
Juan Valero de Tornos
Crónicas retrospectivas
(Recuerdos de la segunda mitad del siglo XIX)
por un portero del Observatorio
(Juan Valero de Tornos)
con un prólogo de
Jacinto Octavio Picón
Madrid
Imprenta de Ricardo Rojas
Campomanes, 8.– Teléfono 316
1901
Índice
I.– Crónicas retrospectivas (Recuerdos de la segunda mitad del siglo XIX), 1.
VI.– Los tiempos de D. José Salamanca, 59.
(Crónicas retrospectivas, Madrid 1901, páginas 463-469.)
Prólogo
No se puede negar que es placer exquisito la conversación de los hombres que, habiendo vivido muchos años, tratado a muchas gentes y asistido a muchos sucesos, saben describirlo todo haciendo revivir lo pasado y despertando en nosotros su recuerdo si lo presenciamos, o dándonoslo a conocer si por nuestra edad no lo alcanzamos. Estos mismos seres afortunados, de buena retentiva y palabra fácil, son los que, obedeciendo al natural impulso de referir lo que han visto y oído, no sólo a sus contemporáneos, sino también a las generaciones posteriores, escriben Memorias, Recuerdos, Diarios y otros trabajos, merced a los cuales conocemos, además de los grandes dramas que se representan en el escenario del mundo, lo que pasa en sus ensayos y entre sus bastidores.
Claro está que en el ánimo de tales literatos, y así deben llamarse, pues el deseo de contar bien las cosas les hace cuidar el estilo, palpita casi siempre un sentimiento vanidoso: el que se aficiona a narrar lo que ha visto o aquello en que ha intervenido, lo hace porque presume de saberlo y referirlo mejor que otros; pero este fundamento, sobre ser en muchas ocasiones verdadero, es tan humano y presta tal sinceridad a los relatos, que en él precisamente estriba su importancia. Por otra parte, aun tratada la historia muy a la moderna, es decir, incluyendo en ella el estudio de artes, usos, costumbres, espectáculos y modas, cuanto contribuye a dar idea de la vida de un pueblo, todavía tienen que quedar fuera de sus graves y solemnes páginas ciertas pequeñeces que, si no son para mencionadas junto a las grandes luchas políticas y sociales, ayudan y sirven para el mejor conocimiento de los tiempos. La lectura de esas pequeñeces bien narradas es agradabilísima, y quien posee el don de recordar lo que otros olvidan, y contar lo que ignoran, es semejante al que guarda con esmero y luego regala generosamente lo que pudo perderse por parecer despreciable, siendo en realidad digno de conservación y estima.
Los españoles no han tenido gran afición a este género de escritos, si se exceptúan las relaciones de altos hechos militares, fiestas regias, viajes y jornadas célebres. Quedan, sin embargo, entre otras producciones notables del siglo XVI las famosas Relaciones de Antonio Pérez; las Cartas de Eugenio de Salazar, y las Cartas y Avisos dirigidos a D. Juan de Zúñiga, virrey de Nápoles; y del XVII los Avisos de Pellicer, Barrionuevo; y Almansa y Mendoza. Por ellos sabemos multitud de interioridades y detalles referentes a la política de los Monarcas de la Casa de Austria, persuadiéndonos de que, a pesar del imperio ejercido por las creencias religiosas, eran tremendas en su tiempo la corrupción y la inmoralidad. Del siglo XVIII han quedado las Memorias del Príncipe de la Paz que, aun obedeciendo a un propósito exclusivamente personal, son en extremo curiosas. Del XIX tenemos las Memorias del Ministro Pizarro; los Recuerdos de un anciano y las Memorias, de Alcalá Galiano; las Memorias de un setentón, de Mesonero Romanos; las Memorias, del general Córdova, y los Recuerdos del tiempo viejo, de Zorrilla, para no citar sino lo más conocido.
Todo ello, aunque interesantísimo, es muy poco comparado con lo de igual índole producido en Francia, cuya historia casi desde antes del siglo XVI hasta nuestros días, está escrita con libros de esta clase.
Allí han tenido afán de contar lo que han visto y aquello en que han intervenido personajes de sangre real, guerreros, políticos, filósofos, artistas, poetas, y, sobre todo, mujeres colocadas por su rango en situación de saber cuanto sucedía en torno de los Monarcas y los Gobiernos, estando muchas de ellas educadas de modo que escribían primorosamente. La bibliografía de este linaje de obras francesas de los siglos XVII y XVIII es riquísima, y abarca cuanto imaginarse puede, y sirve para pintar la vida íntima de una época; desde el salón del trono y la alcoba de los reyes, hasta las hosterías y las cuadras de los cuarteles; desde los conventos en que se confundían la devoción y la galantería, hasta las aulas de los estudios públicos; desde los palacios o castillos en que habitaba la nobleza provinciana, conservadora del prestigio de su clase, hasta los camarines secretos y las casas de mala fama, donde los grandes señores de París iban en busca de aventuras. ¿Quién no conoce o ha oído hablar de las Crónicas de Barbier referentes a Luis XV y la Regencia; las Memorias del Duque de San Simón, las de la Staal, la Le Brun y la Condesa de Caylus? A períodos posteriores pertenecen las admirables Memorias de Beaumarchais; los Recuerdos íntimos del tiempo del Imperio de Marco Saint-Hilaire, que tanto contribuyeron al prestigio de la causa napoleónica; los Recuerdos de la Restauración de Alfredo Nettement, y otros muchísimos libros, merced a los cuales, apenas queda capitán, ministro, poeta, artista, clérigo, gran señora ni mujer galante cuya vida no se conozca. Tales obras, y otras muchísimas que es innecesario citar, pero que el curioso hallará fácilmente, hacen que con la imaginación podamos asistir al instructivo y pintoresco desfile de gobiernos, camarillas, conspiraciones, crímenes, intrigas, amoríos, ruinas y encumbramientos, cuyo conjunto, después de conocidas las líneas generales de la historia, crea el cuadro completo de la vida nacional francesa con sus glorias y sus errores, sus virtudes y sus vicios.
No todos los cultivadores del género lo han tratado con igual talento: los hay que se limitan a narrar escuetamente y pecan de secos, o escogen mal lo que refieren, y no interesan: otros repitiendo constantemente «yo vi», «yo escuché», «yo dije», se hacen por su vanidad insoportables; algunos alardean de filósofos y aburren; de cuando en cuando se tropieza con quien descubre el rencor o la envidia que le mueve, y no merece ser creído: mas como cada cual observa desde un punto de vista diferente, y escribe según su temperamento, entretienen casi todos: la variedad de su labor es grandísima, y en ella se perpetúan noticias y detalles que sería inútil buscar en las historias. Además, por bajos e indignos que fueran los móviles que inspirasen muchos de estos escritos, siempre queda en ellos el reflejo de las ideas y preocupaciones, el ambiente moral respirado por el autor, y hasta ese algo misterioso, involuntario que se le escapa ex abundantia cordis, y luego se lee entre líneas, sirviendo para revelar juntamente el estado de su ánimo, la índole de su ingenio y el carácter de su época. Nada tan ameno como estas narraciones de hechos y sucesos, donde cada uno refiere lo que sabe, ya mostrándose indiferente, ya descubriendo la parcialidad, unas veces por mero gusto de escribir y otras puesto al servicio de una causa. Finalmente, aunque parezca vulgar la consideración, las Memorias, Recuerdos y Diarios gustarán siempre, porque están fundados en la afición del hombre a meterse en vidas ajenas, y nunca han de faltar ni quien se deleite en escribir lo que otros no saben, ni quien se complazca leyéndolo.
El interés aumenta cuando esos libros hablan de personajes ilustres o períodos turbulentos, pues si hoy despiertan tanta curiosidad el verdadero origen de una crisis y una conjura entre políticos de bajo vuelo, ¿cómo no han de inspirarla las acciones, la vida íntima de grandes hombres y la explicación de transcendentales mudanzas?
Pero aún tiene más atractivo que la parte secreta, y las interioridades de lo que no se ha visto, la evocación de lo que se ha presenciado.
Quien trae a la memoria clara y ordenadamente lo que en ella han ido borrando y confundiendo los años, parece que despierta nuestra infancia y renueva nuestra juventud: al describir cosas ocurridas cuando éramos niños o mozos, hace que en las misteriosas celdillas donde duermen los recuerdos resurjan reanimadas las impresiones, proporcionándonos la visión de lo pasado, donde nunca falta aquella dulce poesía creada por la imaginación para prestar encanto a lo que nos causó placer, y deleitarse en considerar lejano lo que nos hizo sufrir.
Por esto han de leerse con gusto las Crónicas de un portero del Observatorio.
Su elogio me está vedado, pues nadie ignora que cuando se pone prólogo al libro de un amigo y compañero, se corre el riesgo de que la más justa alabanza parezca exagerada.
Pero si tú que me lees pasas de los cuarenta, si conservas vagas reminiscencias de la vuelta de las tropas vencedoras en África, si tenías uso de razón en los últimos años del reinado de Isabel II, si de pequeñuelo te llevaron tus padres a tomar sorbete en la Iberia, si recuerdas la impresión que causaron los fusilamientos del 66 y luego asististe al glorioso alzamiento de 1868 y a las entradas en Madrid de Prim y de Serrano, si en las sesiones de las Constituyentes escuchaste a Castelar defender la República y la libertad religiosa, si te escapabas de las clases de la Universidad para comprar los extraordinarios con los partes del Norte, si en la Zarzuela viste las primeras representaciones de Un drama nuevo y hacer en el Español o Romea y Valero El Alcalde de Zalamea, si aplaudiste en sus últimos triunfos a García Gutiérrez y defendiste a Echegaray en aquellos primeros estrenos que parecían batallas, si llevaste a ]a novia al paraíso del Real para que oyese a Tamberlick, si frecuentabas la casa vieja del Ateneo, si conociste a Eduardo Rosales antes de que le demacrara la tisis y a Campoamor antes de tener blancas las patillas, si has paseado por los alrededores de Madrid cuando no había conventos y por las calles cuando no había frailes, en una palabra, si lo mejor de tu vida va por relación de ideas o de fechas unido a la memoria de un suceso político, de un éxito literario o de una personalidad ilustre, entonces está cierto de que con este libro has de pasar ratos agradabilísimos. En él hallarás nombres cuya muerte causó lágrimas a tus padres, de artistas y poetas que te hicieron admirar la belleza, de mujeres que te gustaron, de políticos y maestros por quienes aprendiste a odiar unos principios y amar otros; y guardarás estas páginas como el índice rápido, pintoresco, desordenado y nerviosamente escrito, pero fiel y sincero de aquellas cosas pasadas, y por ti vividas cuando a pesar de los errores de la juventud y las turbulencias nacionales, podías tener confianza en ti mismo y esperanza en los destinos de la Patria.
Serán, pues, estas Crónicas, no como las de Touchard Laffosse o la Condesa de Crequi, el amasijo caprichoso de algo compuesto con datos fidedignos, luego sacados de quicio y recargados por un propósito preconcebido, sino la relación de sucesos indudablemente verdaderos; pasando el tiempo las buscarán los curiosos y las consultarán los eruditos, porque en ellas está reunido mucho que anda revuelto en colecciones de periódicos, y mucho también que en ninguna parte se ha contado. Mas a ti, lector, el humilde portero del Observatorio, aun teniendo fama de ingenioso entre la gente de letras, te habrá dado algo más valioso que su propio ingenio: la ocasión de ver como en un cinematógrafo gran parte de aquello que en tus mejores años te hizo sentir y te ayudó a pensar.
Marzo de 1901.
(Crónicas retrospectivas, Madrid 1901, páginas V-XV.)
Sáenz de Jubera, Hermanos, Editores
Campomanes, 10.– Madrid
Ptas.
Amicis.– Dos dramas de Escuela, 4
Amor y Gimnástica, 4
En el Océano, 4
Ideas sobre el rostro y el lenguaje, 3
Impresiones de América, 3
España, 3,50
Socialismo y Educación, 3
Para el 1º de Mayo, 3
Turín, Londres y París, 2,50
Muertos y vivos, 3
Ansorena.– La Fea, 2,50
El buen Jeromo, 1
Cosas de ayer, 1
Versos, 1
María Cruz, novela, 3
Propiedad intelectual, 3
Bourget (P.).– Mentiras, un tomo, 2.50
Cruel enigma, un tomo, 2,50
Crimen de amor, un tomo, 2,50
El discípulo, un tomo, 3
Corazón de mujer, 2
Fisiología del amor, 3
La Tierra prometida, 3
Cosmópolis, 4
Un idilio trágico, 3,50
El Fantasma, 4
Campoamor.– El amor de las madres, ed. ilustrada, 1
— y Valera.– La Metafísica y la Poesía, un tomo, 3
Campos (José).– Ella novela premiada en París con el premio fundado por Balzac, 3
Castro y Serrano.– La Capitana Cook, 2,50
La novela del Egipto, 5
Conscience.– Amar después de la muerte, 3
Coppée (F.).– El Culpable, 3,50
Daudet.– Roberto Helmont, edición económica, 2
Ídem, edición de lujo, 4
Treinta años de París, edición económica, 2
Ídem, edición de lujo, 3,50
Recuerdos de un hombre de letras, ed. económica, 2
Ídem, edición de lujo, 3,50
La lucha por la existencia, 4
Mujeres de artistas, 3,50
La bella Nivernesa, 3,50
Tartarín de Tarascón, 3,50
Cuentos escogidos, 3
Jack, 5
Cabeza de familia, 4
Capilla del Perdón, 3,50
Recuerdos de teatro, 2
El Tesoro de Arlatán. La Fedor, 2
Primer viaje, 1,50
Feuillet.– Diario de una dama, 1,50
Historia de una parisién, 2
La Muerta, 3
Amores de Felipe, 2,50
Un matrimonio en la aristocracia, 2,50
El Conde Luis de Camors, 2,50
La novela de un joven pobre, 2
El Viajero, 2,50
El divorcio de Julieta, 1,50
Honor de artista, 3
Flammarion.– Urania, 5
Estela, 4
Goncourt.– Sor Filomena, 4
Laurie.– Los desterrados de la tierra, 4
De New York a Brest, 2
Memorias de un colegial ruso, 2
Legouvé.– Nuestros hijos, 2
Loti.– La novela de un niño, 2
Llanos.– Romancero de Don Jaime el Conquistador, 3
Malot.– Román Kaibris, 2
Sin familia, 4
Maupassant.– Nuestro corazón, 4
Belleza inútil, 3
Buen Mozo, 4
Miguel (R. de).– Poesías, 7
Miralles.– De mi cosecha, 5
Moya.– Oradores políticos, 5
Ohnet.– Lise Fleuron, 3,50
El gran Margal, 3
Las señoras de Croix-Mort, 3
Negro y Rosa, 3
Último amor, 3,50
En el fondo del abismo, 3,50
Gente alegre, 3,50
Dama vestida de gris, 3,50
Inútil riqueza, 3,50
Cura de Favieres, 3,50
Un antiguo rencor, 3,50
La hija del Diputado, 3,50
La Tenebrosa, 3,50
Ortega Munilla.– Panza-al-trote, 2
Cleopatra Pérez, 2
Lucio Tréllez, 2
Rdo. P. Montes (Agustino). Justicia humana, 2,50
Sandeau.– Magdalena, 1
La Roca de las Gaviotas, 1
Stevenson.– La Isla del Tesoro, 2
Tolstoi.– El preludio de Chopin, 2
***.– Los secretos de la belleza, de la cara y del cuerpo, del hombre y de la mujer. Tratado completo de higiene y embellecimiento de la fisonomía, un tomo.
(Crónicas retrospectivas, Madrid 1901, página [471].)
[ Versión íntegra del texto impreso sobre un libro de papel de 471 páginas, formato 115×180mm, publicado en Madrid en 1901. ]