Conferencias dominicales sobre la educación de la mujer 21 de febrero - 6 de junio de 1869
Cuatro meses después de haber sido nombrado rector de la Universidad Central de España el presbítero católico Fernando de Castro, ex fraile franciscano que había sido durante quince años, cuando era gilito, capellán de honor y predicador supernumerario de la ex reina Isabel II, impulsa e inaugura una institución que mantiene su actividad quince semanas, un trimestre, las Conferencias dominicales sobre la educación de la mujer.
Conferencias dominicales sobre la educación de la mujer, en el Paraninfo de la Universidad
(El Museo Universal, Madrid 23 de mayo de 1869, XIII:21, página 164; grabado de Valeriano Domínguez Bécquer.)
En septiembre de 1868 había triunfado la Gloriosa, revolución liberal burguesa sazonada de masonería, krausismo y espiritismo, tras vencer el insurrecto general Francisco Serrano sobre el realista general Manuel Pavía en la batalla del cordobés puente de Alcolea (28 de septiembre): una mujer, Su Católica Majestad Doña Isabel II, por la Gracia de Dios y de la Constitución de la Monarquía española, Reina de las Españas, huye dos días después con los suyos al exilio parisino. Y ese mismo día 30 de septiembre publica la Gaceta de Madrid que «la Junta Revolucionaria Provisional de Madrid se asocia por unanimidad al grito conforme del pueblo, que ha proclamado: la Soberanía de la Nación; la destitución de Doña Isabel de Borbón del trono de España; la incapacidad de todos los Borbones para ocuparle», y, además, puesto que «Mendizábal fue el hombre de nuestra regeneración y nuestra revolución, nada más natural que la Junta Provisional decrete: Artículo único. En el día de mañana comenzarán los trabajos para colocar en la plaza del Progreso la estatua del inolvidable Patricio Mendizábal; estatua que costeó el sentimiento liberal, y cuya colocación impidió la ingratitud y la deslealtad. Madrid 29 de Setiembre de 1868», estatua que queda inaugurada el primero de octubre.
«Obligada esta Junta Revolucionaria a desempeñar durante un día más la misión que el Pueblo soberano la ha confiado: Teniendo en cuenta que las separaciones, vacantes y comisiones acordadas a los Ilustres Catedráticos de la Universidad Central, D. Antonio María García Blanco, D. Emilio Castelar, D. Julián Sanz del Río, D. Nicolás Salmerón y Alonso, D. Fernando de Castro, D. Manuel María del Valle y D. Francisco Giner de los Ríos, constituyen un brutal atentado a los fueros de la ciencia y a la dignidad del Profesorado español; la Junta Revolucionaria, como justa reparación a la causa de la honra universitaria, les restablece en las Cátedras que desempeñaban en la Universidad Central, con todos los honores inherentes a su cargo. Madrid 30 de Setiembre de 1868.– Amable Escalante.– Nicolás María Rivero.– Antonio Valles.– Facundo de los Ríos y Portilla.– Manuel García y García.– Mariano Azara.– Miguel Morayta.– Francisco Jiménez de Guinea.– Mariano Vallejo.– José María Carrascón.» (Gaceta de Madrid, jueves 1º de octubre de 1868, nº 275, pág. 2).
«Junta Revolucionaria de Madrid. La Junta provisional Revolucionaria, por acuerdo de este día, en vista de las consideraciones en que la funda, ha acordado admitir la renuncia que del cargo de Rector de la Universidad central, ha hecho el Catedrático de la misma D. Julián Sanz del Río. Madrid 4 de Octubre de 1868.– El Presidente, Joaquín Aguirre. || La Junta provisional Revolucionaria, por acuerdo de este día, ha tenido a bien encargar al Dr. D. Fernando de Castro, Catedrático de la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad central, el Rectorado de la misma, vacante por la renuncia que D. Julián Sanz del Río ha hecho, y le ha sido admitida; debiendo conservar la Cátedra que actualmente desempeña. Madrid 4 de Octubre de 1868.– El Presidente, Joaquín Aguirre.» (Gaceta de Madrid, martes 6 de octubre de 1868, nº 280, pág. 1).
El gobierno provisional revolucionario, y su Ministro de Fomento, Manuel Ruiz Zorrilla, se apresuraron a impulsar una “organización radicalmente liberal” de la instrucción pública: «Por esto una de las primeras disposiciones del Gobierno provisional fue permitir que en los Establecimientos públicos pudiesen explicar cualquier asignatura los ciudadanos que quisieran hacerlo» (asegura el decreto de 26 de diciembre de 1868 que autoriza cátedras de cualquier género en establecimientos de la Nación). Un mes antes de este decreto ya habían comenzado las cátedras populares gratuitas inauguradas por el Rector de la Universidad, y entre los tres primeros intervinientes (el artículo tercero del decreto prescribía que «no se exigirá título académico de ninguna especie a los que soliciten estos permisos, sea cualquiera la materia sobre que hayan de recaer las explicaciones») encontramos al militar Fernando Lozano, junto con José Luis Giner de los Ríos (hermano pequeño de Francisco Giner, nacido en 1843, que también fue profesor en la Academia de Administración Militar) y Eusebio Ruiz Chamorro (que fue después catedrático de Psicología y Ética en el Instituto Cardenal Cisneros de Madrid):
«El lunes comenzaron las cátedras populares gratuitas de San Isidro que el día anterior fueron declaradas abiertas por el señor rector de la Universidad central. En dicho día explicarán sus primeras lecciones los Sres. Chamorro, D. Fernando Lozano y D. José Luis Giner.» (La Discusión. Diario democrático [No más reyes. Viva la República], Madrid, viernes 20 de noviembre de 1868, año XIII, nº 40, pág. 3.)
Las quince Conferencias dominicales sobre la educación de la mujer (21 de febrero a 6 de junio de 1869) fueron todas impartidas por varones, y gracias a que las catorce primeras fueron publicadas (entre otras razones: “como habrá maridos celosos de su sombra y padres anti-revolucionarios”, para que pudieran ilustrarse con ellas “las señoras aficionadas al antiguo recogimiento que tan bien sienta en su opinion a matronas y doncellas”), disponemos de magnífico arsenal ideológico del momento, enriquecido con la publicación de algunas de las lecturas que, antes o después del conferenciante titular, realizaban en la misma ceremonia dominical otros varones invitados: el presbítero catedrático y decano de Filosofía y Letras, Antonio María García Blanco, titular de la décimotercia conferencia, llegó a firmar tres de los diecinueve opúsculos publicados:
Los predicadores dominicales de 1869 sobre la educación de la mujer y sus sermones
Esta relación de conferencias y conferenciantes se reordena pulsando en el nombre de cada campo
Para facilitar búsquedas de conjunto se han dispuesto todos los textos publicados en una sola página:
Textos de los diecinueve opúsculos publicados de las Conferencias dominicales sobre la educación de la mujer (Madrid 1869)
(ejemplos: Dios = 222 veces ❦ materia* = 65 veces ❦ España = 25 veces ❦ cultura = 29 veces ❦ felicidad = 20 veces &c.
[•] «explicación. Se nos pide que publiquemos la siguiente: “Hace poco tiempo figura en los círculos médicos de Madrid D. P. Santiago Casas, doctor en medicina por la Facultad de París, redactor de los Archivos de medicina y del Veritas, que se publican en Barcelona, autor de unos artículos publicados en varios periódicos sobre libertad de enseñanza, y que en unión del Sr. Delgado Jugo ha abierto una clínica de enfermedades de la mujer. Hacemos esta indicación, porque la igualdad de apellidos ha dado lugar a que se le confunda por muchas personas con el profesor clínico de la Facultad de Madrid D. Rogelio Casas de Batista, doctor del claustro de la Universidad central”.» (El Siglo Médico, Madrid, 29 de noviembre de 1868, pág. 768.)
Las conferencias dominicales fueron instituciones ya presentes durante la primera mitad del siglo XIX en algunas universidades españolas, como ejercicios complementarios reglados y vigilados por moderantes (así en Sevilla por 1827 y en Cervera cuando estudiaba Jaime Balmes). Tres de los primates de estas Conferencias dominicales sobre la educación de la mujer eran presbíteros católicos: Fernando de Castro, Antonio María García Blanco y Tomás Tapia Vela, conocedores de tal institución y rótulo. De hecho el mismo García Blanco, al finalizar el mismo mes en el que había sido rehabilitado como catedrático junto con Fernando de Castro, anunciaba la puesta en marcha de unas conferencias dominicales sobre los Salmos, en el aula número 8 de la madrileña universidad central, inmediatamente después de la apertura del novedoso y revolucionario curso académico (La Correspondencia de España, Madrid, 31 octubre 1868). En el contexto anticlerical del momento algunos veían en estas conferencias dominicales, además, una alternativa, más que un complemento, al tradicional monopolio adoctrinador de las ceremonias dominicales católicas. Sin ir más lejos, y en palabras del catedrático Joaquín María Sanromá en la primera de estas conferencias dominicales:
«Sobre todo, es preciso acostumbrar a la mujer a no admitir en el seno de la familia más que aquellas influencias legítimas y naturales que deben rodearla constantemente. Que no haya sombras, que no haya oráculos que vengan a interponerse entre las esposas y los esposos, entre los padres y los hijos […], no vengan fuerzas extrañas a contenerlas o con pretexto de encauzarlas; porque allí donde estas fuerzas extrañas existen; allí donde, en nombre de un principio, cualquiera que éste sea, hay entidades que se interponen entre el esposo y la esposa, entre el padre y el hijo, allí la familia no vive de su vida propia, sino de la vida que le prestan en otra parte; allí la paz y la tranquilidad domésticas corren constante peligro; allí la familia no existe realmente; allí la familia no es familia, sino simple sucursal de otra familia invisible, siquiera sea más poderosa.»
A comienzos de febrero de 1869 entienden algunos la conveniencia de extender las conferencias dominicales que en noviembre de 1868 había iniciado en la universidad el presbítero García Blanco, sobre asunto tan intemporal y arcaico como los Salmos, a cuestión más urgente en aquellos primeros meses de ausencia de los Borbones, donde las ociosas mujeres burguesas de la corte se aburrían y convenía llenar el vacío que en sus ritmos había provocado la ausencia de la mujer Isabel II, con todas sus consecuencias sociales en rutinas, costumbres y hábitos bien arraigados.
«Parece que algunos profesores de la universidad Central, en unión con algunos distinguidos y elocuentes oradores, van a establecer conferencias dominicales en las cátedras de aquel establecimiento consagradas a la instrucción de la mujer.» (El Imparcial, diario liberal de la mañana, Madrid, 12 de febrero de 1869, pág. 2.)
«El Ateneo artístico y literario de señoras celebra hoy domingo, a las dos de la tarde, una conferencia, en la que explicarán sobre historia, geografía y física, reputados catedráticos, y se leerán algunos artículos morales de conocidas escritoras. Las invitaciones se han repartido por el correo interior. Deseamos prosperidades al femenino Ateneo. A propósito de esto se nos ocurre una pregunta: ¿Es contra reglamento invitar para las conferencias dominicales a la prensa madrileña?» (La Iberia, Madrid, domingo 14 de febrero de 1869, pág. 2.)
«El domingo, 21, a las dos de la tarde, tendrá lugar en el antiguo salón de grados de la Universidad la inauguración de las “Conferencias dominicales sobre la educación de la mujer”, que han iniciado y promovido algunos catedráticos. Presidirá el señor ministro de Fomento, el rector de la Universidad leerá un breve discurso, y el Sr. Sanromá, profesor del Conservatorio de artes, dará la primera conferencia, cuyo tema es “Educación social de la mujer”. La entrada es pública y no se reparten papeletas, pues hay sitio especial para que las señoras que asistan puedan estar cómodamente colocadas. Con motivo de esta solemnidad, se ha anticipado la hora de la apertura de la “Sociedad antropológica”, que se verificará el mismo día y en el mismo local a la una en punto.» (La Correspondencia de España, Madrid, 18 de febrero de 1869, pág. 2.)
«El domingo, 21, a las dos de la tarde, tendrá lugar en el antiguo salón de grados de la universidad, la inauguración de las Conferencias dominicales sobre la educación de la mujer, que han iniciado y promovido algunos catedráticos. Presidirá el señor ministro de Fomento, el rector de la universidad leerá un breve discurso, y el Sr. Sanromá, profesor del Conservatorio de Artes, dará la primera conferencia, cuyo tema es educación social de la mujer. La entrada es pública y no se reparten papeletas, pues hay sitio especial para que las señoras que asistan puedan estar cómodamente colocadas. Con motivo de esta solemnidad, se ha anticipado la hora de la apertura de la Sociedad antropológica, que se verificará el mismo día y en el mismo local a la una en punto.» (El Imparcial, Madrid, 19 de febrero de 1869, pág. 2.)
El mismo día en que habían de inaugurarse estas conferencias dominicales publica el semanario dominical ilustrado El Museo Universal una decidida bienvenida y ambientación contextual del proyecto que nace, titulada “Nuevos progresos de nuestra cultura intelectual”, firmada nada menos que por el mero mero Francisco Giner, otro de los profesores restablecidos por la Junta Revolucionaria el 30 de septiembre de 1868, junto con Antonio M. García Blanco, Emilio Castelar, Julián Sanz del Río, Nicolás Salmerón, Fernando de Castro y Manuel María del Valle:
«A la inauguración del Ateneo de señoras, celebrada el día 2 bajo la presidencia del rector señor Castro, que pronunció un importantísimo discurso sobre la misión del nuevo establecimiento (cuyas clases ya han comenzado), seguirá la de conferencias dominicales que este infatigable y querido maestro de la juventud y de la cultura patria está organizando con análogo fin, aunque por diferentes medios. En estas conferencias, encomendadas a distinguidos profesores y oradores, se abrazará la educación de la mujer en sus diversos elementos y aspectos, el religioso, el moral, el doméstico, el científico, el estético y artístico, etcétera, &c. Si se tiene en cuenta que antes de poder interesar a la mujer española de hoy día en una serie de estudios continuados, es de todo punto necesario que adquiera clara idea y plan de lo que debe ser su educación, se comprenderá la utilidad de las conferencias proyectadas.» (Francisco Giner de los Ríos, “Nuevos progresos de nuestra cultura intelectual”, El Museo Universal, Madrid, 21 de febrero de 1869, pág. 59.)
primera conferencia dominical sobre la educación de la mujer21 febrero 1869
→ Fernando de Castro, Discurso inaugural. Carácter de la educación de la mujer (18 páginas)
→ Joaquín María Sanromá, Educación social de la mujer (22 páginas)
→ Concepción Arenal, primera conferencia
Advierta el lector los hábitos de la prensa mercenaria, sumisa, o aduladora al reproducir la gacetilla oficiosa de la sesión inaugural de estas conferencias dominicales, distribuida la misma tarde de ese domingo por quien tenía tal cometido y capacidad para propagar el relato interesado de lo sucedido: «Bajo la presidencia del ministro de Fomento […] El discurso leído por el rector de la Universidad D. Fernando de Castro ha sido frecuentemente interrumpido por los entusiastas aplausos de la distinguida concurrencia que ocupaba el salón. […] Este discurso, bello en su forma […] creemos que debiera haberse distribuido con más profusión. […] No menos notable y aplaudida fue la conferencia del Sr. Sanromá…» La Correspondencia de España publica esa nota oficiosa el mismo domingo en su edición de noche; El Diario Español la reproduce íntegra el lunes; La Cosa Pública difunde sólo el principio e ignora al conferenciante; La Iberia cumple copiando toda la nota y aún añade pullita a los “neos”; El Magisterio Español y El Criterio Espiritista la resumen, pero no prescinden, por ejemplo, de fórmulas caracerísticas como: “frecuentemente interrumpido”, “entusiastas aplausos”, “distinguida concurrencia”… La maquinaria estaba engrasada.
«Bajo la presidencia del ministro de Fomento y director de Instrucción pública se ha celebrado hoy en el salón de grados de la Universidad la inauguración de las conferencias dominicales para la educación de la mujer. El discurso leído por el rector de la universidad D. Fernando de Castro ha sido frecuentemente interrumpido por los entusiastas aplausos de la distinguida concurrencia que ocupaba el salón. Este discurso, bello en su forma, está nutrido de pensamientos notables acerca de los deberes de la mujer en la sociedad, y creemos que debiera haberse distribuido con más profusión. No menos notable y aplaudida ha sido la conferencia del Sr. Sanromá, que ha versado sobre lo que ha sido, es y debe ser la educación social de la mujer en la sociedad doméstica, en la sociedad civil y en la política. El orador ha demostrado la necesidad de que el bello sexo se convenza de que la enseñanza adquirida en el colegio no es suficiente para llenar todas las necesidades a que la posición de la madre de familia se ve obligada en las sociedades modernas, y que sin temor al dictado de marisabidillas, que puede suponer una instrucción superficial y sin solidez, deben aspirar a profundizar el estudio de ciencias útiles, cuyo dominio no puede estar monopolizado por el hombre.» (La Correspondencia de España, Madrid, domingo 21 de febrero de 1869, número 4111 de la noche, pág. 3.)
«Bajo la presidencia del ministro de Fomento y director de Instrucción pública se celebró ayer en el salón de grados de la Universidad la inauguración de las conferencias dominicales para la educación de la mujer. El discurso leído por el rector de la Universidad D. Fernando de Castro ha sido frecuentemente interrumpido por los entusiastas aplausos de la distinguida concurrencia que ocupaba el salón. Este discurso, bello en su forma, está nutrido de pensamientos notables acerca de los deberes de la mujer en la sociedad, y creemos que debiera haberse distribuido con más profusión. No menos notable y aplaudida fue la conferencia del Sr. Sanromá, que versó sobre lo que ha sido, es y debe ser la educación social de la mujer en la sociedad doméstica, en la sociedad civil y en la política. El orador demostró la necesidad de que el bello sexo se convenza de que la enseñanza adquirida en el colegio no es suficiente para llenar todas las necesidades a que la posición de la madre de familia se ve obligada en las sociedades modernas, y que sin temor al dictado de marisabidillas, que puede suponer una instrucción superficial y sin solidez, deben aspirar a profundizar el estudio de ciencias útiles, cuyo dominio no puede estar monopolizado por el hombre.» (El Diario Español, político y literario, Madrid, lunes 22 de febrero de 1869, pág. 4.)
«Bajo la presidencia del ministro de Fomento y director de Instrucción pública, se celebró ayer en el salón de grados de la Universidad, la inauguración de las conferencias dominicales para la educación de la mujer. El discurso leído por el rector de Universidad, D. Fernando de Castro, fue frecuentemente interrumpido por los entusiastas aplausos de la distinguida concurrencia que ocupaba el salón.» (La Cosa Pública, Madrid, 22 febrero 1869, nº 73, pág. 2.)
«Inauguración. Bajo la presidencia del ministro de Fomento y director de Instrucción pública, se celebró el domingo en el salón de grados de la Universidad la inauguración de las conferencias dominicales para la educación de la mujer. El discurso leído por el rector de la Universidad, don Fernando de Castro, ha sido frecuentemente interrumpido por los entusiastas aplausos de la distinguida concurrencia que ocupaba el salón. Este discurso, bello en su forma, está nutrido de pensamientos notables acerca de los deberes de la mujer en la sociedad, y creemos que debiera haberse distribuido con más profusión. No menos notable y aplaudida fue la conferencia del señor Sanromá, que ha versado sobre lo que ha sido, es y debe ser la educación social de la mujer en la sociedad doméstica, en la sociedad civil y en la política. El orador ha demostrado la necesidad de que el bello sexo se convenza de que la enseñanza adquirida en el colegio no es suficiente para llenar todas las necesidades a que la posición de la madre de familia se ve obligada en las sociedades modernas, y que sin temor al dictado de marisabidillas, que puede suponer una instrucción superficial y sin solidez, deben aspirar a profundizar el estudio de ciencias útiles, cuyo dominio no puede estar monopolizado por el hombre. Como el señor Sanromá opinan todos los hombres que no reniegan de su siglo; es decir, todos, menos los neos.» (La Iberia, Madrid, 25 febrero 1869, pág. 4.)
«Cuando en los siglos venideros escriba un filósofo la historia del progreso en España, citará, acompañándola de reflexiones profundas, una fecha: el 21 de Febrero de 1869. ¿Se ha dado en este día alguna gran batalla en que ha triunfado la justicia? ¿Una Asamblea ha promulgado como ley algún derecho, hasta allí desconocido o negado? ¿Se han agitado las masas como el mar embravecido, y en las oleadas de su cólera han sepultado en el abismo algún impío error, han levantado hasta el cielo alguna verdad santa? No. El 21 de Febrero de 1869 no ha sucedido ninguna de estas cosas. Ni estruendo marcial, ni aclamaciones de las masas, que se han apercibido siquiera que allá en la Universidad central se reunían algunas personas en el salón de grados. ¿Se iba a conferir alguno? Tal vez. El señor ministro de Fomento llegaba, y el señor rector y algunos catedráticos; muchas señoras corrían impacientes en busca de local que ya no había, y era tal su actividad y el interés con que buscaban lugar en que colocarse, que no parecía sino que el graduando era hijo de todas y de cada una. ¿Pero dónde estaba el joven que con tanta ansia querían ver y escuchar?» (Concepción Arenal, “Conferencias dominicales para la educación de la mujer”, La Reforma, Madrid, 25 febrero 1869, pág. 1.)
«Bajo la presidencia del Ministro de Fomento y director de Instruccion pública, se ha celebrado en el salon de grados de la Universidad la inauguracion de las conferencias dominicales para la educacion de la mujer. El discurso leído por el Rector de la Universidad Don Fernando de Castro, fue frecuentemente interrumpido por los entusiastas aplausos de la distinguida concurrencia que ocupaba el salón. No menos notable y aplaudida ha sido la conferencia del Sr. Sanromá, que ha versado sobre lo que ha sido, es y debe ser la educacion social de la mujer en la sociedad doméstica, en la sociedad civil y en la política.» (El Magisterio Español, Madrid, 28 de febrero de 1869, pág. 4.)
«Conferencias dominicales para la educación de la mujer.– El domingo 21 de Febrero, y bajo la presidencia del Sr. Ministro de Fomento y Director de Instrucción pública, se verificó en el salón de grados de la Universidad, la inauguración de las conferencias dominicales para la educación de la mujer. El Sr. D. Fernando de Castro, rector de la Universidad central, leyó un brillante discurso, habiendo sido frecuentemente interrumpido por los entusiastas aplausos de la distinguida concurrencia que ocupaba el salón. No menos notable y aplaudida fue la conferencia del Sr. Sanromá, que versó acerca de lo que ha sido, es y debe ser la educación social de la mujer en la sociedad doméstica, en la sociedad civil y en la política.» (El Criterio Espiritista, revista mensual, Madrid, febrero de 1869, nº 6, pág. 128 [32].)
segunda conferencia dominical sobre la educación de la mujer28 febrero 1869
→ Juan de Dios de la Rada Delgado, La educación de la mujer por la historia de otras mujeres (14 páginas)
→ Concepción Arenal, segunda conferencia
Tras las dos primeras tenidas dominicales consagradas a la educación de la mujer pareció necesaria una reunión de “hombres distinguidos” (podían haber convocado a Concepción Arenal, por ejemplo, para romper tanta ausencia femenina) que bajo la presidencia del presbítero rector aconsejasen la mejor continuidad de proyecto tan rápidamente cuajado: una de las decisiones que se adoptaron en esa reunión celebrada en la Universidad central fue la de intentar publicar y vender a módico precio los discursos alli pronunciados. Como ya se quejaba la primera nota oficiosa antes mencionada, “creemos que debiera haberse distribuido con más profusión” el texto inaugural del Rector, cabe suponer que ya circulaba impreso antes del acto, en edición informal para prensa y parroquia: de ahí que, cuando se publique de nuevo esa intervención, con el formato adoptado para la edición de los demás textos de las conferencias dominicales, se haga figurar que es “segunda edición”.
«El miércoles se celebró en la Universidad central, bajo la presidencia del señor rector, D. Fernando de Castro, una reunión de hombres distinguidos en las letras y el profesorado, con el objeto de acordar lo más conveniente al desarrollo y mejor aplicación de la idea de las conferencias y lecturas públicas. La reunión fue bastante numerosa y tuvo ese carácter sencillo y puramente familiar que distingue a todas las que celebran los hombres de estudio cuando se trata de algún asunto que interese de cerca a la propagación del saber y a la ilustración del pueblo. Quedaron acordadas las verdaderas bases para la aplicación del pensamiento de las Conferencias dominicales, y desde luego se procuró preparar los trabajos para la sesión del domingo, en que leerán antes y después de la conferencia, los Sres. D. Joaquín Arjona y D. Ramón Campoamor, este algún pasaje de su nuevo poema El drama universal, que tanto escita la curiosidad de los aficionados. La reunión del domingo promete ser brillante.» (La Época, Madrid, viernes 5 de marzo de 1869, pág. 4.)
Cabe suponer que se debe a la pluma del presbítero Félix Lázaro García, fundador y director del bisemanal El amigo verdadero del pueblo, periódico católico (que comienza a publicarse en Segovia el 21 de noviembre de 1868, como reacción a la septembrina y su voluntad de robar a España su gran tesoro: la unidad de cultos), el editorial sin título de su número 31, en el que combate desde la ortodoxia las atrevidas opiniones del rector presbítero en su discurso inaugural, que hemos rotulado “Fernando de Castro contra las mujeres que hacen voto de virginidad”. El pobre Félix Lázaro García se murió tras corta enfermedad un mes después, por lo que no pudo seguir combatiendo incansable tanta degeneración:
«¿Qué se puede esperar de un Gobierno que pone al frente del primer establecimiento público de enseñanza de la nación a un D. Fernando de Castro que, aunque ministro de la Religión católica, su catolicismo aparece dudoso desde el momento en que al inaugurar las Conferencias dominicales para la educación de la mujer ha vertido en su discurso conceptos que no están en armonía con la fe ortodoxa y con las disposiciones de la Iglesia?» (“[Fernando de Castro contra las mujeres que hacen voto de virginidad]”, El amigo verdadero del pueblo, periódico católico, Segovia, 6 de marzo de 1869, número 31, págs. 1-4.)
«Lo que en extremo nos agrada es la determinacion tomada en las conferencias dominicales de esta universidad de formar una asociacion con objeto de publicar y vender a módico precio los discursos que forman dichas conferencias, con lo cual podrán ilustrarse las señoras aficionadas al antiguo recogimiento que tan bien sienta en su opinion a matronas y doncellas. En efecto, como habrá maridos celosos de su sombra y padres anti-revolucionarios, aprobamos esa medida que corta el nudo de muchas dificultades con general provecho.» (Nicolás Díaz Benjumea [1829-1884], “Revista de la Semana”, El Museo Universal, Madrid, 7 de marzo de 1869, pág. 2.)
tercera conferencia dominical sobre la educación de la mujer7 marzo 1869
→ Francisco de Paula Canalejas, La educación literaria de la mujer (26 páginas)
→ Concepción Arenal, tercera conferencia
Quien tenía voluntad de extender el progreso asociado a estas conferencias dominicales y capacidad para propagar consignas ideológico políticas, difunde un texto destinado a ser publicado por la prensa mercenaria, sumisa, o aduladora de “nuestras capitales de provincia”, de manera que los lectores de Murcia o Badajoz, por ejemplo, creerían estar leyendo gacetilla emanada del ardor de algún plumilla de su periódico local:
«En Madrid se han fundado, con general aceptación, unas Conferencias Dominicales encaminadas a perfeccionar, con escritos y discursos la educación de la mujer. Las más distinguidas señoras acuden a oír esas lecciones, en las cuales una moral pura, una razón serena y elevada, y un espíritu ajeno a todo linaje de funestas preocupaciones, proporcionan a la mujer novísimas enseñanzas acerca de su naturaleza, y de la misión que, como esposas y madres, deben desempeñar en la sociedad moderna. ¿Por qué nuestras capitales de provincia no propagan este género de instituciones? ¿Por qué no trabajan en favor de este pensamiento que tanto puede contribuir a la regeneración de nuestro país? Discursos, manifestaciones, lecturas públicas, asociación de fuerzas y de ideas, he aquí lo que constituye el reinado de la libertad. Vivir en la inercia y en la holganza es vivir en la servidumbre; y los pueblos caen fatalmente en ella cuando no distinguen por sus resultados la diferencia entre un régimen de opresión y otro de vida y libertad.» (La Paz de Murcia, diario monárquico-democrático, Murcia, viernes 12 de marzo de 1869, pág. 1.)
«En Madrid se han fundado, con general aceptación, unas Conferencias Dominicales encaminadas a perfeccionar, con escritos y discursos, la educación de la mujer. Las más distinguidas señoras acuden a oír esas lecciones, en las cuales una moral pura, una razón serena y elevada, y un espíritu ajeno a todo linaje de funestas preocupaciones, proporcionan a la mujer nobilísimas enseñanzas acerca de su naturaleza, y de la misión que, como esposas y madres, deben desempeñar en la sociedad moderna. ¿Por qué las capitales de provincia no propagan este género de instituciones? ¿Por qué no trabajan en favor de este pensamiento que tanto puede contribuir a la regeneración de nuestro país? Discursos, manifestaciones, lecturas públicas, asociación de fuerzas y de ideas, he aquí lo que constituye el reinado de la libertad. Vivir en la inercia y en la holganza, es vivir en la servidumbre y los pueblos caen fatalmente en ella cuando no distinguen por sus resultados las diferencias entre un régimen de opresión, y otro de vida y libertad.» (Crónica de Badajoz, periódico liberal, Badajoz, sábado 13 de marzo de 1869, pág. 1.)
→ La Sociedad Espiritista Española aprueba en su sesión de 13 de marzo de 1869 el “Reglamento de la Sociedad Espiritista Española”.
cuarta conferencia dominical sobre la educación de la mujer14 marzo 1869
→ Fernando Corradi, De la influencia del cristianismo sobre la mujer, la familia y la sociedad (36 páginas)
→ Antonio María Segovia, Del lujo (22 páginas)
→ Concepción Arenal, cuarta conferencia
[ en proceso ]
quinta conferencia dominical sobre la educación de la mujer21 marzo 1869
→ Rafael M. de Labra, La mujer y la legislación castellana (35 páginas)
→ Antonio María García Blanco, Lamentos de Jeremías (16 páginas)
→ A. M. S., quinta conferencia
«La doctrina de la emancipación de la mujer ha recibido sus más terribles golpes a causa del carácter y de la forma con que se ha presentado. La propaganda convulsionaria y cataléptica de las renovadoras yankees e inglesas, las desordenadas teorías y las lúbricas prácticas del sansimonismo francés, las exageraciones de los esprits forts femeninos, que han llegado a escribir el evangelio del amor libre, y a sostener que “el hombre, después de todo, no es más que una mujer imperfecta”; estos han sido, quizá más que nuestras groseras costumbres y que los intereses creados y que vuestras mismas preocupaciones, el formidable enemigo de la rehabilitación, mejor aún, de la redención del sexo débil.» (Rafael M. de Labra, La mujer y la legislación castellana, pág. 32.)
sexta conferencia dominical sobre la educación de la mujer28 marzo 1869
→ Santiago Casas, La higiene de la mujer (30 páginas)
→ Concepción Arenal, sexta conferencia
«Otras son las tendencias; otro el objeto de las conferencias dominicales empezadas en la Universidad de Madrid, y otra también sin duda la clase social a cuya mejora se dirigen, pues no son las obreras y artesanas cuyo trabajo deseaban aumentar Jovellanos y Campomanes, a quienes puede convenir este programa trazado en el discurso del Sr. Castro.» (“Discurso que en la inauguración de las conferencias dominicales para la educación de la mujer leyó en la universidad de Madrid el Dr. D. Fernando de Castro, Profesor de Historia y Rector de la misma Universidad, el 21 de febrero de 1869”, Revista de España, Madrid, 31 de marzo de 1869, nº 26, págs. 319-320.)
séptima conferencia dominical sobre la educación de la mujer4 abril 1869
→ Antonio M. García Blanco, Escuela de madres de familia (20 páginas)
«Así dije entonces [domingo 2 de enero de 1842], señoras, y creo que lo mismo puedo decir hoy, sirviéndome esta rápida lectura de inauguración de las Conferencias de Educación conyugal que estoy comprometido a daros, y las cuales no serán otra cosa que las Lecciones de maternidad que entonces compuse y dije, adaptadas hoy a las particulares condiciones de nuestras Conferencias. Sirva, pues, esta lectura de Introducción al asunto, y de preparación para la Conferencia que va a daros nuestro dignísimo colaborador el Sr. Moret y Prendergast, cuya elocuentísima palabra os incitará, mucho más, a oír lo que en su día os pueda decir yo sobre tan interesante materia.» (Antonio M. García Blanco, Presbítero, Profesor y Decano de la Facultad de Filosofía y Letras, Escuela de madres de familia, págs. 19-20.)
→ Segismundo Moret Prendergast, Influencia de la madre sobre la vocación y profesión de los hijos (20 páginas)
→ Concepción Arenal, séptima conferencia
octava conferencia dominical sobre la educación de la mujer11 abril 1869
→ José Echegaray, Influencia del estudio de las ciencias físicas en la educación de la mujer (19 páginas)
→ Concepción Arenal, octava conferencia
novena conferencia dominical sobre la educación de la mujer18 abril 1869
→ Gabriel Rodríguez, Influencia de las ciencias económicas y sociales en la educación de la mujer (25 páginas)
→ Concepción Arenal, novena conferencia
décima conferencia dominical sobre la educación de la mujer25 abril 1869
→ Florencio Álvarez-Ossorio, Algunas consideraciones generales sobre el matrimonio (27 páginas)
→ Francisco Asenjo Barbieri, La música y la mujer (24 páginas)
→ Concepción Arenal, décima conferencia
undécima conferencia dominical sobre la educación de la mujer2 mayo 1869
→ José Moreno Nieto, Influencia de la mujer en la sociedad (16 páginas)
→ Concepción Arenal, undécima conferencia
duodécima conferencia dominical sobre la educación de la mujer9 mayo 1869
→ Tomás Tapia, La religión en la conciencia y en la vida (41 páginas)
→ Concepción Arenal, duodécima conferencia
décimatercera conferencia dominical sobre la educación de la mujer16 mayo 1869
→ Antonio M. García Blanco, Educación conyugal de la mujer (24 páginas)
→ Concepción Arenal, décimatercera conferencia
décimacuarta conferencia dominical sobre la educación de la mujer23 mayo 1869
→ Francisco Pi y Margall, La misión de la mujer en la sociedad (17 páginas)
→ Concepción Arenal, décimacuarta conferencia
«Habiendo acordado la academia de Conferencias y Lecturas de la universidad consagrar la del domingo, última del presente curso, en favor de los asilos de mendicidad del Pardo y Aranjuez, ha dispuesto con aquel fin que las señoras, a quienes están dedicadas las conferencias, tengan entrada libre por la puerta principal de la universidad, reservando a sus sentimientos caritativos ofrecer la limosna que gusten en la bandeja que se colocará a la entrada. Los caballeros que no pertenezcan a la Academia, entrarán por la puerta exterior del paraninfo, mediante la limosna de una peseta. La conferencia está a cargo de D. Emilio Castelar, y se verificará a las tres de la tarde, como de costumbre: las lecturas en prosa y verso se harán por los señores D. Cayetano Rosell, D. Ventura Ruiz Aguilera, D. Eduardo Bustillo y D. Evaristo Silió.» (La Correspondencia de España, Madrid, viernes 28 de mayo de 1869, pág. 3.)
«Por hallarse indispuesto el Sr. D. Emilio Castelar no habrá conferencia dominical mañana en la Universidad, como teníamos anunciado. La conferencia, sin embargo, se celebrará el domingo siguiente y con mayor solemnidad aún para obtener todo el beneficio posible en favor de los establecimientos de mendicidad, a los cuales la consagra la academia por ser la última del presente curso.» (La Correspondencia de España, Madrid, sábado 29 de mayo de 1869, pág. 3.)
«Para hoy domingo se habia fijado la celebracion de la Conferencia en que debe resonar la voz elocuente del orador republícano señor don Emilio Castelar. Muchas son las personas que se proponian concurrir al Paraninfo, secundando así las miras benéficas que han presidido en la determinacion de esta especie de solemnidad literaria, que, a no dudarlo, será una de las más notables ofrecidas por la asociacion de conferencias y lecturas públicas.» (El Museo Universal, Madrid, domingo 6 de junio de 1860, pág. 7.)
décimaquinta conferencia dominical sobre la educación de la mujer6 junio 1869
→ Concepción Arenal, décimaquinta conferencia