesor.

D. Pedro Sangro y Ros de Olano (226). Madrid. De la Sección Española para la Protección legal de los trabajadores.

D. Luis Falguera (226). Sarriá. De las Escuelas Pías.

Dr. D. Jerónimo Estrany (226). Prof. en las Escoles del Districte VI.

D. Gabriel Miró (226). Alicante.

Dª. Matilde García del Real (226). Madrid. Inspectora de las escuelas.

D. Patrocinio de Biedma (226). Cádiz. Presidente del «Comité de Higiene popular».

D. Arturo Vinardell Roig (227). París. Redactor de La Publicidad.

D. Cipriano de Montolíu (y sucesivos, 227), del Museo Social.

D. José M. López Picó. Secretario de la Económica Barcelonesa de Amigos del País.

D. Manuel Ainaud. Director del Colegio «Nuevo Mont d'Or».

D. Pablo Vila. Director de la Fundación Horaciana de Enseñaza.

D. Fernando de Sagarra.

Dr. D. Corominas Prats. Profesor de Anatomía.

D. Marcelino Domingo. Tortosa. Maestro público.

Dª. Mercedes Tapís de Furest. Vicepresidenta del «Comité de Higiene popular».

Dª. María Carbonell Sánchez. Valencia. Profesora en la Normal.

D. José Pijoan. Roma, del Institut d'Estudis Catalans.

D. J. Bosacoma y Pou. Gerona.

D. Luis de Zulueta. Madrid, de la Institución libre de Enseñanza. Diputado.

D. Luis Carreras. Sabadell, redactor de El Missatger del Sagrat Cor.

D. Bernabé Martí y Bofarull. Tarragona.

D. L. Figueras Dotti, de la Societat d'Estudis Economichs.

Dª. Mercedes Padrós de Jou. Maestra pública.

Dª. Elvira Casablanca.

D. Lorenzo Jou y Olió. Maestro público.

Dª. Carmen Serra de Montaner. Maestra pública.

P. Francisco de Barbéns, redactor de la Revista de Estudios Franciscanos.

Total 54 informantes