Filosofía en español 
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Juan Valero de Tornos

Crónicas retrospectivas
(Recuerdos de la segunda mitad del siglo XIX)
 
por un portero del Observatorio
(Juan Valero de Tornos)
con un prólogo de
Jacinto Octavio Picón

 
 
Madrid
Imprenta de Ricardo Rojas
Campomanes, 8.– Teléfono 316
1901

 

Índice

I.– Crónicas retrospectivas (Recuerdos de la segunda mitad del siglo XIX), 1.

II.– 1854.– La tertulia de la Reina Madre.– El Murciélago.– 17 de Julio del 54.– Los periódicos.– Pucheta.– La Reina Cristina en Francia.– Teatros, 11.

III.– La Virgen revolucionaria.– 1856.– Escosura y el Conde de Lucena.– Los milicianos.– La vida de Juan Soldado.– Coro de ángeles.– Los poetas.– La Unión Liberal.– 1857.– 1858.– El Contemporáneo.– Casos y cosas, 25.

IV.– La guerra de África y algunas cosas más.– 1859 a 1862.–Reuniones en casa de Molins.– Las minorías de las Cortes del 60.– Los neocatólicos.– Comediantes y toreros.– El Año 61, periódico, 33.

V.– Los teatros en 1862.– Capellanes.– El hijo de D. José.–Varias noticias y modas.– Muchos Ministros.– La embajada annamita.– Los terremotos de Manila.– La Tertulia progresista.– Banquete de los Campos Elíseos, 46.

VI.– Los tiempos de D. José Salamanca, 59.

VII.– Muñoz Torrero.– Revolución y evolución.– La Iberia.– Periódicos antiguos y modernos.– Los teatros.– El café de la Iberia.– La noche de San Daniel.– El 3 de Enero, 73.

VIII.– La gorda, es decir, la primera gorda.– D. José de Olózaga.– El 22 de Junio de 1866.– San Gil.– El cuartel de la Montaña.– La Junta revolucionaria.– La crisis del 10 de Julio.– Cuatro «tiritus».– Doña Carolina Coronado.– Carlos Rubio, 87.

IX.– Rossi.– Julián Romea.– El teatro Real en 1866.– María Buschental y D. José Rivero.– El baile del Conservatorio.– Las Exposiciones de pinturas.– El colegio de Masarnau.– El duque de la Torre.– El veraneo, 101.

X.– Una carta de D. Juan Manuel Martínez.– El Duque de Valencia.– Dos anécdotas.– Las Cortes de 1867.– La conspiración en el extranjero.– Los Reyes de Portugal.– Baile en La Granja.– El rigodón de honor.– El General Prim.– Muerte del General O’Donnell.– Palabras del Duque de Valencia, 113.

XI.– Los Bufos Madrileños.– 21 de Septiembre de 1866.– El Joven Telémaco.– Las suripantas.– Ramos y Lustonó.– En la plaza del Rey.– Santisteban.– En la Zarzuela.– En el Circo de Rivas.– En Paul.– Actores bufos, 127.

XII.– La buena sociedad de 1867.– En casa de González Brabo.– Muerte del general Narváez.– Épocas de su poder.– El nuevo Ministerio.–Prisión y destierro de los generales.– Bodas de la Infanta Isabel.– El sport.– La Castellana en 1868.– Los alfonsinos, 137.

XIII.– Historia de los teatros por horas.– El café del Recreo.– Variedades, Vallés, Lujan y Riquelme.– Apolo y Novedades.– Lara.–El teatro de la Zarzuela.– El teatro de la Comedia.– La Princesa.– El Jardín del Retiro, 149.

XIV.– El verano del 68.– En Guipúzcoa.– El Marqués de Roncali.– D. Martín Belda.– El grito en Cádiz.– Novaliches y el Duque de la Torre.– Alcolea, 165.

XV.– La Gloriosa.– El 29 de Septiembre.– Primera Junta revolucionaria.– Asalto del Parque.– Segunda Junta revolucionaria.– Los decretos.– En Palacio.– La reina pasa la frontera.– En Pau, 175.

XVI.– En París.– Hotel du Pavillon de Rohan.– Los que fueron.– Palacio de Castilla.– La Prensa monárquica.– La Gorda.– La Suavidad.– En Madrid.– Los que conspiraban en París en 1869 y 70.– Jamás, jamás, jamás.– En Bayona.– La abdicación, 185.

XVII.– Otra, vez en Madrid.– Gobierno provisional.– Las Constituyentes.– Candidatos al trono.– Desórdenes.– 22 de Marzo.– Regencia del duque de la Torre y proclamación de la Constitución.– Guerra carlista.– Sociedad y teatros, 201.

XVIII.– La interinidad.– Duelo entre el Infante D. Enrique y el duque de Montpensier.– La partida de la porra y el Casino carlista.– Los teatros en 1870.– Ley de elección de monarca y abdicación de Doña Isabel.– En Italia.– Asesinato del general Prim, 211.

XIX.– Basta de política.– La Farmacia.– Su nacimiento.– Sin Reglamento.– El cólera.– Los socios.– El Regatero y el P. Laforga.– Felipe Ducazcal.– Antonio Zamora.– Los que quedan.– Recuerdos, 219.

XX.– Entrada de D. Amadeo.– En Atocha.– Una carta.– Doña Victoria.– Las nuevas Cortes.– Los carlistas.– La Commune.– El Hôtel de Ville.– Los incendios.– D. Diego Coello y Quesada.– Comunistas refugiados en España.– La primera crisis, 229.

XXI.– Trufas.– Ministerio Ruiz Zorrilla.– Viaje de D. Amadeo.– Nueva nobleza.– La Prensa.– Ministerio Sagasta.– Los cimbrios.– La Internacional.– Malcampo.– La coalición.– Toros, 239.

XXII.– Algo de sociedad.– La Condesa de Montijo.– Eugenia Montijo.– En Francia.– El Duque de Rivas.– Las reuniones de Cruzada Villamil.– Los primeros revisteros de salones.– El joven del discurso.– Saraos y fiestas en el palacio de Montijo.– El Joven Telémaco en la quinta de Carabanchel.– El minuet, 251.

XXIII.– El sexto Ministerio de D. Amadeo.– Los dos Apóstoles.– El General Serrano.– El convenio de Amorevieta.– Las garantías constitucionales.– Los alfonsinos.– Círculo Popular.– Ministerio radical de D. Manuel Ruiz Zorrilla.– Atentado contra D. Amadeo.– Las últimas elecciones.– Los teatros.– Los periódicos.– El juego, 263.

XXIV.– Cuatro sacristanes.– Los carlistas.– Enero de 1873.– El Cuerpo de Artillería.– La abdicación.– 11 de Febrero de 1873.– Tres Reyes.– Manifestaciones.– El Poder Ejecutivo.– Las Cortes Constituyentes.– Muchos Ministros.– Moriones y Primo de Rivera.– Dos carteles.– El cantón de Cartagena.– Proyectos, 275.

XXV.– El toreo.– La plaza vieja.– Un poco de filosofía sobre los toros.– Grecia y Roma.– Algo de historia.– Los toros y los Papas.– Costillares.– José I.– Fernando VII.– Lo que sé.– Teorías.– Práctica, 287.

XXVI.– Inauguración de la Plaza de Toros.– Crisis.– La rifa del Pardo.– Las obras de la Plaza.– Arquitectura.– El acto.– Las circunstancias.– La corrida.– La gran bronca.– Hechos curiosos.– Animación, 295.

XXVII.– España en Francia.– Un viaje al extranjero en 1854.– Ventura de la Vega y Ramón Navarrete.– En tres días a Francia.– Bayona.– Burdeos.– París.– Mabille.– La Exposición del Palacio de la Industria.– El Gran Hotel.– La Schneider.– Una anécdota.– ¡Eh, Lambert!– Pepita Sánchez.– Periodistas españoles de tanda.– Tirolesas.– La Judie y la Theo.– En la frontera, 305.

XXVIII.– La República española en el exterior.– D. Estanislao Figueras.– Los Descamisados.– Los francos en Madrid.– El 23 de Abril.– Un rasgo de Castelar.– A San Juan de Luz.– Pi y Margall, jefe del Poder Ejecutivo.– Los carlistas.– Vida social.– Doña Virtuditas, 317.

XXIX.– El París de hoy.– Las Exposiciones: 1878.– La calle de las Naciones.– Emilio Santos.– Elena Sanz.– Periodistas de tanda.– 2.526 premios.– Las fiestas latinas.– Negocios españoles.– El vino y el arte.– El pasaje Jouffroy.– Más negocios, 325.

XXX.– España en las Exposiciones Universales desde 1850.– En Londres.– El Palacio de la Industria.– Toledo en los Estados Unidos.– Viena.– En Filadelfia.– La de París de 1878.– La Exposición de Barcelona.– Ríus y Taulet.– Una opinión.– La de París de 1889.– D. Matías López, 335.

XXXI.– Crónica del porvenir.– La inauguración sin instalaciones.– Lo que la Exposición ocupa.– Una ojeada.– París viejo.– Cuándo habrá Exposición.– Palacio español.– Los tapices.– Cante y baile flamenco.– Los precios.– Un portero y un conserje, 345.

XXXII.– Crónica del presente.– Por una vez.– El Ministro de Comercio.– Loubet.– El Palacio de máquinas.– Un poco de filosofía.– Importancia de la Exposición.– La sala de fiestas.– Proteccionismo.– El príncipe Kotohito.– El Gran Palacio de la Industria.– Plazos.– La electricidad.– Revendedores, 351.

XXXIII.– Treinta de Junio de mil ochocientos setenta y tres.– Los intransigentes.– Sevilla, Málaga y Alcoy.– Procesos largos.– Madrid se divierte.– Madame Angot.– Cartagena.– Don Nicolás Salmerón, presidente.– División de España en Estados.– D. Carlos.– Renuncia de Salmerón.– Presidencia de Castelar.– Suspensión de sesiones, 359.

XXXIV.– 2 de Enero de 1874.– El Círculo Alfonsino.– Última sesión de la Asamblea federal.– Palabras de Salmerón y Castelar.– El nuevo Gobierno.– Reunión en el Congreso.– Versos.– El sitio de Bilbao.– La sima de Igusquiza y la entrada en Cuenca.– Tés Alfonsinos.– Más versos, y a otra cosa, 369.

XXXV.– Hacienda retrospectiva.– La ciencia y la portería.– Algo de historia de nuestras trampas.– Un poco de ciencia.– Los primeros presupuestos.– Mendizabal.– Mon.– Bravo Murillo.– ¡Qué buen país!– Impuestos religiosos.– Los Iniciados.– Un meeting y un fuego.– El edificio, 381.

XXXVI.– Viaje de verano.– La holganza y la Divinidad.– Crónicas retrospectivas.– Alabanzas propias.– El teatro Español retrospectivo.– Un libro de Ricardo Sepúlveda.– El Marqués de Villena y el Conde de San Luis.– Carlos Latorre.– Las lunetas.– Cómicos viejos.– Tonadillas.– Inocencias.– Ciento veinte noches.– Actores y actrices.– Lo que fue y lo que es.– Felipe Ducazcal y Echegaray.– Un recuerdo, 391.

XXXVII.– La Academia de Jurisprudencia.– Los intelectuales de 1860.– Los neos.– D. Cristino Martos y un sereno.– Negrete.– El latín.– Moret.– El Ateneo.– El Círculo filosófico.– La Asociación Científica.– D. José Echegaray.– Sièyes.– González Brabo.– Benavides.– Romero Robledo, 399.

XXXVIII.– Serrano, Presidente de la República.– El tupé del Sr. Sagasta.– Una anécdota.– La guerra carlista y la cantonal.– El Maestrazgo.– En París.– Elemento militar.– Los periódicos.– Diversiones.– Círculo popular Alfonsino, 411.

XXXIX.– Inauguración del teatro Real de Madrid en 19 de Noviembre de 1850.– La ópera en España.– Barbieri.– La ópera y la Iglesia.– Precursores de Wagner.– El simbolismo.– El conde de San Luis.– La política.– D. José Salamanca.– Santa Isabel.– La moda.– Hermosuras que fueron, 419.

XL.– Gente Vieja.– La Restauración.– Ministerio Sagasta.– En París.– El Manifiesto.– El general Martínez Campos.– Llegada del ejército del Centro.– Naranjas en condiciones.– Episodios.– En casa del brigadier Laguardia.– Su brigada.– Círculo popular Alfonsino.– Madrid en Enero de 1874, 427.

XLI.– La Universidad de Madrid en el siglo pasado.– Bocolo.– Rector y bedeles.– Camús.– El conde de Toreno y otros.– La Jesusa.– Los que quedan.– Los que han muerto.– Los textos de entonces.– La cuestión del marqués de la Velada.– Sanz del Río.– D. Fernando Castro, 437.

XLII.– Periodismo retrospectivo.– El Padre Cobos.– Gil Blas.– La Gorda.– La Suavidad.– El Buñuelo.– La Filoxera.– La Viña.– El Cascabel y El Garbanzo.– Los sucesos.– Una aclaración.– Los periódicos de hoy.– 35 periódicos literarios.– El Año 61, 445.

XLIII.– Diciembre de 1874.– Un Arzobispo y un teniente general.– Los alfonsinos de Valencia.– Cánovas en el Gobierno civil.– Vacilaciones.– El Círculo Popular Alfonsino.– Los que infiltraban alfonsismo.– La Gaceta y la lógica.– El Ministerio Regencia.– La Comisión que fue a buscar al rey.– Un telegrama.– Dos tendencias.– La política y la agricultura, 453.

(Crónicas retrospectivas, Madrid 1901, páginas 463-469.)

Prólogo

No se puede negar que es placer exquisito la conversación de los hombres que, habiendo vivido muchos años, tratado a muchas gentes y asistido a muchos sucesos, saben describirlo todo haciendo revivir lo pasado y despertando en nosotros su recuerdo si lo presenciamos, o dándonoslo a conocer si por nuestra edad no lo alcanzamos. Estos mismos seres afortunados, de buena retentiva y palabra fácil, son los que, obedeciendo al natural impulso de referir lo que han visto y oído, no sólo a sus contemporáneos, sino también a las generaciones posteriores, escriben Memorias, Recuerdos, Diarios y otros trabajos, merced a los cuales conocemos, además de los grandes dramas que se representan en el escenario del mundo, lo que pasa en sus ensayos y entre sus bastidores.

Claro está que en el ánimo de tales literatos, y así deben llamarse, pues el deseo de contar bien las cosas les hace cuidar el estilo, palpita casi siempre un sentimiento vanidoso: el que se aficiona a narrar lo que ha visto o aquello en que ha intervenido, lo hace porque presume de saberlo y referirlo mejor que otros; pero este fundamento, sobre ser en muchas ocasiones verdadero, es tan humano y presta tal sinceridad a los relatos, que en él precisamente estriba su importancia. Por otra parte, aun tratada la historia muy a la moderna, es decir, incluyendo en ella el estudio de artes, usos, costumbres, espectáculos y modas, cuanto contribuye a dar idea de la vida de un pueblo, todavía tienen que quedar fuera de sus graves y solemnes páginas ciertas pequeñeces que, si no son para mencionadas junto a las grandes luchas políticas y sociales, ayudan y sirven para el mejor conocimiento de los tiempos. La lectura de esas pequeñeces bien narradas es agradabilísima, y quien posee el don de recordar lo que otros olvidan, y contar lo que ignoran, es semejante al que guarda con esmero y luego regala generosamente lo que pudo perderse por parecer despreciable, siendo en realidad digno de conservación y estima.

Los españoles no han tenido gran afición a este género de escritos, si se exceptúan las relaciones de altos hechos militares, fiestas regias, viajes y jornadas célebres. Quedan, sin embargo, entre otras producciones notables del siglo XVI las famosas Relaciones de Antonio Pérez; las Cartas de Eugenio de Salazar, y las Cartas y Avisos dirigidos a D. Juan de Zúñiga, virrey de Nápoles; y del XVII los Avisos de Pellicer, Barrionuevo; y Almansa y Mendoza. Por ellos sabemos multitud de interioridades y detalles referentes a la política de los Monarcas de la Casa de Austria, persuadiéndonos de que, a pesar del imperio ejercido por las creencias religiosas, eran tremendas en su tiempo la corrupción y la inmoralidad. Del siglo XVIII han quedado las Memorias del Príncipe de la Paz que, aun obedeciendo a un propósito exclusivamente personal, son en extremo curiosas. Del XIX tenemos las Memorias del Ministro Pizarro; los Recuerdos de un anciano y las Memorias, de Alcalá Galiano; las Memorias de un setentón, de Mesonero Romanos; las Memorias, del general Córdova, y los Recuerdos del tiempo viejo, de Zorrilla, para no citar sino lo más conocido.

Todo ello, aunque interesantísimo, es muy poco comparado con lo de igual índole producido en Francia, cuya historia casi desde antes del siglo XVI hasta nuestros días, está escrita con libros de esta clase.

Allí han tenido afán de contar lo que han visto y aquello en que han intervenido personajes de sangre real, guerreros, políticos, filósofos, artistas, poetas, y, sobre todo, mujeres colocadas por su rango en situación de saber cuanto sucedía en torno de los Monarcas y los Gobiernos, estando muchas de ellas educadas de modo que escribían primorosamente. La bibliografía de este linaje de obras francesas de los siglos XVII y XVIII es riquísima, y abarca cuanto imaginarse puede, y sirve para pintar la vida íntima de una época; desde el salón del trono y la alcoba de los reyes, hasta las hosterías y las cuadras de los cuarteles; desde los conventos en que se confundían la devoción y la galantería, hasta las aulas de los estudios públicos; desde los palacios o castillos en que habitaba la nobleza provinciana, conservadora del prestigio de su clase, hasta los camarines secretos y las casas de mala fama, donde los grandes señores de París iban en busca de aventuras. ¿Quién no conoce o ha oído hablar de las Crónicas de Barbier referentes a Luis XV y la Regencia; las Memorias del Duque de San Simón, las de la Staal, la Le Brun y la Condesa de Caylus? A períodos posteriores pertenecen las admirables Memorias de Beaumarchais; los Recuerdos íntimos del tiempo del Imperio de Marco Saint-Hilaire, que tanto contribuyeron al prestigio de la causa napoleónica; los Recuerdos de la Restauración de Alfredo Nettement, y otros muchísimos libros, merced a los cuales, apenas queda capitán, ministro, poeta, artista, clérigo, gran señora ni mujer galante cuya vida no se conozca. Tales obras, y otras muchísimas que es innecesario citar, pero que el curioso hallará fácilmente, hacen que con la imaginación podamos asistir al instructivo y pintoresco desfile de gobiernos, camarillas, conspiraciones, crímenes, intrigas, amoríos, ruinas y encumbramientos, cuyo conjunto, después de conocidas las líneas generales de la historia, crea el cuadro completo de la vida nacional francesa con sus glorias y sus errores, sus virtudes y sus vicios.

No todos los cultivadores del género lo han tratado con igual talento: los hay que se limitan a narrar escuetamente y pecan de secos, o escogen mal lo que refieren, y no interesan: otros repitiendo constantemente «yo vi», «yo escuché», «yo dije», se hacen por su vanidad insoportables; algunos alardean de filósofos y aburren; de cuando en cuando se tropieza con quien descubre el rencor o la envidia que le mueve, y no merece ser creído: mas como cada cual observa desde un punto de vista diferente, y escribe según su temperamento, entretienen casi todos: la variedad de su labor es grandísima, y en ella se perpetúan noticias y detalles que sería inútil buscar en las historias. Además, por bajos e indignos que fueran los móviles que inspirasen muchos de estos escritos, siempre queda en ellos el reflejo de las ideas y preocupaciones, el ambiente moral respirado por el autor, y hasta ese algo misterioso, involuntario que se le escapa ex abundantia cordis, y luego se lee entre líneas, sirviendo para revelar juntamente el estado de su ánimo, la índole de su ingenio y el carácter de su época. Nada tan ameno como estas narraciones de hechos y sucesos, donde cada uno refiere lo que sabe, ya mostrándose indiferente, ya descubriendo la parcialidad, unas veces por mero gusto de escribir y otras puesto al servicio de una causa. Finalmente, aunque parezca vulgar la consideración, las Memorias, Recuerdos y Diarios gustarán siempre, porque están fundados en la afición del hombre a meterse en vidas ajenas, y nunca han de faltar ni quien se deleite en escribir lo que otros no saben, ni quien se complazca leyéndolo.

El interés aumenta cuando esos libros hablan de personajes ilustres o períodos turbulentos, pues si hoy despiertan tanta curiosidad el verdadero origen de una crisis y una conjura entre políticos de bajo vuelo, ¿cómo no han de inspirarla las acciones, la vida íntima de grandes hombres y la explicación de transcendentales mudanzas?

Pero aún tiene más atractivo que la parte secreta, y las interioridades de lo que no se ha visto, la evocación de lo que se ha presenciado.

Quien trae a la memoria clara y ordenadamente lo que en ella han ido borrando y confundiendo los años, parece que despierta nuestra infancia y renueva nuestra juventud: al describir cosas ocurridas cuando éramos niños o mozos, hace que en las misteriosas celdillas donde duermen los recuerdos resurjan reanimadas las impresiones, proporcionándonos la visión de lo pasado, donde nunca falta aquella dulce poesía creada por la imaginación para prestar encanto a lo que nos causó placer, y deleitarse en considerar lejano lo que nos hizo sufrir.

Por esto han de leerse con gusto las Crónicas de un portero del Observatorio.

Su elogio me está vedado, pues nadie ignora que cuando se pone prólogo al libro de un amigo y compañero, se corre el riesgo de que la más justa alabanza parezca exagerada.

Pero si tú que me lees pasas de los cuarenta, si conservas vagas reminiscencias de la vuelta de las tropas vencedoras en África, si tenías uso de razón en los últimos años del reinado de Isabel II, si de pequeñuelo te llevaron tus padres a tomar sorbete en la Iberia, si recuerdas la impresión que causaron los fusilamientos del 66 y luego asististe al glorioso alzamiento de 1868 y a las entradas en Madrid de Prim y de Serrano, si en las sesiones de las Constituyentes escuchaste a Castelar defender la República y la libertad religiosa, si te escapabas de las clases de la Universidad para comprar los extraordinarios con los partes del Norte, si en la Zarzuela viste las primeras representaciones de Un drama nuevo y hacer en el Español o Romea y Valero El Alcalde de Zalamea, si aplaudiste en sus últimos triunfos a García Gutiérrez y defendiste a Echegaray en aquellos primeros estrenos que parecían batallas, si llevaste a ]a novia al paraíso del Real para que oyese a Tamberlick, si frecuentabas la casa vieja del Ateneo, si conociste a Eduardo Rosales antes de que le demacrara la tisis y a Campoamor antes de tener blancas las patillas, si has paseado por los alrededores de Madrid cuando no había conventos y por las calles cuando no había frailes, en una palabra, si lo mejor de tu vida va por relación de ideas o de fechas unido a la memoria de un suceso político, de un éxito literario o de una personalidad ilustre, entonces está cierto de que con este libro has de pasar ratos agradabilísimos. En él hallarás nombres cuya muerte causó lágrimas a tus padres, de artistas y poetas que te hicieron admirar la belleza, de mujeres que te gustaron, de políticos y maestros por quienes aprendiste a odiar unos principios y amar otros; y guardarás estas páginas como el índice rápido, pintoresco, desordenado y nerviosamente escrito, pero fiel y sincero de aquellas cosas pasadas, y por ti vividas cuando a pesar de los errores de la juventud y las turbulencias nacionales, podías tener confianza en ti mismo y esperanza en los destinos de la Patria.

Serán, pues, estas Crónicas, no como las de Touchard Laffosse o la Condesa de Crequi, el amasijo caprichoso de algo compuesto con datos fidedignos, luego sacados de quicio y recargados por un propósito preconcebido, sino la relación de sucesos indudablemente verdaderos; pasando el tiempo las buscarán los curiosos y las consultarán los eruditos, porque en ellas está reunido mucho que anda revuelto en colecciones de periódicos, y mucho también que en ninguna parte se ha contado. Mas a ti, lector, el humilde portero del Observatorio, aun teniendo fama de ingenioso entre la gente de letras, te habrá dado algo más valioso que su propio ingenio: la ocasión de ver como en un cinematógrafo gran parte de aquello que en tus mejores años te hizo sentir y te ayudó a pensar.

Jacinto Octavio Picón.

Marzo de 1901.

(Crónicas retrospectivas, Madrid 1901, páginas V-XV.)

Sáenz de Jubera, Hermanos, Editores
Campomanes, 10.– Madrid

Ptas.

Amicis.– Dos dramas de Escuela, 4
Amor y Gimnástica, 4
En el Océano, 4
Ideas sobre el rostro y el lenguaje, 3
Impresiones de América, 3
España, 3,50
Socialismo y Educación, 3
Para el 1º de Mayo, 3
Turín, Londres y París, 2,50
Muertos y vivos, 3

Ansorena.– La Fea, 2,50
El buen Jeromo, 1
Cosas de ayer, 1
Versos, 1
María Cruz, novela, 3
Propiedad intelectual, 3

Bourget (P.).– Mentiras, un tomo, 2.50
Cruel enigma, un tomo, 2,50
Crimen de amor, un tomo, 2,50
El discípulo, un tomo, 3
Corazón de mujer, 2
Fisiología del amor, 3
La Tierra prometida, 3
Cosmópolis, 4
Un idilio trágico, 3,50
El Fantasma, 4

Campoamor.– El amor de las madres, ed. ilustrada, 1

y Valera.– La Metafísica y la Poesía, un tomo, 3

Campos (José).– Ella novela premiada en París con el premio fundado por Balzac, 3

Castro y Serrano.– La Capitana Cook, 2,50
La novela del Egipto, 5

Conscience.– Amar después de la muerte, 3

Coppée (F.).– El Culpable, 3,50

Daudet.– Roberto Helmont, edición económica, 2
Ídem, edición de lujo, 4
Treinta años de París, edición económica, 2
Ídem, edición de lujo, 3,50
Recuerdos de un hombre de letras, ed. económica, 2
Ídem, edición de lujo, 3,50
La lucha por la existencia, 4
Mujeres de artistas, 3,50
La bella Nivernesa, 3,50
Tartarín de Tarascón, 3,50
Cuentos escogidos, 3
Jack, 5
Cabeza de familia, 4
Capilla del Perdón, 3,50
Recuerdos de teatro, 2
El Tesoro de Arlatán. La Fedor, 2
Primer viaje, 1,50

Feuillet.– Diario de una dama, 1,50
Historia de una parisién, 2
La Muerta, 3
Amores de Felipe, 2,50
Un matrimonio en la aristocracia, 2,50
El Conde Luis de Camors, 2,50
La novela de un joven pobre, 2
El Viajero, 2,50
El divorcio de Julieta, 1,50
Honor de artista, 3

Flammarion.– Urania, 5
Estela, 4

Goncourt.– Sor Filomena, 4

Laurie.– Los desterrados de la tierra, 4
De New York a Brest, 2
Memorias de un colegial ruso, 2

Legouvé.– Nuestros hijos, 2

Loti.– La novela de un niño, 2

Llanos.– Romancero de Don Jaime el Conquistador, 3

Malot.– Román Kaibris, 2
Sin familia, 4

Maupassant.– Nuestro corazón, 4
Belleza inútil, 3
Buen Mozo, 4

Miguel (R. de).– Poesías, 7

Miralles.– De mi cosecha, 5

Moya.– Oradores políticos, 5

Ohnet.– Lise Fleuron, 3,50
El gran Margal, 3
Las señoras de Croix-Mort, 3
Negro y Rosa, 3
Último amor, 3,50
En el fondo del abismo, 3,50
Gente alegre, 3,50
Dama vestida de gris, 3,50
Inútil riqueza, 3,50
Cura de Favieres, 3,50
Un antiguo rencor, 3,50
La hija del Diputado, 3,50
La Tenebrosa, 3,50

Ortega Munilla.– Panza-al-trote, 2
Cleopatra Pérez, 2
Lucio Tréllez, 2

Rdo. P. Montes (Agustino). Justicia humana, 2,50

Sandeau.– Magdalena, 1
La Roca de las Gaviotas, 1

Stevenson.– La Isla del Tesoro, 2

Tolstoi.– El preludio de Chopin, 2

***.– Los secretos de la belleza, de la cara y del cuerpo, del hombre y de la mujer. Tratado completo de higiene y embellecimiento de la fisonomía, un tomo.

(Crónicas retrospectivas, Madrid 1901, página [471].)

[ Versión íntegra del texto impreso sobre un libro de papel de 471 páginas, formato 115×180mm, publicado en Madrid en 1901. ]